SINOPSIS
Película sobre
la esterilización de mujeres campesinas por miembros del llamado Cuerpo de Paz
de Bolivia. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Soy un hombre que sabe convertirse en pájaro. Aquella es una verdad que durante siglos intentaron transformar. Durante demasiadas lunas buscaron confundirla con otras verdades. Hoy, al ver el mundo puedo entender que lo lograron. Nos dieron unas palabras, cuando teníamos todo un idioma, nos dieron un pasado, un linaje, hasta una identidad sin saber que nuestra única madre era la tierra y que todos los que allí estábamos éramos hermanos, sin entender que donde ellos veían el bosque, solo un bosque, nosotros veíamos cada árbol, cada planta, cada animal que recorría este suelo al que llamábamos casa. Fuimos muy mal leídos siempre, muy mal comprendidos. El miedo fue el primero de los velos que impidió vernos tal como éramos. Esa soberbia corrosiva de querer explicarlo todo, aquella absurda necesidad de dar siempre una respuesta a lo que creían era una pregunta, aquella miserable actitud de querer completar con sus cosas aquello que veían vacío. Se sintieron amenazados ante la oscuridad de lo desconocido y entonces fuimos el monstruo a quien debían dominar. A la bestia se la mata quitándole su poder. Acorralándola. Nadie puede enfrentarse a ella si sabe que va morir. Hablo de la muerte como ellos la entienden, claro. La muerte del cuerpo que para ellos es la muerte de la aventura. Toda muerte, vista desde esa altura, es siempre trágica y deshonrosa. Así, entonces, se declararon superiores, por encima de cualquiera de nosotros, hasta incluso de nuestros más ancianos cuya vista superaba cualquier horizonte. Lo veíamos en su mirada que se oscurecía, que cada vez veía menos de lo que para nosotros era evidente y estaba a nuestro alcance. Trajeron entonces a su dios y a su libro sagrado. Nos llamaron bárbaros y nos hicieron sentir culpables hasta de haber nacido. El miedo creció y se transformó luego en ambición.
La
mirada se oscurecía aún más. Ya no solo nos habían sometido tratándonos como
bestias sin ninguna capacidad, sin ninguna destreza y ningún derecho, ahora
iban por nuestra casa, iban por aquello que nuestras tierras nos daban. Por
aquellos frutos que con tanto respeto y agradecimiento nosotros tomábamos.
Rompieron el balance ancestral con nuestra madre, quebraron para siempre
nuestra conexión, aquella línea que nos une a cada hoja que el viento mueve, a
cada animal por más pequeño que este sea. Esa línea que nosotros vemos pero que
ellos con su mirada enceguecida de miedo y ambición ni siquiera advirtieron. No
tardó entonces en aparecer el poder
para terminar de arruinarlo todo. Las hojas de coca lo habían anunciado desde
el comienzo, las enfermedades en nuestros hermanos lo demostraban pero no
supimos leerlo a tiempo. No entraba en nuestra cabeza aquella crueldad. Así
como ellos no supieron leernos, nosotros, aún con la evidencia que nuestros
rituales anticipaban, tampoco supimos. Fue así entonces que el poder los
consumió de tal manera que sometieron lo más sagrado, la tierra. La invadieron
con sus venenos, la forzaron allí donde ella se negaba. La arrasaron ferozmente
sin siquiera derramar una lagrima. Alguna vez un chamán me dijo que no se necesita gran cosa para morir, y
buscar la muerte es no buscar nada. Sigo descubriendo sabiduría en sus
palabras, sigo viendo una luz en ellas, capaz de alumbrar a tiempo aquellos
demonios que son el miedo, la ambición y el poder. Soy un hombre que sabe
convertirse en pájaro, en un mundo que condena a sus hijos a vivir para siempre
de pie.
Lucas Itze.-
Canción elegida
para la editorial
IMPRESIONES SOBRE SANGRE DE CÓNDOR
Hace más de 50
años, el maestro Eduardo Galeano nos
contaba “Se extiende la pobreza y se
concentra la riqueza en esta región que cuenta con inmensas legiones de brazos
caídos que se multiplican sin descanso. Nuevas fábricas se instalan en los
polos privilegiados de desarrollo -Sao Paulo, Buenos Aires, la ciudad de
México- pero menos mano de obra se necesita cada vez. El sistema no ha previsto
esta pequeña molestia: lo que sobra es gente. Y la gente se reproduce. Se hace
el amor con entusiasmo y sin precauciones. Cada vez queda más gente a la vera
del camino, sin trabajo en el campo, donde el latifundio reina con sus
gigantescos eriales, y sin trabajo en la ciudad, donde reinan las máquinas: el
sistema vomita hombres. Las misiones norteamericanas esterilizan masivamente
mujeres y siembran píldoras, diafragmas, espirales, preservativos y almanaques
marcados, pero cosechan niños; porfiadamente, los niños latinoamericanos
continúan naciendo, reivindicando su derecho natural a obtener un sitio bajo el
sol en estas tierras espléndidas que podrían brindar a todos lo que a casi
todos niegan. A principios de noviembre de 1968, Richard Nixon comprobó en voz alta que
En esa última pregunta se encolumnan muchos
de los títeres que vemos en las redes sociales, en la televisión y hasta el
Congreso, esos negacionistas, asesinos de la democracia que tanto nos costó
conseguir, pululando por el aire de los canales a viva voz y escupiendo su odio
a cada paso. Y todavía callando la voz de los verdaderos dueños de estas
tierras. Desalojados, desamparados, esterilizados pero nunca resignados,
seguirán luchando por contar su historia. “El
habitante de una nación desarrollada no se identifica con el hambriento de
Este no tendrá un conglomerado de actuaciones heroicas ni recordadas y se notará el bajo presupuesto con el que se realizó. La fotografía en blanco y negro ayudará a crear el clima de desazón y frustración de los protagonistas. La escala de grises irá variando pero los paisajes del altiplano iluminarán la pantalla en cada aparición. Será ese enorme lugar contrastando con la pequeña comunidad. Las imágenes se compondrán de planos fijos pero serán los primeros planos los que realmente mostrarán las miserias de los habitantes. Habrá belleza en las tomas, desde el paisaje local a los sufridos rostros de la comunidad. En sus caras, en sus ojos, se verá esa tristeza marcada por desigualdades y malos tratos. El ritmo narrativo será pausado, cadente, prácticamente igual que la tranquilidad del pueblo que nos muestra el director, aunque este irá in crescendo a medida que aumentan las injusticias para el protagonista. También se abrazará al estilo semi documental en los momentos donde los rituales indígenas aparecerán en escena. La típica música local le dará un aire de frescura y los sonidos del viento entre el desierto atravesarán al espectador. Son los años ´60 y los Cuerpos de Paz enviado desde el Imperio del Norte estarán ahí para estirilizar mujeres y violentar cuerpos, no como ayuda humanitaria, como nos hacían creer.
Un fusilamiento de parte de las autoridades será lo que veremos al principio y a partir de ahí, los flashbacks continuarán con la historia. Sanjinés también nos mostrará la ciudad, esa jungla de cemento, donde vive Sixto, quien trabaja en una fábrica y allí será objeto de burlas y por las que negará sus raíces. De vuelta en su pueblo se sentirá más importante que el resto. Sencillamente, el lobo de ciudad mostrando sus dientes aunque no sepa cazar corderos, como esa burguesía local que quieren sentirse extranjeros en su propio país. Serán la tragedia y la desigualdad lo que cambiará la conciencia y le abrirá la mente. Aunque siempre sabemos que no se puede mantener a un pueblo dormido. Su propia cultura transformará la tristeza en rebelión. “El mal ha llegado con los gringos” repite alguien y no hacemos otra cosa que darles la razón. Mientras ellos bailan su música, el pueblo irrumpirá en sus casas, en una escena donde audio e imagen se entremezclan de forma magnífica. Ya nada será igual. Llegará la muerte también... y ese rostro indignado a punto de estallar, será el preludio de esos fusiles en alto. Para que nadie vuelva a invisibilizarlos y que las sonrisas de los niños florezcan aún en los lugares con menos recursos. Porque de ellos es el futuro y serán sus voces las que retumbarán para no olvidar sus raíces. Aunque los quieran muertos antes de nacer...
Marcelo De
Nicola.-
Canción post
impresiones
UNIVERSO
SANJINÉS
Jorge
Sanjinés nació en la ciudad de
En 1973
filma El enemigo principal, sobre
una comunidad indígena que busca liberar a los campesinos de la explotación. En
1977 Sanjinés realiza ¡Fuera de aquí!
el primer largometraje en que participara
Tarda nueve años en volver a
filmar, hasta que estrena Los hijos del
último jardín, un thriller sobre unos jóvenes que planean asaltar la casa
de un político corrupto para devolverle el dinero al pueblo. El 2012 rueda Insurgentes, donde rescata del olvido a
varios héroes indígenas a lo largo de la historia, hasta llegar a la ascensión
de Evo Morales como presidente. Con 80 años, su último largometraje fue Juana Azurduy, guerrillera de la patria
grande, la historia de la gran heroína y su encuentro con Simón Bolivar y
Antonio José de Sucre, sorprendidos por sus logros y su humilde lugar en donde
vivía.
FICHA
TÉCNICA
Título original: Yawar mallku (La sangre del
cóndor)
Año: 1969
Duración: 70 min.
País: Bolivia
Dirección: Jorge Sanjinés
Guion: Jorge Sanjinés, Óscar Soria
Música: Alfredo Domínguez, Ignacio Quispe, Alberto
Villalpando
Fotografía: Antonio Eguino
Reparto: Marcelino Yanahuaya, Benedicta Mendoza,
Vicente Verneros Salinas, Danielle Caillet, Felipe Vargas
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