SINOPSIS
Oskar, un tímido
niño de doce años, que es acosado en el colegio por sus compañeros, se hace
amigo de Eli, una misteriosa vecina de su edad, cuya llegada al barrio coincide
con una serie de inexplicables muertes. A pesar de que Oskar sospecha que Eli
es un vampiro, intenta que su amistad esté por encima de su miedo.
(FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Huir es vivir, quedarse es morir. El movimiento es posible gracias a la finitud del tiempo. Nos movemos por necesidad, nos movemos porque la única certeza que tenemos en la vida es ese punto final donde todo se acaba de una vez y para siempre. La muerte es tal vez la única verdad y el tiempo es quizás su truco más perfecto. De no sabernos finitos y envueltos en este cuerpo que nos traiciona a la vuelta de cualquier esquina, guiados absurdamente por unos sentidos banales y defectuosos, de tener la certeza que mañana habrá otro amanecer para nosotros, otro sol brillante donde calentarnos y así seguir proyectando bajo el sugerente título de mañana, de poseer certeza de todo aquello, de nada serviría la gracia elegante del movimiento. Desde la pétrea paciencia de lo eterno no habría ningún reto en soltar y dejar ir ya que descansaríamos en la certeza de que aun haciéndolo tendríamos el tiempo suficiente para esperar desde nuestro lugar que todo retorne a donde lo dejamos. Ser eterno es ir a menos. En la eternidad no hay riesgo, no hay aventura posible porque la apuesta es siempre mínima o tal vez inexistente.
Huir es vivir, quedarse es morir. Tal vez la eternidad, la
inmortalidad, fuera más seductora si uno no supiera jamás que posee tales
cualidades. Entonces allí uno andaría corriendo por los bulevares oscuros de la
nada con la tranquilizadora ilusión del
movimiento desgranándose entre los ambiciosos pensamientos de una vida que se
acaba. Huir rápido de uno mismo, porque uno es su propia muerte. Alejarse
corriendo de aquel que fue hace a penas segundos porque lo estático, lo que no
se mueve, ya es anécdota, ya es palabra que es otra de las tantas formas de la
muerte. Huir hacia adelante, sin importar la dirección, escapar rápido del
ahora, de lo establecido, de lo impuesto. Correr hasta entumecer todos nuestros
músculos para crear nueva vida, nuevos puntos de vistas, nuevos sentidos, nuevos
mundos y universos. Quedarse es morir, es ser narrado con tristeza por los ojos
amarillentos del pasado. Correr es vivir, es gritar en la cara que otro orden
siempre es posible.
Lucas Itze.-
Canción elegida
para la editorial
IMPRESIONES SOBRE CRIATURA DE
¿Dónde quedó ese sueño que se transformó en pesadilla? ¿En qué copas cayeron esas espesas lágrimas de sangre que destrozaron la inocencia? Ese mundo de fantasía, de repente, desapareció por completo. Se entregaron al azar las palabras de un te quiero olvidado en una habitación oxidada. El sol nos obnubiló de repente y la frialdad de la noche escondió los más valiosos tesoros. Allí, en medio de la nieve eterna, gritamos mensajes nunca dichos y dejamos frases escondidas en algún árbol tallado. Quizás donde nuestras manos se rozaron por última vez estará la respuesta. Ahí, en la cobardía de los sueños empezamos a perder la batalla. En ese voraz y perpetuo intento de convertir esos sueños en realidad. Y quedará solo en eso. Intentos. Y el volver a empezar. Y nuestra sangre otra vez bombeando del corazón ante una cálida mirada. Y llegará el deseo de ser vampirizados en una noche lúgubre y ajena. Ajena a nosotros. Ajena a ellos. Quizás para ser salvados de una efímera y trágica vida. Esas vidas en las cuales los diferentes no tienen nada que perder. Ahí entonces aparecerá nuestro conde Drácula. También en esa misma tertulia jugará con nosotros otro conde, en este caso Orlock, de quien hablamos hace muy poco. Entre ellos, quizás aprendiendo un poco el oficio estará Eli. La bella Eli. Quizás esté acompañada de Oskar. Quizás no... Porque el futuro no lo escribimos nosotros.
O quizás habría que preguntarle directamente a John Ajvide Lindqvist, escritor de la novela Criatura de la noche y guionista de la adaptación del film dirigido por Tomas Alfredson. La nieve. Siempre la nieve trae algo interesante. El blanco domina todo y cada aparición hace que resalte más. Y mientras lo blanco de la nieve se transforma en rojo sangre, es imposible no acordarse de Fargo, el film de los hermanos Coen. Aunque la trama será completamente diferente, no podemos dejar de relacionar ciertas imágenes. Lo mismo les habrá pasado a quienes vieron la reciente Pienso en el final de Charlie Kaufman. Pero volvamos al principio, siguiendo este inocente juego de palabras. La nieve cae y un fondo negro nos mantiene atentos. Lo mismo para el sonido del viento que suena con fuerza, mientras una voz over repite la frase Chilla como un cerdo. Se abrirá el telón y veremos unas casas, inmediatamente descubriremos a Oskar, el joven protagonista a través de las ventanas de su habitación, repitiendo la misma frase y con un cuchillo en la mano. En la segunda imagen veremos a alguien que cambiará la vida del pequeño pueblo, pero al igual que el director, lo iremos develando con el tiempo. Asistiremos a un guión lineal y a un film con muchos más silencios que diálogos en determinados momentos. A diferencia de otros films del estilo, acá se jugará con esos silencios para confirmar pensamientos, sobre todo en los encuentros entre los jóvenes protagonistas.
No será así cuando veamos a los adultos, ellos tendrán mucho para decir pero poco para hacer. Sobresaldrá la técnica en los encuadres y en la forma de crear el campo visual, donde en la mayoría de los momentos donde aparece Eli no habrá profundidad de campo, haciendo foco en los protagonistas. Oskar en muchos casos aparecerá detrás de vidrios de ventanas o puertas, como si alguien estuviera observándolo. Sus interacciones con su madre siempre se darán desde diferentes puntos, con espejos o puertas de por medio, lo que marcará la distancia en la relación de ambos. La cámara jugará con ciertos planos detalle y habrá ciertos planos simétricos que homenajearán a Kubrick o Wes Anderson. La fotografía se servirá de colores pastel en casi todo su mobiliario y de colores fríos en las vestimentas para combinar con el blanco de la nieve. Esta estuvo a cargo del premiado suizo Hoyte Van Hoytema, en una de sus primeras incursiones, quien luego trabajaría con grandes nombre como Spike Jonze (Her), Christopher Nolan (Interstellar, Dunkirk, Tenet) o Sam Mendes (Spectre). La música pre-anunciará que hay que estar atentos en ciertos momentos, en algo bien típico del género y la banda sonora logrará adentrarnos en ese mundo helado, de ventiscas y pasos hundiéndose en la nieve. La historia será sencilla pero no por eso banal. Estamos en los años 80 y la frialdad nórdica chocará con la violencia física ejercida por los compañeros de clase de Oskar. Una madre ausente y un padre alcohólico serán el combo perfecto para crear un personaje retraído, que en su tiempo libre colecciona noticias de crímenes.
Aparecerá entonces ella, Eli, como caída del cielo. Como si fuera un
ángel que viene a ayudarlo desde el más allá. Será bella, inteligente y
decidida. Ella como una diosa en un altar en su primer encuentro. Ella
resolviendo el cubo mágico en minutos. Ella observándolo todo. Y de repente, la
muerte. La sangre que estallará por todos lados y será su alimento. El pueblo
empezará a sufrir acciones trágicas y ya nada será igual. Descubriremos en esa
tierna Eli a una niña vampiro. Llorará después de terminar con su víctima y nos
dejará con mil preguntas rondando en nuestra cabeza. Y llegará el amor. Oskar,
como haría cualquiera de nosotros, se enamorará de su ángel. El tiene 12 años y
estará en pleno cambio de niñez a adolescencia, con todo lo que eso conlleva.
Ella tiene 12 años, pero vividos en tantos que ni recuerda. No sabemos como
llegó ni quien la trajo. No sabemos si vive con el padre o es alguien que la
encontró hace años. No nos importa. Porque lo que importa es el aquí y ahora. Y
nada es tan efímero como el ahora. Y en ese mundo efímero es donde esas dos
almas se encuentran y buscan salvarse cada uno a su modo. Con la sangre como protagonista.
No vendremos a juzgar sus formas ni a festejar muertes ajenas. Solamente
realzaremos el amor y la ilusión de dos desposeídos que sueñan con tenerse el
uno al otro. Huir es la vida, quedarse es la muerte como frase que resume la
historia. Y allá irán, alejándose de un lugar para volver a ser en otro lado,
sabiéndose dos en uno, para dejarse entrar uno a otro en sus sueños y en sus
vidas, como efecto de su influencia.
Marcelo De
Nicola.-
Canción post
impresiones
UNIVERSO ALFREDSON
Nacido el 1 de abril de 1965 en Lidingo, Suecia. Su padre, Hans (llamado Hasse), fue un actor, escritor, comediante y cineasta, que incluso trabajó con Ingmar Bergman en Vergüenza o con Jan Tröell en Los emigrantes. Desde chico el pequeño Tomas participaba en producciones de su padre, como por ejemplo en la serie cómica Hasseatage, que unía los nombres de su padre (Hasse) y de su compañero de elenco Tage Danielsson. Ya de grande, arrancó como asistente en la productora más importante del país para luego ser uno de los creadores del canal sueco TV4. Uno de sus éxitos fue la adaptación sueca del programa Fort Boyard. En 1995 dirige su largometraje Bert, basado en una novela juvenil y que lo llevó a ganar el premio a mejor director en Guldbagge. Más adelante se unió al grupo de comedia sueco Killinggänget como director en 1999. "Vi que eran un poco más divertidos que los demás, y un poco más completos", dijo.
Su primera colaboración con el grupo fue una serie de 1999 de cuatro películas para televisión, incluido el falso documental Screwed in Tallinn, que muestra a un grupo de solteros suecos que viajan a Estonia en autobús con la esperanza de encontrar novias estonias. En 2003 filmó Konstortid, un film sobre oficinista que tienen que adaptarse a nuevos cambios y un año después llegó Four Shades of Brown, con el grupo de humoristas Killingganget. La comedia fue un éxito y logró el premio a mejor director (entre otros) en su país nuevamente. El 2008 adapta Criatura de la noche y se convierte en un éxito internacional. El film logró nominaciones en los premios del cine europeo, BAFTA, Goya, además de lograr el de mejor película en festivales como el de su país, el Nórdico, Saturn y Tribeca. Eso le abrió las puertas internacionales, y en 2011 eligió irse a Inglaterra para adaptar una novela del recientemente fallecido John Le Carré: Tinker Taylor Soldier Spy... a la que aquí se tituló El Topo y contó con una gran actuación de Gary Oldman en el papel de un espía durante la guerra fría. El film logró además de la nominación al Oscar para el querido Gary, otra por mejor guión adaptado. Mientras que logró el premio a mejor película británica en su país.
En 2017 film nuevamente en el
Reino Unido, The Snowman, basada en
la novela de Jo Nesbø, sobre un
asesino en serie, que no logra convencer a la crítica en general, a pesar de
tener entre sus protagonistas a Michael
Fassbender y Charlotte Gainsbourg.
Para el 2020 tenía pensado filmar nuevamente en su país, una nueva película de
la banda sueca Jönssonligan, una
banda dedicada a los atracos y crímenes, un clásico del cine sueco que desde
los 80 en adelante ha tenido una decena de films, pero la pandemia atrasó sus
planes.
FICHA TÉCNICA
Título original:
Låt den rätte komma in (Let the Right One In)
Año: 2008
Duración: 110
min.
País: Suecia
Dirección: Tomas
Alfredson
Guion: John
Ajvide Lindqvist (Novela: John Ajvide Lindqvist )
Música: Johan
Söderqvist
Fotografía: Hoyte
van Hoytema
Reparto: Kåre
Hedebrant, Lina Leandersson, Per Ragnar, Henrik Dahl, Karin Bergquist, Peter
Carlberg, Ika Nord, Mikael Rahm, Karl-Robert Lindgren, Anders T. Peedu
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