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miércoles, 2 de septiembre de 2020

TROPICAL MALADY

PROGRAMA 296 (28-08-2020)


SINOPSIS

 

Hay algo mágico en el aire. Son tiempos felices, y el amor es algo sin complicaciones para el soldado Keng y el joven campesino Tong. Tardes agradables con la familia de Tong, noches llenas de canciones en la ciudad... Hasta que la vida se ve perturbada por la desaparición de alguien. Además, algún tipo de bestia salvaje ha estado matando a las vacas. Según las leyendas locales cabe la posibilidad de que un ser humano pueda convertirse en otra criatura. Entonces empieza la historia de un soldado que se adentra solo en el corazón de la jungla, donde los mitos a menudo se hacen realidad. (FILMAFFINITY)


EDITORIAL

 

Reflexionando sobre el tratamiento en la composición de personajes Henrik Ibsen nos relata su proceso creativo a través de los distintos tratamientos que realiza sobre sus textos hasta llegar a su versión definitiva. Ibsen dice que en el primer tratamiento de sus textos, su sensación de intimidad con sus personajes es como la que se obtiene en un viaje en tren: nos hemos conocido y hemos charlado sobre esto y lo otro. En el segundo, ya conozco a mis personajes como uno podría conocerlos luego de varias semanas de permanencia en unas termas: conozco los rasgos fundamentales de sus caracteres y de sus tics, aunque todavía puede ser que esté equivocado sobre algunos aspectos esenciales. En la última versión, llego por fin al límite de mis conocimientos: ya son mis amigos íntimos y no me defraudaran. Luego de aquel proceso tan estrecho y minucioso, los personajes ya están definidos para Ibsen, ya están vivos, y huyen de él como el agua entre los dedos, como el tiempo. El narrador entonces comienza nuevamente, como si de un círculo se tratara, a imaginar otros personajes, otras historias, otros planos y dimensiones. Y allí nace, de forma inevitable el olvido. Siempre pensé que aquello se parecía bastante a la muerte. Tal vez morir no sea otra cosa que el gélido instante en el que alguien nos deja de pensar, y así, como los personajes de algún creador, de cualquier narrador de historias, sucumbimos en la fatalidad del olvido. Borges en aquel cuento maravilloso llamado Las Ruinas Circulares, comprende que la muerte viene a coronar su vejez, a absolverlo de sus trabajos. 

En el mismo sentido, otro artista amigo de esta casa, Carlos Alberto Solari, habla de la muerte como una oportunidad muy especial para liberarse de los compromisos y hacer por fin, lo que uno realmente desea. Aquel final vendrá… de alguna u otra manera llegará. Esa es quizás nuestra única certeza en este universo oscuro y enigmático. En este patio donde todo eco siempre es una duda. Y llegará con un sabor nuevo y desconocido, con una potencia tal como la que habremos sentido quizás en el comienzo de este juego. Llegará como algo nuevo en aquel momento en el que la claridad de lo que pudimos absorber del mundo haya enceguecido nuestra mirada y nos haya convencido de haberlo visto todo. Y no habrá palabras, porque la palabra presupone siempre una experiencia compartida. Vendrá en silencio y se producirá allí, en esa oscura línea que es la nada, esa misteriosa línea que divide al significado del significante. No habrá entonces significación posible para la muerte. Será la verdadera paz y armonía con el universo, con todo lo que vive en este plano, en este mundo. La verdadera comunión con la naturaleza en donde se disolverán por fin todas nuestras cosas del vivir. Aquello será una fiesta, se los prometo. La verdadera fiesta de haber vivido.

Lucas Itze.-      

 

Canción elegida para la editorial


IMPRESIONES SOBRE TROPICAL MALADY

 


El viento suena. Los ecos del silencio empiezan a repetir palabras inconexas. Los árboles se iluminan y de repente todo cambia de color. Los sueños se vuelven mágicos y el día se hace noche. Las bestias desaparecen y toman formas diferentes. ¿Cómo nos reconoceremos ahí adentro? ¿Cómo llegamos a ese punto? ¿Es posible que siguiendo el amor encontremos ese territorio desconocido? El cine, como casi todo el arte en general, tiene la posibilidad de unir mundos completamente diferentes. Hay algunos expertos en el tema, como solemos decir cuando hablamos de David Lynch. Pero todo se complica cuando se viene de un lugar y una cultura, al menos para nosotros, tan exótica. Desde Tailandia llega nuestro buen amigo Apichatpong Weerasethakul con su film Tropical Malady. El director nos hablará del amor, de los mitos, de los recuerdos, de la fantasía. Asistiremos a un relato dividido en dos partes bien diferenciadas. Abrirá el telón con una frase de Ton Nakajima que nos dice “todos nosotros somos, por naturaleza, bestias salvajes. Nuestro deber como seres humanos es convertirnos en amaestradores que mantienen a sus animales bajo control e incluso a enseñarles tareas ajenas a su bestialidad”. Sale el fundido a negro y vemos un grupo de soldados hablar y sacarse fotos con un cadáver. ¿Serán esas las bestias salvajes que hace mención Nakajima? ¿O será ese hombre desnudo que atraviesa el bosque mientras suena una canción de fondo? ¿Será el mismo que aparecería muerto después? Muchas preguntas para pocas respuestas. 

A partir de ahí conoceremos un poco más a Keng, un soldado que patrulla el bosque y que empezará a tener un amorío con Tong, un campesino del pueblo. El director nos contará esa historia de modo lineal. Una especie de primer amor de juegos casi infantiles. Nos mostrará esa relación entre dos hombres con la normalidad que tendría que ser siempre. Ellos en el cine, en el karaoke, cenando, visitando cuevas y escuchando leyendas familiares, algo que el director nos mostrará un par de años después en otro film que ya hemos trabajado aquí: El tío Boonme recuerda sus vidas pasadas. Una fotografía natural y la cámara como testigo de esos encuentros. En cada encuadre habrá algún detalle bien típico del cine de autor, donde tendremos primeros planos magistrales, especialmente en la segunda parte del film. Habrá también algunos pequeños travellings muy bien logrados. Y también guiños que nos llamarán la atención, como esas miradas a cámara de Keng mientras pasan los créditos, como dando a entender que tenemos que estar preparados y con los ojos bien abiertos. La banda sonora será perfecta. Habrá música moderna, pero lo que más nos llamará la atención son los perfectos sonidos del viento, del bosque y del tránsito en la ciudad. Veremos a Tong desaparecer en la oscuridad de ese bosque y todo se transformará en recuerdos. Y será el comienzo de una segunda parte diferente. Un dibujo de un tigre y la historia de un chamán que podía convertirse en varias criaturas y hasta transformarse en tigre para ahuyentar a los viajeros. En el medio, veremos una mujer con cola de tigre que nos dará un indicio de que entramos en el otro mundo. 

Será el momento de adentrarse en ese bosque, con esas tonalidades de verdes perfectamente mostradas por la lente. Será la inmensidad de la naturaleza frente a lo pequeño del ser humano. Será la leyenda de la desaparición de aldeanos y animales ante un monstruo que nadie conoce. Seguiremos a un soldado, que es el mismo actor pero a ciencia cierta no sabemos si es Keng, penetrar en ese mundo donde los monos hablan, los supuestos fantasmas aparecen desnudos, las almas de las vacas muertas salen a la luz, los árboles se iluminan y el tigre persigue al hombre y viceversa. Es la naturaleza en su máxima expresión. Nos introduciremos en ese universo tan mágico pero a la vez con una atmósfera asfixiante. No habrá casi diálogo. Será otra película. Cine experimental lo llamarán los idealistas de los géneros. Asistiremos maravillados a esos minutos finales tan poderosamente visuales como enigmáticos. El cara a cara. El tigre y el hombre, en un plano de los más bellos que esta persona recuerde. ¿Tong y Keng, nos preguntaremos nosotros? El recuerdo del ya no ser. “Una criatura que solo existe por los recuerdos de otro” se escucha y se nos paran las antenas. ¿Es Tong el que deambula por los bosques? ¿Será su espíritu el que atrae al soldado hasta allí? ¿Es la segunda parte lo real y todo lo anterior fue sueño? Seguimos sin encontrar muchas respuestas, sólo nos dedicamos a disfrutar de lo que hemos visto y a pensar que el amor quizás es nuestro mejor camuflaje.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO WEERASETHAKUL

 


Nació en Bangkok, Tailandia el 16 de julio de 1970. Se licenció como Arquitecto y más adelante hizo un máster en Bellas Artes en una Universidad de Chicago. Empezó realizando cortos hasta llegar a su primer largometraje en el año 2000: Mysterious Object at Noon, un documental que mezcla realidad y ficción recorriendo pueblos rurales de Tailandia con un mito sobre un relato insólito. En 2002 llegó Sud sanaeha (Blissfully Yours), una historia de amor entre una activa trabajadora de fábrica y un minimalista inmigrante ilegal, en la jungla de Tailandia. 

Al año siguiente realiza Las aventuras de Iron Pussy, una comedia sobre una travesti que es llamada por el Primer Ministro para realizar una importante misión. Luego es el turno de Tropical Malady con el que gana el Gran Premio del jurado en Cannes. En 2006 rueda Síndromes y un siglo, otra obra extraña inspirada en la historia de amor real de los padres del director, ambos médicos, y los recuerdos del propio director. Luego de varios cortos, vuelve a filmar un largometraje con El hombre que podía recordar sus vidas pasadas (Tío Boonme), con el que logra la Palma de Oro en Cannes. 


Luego realiza el documental Mekong Hotel, sobre el hotel que está situado en el Noreste de Tailandia, en la frontera con Laos y vuelve a jugar con la realidad y la ficción. En 2015 llega Cementerio de esplendor, otra obra surrealista donde se mezclan el amor, los sueños y los fantasmas. Para este año estaba planeado su primer film con actores más reconocidos. Se titularía Memoria y tendría como protagonista a Tilda Swinton, como una mujer escocesa que viaja por la selva de Colombia y empieza a notar sonidos extraños. Veremos que nos trae de nuevo el amigo “Joe”, como lo bautizaron fuera de su país.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Sud pralad (Tropical Malady)

Año: 2004

Duración: 118 min.

País: Tailandia

Dirección: Apichatpong Weerasethakul

Guion: Apichatpong Weerasethakul

Fotografía: Jarin Pengpanitch, Vichit Tanapanitch, Jean-Louis Vialard

Reparto: Banlop Lomnoi, Sakda Kaewbuadee, Sirivech Jareonchon, Udom Promma

miércoles, 28 de junio de 2017

TIO BOONMEE RECUERDA SUS VIDAS PASADAS - LUNG BOONMEE RALUEK CHAT


EDITORIAL

Hojas que caen desparramándose en el suelo. Árboles que con sus ramas escalan hasta el infinito. Cielos que reflejan el futuro del universo. Nubes que chocan en busca de alguna conexión divina. Gotas que caen para cristalizar la tierra. Cantos que se oyen desde los cuatro puntos cardinales. Ojos que buscan amores correspondidos. Aromas que florecen desde lo más profundo de la tierra. Versos que escupen frases poéticas. Guitarras que aúllan verdades. Sonrisas que vencen cualquier enojo. Caricias que tocan el alma. Relojes que no desesperan. Naturaleza viva. Naturaleza humana.
La calma que precede a la tormenta. El caos como consecuencia de todo. La violencia como antídoto salvaje.


Miradas que huyen de persecuciones siniestras. Voces que gritan historias sin final. Miedos que callan a los más débiles. Egos que celebran victorias inmorales. Culturas mutiladas por el paso de los años. Especies extinguidas por la avaricia de los más poderosos. Bosques desmantelados como hojas de papel. Mares contaminados por un puñado de billetes. Corazones que sangran por adioses incomprensibles. Sitios que se encuentran cara a cara con la muerte. Playas devastadas por tsunamis rencorosos. Ciudades enterradas por bombardeos mesiánicos... Naturaleza muerta, naturaleza humana.
Causa y efecto. Nuestro karma…

Marcelo De Nicola.-

Canción elegida para la editorial


Seguimos con el karma



IMPRESIONES SOBRE TIO BOONME RECUERDA SUS VIDAS PASADAS



Fue el escritor y poeta Michael Houellebecq quien reprodujera alguna vez aquella pregunta formulada por el psiquiatra francés Jean Didier Vincent que cuestionaba con lucidez la costumbre de los roedores. Preguntaba entonces Vincent: ¿Qué es lo que hace una rata al despertar? Olisquear. Como ya hemos charlado más de una vez en este foro, los que hacemos este programa, creemos ver aquel destello chispeante y prometedor que es la inteligencia no en las respuestas, sino en las preguntas. Uno responde desde la memoria, las preguntas, sin embargo surgen del instinto. Olfatear, husmear, preguntar no es otra cosa que desconfiar. Cuestionar aquello que nuestros ojos ven, que nuestras manos palpan, cuestionar a las malditas rectas, a los colores que mienten rojos o amarillos, cuestionar cada limite, cada nota, cada palabra. Cuestionar para construir lo que derribaremos mañana. A principios del siglo pasado, Máximo Gorki escribía en su obra “Los bajos Fondos” que un hombre puede creer o no creer, eso es cosa suya. Porque es su propia vida la que apuesta por la fe, la incredulidad, el amor y la inteligencia. Y no hay sobre la tierra otra verdad más grande para el espíritu humano que esta gloriosa y humilde condición. 


El hombre arriesga su propia vida cada vez que elige y eso lo hace libre. Y esa libertad es el único lugar que debemos buscar dentro de este mundo que duerme en el arrullo constante de aquellas leyes que como el más triste de los prospectos nos enseña la libertad. La película que hoy nos reúne, del mítico director tailandés Apichatpong Weerasethakul, manejará esta misma idea de libertad desde su inicio. La oscuridad se quebrará primero desde el sonido. Oiremos, pájaros, insectos, la selva. Vendrán luego las imágenes. Un buey amarrado a un árbol mientras sus dueños comen al aire libre. El buey lucha por soltarse y lo logra. El animal corre por instinto pero a los pocos metros se detiene sin saber qué hacer con aquella libertad jamás experimentada. El hombre lo atrapa. La cinta trabajará durante todo su devenir, este concepto de intentar liberar los sentidos, las culpas, los karmas. Aparecerá aquella idea budista de la causa y el efecto. Aparecerán fantasmas, algunos de aspecto temible, que vendrán a contarnos sobre aquello que no vemos, que no sentimos. 


El film buscará romper estructuras establecidas e impuestas todo el tiempo. Desde el convencionalismo genérico se quebrará aquella idea de presentación de personajes típicas del género de terror, desde lo narrativo, veremos un quiebre en ciertas secuencias que tomaran el formato de leyendas, quebrando no solo la estética, sino también el verosímil planteado por el director. La fotografía será muy cuidada, planteando cuadros armónicamente compuestos y equilibrados. Las tomas, en general, serán largas, rompiendo allí también el dinamismo establecido por el cine comercial propio de la industria. Estaremos casi dos horas frente a un film metafórico, que hará referencias a códigos de una cultura que no es la nuestras. Quizás a veces quedaremos afuera de los conceptos allí expuestos, pero esto no será un inconveniente para el disfrute. Prevalecerá con suerte aquella seductora sensación del sonido de los cimientos de nuestros sentidos al romperse. Nos creeremos libres, aunque sea por un instante.-

Lucas Itze.- 

Canción post impresiones


También sonó este gran tema de ANIMAL


Y nos despedimos con esto



FICHA TÉCNICA

Título original: Lung Boonmee raluek chat (Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives)
Año: 2010
Duración: 113 min.
País: Tailandia
Director: Apichatpong Weerasethakul
Guion: Apichatpong Weerasethakul
Música: Varios
Fotografía: Yukontorn Mingmongkon, Charin Pengpanich, Sayombhu Mukdeeprom
Reparto: Thanapat Saisaymar, Jenjira Pongpas, Sakda Kaewbuadee, Natthakarn Aphaiwonk,  Geerasak Kulhong, Kanokporn Thongaram, Samud Kugasang, Wallapa Mongkolprasert, Sumit Suebsee, Vien Pimdee

SINOPSIS


El Tío Boonmee sufre una insuficiencia renal aguda y decide acabar sus días entre los suyos en el campo. Sorprendentemente, los fantasmas de su mujer muerta y de su hijo desaparecido se le aparecen y lo toman bajo sus alas. Mientras medita sobre los motivos de su enfermedad, Boonmee atraviesa la jungla con su familia hasta llegar a una cueva en la cima de una colina, el lugar donde vino por primera vez al mundo.