SINOPSIS
Pinky Rose
(Sissy Spacek), una joven e ingenua enfermera oriunda del Sur, llega a una
polvorienta población de California para trabajar en una residencia de
ancianos. Una vez allí, toma enseguida como modelo a Millie Lammoreaux (Shelley
Duvall), una joven sofisticada adicta a las revistas de moda. Millie busca una
compañera de piso, y Pinky se va a vivir con ella. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
El bosque era sinuoso y otoñal. Las hojas formaban pasillos donde las raíces se ocultaban como trampas. La oscuridad se hacía más tenebrosa con el correr de los minutos. Solo se escuchaban mis pasos y sentía cientos de ojos observándome. De repente, una extraña risa lo invadió todo. Mi cuerpo se paralizó. La risa se transformó en una voz amable que desde lejos me invitaba a seguir avanzando. Con miedo, fui lentamente. Una cara demacrada, unas canas enruladas y un sombrero ya en desuso le daban forma a ese extraño ruido. Me ofreció algo de beber y una fruta para no tener el estómago vacío. No emitía palabra, sólo hacía gestos que me indicaban que camino tenía que seguir. Le hice caso... Seguí avanzando hasta encontrarme con una laguna azul en el medio de un paraíso dorado. Como por arte de magia, la oscuridad se transformó en luz. Atravesé el agua a paso firme hasta que sentí algo detrás. Una respiración parecía contener mis pasos. De pronto, frente a mi se apareció una exótica belleza jamás vista. Unos rulos rojos, una mirada sincera y una voz dulce abrieron las aguas para poder seguir mi camino. Esa sirena espectral se esfumó apenas pisé tierra firme.
Quise
volver pero la laguna ya no estaba. No había rastros del agua. Mucho menos del
bosque. En un instante, todo era desierto. Sentía la muerte a cada paso. La
languidez de mi cuerpo ardía en cada segundo que pasaba. Miré hacía un médano y
me pareció ver una sombra. Mientras más me acercaba, más se achicaba.
Súbitamente, mis piernas no aguantaron más. Mi cuerpo se desvaneció en la
arena. Levanté la vista y allí, entre miles de pecas, unos pequeños ojos verdes
y unos rulitos tímidos me miraban con extrañeza. Puso un trapo sobre mi frente
y alcancé a beber algo de esas gotas que parecían las últimas del planeta. Solo
recuerdo el despertar. Sobre un campo de trigo sembrado y girasoles que
apuntaban al sol en un ambiente de música y risas. Me levanté sigilosamente y
caminé hasta donde venían esos sonidos de tambores. Bailando en ronda y
sangrando historias, tres generaciones aventaban sus rulos hacia el cielo. Las
reconocí de inmediato. Aunque cuando miraba fijamente a una, las demás se
volvían hologramas. Quise gritarles pero no pude. Sentí el corazón detenerse en
el mismo momento que se apagó la música. Escuché un ruido que sonaba repetidas
veces. Volví a despertar sin saber si todo había sido un sueño. Tenía la
seguridad de seguir viviendo. Aunque nunca pude saber si fue por obra y gracia
de una mujer o de tres mujeres...
Marcelo De
Nicola.-
Canción elegida
para la editorial
IMPRESIONES SOBRE 3 MUJERES
Empecemos este viaje recordando aquello que decía el dramaturgo y novelista italiano Luigi Pirandello respecto del encuentro con el otro. Pirandello aseguraba que conocer a alguien era imposible. Somos islas incomunicadas, aseguraba el italiano. Por su lado, Sábato agregaba que el conocimiento respecto del otro se daba de manera intermitente, como efímeros puentes, remarcaba el escritor. Lo hemos dicho alguna vez en este mismo espacio, pero vale la pena repetirlo. El otro es imposible. Pero no nos alarmemos, vamos a indagar sobre esta afirmación, vamos a aceptar su recorrido e intentar conocer sus arrabales. Jaques Derrida, aquel filósofo francés pos estructuralista muy amigo de esta casa, definía a la filosofía como una experiencia de lo imposible. Para este pensador la función de la filosofía es la de deconstruir todos aquellos intentos de naturalizar lugares de forma hegemónica, pilares estructurales sólidos, que sostienen la utilidad de la filosofía en términos tradicionales. Solo derribando aquella naturalidad, aquella forma instituida del pensamiento, vamos a poder dar lugar a lo imposible. Pensar el porqué de ese límite es quizás el fin último de toda la filosofía. Si volvemos a la imposibilidad que la otredad implica, podemos entonces afirmar que el otro es un límite. Intentar el acceso a esa entidad es anularla, abordar al otro es fantasioso porque al intentar hacerlo ese otro, ya no es el otro.
La otredad nos excede, se nos escapa, el verdadero otro es aquel que de ninguna manera puedo terminar de alcanzar, es aquel inabarcable e inaccesible. En este sentido, entonces, preguntar quién es el otro es partir del preconcepto, de la idea previa de que el otro encaja dentro de una entidad subjetiva cuando en realidad lo otro es tan otro que ni siquiera encaja en un quién. Derrida distinguía una estructura entre el yo, el otro y el radicalmente otro que sería aquel otro imposible que nos excede. Siempre hay un yo, hay un otro tolerado y hay un otro intolerable. El esquema del yo se desarrolla excluyendo todo el tiempo lo intolerable para construir un otro tolerable. El yo está continuamente traduciendo al otro a su propia forma, a su propia lógica y subjetividad y en ese accionar, al delimitarlo, al definirlo, lo reduce salvajemente. Aquel intento de acceder a la otredad es siempre un acto violento, vandálico, de censura y disminución. El conflicto radica en la domesticación de esa imposibilidad del otro, en la construcción de un otro posible, un otro accesible. Cada vez que creemos acceder al otro, cada vez que creemos convertirlo en una posibilidad, no hacemos más que ocultarlo. Estar con otro, entonces, no es estar con otro sino es estar con uno mismo en aquel otro. El yo intenta hacer del otro siempre un medio para su necesidad, lo convierte en un medio para sí mismo, lo que hace que la soledad del viaje sea infinita.
El Film Tres Mujeres del director Robert Altman introduce de alguna manera esta idea del otro trabajada por Derrida. La película se centrará en la historia de dos chicas, Millie y Pinky, quienes por cuestiones económicas deciden vivir juntas. El ojo de director y guionista se centrará en aquella relación simbiótica en donde las individualidades se avasallan y se redefinen hasta confundirse. Altman creará una película sobre el ejercicio del yo construyendo a un otro de sí mismo, dotándolo de categorías propias. Pero hay que recordar, como decía el poeta Roberto Sánchez, que los demás también somos nosotros, o sea que el yo, al pensarse a si mismo, también es el otro. Sobre esta lucha de fuerzas se desarrollará el drama, el cual avanzará de manera dosificada logrando sostener la atención del espectador hasta el final del relato. Técnicamente la película no propondrá una gran aventura. Se manejará dentro de los términos correctos, utilizando una fotografía repleta de colores pasteles y claros que viraran luego del primer punto de giro a una paleta más fuerte e intensa donde predominará el rojo del vestuario de Pinky.
El relato será lineal y estará
organizado según el diagrama de tres actos expuesto por Aristóteles en su poética. Será un punto muy destacable de este
metraje la capacidad expresiva de las actrices Sissy Spacek y Shelley
Duvall teniendo la primera un viraje importante e imprevisto en las
intenciones y motivaciones que movilizan a su personaje en el comienzo del
relato. Robert Altman nos dará al
comienzo una pista del conflicto que se desarrollará con el devenir del film
utilizando inteligentemente un reflejo de Millie
cuya imagen se duplicará sobre un vidrio a través del cual observa a Pinky. Allí estarán en un solo plano
todos los ingredientes, todas las fuerzas que entrarán en contraposición, allí
estará planteada aquella calma aparente que se alterará y deberá ser
restablecida de alguna manera. Allí estará presentado el otro que nos sacará de
nosotros mismos, que nos hará tambalear, que nos derrumbará. El otro marca
siempre un límite y ese límite es el de nuestra omnipotencia. Millie querrá encajar y no encajará, Pinky querrá que su compañera la quiera
cosa que no pasará. El desequilibro estará allí siempre y siempre ante él
responderemos redefiniendo, delimitando, resignificando. Lo único que el yo
puede pretender ante aquel otro que define a través de su dispositivo previo
generador de sentido es que irrumpa intempestuosamente derribando todo aquello
naturalizado, todo aquello preestablecido, liberándolo en un proceso de
deconstrucción transformador, sacándolo, al fin (por fin!) de sí mismo. Huir
de nosotros mismo es la única revolución, esa es la gran travesura.
Lucas Itze.-
Canción post impresiones
UNIVERSO ALTMAN
Nacido en
Kansas, Misuri, el 20 de febrero de 1925, se crió en una familia estrictamente
católica. su visión irónica y mordaz de la sociedad y la cultura
estadounidenses. Tras estudiar ingeniería en
El éxito del filme fue tal que originó incluso una serie de televisión, y supuso finalmente el afianzamiento de Robert Altman en la industria, después de su dilatada y paciente experiencia en la televisión y en el cine independiente. Le llovieron entonces ofertas de producciones de alto presupuesto, pero prefirió dirigir El volar es para los pájaros (1970), realizada por su propia productora. Fue el principio del abismo que mediaría entre él y los capos de Hollywood a lo largo de toda su carrera. En esos años filma Del mismo barro, Imágenes, Un adiós peligroso y California Split, todas con críticas bastante favorables. El director renació con Nashville (1975), compuesta por las historias entretejidas de veinticuatro personajes; pero, una vez recobrada la confianza de Hollywood, volvió a perderla con Buffalo Bill (1976). Y fue pasando así una y otra vez, ya que luego de sorprender con 3 Mujeres y con Un Matrimonio volvía a caer con films como Una pareja perfecta, Quinteto o con la adaptación de Popeye (con Robin Williams y Shelley Duvall).
Los ´80 trajeron varios films que pasaron sin pena ni gloria a excepción de Secret Honor, con solo un actor en pantalla: Philip Baker Hall, quien hace del ex presidente Nixon reflexionando sobre el caso Watergate y su relación con diferentes políticos. En los ´90 llegaron tres de sus películas más celebradas: Vincent y Theo (Sobre los hermanos Van Gogh), The Player (una sátira negra sobre Hollywood con elenco de lujo Tim Robbins, Whoopi Goldberg, Bruce Willis, Julia Roberts, Burt Reynolds, Susan Sarandon, entre otros) y Vidas Cruzadas.
Luego llegaron films
como Kansas City, Hasta que la muerte nos separe, La fortuna de Cookie o El doctor y las mujeres. Su último gran
éxito fue con el film británico Gosford
Park. Crimen de medianoche, donde volvió a conseguir aplausos de la crítica
y nominaciones en todos los premios importantes nuevamente con una mirada
satírica, esta vez, sobre la burguesía inglesa. Luego llegó The Company y en 2006 le entregaron el Oscar honorífico. Meses después, el 20
de noviembre, fallecería por complicaciones con un cáncer que padecía. Un año
después se estrenó su último film: Noches
mágicas de radio con Woody
Harrelson, Tommy Lee Jones y Meryl Streep como protagonistas.
FICHA TÉCNICA
Título original: 3 Women
Año: 1977
Duración: 119 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Robert Altman
Guion: Robert
Altman
Música: Gerald
Busby
Fotografía: Charles
Rosher Jr.
Reparto: Sissy
Spacek, Shelley Duvall, Janice Rule, Ruth Nelson, Robert Fortier, John
Cromwell, Craig Richard Nelson, Belita Moreno, Sierra Pecheur
No hay comentarios:
Publicar un comentario