SINOPSIS
Año 2019.
Neo-Tokyo es una ciudad construida sobre las ruinas de la antigua capital
japonesa destruida tras
EDITORIAL
Año 2110,
El promedio
de vida volvió a la época de principios del Siglo XX. Los vecinos sobreviven
con lo que tienen a mano. La alianza estratégica en algunos puntos del
continente ha funcionado. En otros, el enfrentamiento ante las grandes
potencias no ha servido. Pero la dignidad no es negociable. En ese viejo mundo,
muchos han aterrizado luego de la última revuelta. Varios siguen teniendo el
corazón encerrado en esa pequeña jaula de cemento. La transa en nombre del
poder está en auge y todavía hay cabezas para pisar y escalar. Los medios, cada
vez más hegemónicos, continúan haciendo su trabajo (nunca perderán mientras la
pauta siga existiendo). Ellos invaden desde el miedo para que el stress aumente
minuto a minuto, como una bomba de tiempo. Aunque casi nadie lo nota. La
mayoría vive en su burbuja, aleccionados desde las pantallas de sus celulares.
Caminando como zombies, alegres en su propio infierno.
Marcelo De
Nicola.-
Canción elegida
para la editorial
IMPRESIONES SOBRE AKIRA
La bomba ha caído y su estruendo aún ensordece los oídos de aquellos que caminan la tierra. Hay un grito que no calla. Es lunes, es 6 y es agosto en la piel de todos y de todas, esa piel que se desgarra y arde ya sin sueños, huérfana de toda esperanza. La sirena suena incansable, la bomba cae una y otra vez, para siempre. Japón, Buenos Aires, Ámsterdam, Beirut, no importa dónde estemos, cuál sea el suelo que habitemos ni tampoco importa cuándo. Los gritos desoladores estarán allí llenos de muerte y espanto, los cuerpos mutilados por la estupidez, la niñez desconsolada, el suelo inhabitable, el veneno en el aire sepultándonos bajo la peor de las pesadillas. Es Hiroshima, es Nagasaki viajando por las células de la memoria, destruyendo la vida ayer, hoy y también mañana. Porque la bomba no dejó de estallar nunca. El metal retorcido, los cuerpos desmembrados gritando el horror, denunciando la agonía que no termina, la piel lacerada y derretida por el fuego que no cede, los sueños derrotados sobre los escombros por la brutalidad más enfermiza, por el salvajismo más irracional, por aquella estúpida necesidad de ser dioses que pervierten todo cuanto hay a su paso, aniquilando las diferencias, acomodando el mundo a sus necesidades. La miseria de sus caprichos sentenció el futuro. La desesperación es la falta de esperanza, es la certeza de que no hay posibilidad de cambio alguno.
En aquella sensación habita este futuro, muy lejos de aquel papel picado que alguna vez nos contaron. En aquel escenario entonces, la fe deberá construir un mesías extraordinario, incorpóreo y divino, un dios inmortal en quien depositar las cualidades que los propios humanos han corrompido. La salvación estará en el mundo de las ideas porque el mundo corpóreo, el mundo material ya está perdido. Sobre esta idea distópica, sobre este futuro oscuro y desahuciado se narrará Akira, el film Katsushiro Otomo. La cinta contará la historia de una sociedad de posguerra consumida por la tecnología y la violencia. Será una sociedad sentenciada, sin rumbo alguno. Nos recordará en su temática a aquel film maravilloso de Kubrick, La naranja mecánica ya que el universo en donde se desarrolle Akira estará construido sobre el mismo pesimismo que aquella otra obra. La estructura narrativa del relato será lineal y tomará como punto de ataque el desarrollo de experimentos en humanos para potenciar sus capacidades. Un estado deficiente y corrupto hará que las investigaciones fracasen y con ello surgirá el conflicto más fatídico. Se le otorgará por error un poder sobrenatural e inconmensurable a Tetsuo, un personaje repleto de odio y sed de venganza. El fin, entonces, estará cada vez más cerca. El director trabajará una estética que se manejará dentro de las convenciones típicas del subgénero del ciberpunk, describiendo una sociedad posindustrial desarrollada en unas condiciones de vida extremadamente precarias en contraposición directa a una cultura tecnológica avanzada.
El hambre, la miseria y las maquinas convivirán dentro de
este universo. El metraje hará una referencia inicial a una explosión
adjudicada a Akira, poseedor de un
poder supremo, personaje por cierto que no veremos jamás en toda la película. Akira será la idea, aquella fuerza
purificadora que habita otro plano, será sobre quien se deposite la fe, el
personaje idealizado y narrado por otros. Aquí, en el plano de lo material y
corpóreo estará Tetsuo, cuya fuerza
es similar pero corrompida por el odio. Tetsuo
será lo humano, lo que muere y muta. Será la mente traicionada por la ciencia,
corrompida por el narcisismo y los intereses propios. Entraran esos dos mundos
en conflicto, y las explosiones seguirán ocurriendo, arrasándolo todo. Se jugará
en la película con la idea de encontrar las respuestas en la infancia, pero
habrá algo particular y alegórico en estos personajes. Serán niños con rostros
de ancianos, un oxímoron en si mismo. Serán niños sin futuro, niños y niñas con
la inocencia robada y extirpada, como aquellos otros pequeños de Hiroshima y
Nagasaki, aquellos hijos de la bomba que el espanto marcó para siempre.
Lucas Itze.-
Canción post
impresiones
UNIVERSO OTOMO
Katsuhiro Ōtomo nació el 14 de abril de 1954 en Hasama en la prefectura de Miyagi, Japón. Como adolescente que creció en los turbulentos sesenta, Otomo veía por todos lados las manifestaciones de tanto estudiantes como trabajadores contra el gobierno japonés. Este periodo de cambio, propició el Japón que hoy en día conocemos - un Japón con un fuerte contraste con el Japón ocupado tras la segunda guerra mundial. Las revueltas, manifestaciones y en general la situación caótica de esa época, le sirvieron como inspiración para su trabajo más conocido, Akira. La animación de este periodo (especialmente los trabajos que salían de los estudios de animación de Tokio, Mushi Production y Toei Doga) influenciaron al joven Otomo. Trabajos como Gigantor, Astro Boy y Hols, príncipe del sol incitarían a Otomo a desarrollar su carrera dentro del mundo de la animación. Sin embargo, fueron los filmes provenientes de Estados Unidos los que encauzaron su naturaleza rebelde. Mi vida es mi vida e Easy Rider le servirían de inspiración para el personaje de Shotaro Kaneda y su banda de motoristas en Akira: jóvenes rebeldes problemáticos y que no se preocupaban de la autoridad o de la presión puesta sobre ellos por la generación de sus padres. En 1973 se graduó en la escuela secundaria y dejó Miyagi rumbo a Tokyo, con la esperanza de convertirse en un artista de manga. El 4 de octubre de 1973 publicó su primer trabajo, una adaptación al manga de la novela corta “Mateo Falcone” de Próspero Merimée bajo el título “A Gun Report”. En 1979, después de escribir varias historias y publicar tiras cortas para la revista “Action”, Otomo comenzó la serialización de su primer trabajo de ciencia ficción: “Bola de fuego”. Aunque el manga quedó inacabado, se considera un hito en la carrera de Otomo por dos razones: además de su primera obra larga, introdujo los elementos y temas que exploró en sus mangas posteriores: supercomputadoras, poderes psíquicos y un futuro Japón como un Estado totalitario postnuclear. A partir de principios de 1980, Katsuhiro Otomo produjo su primer gran éxito con un manga de ciencia ficción: “Domu”. Se trata de una historia estremecedora y visualmente impresionante sobre una comunidad suburbana manipulada por un presidente misterioso que tiene el poder de controlar telepáticamente a otros. Sin embargo, como cineasta su carrera empezó en 1982: Otomo debutó en el mundo del anime trabajando como diseñador de personajes para la película animada “Harmagedon: Genma taisen” dirigida por Rintaro. Al año siguiente, Otomo comenzó a trabajar en un manga que se convertiría en su obra más aclamada y famosa: “Akira”. Tardó la friolera de 8 años en completarla y, finalmente, culminó en forma de 2000 páginas de puras obras de arte. En 1987, Otomo continuó trabajando en el mundo del anime, dirigiendo por primera vez una obra de animación: un episodio de la serie “The Labyrinth History”. Siguió su trayectoria “Robot Carnival” y “Neo-Tokyo”.
Mientras se llevaba a cabo la publicación serializada de “Akira”, Katsuhiro Otomo decidió llevar su obra a un largometraje, aunque el cómic aún no estaba terminado. En 1988 se estrenó la película animada “Akira” con un gran éxito de crítica y público a nivel mundial: escrita y dirigida por el propio Otomo, se trató en ese momento del anime más caro jamás hecho (presupuestado en más de mil millones de yenes), y fue el triunfador en taquilla ese año. La película recibió un estreno limitado en los Estados Unidos a finales de 1988, y se proyectó principalmente en cines de autor con críticas entusiastas y gran éxito de público. Rápidamente, se lanzó en vídeo y se convirtió en un gran éxito de culto en Occidente, lo que llevó al primer boom del anime a principios de los 90. En 1995 dirige Recuerdos peligrosos, junto a Kōji Morimoto y Tensai Okamura.
Desde entonces, Otomo ha trabajado con el conocido
estudio Sunrise. Junto a ellos, ha
animado y producido todos sus proyectos más recientes, incluido el largometraje
“Steamboy” (2004), la peli de
ficción “Mushishi” (2006) y “SOS! Tokyo Metro Explorers: The Next”
(2007). En 2013, Otomo estrenó su película más reciente desde “Steamboy”: “Short Peace”, una antología
que consta de 4 cortos: uno de ellos su propio corto basado en una de sus
historias llamada “Combustible”, una
trágica historia de amor ambientada en el período Edo. “Combustible” ganó el
Gran Premio de los Premios de Animación del Festival de Artes de Medios de
Japón de
FICHA TÉCNICA
Título original:
Akira
Año: 1988
Duración: 124
min.
País: Japón
Dirección: Katsuhiro
Ōtomo
Guion: Katsuhiro
Ōtomo, Izo Hashimoto. Manga: Katsuhiro Ōtomo
Música: Shoji
Yamashiro
Fotografía: Animación