sábado, 31 de mayo de 2014

MOUCHETTE

Programa 13 (10-06-2013)


EDITORIAL

Oh, bello ángel blanco, ¿Que te han hecho? ¿Qué te has hecho? Eres una mujer en cuerpo de niña, rodeada de todo tipo de miserias. La vida, a veces, es ruin y frágil, como nuestro corazón. El mundo gira y gira, y vos estás ahí, en el medio, agonizante de deseos y objetivos. Entonces, tu corazón le ordena a tu cuerpo que también gire y gire. Y esa pequeña escultura de carne y hueso termina ahogándose en un lago vacío de amor, de esperanza, de sentimientos.
Una vida joven suele ser una vida alegre, eso nos han dicho, nos han enseñado, pero tu vida, ángel blanco, nunca fue joven. Tu mundo fue un infierno de martirio, soledad y desdicha rodeado de malas caricaturas disfrazadas de personas.
Siempre estuviste sola, nadie te entendió. Nadie advirtió esa bella fragilidad que habitaba en tu rostro, esa infantil mirada, esa tenue sonrisa.
Nadie se dio cuenta que lo único que necesitabas es lo que todos deseamos: amor. Sólo una pizca de amor, pero la debilidad humana también es perfectamente egoísta.


Y el amor que necesitabas no era tan caro de conseguir, no se compraba vendiendo oros y joyas. Ese amor suplicaba venir en forma de una palabra de aliento, un oído atento, una mirada sin rencor, un abrazo fuerte, una palmada en la espalda, una caricia en la mejilla. Quizás, por la misma mejilla que rodaban esas lágrimas que nunca quisieron salir, pero que estaban ahí, que se veían desde lejos, invisibles a la vista, pero brillantes a los ojos del corazón.
Pienso: que mundo loco… desde algún lado estarás tratando de entender como es el juego de la vida. Verás guerras, violaciones, humillaciones de todo tipo y te preguntarás para que venimos a este mundo.
La verdad, yo no la sé, este el juego y lo estamos jugando con las cartas que el destino nos dio. Algunos tendrán más, otros menos. Unos llegarán al cielo, y otros se perderán en un bosque, tratando de encontrar la salida.
Lo que estoy seguro, es que hay miles de ángeles blancos como vos buscando encontrar esa salida, escaparse del bosque, llegar al paraíso. Lo que tenemos que hacer es encontrarlos, ayudarlos, arroparlos. No permitir que en este mundo haya una sóla historia más como la tuya.
Me propongo levantar una copa en alto, y brindar pidiendo un solo deseo: que en este mundo no haya nunca más una Mouchette…

Marcelo De Nicola

Canción elegida para la editorial


IMPRESIONES SOBRE MOUCHETTE


¿Qué harán sin mí? El dolor en pecho… como si tuviera una piedra dentro. Esto nos dice la mamá de Mouchette al comienzo de la película y ya la tristeza es infinita. Es aquí donde la angustia nos dará la mano para acompañarnos el resto del film. Que tristes son tus ojos, Mouchette, tan llenos de tristeza. Que grandes y tristes… Estamos frente a una película Bressoniana autentica. Con todos sus condimentos. Aquí encontraremos esa intención de unidad tan buscada por Bresson. Encontraremos también aquella idea de lenguaje a través de los planos. Estarán también los modelos, esta es la forma que a él le gustaba llamar a las personas que trabajaban delante de la cámara, no representando, sino esperando ser modeladas para lograr aquel encuentro, piedra fundamental en la filmografía de Robert Bresson. 


Según este exquisito artista, el trabajo del director es ir en busca de la verdad (salud Italia, salud neorealismo!) Acá es donde distingue entre cine y cinematógrafo. Emparenta al primero con un acto no muy diferente al teatro, en donde el autor se contenta con reproducir una realidad dramática sin agregar nada por su parte. Busca la expresión inmediata y definitiva a través de la mímica, gestos, entonaciones de voz. El cinematografo busca una expresión no inmediata sino mediata (sus medios no se pasan por alto) y no definitiva, sino constantemente desplazada, relanzada y contradicha. El cinematógrafo es una cuestión de escritura, esto es de puesta en relación de elementos discretos. Acá entra en relación el montaje, la birome con la cual el cineasta pone en relación estos elementos para generar sentido.  Bresson relaciona a la verdad con la realidad y dice que no es posible conocer directamente la verdad de lo real, porque dicha verdad no tiene aval ni significante. Sí cree, en cambio, que puede vislumbrarse, con dificultades y fugazmente, en sus destellos e intermitencias. A esas intermitencias de la percepción de la verdad de lo real, Bresson le dará el nombre de encuentro. Rodar es ir a ese encuentro. Al entender estas bases, Mouchette se hace más cruda aun. Ella padecerá todo el tiempo. El pueblo la acosa, la escuela no la contiene, su padre le pega, su madre se muere. Y ella mira, y no contesta. Mira con esos ojos gigantes, con su cara inocente, desconsolada. Mouchette, que necesitada de un abrazo, de una caricia. Tu sonrisa nos ilumino cuando te vimos jugar en los autitos chocadores, fue el regalo mas hermoso. Eras niña otra vez, eras inocente otra vez. Hasta se deslizo el amor, tejido entre miradas cómplices. 


Descubriste que había otra mirada para vos, Mouchette. Que el mundo podía pulir esas malditas aristas puntiagudas por una vez, y podía hasta ser agradable, o quizás menos terrible. A pesar de las borracheras. A pesar del odio. A pesar de la muerte. Todo terminó con una bofetada de tu padre, que me dolió tanto como a vos, pero fui menos fuerte que vos Mouchette. Yo lloré, con la cara arrugada, como lloran los débiles, los que no estamos acostumbrados, los que no venimos del barro como vos. Tus lágrimas cayeron también. Lo hicieron despacio, lento, baqueanas de aquellas hermosas mejillas abofeteadas. Las campanas de la iglesia sonando a cada rato, al mismo tiempo que alguien intentaba matar a otro, al mismo tiempo que alguien te daba alcohol para violarte y después te volvía a dar alcohol pero ahora para que te olvides. 


El llanto de tu hermanito, ese bebe cuya existencia no hacía mas que desmoralizarnos, porque sabíamos que lo mas probable era que su suerte no fuera mucho mas distinta a la tuya. Es mucho para vos, hermosa Mouchette, es mucho. Decidiste irte con tu mama, y cuando te vi entrando en el agua, te pensé nadando feliz, como cuando eras un pececito en la panza de tu mamá. Y la angustia cedió un poco. Entendí tu decisión, quisiste volver al único lugar en el que no podíamos lastimarte, al único lugar que fuiste feliz. Adiós Mouchette, inocente Mouchette, tesoro que no supimos ver. Te deseo buena vida, donde quieras que estés.-      

Lucas Itze.-

Canción post análisis


Un homenaje de Fito para la protagonista del film:


Y nos despedimos así:



FICHA TÉCNICA

Título original: Mouchette
Año: 1967
Duración: 78 min.
País: Francia
Director: Robert Bresson
Guión: Robert Bresson (Libro: Georges Bernanos)
Música: Jean Wiener
Fotografía: Ghislain Cloquet (B&W)
Reparto: Nadine Nortier, Jean-Claude Guilbert, Jean Vimenet, Marie Susini, Marie Cardinal, Paul Hébert

Argumento

Mouchette es una niña de 14 años que vive con su familia, en una población rural de Francia. Su minimalista mundo es una pieza, donde vive con sus padres (su madre enferma de muerte y su padre un alcohólico traficante de licores) y sus dos hermanos, uno mayor que trabaja con su padre y otro un bebé al que ella debe cuidar.
Asiste a clase en la escuela, realiza las tareas domésticas, y trabaja en el bar del pueblo los domingos. La sociedad en la que vive la desprecia, por la pobreza de su familia y por la mala vida del padre. Ella es repelida y denostada, de hecho sus compañeros de clase le dicen cara de rata o zorra para referirse a ella.
En el pueblo también vive Mathieu, el guardabosque que se encarga de liberar a las perdices atrapadas por los cepos de quienes quieren darle caza.
Mathieu se trensa en una discusión con Arséne, un malviviente. Luego de herirlo, Arséne se escapa y se encuentra en el bosque con Mouchette, quien andaba perdida a causa de la lluvia.
Mientras Arséne piensa que asesinó al guardabosque, se encuentra a Mouchette en su cabaña, e intenta utilizarla de coartada. Después de que ella acepte ayudarlo, Arséne sufre un ataque de epilepsia. Ella trata de atenderlo con amor, aunque luego de reponerse, termina siendo violada por Arséne.
Luego de pasar la noche en la cabaña, Mouchette regresa a su casa, con la intención de hablar con su madre, la única persona que le tiene cariño. Sin embargo, minutos después de llegar, la madre fallece.
La niña, por pedido de su padre, va a buscar leche para su hermano, de paso, una vecina le da una mortaja para cubrir el cuerpo de su madre. Mouchette se va hacia el bosque, tiene pensado otros planes, la mortaja que recibió, va a ser para cubrir su cuerpo…

TRAILER


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