Programa
35 (11-11-2013)
EDITORIAL
Exilio.
Seis letras que forman una palabra que genera tanta tristeza, nostalgia,
resignación. Diez años pasaron. No hay nada peor que, por el motivo que sea,
uno tenga que dejar el país que ama.
Me
acuerdo como si fuera ayer, en ese bar de siempre, cuando me despedí de mis
amigos, entre brindis y recuerdos, para comenzar una nueva vida, lejos de acá.
Una
vez en el avión, las luces de la ciudad parecían apagarse de a poco, y quizás
nunca más se iban a prender, porque ese adiós, tal vez era un hasta nunca.
Y
llegar a un país desconocido fue como nacer de nuevo. Dar los primeros pasos,
caerse y volverse a levantar era la rutina de esos primeros solitarios meses.
Ahí
es cuando empezamos a extrañar esos pequeños gustos de la vida, un picado, un
asadito entre amigos, seguir al equipo de tus amores o una ronda de mate… y el
dulce de leche, como no vamos a extrañar el dulce de leche...
Siento
que desde que me fui, los años pasan lentamente, la forma de vida es otra. Los
amigos son otros, gente a la cual considero como tal, pero que se que será
imposible que sean como los que dejé allá. Ni mejores ni peores, ni más malos o
más buenos. Distintos.
Porque
también eso nos diferencia del resto, porque la luchamos con una fuerza
increíble cuando otros se darían por vencidos, porque cuando parece que el
castillo que armamos será eterno, viene un tsunami que se lleva todo por
delante. Y otra vez volver a empezar.
Y
porque cuando nos preguntan de dónde venimos, inflamos el pecho para decir que
de allá salió un Maradona, un Favaloro, un Guevara, un Cortázar, un Gardel, un
Milstein o un Piazzola, entre tantos otros miles de anónimos que son igual o
más grande que ellos. Con sus aciertos y sus errores, pero con la lealtad de
llevar nuestra bandera en lo más alto.
Tampoco
pretendo quejarme del país que me cobijó en estos años, ni de la gente, ya que
me enseñaron que en la vida no hay que ser desagradecido, pero la distancia
hace que nos pongamos sentimentales.
En
estos diez años, sin dudas, lo que más me cuesta aceptar, es que me perdí
momentos que me voy a reprochar por siempre. Nacimientos, casamientos, y
abrazos a esas personas que ya no están, y a los que no pude decirles lo tanto
que los amaba.
Dicen
que hay que disfrutar el presente, recordar el pasado y que te sorprenda el
futuro. Ahora, eso es lo que estoy haciendo, y quiero que este momento se
eternice por siempre.
Estoy
sentado, con un vaso en la mano, en el mismo bar que me encontraba hace diez
años, rodeado de mis amigos, más gordos y más pelados, con chicos que corretean
de aquí para allá, que aunque no los vi nunca, los siento como míos también.
Las
risas se multiplican, los recuerdos vuelven a aparecer como por arte de magia,
y siento, de una vez por todas, que estoy donde quiero estar, porque aunque
estaba a miles de kilómetros de distancia, mi corazón siempre estuvo acá, con
ellos, en cada charla, en cada risa, en cada abrazo.
Mientras
leo esto, seguramente alguien se esté yendo y otro esté volviendo. Y tenemos
tanto orgullo que no vamos a reconocer lo tanto que extrañamos, porque somos
así, cabeza dura por excelencia. Estamos hechos así, con una coraza de hierro
por fuera y un espíritu débil por dentro, y con una etiqueta en el corazón que
le grita al mundo de donde venimos: MADE IN ARGENTINA.
Marcelo
De Nicola
Canción elegida para el análisis
IMPRESIONES
SOBRE MADE IN ARGENTINA
Vivimos
como nunca lo soñamos, es así. Eso le contesta Osvaldo (Luis Brandoni), a su
mujer Mabel (Marta Bianchi), respondiendo con sorna y demostrando que más allá
de su buen pasar, su vida está en su país. Y nosotros aplaudimos…
Juan
José Jusid nos trae a la pantalla grande la obra de esa gran dramaturga
argentina que fue Nelly Fernández Tiscornia, autora en 1986 de Made In Lanús.
Un año después, este reconocido director (autor de Los gauchos judíos, entre
otras), convocaba a los mismos actores para rodar una de las mejores películas
de los años 80.
Con
un excelente pulso, y contada en forma lineal, el director nos va mechando la vida
de las dos parejas en cuestión. Por un lado, Osvaldo, un genial Luis Brandoni y
Mabel, interpretada magistralmente por Marta Bianchi, parejas también, en la
vida real. Ambos viven en Nueva York desde hace diez años, cuando tuvieron que
huir del país a causa de la sangrienta dictadura que azotaba el país. Tienen
dos hijas que casi no hablan en español, y que poco se interesan por el país de
sus padres.
Por
otra parte, a miles de kilómetros de distancia, más precisamente en Lanús, se
encuentran el Negro, hermano de Mabel, junto a su esposa La Yoli. Con una enorme
interpretación de otra pareja en la vida real, como lo eran en ese momento
Patricio Contreras y Leonor Manso. El Negro vive como puede, es dueño de un
taller mecánico donde fía más de lo que cobra, y tiene un auto que se cae a
pedazos. Ella es ama de casa y tienen una hija que ojalá, pueda tener un
título.
La
película está bien musicalizada por el compositor Emilio Kauderer y la voz de
Eladia Blasquez al final nos sumerge en un maremoto de sensaciones. La
fotografía de Hugo Colace presenta colores no tan vivos, quizás a tono con lo
que vemos durante el film.
Un
casamiento es el marco ideal para que las dos familias vuelvan a unirse.
Osvaldo y Mabel viajan a Buenos Aires para la boda de un amigo y una vez allí,
empezaremos a ver al verdadero Osvaldo que había dentro de esa capa que lo
cubría.
La
película ahondará un poco más en las relaciones familiares hasta que sobre el
final llega el punto de inflexión de la trama. Durante la cena, Mabel tiene una
sorpresa: llevarlo al Negro a Estados Unidos, donde tiene trabajo asegurado y
vivirá como un Rey. Este es, sin duda, el punto más alto del film. El dialogo
pasará a ser el sostén principal de la escena, pero todo gracias al talento de
cuatro actores que brillan con luz propia.
Contreras
y Brandoni serán los opuestos. El primero llevando adelante la discusión con
maestría, tomándose el tiempo justo para hablar, en medio de miles de gestos
casi perfectos, y el segundo, hablando más con la mirada que con la voz, ya que
es el único que comprende la decisión de Yoli de quedarse en el país. Los
personajes de Leonor Manso y Marta Bianchi también están en las antípodas,
sobre todo Mabel, que pasa de la alegría a la tensa sorpresa.
Y
nosotros los entendemos. Entendemos al Negro, a pesar de sus defectos, ese
laburante que siente que pese a lo que haga, nunca va a poder salir, y que,
como a tantos otros, esos espejitos de colores que nos vendieron, están allá, a
miles de kilómetros.
Entendemos
a Mabel, porque a pesar de todas las complicaciones que pasó, pudo, lejos de su
patria, ser alguien, y tener una familia.
Entendemos
a La Yoli ,
porque sabe que si no es en su país, en su barrio, con su gente, donde va a
ser… Porque sabe que ante el primer problema va a tener a un vecino dándole una
mano.
Y
lo entendemos a Osvaldo, más que a nadie, porque siendo un profesional, tuvo
que escapar de esa horrenda y cruel dictadura, que se llevó a miles y miles de
jóvenes talentosos, por el hecho de pensar, no sólo de una manera diferente,
sino por pensar, nada más y nada menos. Y es algo que hoy, treinta años después
seguimos pagando.
Recuerdo
una de las últimas escenas, en el aeropuerto Osvaldo le dice a Yoli: Mi padre
era albañil Cuando yo me recibí, no me
dijo nada, sólo me miró. Como vos vas a mirar a tu hija algún día…
El
futuro no está escrito, lo estamos escribiendo día a día, y de a poco, cada vez
más gente vuelve y menos gente se va. Esperemos que con los años, el exterior
sólo sea un lugar para irse de vacaciones, y que ningún compatriota más, tenga
que tomar la ruta hacia Ezeiza.
Marcelo
De Nicola
Canción post análisis
Y nos acodamos de esos que alguna vez llegaron al país
Y nos fuimos con esta hermosa canción de un tal Solari
FICHA
TÉCNICA
Título
original: Made in Argentina
Año:
1987
Duración:
86 min.
País:
Argentina
Director:
Juan José Jusid
Guión:
Juan José Jusid, Nelly Fernández Tiscornia
Música:
Emilio Kauderer
Fotografía:
Hugo Colace
Reparto:
Luis Brandoni, Patricio Contreras, Hugo Arana, Alberto Busaid, Mario Luciani,
Jorge Rivera López, Marta Bianchi, Leonor Manso
Sinopsis
Exiliado
en Nueva York durante una década, un matrimonio retorna a la Argentina de visita por
unos días. En esta ciudad se reencuentra con el Negro y Yoli, hermano y cuñada
de la mujer, quienes residen en Lanús. Mabel les tiene preparada una sorpresa,
pero las reacciones, no son las esperadas.
Película completa
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ResponderEliminarmuy bueno mr. pink!! a mi el tema del exilio me pega por mi hermana y mis 2 sobrinos que se fueron pos crisis 2001 a Bcna. y eso pegó bastante fuerte en la flia...
ResponderEliminarpor otro lado veo que posteaste mucha musica, y linda, te recomiendo una cancion, una chaya "los exiliados" de Federico Gil Sola...en fin todo su primer disco "leaving las vergas"...abrazo y un placer leerte loco!
tambien me acorde de "adios miguel" d Leo Masliah y "uruguatos donde fueron" del Jaime, en fin, siempre vamos y venimos, el tema es adonde va(?)este mundo de mierda...también esta "huellas en el mar" de charly...enfin de nuevo...me fui.
Mariano! Recién leemos el comentario, nos llegan las notificaciones del blog a otro mail y se nos complica jaja. Me alegro que te haya gustado y que puedas contarnos tu experiencia personal, que sin dudas, es más importante que cualquier palabra volcada a un papel. Te invito a ver los demás posteos que tenemos, quizás puedas encontrar algo interesante. Mil gracias por el comentario y siempre tratamos de hablar de cosas que nos toquen mas o menos de cerca y nos hagan pensar un poco más. Voy a anotar esas canciones para que puedan ser utilizadas en algún momento.
EliminarGracias nuevamente. Abrazo. Marcelo (Alias Mr Pink)...
Me parece horrible poner a Guevara, al lado de Favaloro ridiculo como pocos.
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