martes, 25 de octubre de 2022

SANGRE DE CÓNDOR - YAWAR MALLKU DE JORGE SANJINÉS

PROGRAMA 386 (07-10-2022)

 

SINOPSIS

 

Pelí­cula sobre la esterilización de mujeres campesinas por miembros del llamado Cuerpo de Paz de Bolivia. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Soy un hombre que sabe convertirse en pájaro. Aquella es una verdad que durante siglos intentaron transformar. Durante demasiadas lunas buscaron confundirla con otras verdades. Hoy, al ver el mundo puedo entender que lo lograron. Nos dieron unas palabras, cuando teníamos todo un idioma, nos dieron un pasado, un linaje, hasta una identidad sin saber que nuestra única madre era la tierra y que todos los que allí estábamos éramos hermanos, sin entender que donde ellos veían el bosque, solo un bosque, nosotros veíamos cada árbol, cada planta, cada animal que recorría este suelo al que llamábamos casa. Fuimos muy mal leídos siempre, muy mal comprendidos. El miedo fue el primero de los velos que impidió vernos tal como éramos. Esa soberbia corrosiva de querer explicarlo todo, aquella absurda necesidad de dar siempre una respuesta a lo que creían era una pregunta, aquella miserable actitud de querer completar con sus cosas aquello que veían vacío. Se sintieron amenazados ante la oscuridad de lo desconocido y entonces fuimos el monstruo a quien debían dominar. A la bestia se la mata quitándole su poder. Acorralándola. Nadie puede enfrentarse a ella si sabe que va morir. Hablo de la muerte como ellos la entienden, claro. La muerte del cuerpo que para ellos es la muerte de la aventura. Toda muerte, vista desde esa altura, es siempre trágica y deshonrosa. Así, entonces, se declararon superiores, por encima de cualquiera de nosotros, hasta incluso de nuestros más ancianos cuya vista superaba cualquier horizonte. Lo veíamos en su mirada que se oscurecía, que cada vez veía menos de lo que para nosotros era evidente y estaba a nuestro alcance. Trajeron entonces a su dios y a su libro sagrado. Nos llamaron bárbaros y nos hicieron sentir culpables hasta de haber nacido. El miedo creció y se transformó luego en ambición



La mirada se oscurecía aún más. Ya no solo nos habían sometido tratándonos como bestias sin ninguna capacidad, sin ninguna destreza y ningún derecho, ahora iban por nuestra casa, iban por aquello que nuestras tierras nos daban. Por aquellos frutos que con tanto respeto y agradecimiento nosotros tomábamos. Rompieron el balance ancestral con nuestra madre, quebraron para siempre nuestra conexión, aquella línea que nos une a cada hoja que el viento mueve, a cada animal por más pequeño que este sea. Esa línea que nosotros vemos pero que ellos con su mirada enceguecida de miedo y ambición ni siquiera advirtieron. No tardó entonces en aparecer el poder para terminar de arruinarlo todo. Las hojas de coca lo habían anunciado desde el comienzo, las enfermedades en nuestros hermanos lo demostraban pero no supimos leerlo a tiempo. No entraba en nuestra cabeza aquella crueldad. Así como ellos no supieron leernos, nosotros, aún con la evidencia que nuestros rituales anticipaban, tampoco supimos. Fue así entonces que el poder los consumió de tal manera que sometieron lo más sagrado, la tierra. La invadieron con sus venenos, la forzaron allí donde ella se negaba. La arrasaron ferozmente sin siquiera derramar una lagrima. Alguna vez un chamán me dijo que no se necesita gran cosa para morir, y buscar la muerte es no buscar nada. Sigo descubriendo sabiduría en sus palabras, sigo viendo una luz en ellas, capaz de alumbrar a tiempo aquellos demonios que son el miedo, la ambición y el poder. Soy un hombre que sabe convertirse en pájaro, en un mundo que condena a sus hijos a vivir para siempre de pie.

 

Lucas Itze.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE SANGRE DE CÓNDOR

 


Hace más de 50 años, el maestro Eduardo Galeano nos contaba “Se extiende la pobreza y se concentra la riqueza en esta región que cuenta con inmensas legiones de brazos caídos que se multiplican sin descanso. Nuevas fábricas se instalan en los polos privilegiados de desarrollo -Sao Paulo, Buenos Aires, la ciudad de México- pero menos mano de obra se necesita cada vez. El sistema no ha previsto esta pequeña molestia: lo que sobra es gente. Y la gente se reproduce. Se hace el amor con entusiasmo y sin precauciones. Cada vez queda más gente a la vera del camino, sin trabajo en el campo, donde el latifundio reina con sus gigantescos eriales, y sin trabajo en la ciudad, donde reinan las máquinas: el sistema vomita hombres. Las misiones norteamericanas esterilizan masivamente mujeres y siembran píldoras, diafragmas, espirales, preservativos y almanaques marcados, pero cosechan niños; porfiadamente, los niños latinoamericanos continúan naciendo, reivindicando su derecho natural a obtener un sitio bajo el sol en estas tierras espléndidas que podrían brindar a todos lo que a casi todos niegan. A principios de noviembre de 1968, Richard Nixon comprobó en voz alta que la Alianza para el Progreso había cumplido siete años de vida y, sin embargo, se habían agravado la desnutrición y la escasez de alimentos en América Latina. Pocos meses antes, en abril, George W. Ball escribía en Life: «Por lo menos durante las próximas décadas, el descontento de las naciones más pobres no significará una amenaza de destrucción del mundo. Por vergonzoso que sea, el mundo ha vivido, durante generaciones, dos tercios pobre y un tercio rico. Por injusto que sea, es limitado el poder de los países pobres». Ball dice que la impunidad es todavía posible, porque los pobres no pueden desencadenar la guerra mundial, pero el Imperio se preocupa: incapaz de multiplicar los panes, hace lo posible por suprimir a los comensales. «Combata la pobreza, ¡mate a un mendigo!», garabateó un maestro del humor negro sobre un muro de la ciudad de La Paz. ¿Qué se proponen los herederos de Malthus sino matar a todos los próximos mendigos antes de que nazcan?... Podríamos transcribir casi todo el libro de donde se extrajo este fragmento, que no es otro que el clásico y más vivo que nunca Las venas abiertas de América Latina de Don Eduardo Galeano



En esa última pregunta se encolumnan muchos de los títeres que vemos en las redes sociales, en la televisión y hasta el Congreso, esos negacionistas, asesinos de la democracia que tanto nos costó conseguir, pululando por el aire de los canales a viva voz y escupiendo su odio a cada paso. Y todavía callando la voz de los verdaderos dueños de estas tierras. Desalojados, desamparados, esterilizados pero nunca resignados, seguirán luchando por contar su historia. “El habitante de una nación desarrollada no se identifica con el hambriento de la India o Brasil. Vemos a esa gente como una raza o especie distinta y en realidad lo son. Idearemos, antes de cien años, métodos apropiados para deshacernos de ellos... Son simplemente animales – diremos – constituyen una verdadera enfermedad. Resultado: Las naciones ricas y fuertes devorarán a los pobres y a los débiles”. Son esas palabras del científico californiano James Donner la que cita el director boliviano Jorge Sanjinés en su film Sangre de cóndor (o Yawar Mallku en quechua) en el comienzo de esos 67 minutos en los que decidió darles voz a sus compatriotas olvidados. Estamos ante una cinta de clara denuncia social, cine político de los que no abundaban por esos lares en el año 1969. La película será una heredera natural del Neorrealismo italiano, por sus locaciones, sus actores no profesionales y su lenguaje, donde se mezcla el quechua de la población nativa con el español o el inglés. También beberá sorbos de esa Nouvelle Vague que marcó a toda una generación de cineastas, entre los que estaba Sanjinés, no cabe duda. El film, escrito por el director junto a Oscar Soria, no respetará la linealidad y ahí estará la influencia de la escuela francesa. Esa diferenciación con el modo de narración clásico, hizo que el estreno, sobre todo en su país, se pierda un poco el devenir de la historia. Hoy, sin dudas es uno de los puntos fuertes del film. 



Este no tendrá un conglomerado de actuaciones heroicas ni recordadas y se notará el bajo presupuesto con el que se realizó. La fotografía en blanco y negro ayudará a crear el clima de desazón y frustración de los protagonistas. La escala de grises irá variando pero los paisajes del altiplano iluminarán la pantalla en cada aparición. Será ese enorme lugar contrastando con la pequeña comunidad. Las imágenes se compondrán de planos fijos pero serán los primeros planos los que realmente mostrarán las miserias de los habitantes. Habrá belleza en las tomas, desde el paisaje local a los sufridos rostros de la comunidad. En sus caras, en sus ojos, se verá esa tristeza marcada por desigualdades y malos tratos. El ritmo narrativo será pausado, cadente, prácticamente igual que la tranquilidad del pueblo que nos muestra el director, aunque este irá in crescendo a medida que aumentan las injusticias para el protagonista. También se abrazará al estilo semi documental en los momentos donde los rituales indígenas aparecerán en escena. La típica música local le dará un aire de frescura y los sonidos del viento entre el desierto atravesarán al espectador. Son los años ´60 y los Cuerpos de Paz enviado desde el Imperio del Norte estarán ahí para estirilizar mujeres y violentar cuerpos, no como ayuda humanitaria, como nos hacían creer. 



Un fusilamiento de parte de las autoridades será lo que veremos al principio y a partir de ahí, los flashbacks continuarán con la historia. Sanjinés también nos mostrará la ciudad, esa jungla de cemento, donde vive Sixto, quien trabaja en una fábrica y allí será objeto de burlas y por las que negará sus raíces. De vuelta en su pueblo se sentirá más importante que el resto. Sencillamente, el lobo de ciudad mostrando sus dientes aunque no sepa cazar corderos, como esa burguesía local que quieren sentirse extranjeros en su propio país. Serán la tragedia y la desigualdad lo que cambiará la conciencia y le abrirá la mente. Aunque siempre sabemos que no se puede mantener a un pueblo dormido. Su propia cultura transformará la tristeza en rebelión. “El mal ha llegado con los gringos” repite alguien y no hacemos otra cosa que darles la razón. Mientras ellos bailan su música, el pueblo irrumpirá en sus casas, en una escena donde audio e imagen se entremezclan de forma magnífica. Ya nada será igual. Llegará la muerte también... y ese rostro indignado a punto de estallar, será el preludio de esos fusiles en alto. Para que nadie vuelva a invisibilizarlos y que las sonrisas de los niños florezcan aún en los lugares con menos recursos. Porque de ellos es el futuro y serán sus voces las que retumbarán para no olvidar sus raíces. Aunque los quieran muertos antes de nacer...

                                                                                                 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO SANJINÉS

 


Jorge Sanjinés nació en la ciudad de La Paz el 31 de julio de 1936. Estudió filosofía en la Universidad Mayor de San Andrés. En 1957 decide inscribirse en un curso de cine dictado en Concepción (Chile) y al final de éste realiza un cortometraje. El cortometraje, de 2 minutos de duración, fue musicalizado por Violeta Parra, que entonces residía en esa ciudad. Entre 1958 y 1959, estudia en el Instituto Cinematográfico de la Pontificia Universidad Católica de Chile donde realiza tres cortometrajes: Cobre, El Maguito y La guitarrita. Retorna a Bolivia en 1961, donde al año siguiente conforma el Consejo Nacional de Cultura para el Cine y, entre 1965 y 1966, dirige el Instituto Cinematográfico Boliviano. Entre 1962 y 1965 realiza varios cortometrajes: Sueños y realidades (1962), Una jornada difícil (1963) y Revolución (1963), cortometraje de 10 minutos que recibió el Premio Joris Ivens 1964 en Leipzig. Filma también los mediometrajes Un día paulino, y ¡Aysa! (Derrumbe) (1964), la serie de cortos Bolivia avanza, El mariscal Zepita e Inundación (1965). En ese periodo, junto a Óscar Soria se sientan las bases del grupo cinematográfico que más tarde se conocería como Grupo Ukamau, nombre que toman del primer largometraje del grupo realizado en 1966, que constituye la primera película hablada en aymara, que cuenta la historia de la venganza de un campesino indio, luego del asesinato de su mujer por un mestizo. Luego se unirían al grupo Ricardo Rada y Antonio Eguino. El Grupo Ukamau fundó la primera Escuela Fílmica Boliviana en 1961, de la cual, además de catedráticos, Óscar Soria sería director y Jorge Sanjinés sub director. El Grupo Ukamau organizó también el Cine Club Boliviano, primera institución de Cine-Debate en Bolivia que llevó a cabo el Primer Festival Fílmico Boliviano en la Universidad Mayor de San Andrés, en el que se exhibieron varias de las realizaciones cinematográficas bolivianas producidas desde 1948. En 1969 filma Sangre de cóndor y dos años después llega El coraje del pueblo, que relata la masacre de la noche de San Juan durante el gobierno de Barrientos



En 1973 filma El enemigo principal, sobre una comunidad indígena que busca liberar a los campesinos de la explotación. En 1977 Sanjinés realiza ¡Fuera de aquí! el primer largometraje en que participara la Universidad de los Andes (ULA) de Mérida en coproducción con el grupo Ukamau y la Universidad Central del Ecuador. El film fue rodado en el Ecuador, con intervención de personal del Departamento de Cine de la ULA y editado en Mérida. Junto con su esposa Beatriz Palacios, ruedan el documental Las banderas del amanecer, que cuenta los hechos acaecidos en Bolivia entre 1979 y 1982, años llenos de acontecimientos dramáticos entre ellos, el golpe de estado encabezado por el coronel Alberto Natush y la masacre de Todos Santos. En 1989 dirige La Nación Clandestina, sobre un campesino renegado de su clase, vuelve a su pueblo a pagar sus culpas por prestar servicio como represor durante la dictadura, bailando la danza del "Danzanti" hasta morir. Él espera borrar su pasado, y anhela un renacimiento. En 1995 llega Para recibir el canto de los pájaros, sobre el encuentro de dos culturas, narrado a través de un grupo de cineastas que trata de rodar una película sobre la conquista española, le sirve a Jorge Sanjinés para abordar el sometimiento de culturas y pueblos a lo largo de la historia, sin esquivar las aristas ideológicas, con Geraldine Chaplin en el reparto. 



Tarda nueve años en volver a filmar, hasta que estrena Los hijos del último jardín, un thriller sobre unos jóvenes que planean asaltar la casa de un político corrupto para devolverle el dinero al pueblo. El 2012 rueda Insurgentes, donde rescata del olvido a varios héroes indígenas a lo largo de la historia, hasta llegar a la ascensión de Evo Morales como presidente. Con 80 años, su último largometraje fue Juana Azurduy, guerrillera de la patria grande, la historia de la gran heroína y su encuentro con Simón Bolivar y Antonio José de Sucre, sorprendidos por sus logros y su humilde lugar en donde vivía.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Yawar mallku (La sangre del cóndor)

Año: 1969

Duración: 70 min.

País: Bolivia

Dirección: Jorge Sanjinés

Guion: Jorge Sanjinés, Óscar Soria

Música: Alfredo Domínguez, Ignacio Quispe, Alberto Villalpando

Fotografía: Antonio Eguino

Reparto: Marcelino Yanahuaya, Benedicta Mendoza, Vicente Verneros Salinas, Danielle Caillet, Felipe Vargas

 

PELÍCULA COMPLETA

No hay comentarios:

Publicar un comentario