SINOPSIS
Después de un
pequeño incidente en su pueblo de Zambia, Shula, de 9 años de edad, es acusada
de brujería y enviada a un "campo de brujas", donde le dicen que si
intenta escapar se convertirá en una cabra blanca. Tendrá que decidir si acepta
su destino o si se arriesga en busca de la libertad. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Vivimos dentro de un sistema ordenatorio según el cual nuestra libertad se mide conforme a la cantidad de metros que la correa atada a nuestras posibilidades posea. Es por esto que hace muy poco desde este mismo foro te decíamos que la libertad estaba relacionada con la capacidad para pensar los propios límites. El ejercicio de la reflexión, la aventura del conocimiento, del saber y el autoconocimiento son tal vez las únicas herramientas reales ante la traicionera y embustera construcción de una libertad fantasiosa. El objeto de todo saber, su origen primario, vamos, no es otro sino el de instalar una batalla contra el miedo. Una batalla sangrienta y permanente contra el inaceptable miedo a ser. Vencer la ignorancia hace que nuestra existencia sea menos terrorífica. Defender el conocimiento del pasmo y de las anestesias es la gran tarea, la única revolución que nos hará conscientemente libres.
Siempre estará también el otro
con sus manejos y defensas de sus propias libertades, aquel otro, que nos
condiciona y nos define por exterioridad contrapositiva. Hablo de la otredad,
esa que nos limita y nos resignifica como toda palabra. La batalla por el
sentido es siempre una batalla por lo real. Cabe entender entonces de esta
manera que la verdad es una cuestión de
poder. La verdad es siempre una cuestión política. Será verdad lo que el poder
nombre y será de esta forma también sentencia y límite para nuestra libertad.
Porque bien sabemos que lo que quede fuera del texto ya no existirá. Quedará
desterrado de sentido y tal como todos sabemos, lo que cae en aquel abismo
oscuro, aquello que evoluciona de tal manera de convertirse en lo innombrable,
porque después de todo evolucionar es siempre morir un poco, es taxativamente
disuelto en su entidad. El ser humano, esa bestia que se narra y que es
narrada. El ser humano, aquella victima intertextual.
Lucas Itze.-
Canción elegida
para la editorial
IMPRESIONES SOBRE I AM NOT A WITCH
En su libro Espejos, Eduardo Galeano se preguntaba: "¿Adán
y Eva eran negros?” Y continuaba: “En África empezó el viaje humano en el
mundo. Desde allí emprendieron nuestros abuelos la conquista del planeta. Los
diversos caminos fundaron los diversos destinos, y el sol se ocupó del reparto
de los colores. Ahora las mujeres y los hombres, arco iris de la tierra,
tenemos más colores que el arco iris del cielo; pero somos todos africanos
emigrados. Hasta los blancos blanquísimos vienen del África. Quizá nos negamos
a recordar nuestro origen común porque el racismo produce amnesia, o porque nos
resulta imposible creer que en aquellos tiempos remotos el mundo entero era
nuestro reino, inmenso mapa sin fronteras, y nuestras piernas eran el único
pasaporte exigido”. Hace una semana hablábamos de
Allí, los que tienen, tienen mucho, buscan cada vez más y se aprovechan de los que menos tienen. Allí los cazadores furtivos extinguen especies enteras y se sacan fotos como trofeos mientras otros trafican armas con los poderes de turno. Allí hay prácticas que uno todavía cree que son de otro tiempo pero están más presentes que nunca. En Tanzania hay comunidades de albinos, que son cazados porque creen que las pociones hechas a partir de extremidades de su cuerpo traen buena suerte y riqueza. Hace un tiempo, también en estas trincheras, hablábamos del film Moolaade, de Ousmane Sembene, que mostraba el rito de la ablación, que es la mutilación de los genitales femeninos para purificar a las jóvenes, en un sistema tan patriarcal como arcaico. Será la joven Rungano Nyoni, quien nos muestre otra parte desconocida de África. Nacida en Zambia, residió de joven en Gales pero volvió a su tierra para filmar No soy una bruja, en una co-producción de su país con Reino Unido, Francia y Alemania. En el pasado, las consideradas brujas eran las rebeldes, las que no se adaptaban a las leyes y que eran perseguidas por gobiernos y sobre todo, por las iglesias, que daban paso a la famosa “caza de brujas”. Basada en historias que pasan en su país, la cineasta nos relata la vida de Shula, una niña que huérfana que es acusada de brujería. El film abre con la maravillosa ópera de Vivaldi llamada Las cuatro estaciones, específicamente en la sonata Invierno: Allegro non molto, mientras una cámara situada desde el fondo de una van acompaña el viaje por un poblado africano con una simetría perfecta.
Desde adentro de la camioneta, veremos como la cámara lentamente girará y como si fueran parte de un zoo, varias mujeres con idénticos vestidos y las caras pintadas de igual forma, permanecen sentadas mientras alguien explica porque están ahí. Son las llamadas brujas, que tienen un yugo en la espalda de donde salen unas cintas que no les permiten volar. Entonces aparecen en blanco y negro los títulos de crédito, pero el anzuelo está lanzado y entonces queremos saber de que se trata esta historia. El guión, también firmado por la directora, será lineal. La fotografía será del colombiano David Gallego, quien nos sorprendió hace poco con ese blanco y negro de El abrazo de la serpiente y que en este film confirma todo su talento. Jugará con colores que combinan con la aridez del lugar aunque también estará muy bien la iluminación en las oscuras noches entre bailes y ruidos de tambores. Habrá planos generales muy poéticos con la cámara fija y también travellings o cámara en mano, en muchos casos desde atrás de los protagonistas, que la tornará en una mirada minimalista. El film mezclará el drama y le añadirá cierto modo grotesco a algunas situaciones, que igualmente no escapa a lo que vemos en pantalla. Más bien, afirma que hay ciertos personajes que parecen salidos de una comedia de los Monty Phyton o del amigo Woody Allen por su incompetencia, pero son tan reales que duele, como el funcionario (ministro de turismo según una entrevista) que tiene el poder en esa comunidad. La música de Vivaldi resonará en varios momentos del film. La película además contará en su mayoría con actores y actrices no profesionales, lo que hace que todo sea más convincente.
Shula, bautizada así por las brujas mayores, según los mitos de la comunidad,
tiene que elegir entre ser una bruja o convertirse en cabra, donde lo primero
será el mal menor. Será enviada con las demás brujas, en esa especie de campo
de concentración donde hacen trabajos forzados hasta que puedan casarse,
respetabilidad a través del matrimonio, en palabras de una ex bruja, en una
prueba más del machismo reinante en la comunidad. La pequeña será una especie
de rareza en ese mundo y el funcionario la utilizará para aumentar su
popularidad, incluso llevándola a la televisión. Shula, interpretada de manera
maravillosa por Maggie Mulubwa, casi
no hablará y se comunicará con miradas propias de su resignación. Será luego de
ese paseo como si fuera parte de un reality que la película dejará ese realismo
mágico para convertirse definitivamente en un drama de denuncia que muestra el
horror del ser humano. Cuando hablábamos de Moolaadé cerrábamos las impresiones
diciendo “Será la muerte la causa
definitiva donde las mujeres de la aldea se rebelarán contra sus hombres y sus
normas. Serán ellas las que alzarán la voz tratando una vez más de cambiar el
mundo, solo con el poder de sus marchas y sus palabras, como ciertas “locas” de
nuestro país para evitar que sigan las matanzas y que no se derrame más sangre”.
Acá pasará algo parecido y las brujas elegirán volar. Mientras tanto, seguimos
pensando que esa libertad para moverse libremente que según Shula tenían las
cabras es lo que nos está faltando. Cuando eso suceda, caerá para siempre El
martillo de las brujas.
Marcelo De
Nicola.-
Canción post impresiones
UNIVERSO NYONI
Rungano Nyoni nació en Lusaka, capital de Zambia el 17 de abril de 1982. Se trasladó desde muy chica con su familia a Gales y fue allí donde comenzó a estudiar actuación. Empezó con pequeños papeles como actriz tanto en Reino Unido como en Alemania. Sin embargo, estaba más encariñada con la dirección. La novela La profesora de piano de Elfriede Jelinek fue su primera influencia, confirmada cuando Michael Haneke llevó la historia a la pantalla grande. En 2006 estrenó su primera película, Yande, la cual escribió y rodó en súper 8mm en blanco y negro. La cinta está inspirada en la pérdida de la identidad de las mujeres africanas, que gradualmente han adoptado las modas occidentales. En 2009 llegaron los cortos 20 Questions y The List, con el último logró el BAFTA galés como mejor cortometraje. Es nominado a los BAFTA ingleses por su siguiente corto: Mwansa the Great.
Más adelante escribe otros dos cortos que tuvieron éxito en el
Reino Unido, ambos dirigidos por Gabriel Gauchet: The Mass of Men y Z1. Se
va a Dinamarca a filmar en 2014 Listen
junto a Hamy Ramezan, que fue
nominada a mejor corto europeo. Ese mismo año filma la película de episodios Nordic Factory junto a varios
directores. Con No soy una bruja,
oficialmente su primer largometraje, logra los premios a mejor dirección y
mejor ópera prima en los Premios del
Cine Independiente Británico en 2017. Durante la pandemia fue una de las
cineastas que participó de la series de cortos para Netflix titulado Hecho en casa, junto a Paolo Sorrentino, Pablo Larraín, Sebastián
Lelio, Kristen Stewart, Maggie Gyllenhall o Ladj Ly, entre otros.
FICHA TÉCNICA
Título original:
I Am Not a Witch
Año: 2017
Duración: 90 min.
País: Reino Unido
Dirección: Rungano Nyoni
Guion: Rungano Nyoni
Música: Matthew James Kelly
Fotografía: David Gallego
Reparto: Maggie Mulubwa, Gloria Huwiler, Travers
Merrill, Chileshe Kalimamukwento, Henry B.J. Phiri, Dyna Mufuni, Nancy Murilo,
Ritah Mubanga, Nellie Munamonga
No hay comentarios:
Publicar un comentario