SINOPSIS
Hay algo mágico
en el aire. Son tiempos felices, y el amor es algo sin complicaciones para el
soldado Keng y el joven campesino Tong. Tardes agradables con la familia de
Tong, noches llenas de canciones en la ciudad... Hasta que la vida se ve
perturbada por la desaparición de alguien. Además, algún tipo de bestia salvaje
ha estado matando a las vacas. Según las leyendas locales cabe la posibilidad
de que un ser humano pueda convertirse en otra criatura. Entonces empieza la
historia de un soldado que se adentra solo en el corazón de la jungla, donde
los mitos a menudo se hacen realidad. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Reflexionando sobre el tratamiento en la composición de personajes Henrik Ibsen nos relata su proceso creativo a través de los distintos tratamientos que realiza sobre sus textos hasta llegar a su versión definitiva. Ibsen dice que en el primer tratamiento de sus textos, su sensación de intimidad con sus personajes es como la que se obtiene en un viaje en tren: nos hemos conocido y hemos charlado sobre esto y lo otro. En el segundo, ya conozco a mis personajes como uno podría conocerlos luego de varias semanas de permanencia en unas termas: conozco los rasgos fundamentales de sus caracteres y de sus tics, aunque todavía puede ser que esté equivocado sobre algunos aspectos esenciales. En la última versión, llego por fin al límite de mis conocimientos: ya son mis amigos íntimos y no me defraudaran. Luego de aquel proceso tan estrecho y minucioso, los personajes ya están definidos para Ibsen, ya están vivos, y huyen de él como el agua entre los dedos, como el tiempo. El narrador entonces comienza nuevamente, como si de un círculo se tratara, a imaginar otros personajes, otras historias, otros planos y dimensiones. Y allí nace, de forma inevitable el olvido. Siempre pensé que aquello se parecía bastante a la muerte. Tal vez morir no sea otra cosa que el gélido instante en el que alguien nos deja de pensar, y así, como los personajes de algún creador, de cualquier narrador de historias, sucumbimos en la fatalidad del olvido. Borges en aquel cuento maravilloso llamado Las Ruinas Circulares, comprende que la muerte viene a coronar su vejez, a absolverlo de sus trabajos.
En el mismo sentido, otro artista amigo
de esta casa, Carlos Alberto Solari,
habla de la muerte como una oportunidad muy especial para liberarse de los
compromisos y hacer por fin, lo que uno realmente desea. Aquel final vendrá… de
alguna u otra manera llegará. Esa es quizás nuestra única certeza en este
universo oscuro y enigmático. En este patio donde todo eco siempre es una duda.
Y llegará con un sabor nuevo y desconocido, con una potencia tal como la que
habremos sentido quizás en el comienzo de este juego. Llegará como algo nuevo
en aquel momento en el que la claridad de lo que pudimos absorber del mundo
haya enceguecido nuestra mirada y nos haya convencido de haberlo visto todo. Y
no habrá palabras, porque la palabra presupone siempre una experiencia
compartida. Vendrá en silencio y se producirá allí, en esa oscura línea que es
la nada, esa misteriosa línea que divide al significado del significante. No
habrá entonces significación posible para la muerte. Será la verdadera paz y
armonía con el universo, con todo lo que vive en este plano, en este mundo. La
verdadera comunión con la naturaleza en donde se disolverán por fin todas
nuestras cosas del vivir. Aquello será una fiesta, se los prometo. La verdadera
fiesta de haber vivido.
Lucas Itze.-
Canción elegida
para la editorial
IMPRESIONES SOBRE TROPICAL MALADY
El viento suena. Los ecos del silencio empiezan a repetir palabras inconexas. Los árboles se iluminan y de repente todo cambia de color. Los sueños se vuelven mágicos y el día se hace noche. Las bestias desaparecen y toman formas diferentes. ¿Cómo nos reconoceremos ahí adentro? ¿Cómo llegamos a ese punto? ¿Es posible que siguiendo el amor encontremos ese territorio desconocido? El cine, como casi todo el arte en general, tiene la posibilidad de unir mundos completamente diferentes. Hay algunos expertos en el tema, como solemos decir cuando hablamos de David Lynch. Pero todo se complica cuando se viene de un lugar y una cultura, al menos para nosotros, tan exótica. Desde Tailandia llega nuestro buen amigo Apichatpong Weerasethakul con su film Tropical Malady. El director nos hablará del amor, de los mitos, de los recuerdos, de la fantasía. Asistiremos a un relato dividido en dos partes bien diferenciadas. Abrirá el telón con una frase de Ton Nakajima que nos dice “todos nosotros somos, por naturaleza, bestias salvajes. Nuestro deber como seres humanos es convertirnos en amaestradores que mantienen a sus animales bajo control e incluso a enseñarles tareas ajenas a su bestialidad”. Sale el fundido a negro y vemos un grupo de soldados hablar y sacarse fotos con un cadáver. ¿Serán esas las bestias salvajes que hace mención Nakajima? ¿O será ese hombre desnudo que atraviesa el bosque mientras suena una canción de fondo? ¿Será el mismo que aparecería muerto después? Muchas preguntas para pocas respuestas.
A partir de ahí conoceremos un poco más a Keng, un soldado que patrulla el bosque y que empezará a tener un amorío con Tong, un campesino del pueblo. El director nos contará esa historia de modo lineal. Una especie de primer amor de juegos casi infantiles. Nos mostrará esa relación entre dos hombres con la normalidad que tendría que ser siempre. Ellos en el cine, en el karaoke, cenando, visitando cuevas y escuchando leyendas familiares, algo que el director nos mostrará un par de años después en otro film que ya hemos trabajado aquí: El tío Boonme recuerda sus vidas pasadas. Una fotografía natural y la cámara como testigo de esos encuentros. En cada encuadre habrá algún detalle bien típico del cine de autor, donde tendremos primeros planos magistrales, especialmente en la segunda parte del film. Habrá también algunos pequeños travellings muy bien logrados. Y también guiños que nos llamarán la atención, como esas miradas a cámara de Keng mientras pasan los créditos, como dando a entender que tenemos que estar preparados y con los ojos bien abiertos. La banda sonora será perfecta. Habrá música moderna, pero lo que más nos llamará la atención son los perfectos sonidos del viento, del bosque y del tránsito en la ciudad. Veremos a Tong desaparecer en la oscuridad de ese bosque y todo se transformará en recuerdos. Y será el comienzo de una segunda parte diferente. Un dibujo de un tigre y la historia de un chamán que podía convertirse en varias criaturas y hasta transformarse en tigre para ahuyentar a los viajeros. En el medio, veremos una mujer con cola de tigre que nos dará un indicio de que entramos en el otro mundo.
Será el
momento de adentrarse en ese bosque, con esas tonalidades de verdes
perfectamente mostradas por la lente. Será la inmensidad de la naturaleza
frente a lo pequeño del ser humano. Será la leyenda de la desaparición de
aldeanos y animales ante un monstruo que nadie conoce. Seguiremos a un soldado,
que es el mismo actor pero a ciencia cierta no sabemos si es Keng, penetrar en
ese mundo donde los monos hablan, los supuestos fantasmas aparecen desnudos,
las almas de las vacas muertas salen a la luz, los árboles se iluminan y el
tigre persigue al hombre y viceversa. Es la naturaleza en su máxima expresión.
Nos introduciremos en ese universo tan mágico pero a la vez con una atmósfera
asfixiante. No habrá casi diálogo. Será otra película. Cine experimental lo
llamarán los idealistas de los géneros. Asistiremos maravillados a esos minutos
finales tan poderosamente visuales como enigmáticos. El cara a cara. El tigre y
el hombre, en un plano de los más bellos que esta persona recuerde. ¿Tong y
Keng, nos preguntaremos nosotros? El recuerdo del ya no ser. “Una
criatura que solo existe por los recuerdos de otro” se escucha y se nos
paran las antenas. ¿Es Tong el que deambula por los bosques? ¿Será su espíritu
el que atrae al soldado hasta allí? ¿Es la segunda parte lo real y todo lo
anterior fue sueño? Seguimos sin encontrar muchas respuestas, sólo nos
dedicamos a disfrutar de lo que hemos visto y a pensar que el amor quizás es
nuestro mejor camuflaje.
Marcelo De
Nicola.-
Canción post
impresiones
UNIVERSO WEERASETHAKUL
Nació en Bangkok, Tailandia el 16 de julio de 1970. Se licenció como Arquitecto y más adelante hizo un máster en Bellas Artes en una Universidad de Chicago. Empezó realizando cortos hasta llegar a su primer largometraje en el año 2000: Mysterious Object at Noon, un documental que mezcla realidad y ficción recorriendo pueblos rurales de Tailandia con un mito sobre un relato insólito. En 2002 llegó Sud sanaeha (Blissfully Yours), una historia de amor entre una activa trabajadora de fábrica y un minimalista inmigrante ilegal, en la jungla de Tailandia.
Al año siguiente realiza Las aventuras de Iron Pussy, una
comedia sobre una travesti que es llamada por el Primer Ministro para realizar
una importante misión. Luego es el turno de Tropical Malady con el que gana el Gran Premio del jurado en
Cannes. En 2006 rueda Síndromes y un
siglo, otra obra extraña inspirada en la historia de amor real de los
padres del director, ambos médicos, y los recuerdos del propio director. Luego
de varios cortos, vuelve a filmar un largometraje con El hombre que podía recordar sus vidas pasadas (Tío Boonme), con el
que logra
Luego realiza el documental Mekong Hotel, sobre el hotel que está situado en el Noreste de Tailandia, en la frontera con Laos y vuelve a jugar con la realidad y la ficción. En 2015 llega Cementerio de esplendor, otra obra surrealista donde se mezclan el amor, los sueños y los fantasmas. Para este año estaba planeado su primer film con actores más reconocidos. Se titularía Memoria y tendría como protagonista a Tilda Swinton, como una mujer escocesa que viaja por la selva de Colombia y empieza a notar sonidos extraños. Veremos que nos trae de nuevo el amigo “Joe”, como lo bautizaron fuera de su país.
FICHA TÉCNICA
Título original: Sud pralad (Tropical Malady)
Año: 2004
Duración: 118 min.
País: Tailandia
Dirección: Apichatpong Weerasethakul
Guion: Apichatpong Weerasethakul
Fotografía: Jarin Pengpanitch, Vichit Tanapanitch,
Jean-Louis Vialard
Reparto: Banlop
Lomnoi, Sakda Kaewbuadee, Sirivech Jareonchon, Udom Promma
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