SINOPSIS
Una familia americana, compuesta por el doctor Ben
MacKenna (James Stewart), su mujer (Doris Day) y su hijo Hank, está pasando
unas vacaciones en Marruecos. Tras la muerte de un espía en brazos de Ben,
mientras visitaban el mercado de Marrakech, el matrimonio descubre que su hijo
ha sido secuestrado. Sin saber en quién confiar, los MacKenna se ven envueltos
en una angustiosa pesadilla que tiene que ver con una operación de espionaje
internacional. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
En un mundo carente de absolutos ¿cómo podríamos afirmar
entonces que sabemos demasiado? ¿Cómo
cuantificar el saber si se desgrana inaprensible, inabarcable entre los
inquietos dedos del conocimiento? ¿Cómo afirmar que sabemos si lo único que hay
es que nada es lo que sabemos? Saber demasiado, nos acerca inevitablemente al
único límite concreto con el que nos encontraremos en este camino que no es otro que la muerte. Solo en la
muerte aquel calificativo sobre el saber tendrá valor alguno ¿Será la muerte un
absoluto, aquella tabla que flota desafiante entre la intempestiva marea de la
duda o será una de las tantas convenciones que alimentan aquel dispositivo
heredado del que nos servimos para afirmar o negar algo; para centrarnos en un
objeto y darlo por aprendido, por abarcado, por sabido? De todos modos, el
saber y su difícil cuantificación siempre coloca en una posición de
superioridad a su poseedor frente al que menos sabe. No saber nos somete y nos
resta posibilidades en un mundo que sabe, o que afirma saber frente al
desconcierto popular.
En esta misma línea, podríamos decir que están los que
saben y por ello los útiles, los capaces, los imprescindibles, y por debajo,
entonces, asomaran los que no saben, los esclavos de su ignorancia. Oficiará
aquí el saber, y cuando digo aquí hablo del orden social, de la organización de
masa, como un selectivo natural que otorgará identidad en su construcción. Uno
es porque sabe. Yo soy doctor, yo soy sociólogo y si no sé no soy. En aquella
naturalidad selectiva, asomará claramente el poder. ¿Existirá un solo saber, un
solo objetivo al que se tienda y sobre el cual cuantificar nuestro
conocimiento? ¿Habrá una única manera de saber, de obtener discernimiento de
forma tal que podamos afirmar sin ningún temor a la duda que alguien sabe o no
sabe? ¿Podremos pensar al saber fuera de la estructura preestablecida,
artificial y heredada del conocimiento para así huir lo más lejos posible de
aquella figura sometedora, castradora, dictatorial y por eso impuesta de la
mujer o el hombre que sabe demasiado?
Lucas Itze.-
Canción elegida para la editorial
IMPRESIONES
SOBRE EL HOMBRE QUE SABÍA DEMASIADO
La intriga muchas veces forma parte de un juego lúdico
donde cada uno acepta el papel que le toca. Es incontable la cantidad de veces
que uno esperó un tiempo que pareció eterno para obtener una respuesta a alguna
determinada pregunta. Una adivinanza quizás suene como un juego hermosamente
morboso, tratando de ver cuánto tiempo alguien puede aguantar en ese ficticio
ring sin tirar la toalla. Desde los medios han ampliado el concepto hasta
límites exacerbantes. Los conductores amplifican ese modelo en forma de tandas
publicitarias eternas. Las series, hoy las amas del mercado, lograron que ese
suspenso se prolongue de capítulo en capítulo para que uno deje el cerebro
siempre prendido y las ganas de saber lo que viene hará el resto. Pero si hubo
alguien que entendió el juego como nadie y fue el padre de todo lo que vino
después, ese fue Alfred Hitchcock.
El británico claramente no inventó el término ni mucho menos pero fue el que
más aprovechó para utilizar todos los elementos que tiene el cine para crear
ese tipo de suspenso y que el espectador quede atornillado a la butaca hasta
que se resuelva el misterio. Como no podía ser de otra manera, El hombre que
sabía demasiado cumple con esos requisitos. El film de 1956 es una remake del
propio director que se rodó 22 años antes. En su famosa entrevista con el
célebre François Truffaut le
confiesa que la primera versión es la
obra de un principiante con talento, y la segunda, la de un profesional.
Esta vez, el guion será escrito por John
Michael Hayes, habitual colaborador de Alfred.
Este será lineal y el film
empezará como una historia apta para todo público, gracias a la participación
de Doris Day, la estrella femenina
de esa época, quien era reconocida por sus papeles alegres como madre de
familia. Algo que también interpreta aquí, donde da vida a Josephine (o Jo), una
cantante que deja su carrera para acompañar a su marido, el médico Ben
McKenna (interpretado por James
Stewart) pero a lo largo del film se verá un cambio en ella. La película
contará con los tres actos aristotélicos. Desde el comienzo el director nos
dará un indicio de que la música, y en especial el choque de unos platillos,
pueden resultar fundamentales para la trama. Empezaremos en Marruecos donde la
pareja irá a pasar unas vacaciones con su hijo Hank. Allí conoceremos a
los personajes, donde aparecerán un francés que actúa de una forma bastante
particular y un matrimonio llamativamente amistoso. Luego se desarrollará el
conflicto, en el que el hijo de la pareja será secuestrado y la acción se
trasladará de Marruecos a Londres, donde se decidirá la resolución del mismo.
El maestro llevará este conflicto de menor a mayor. Creará a lo largo del
metraje unos giros propios del género pero más propios de su talento.
Encontrará en el montaje de George
Tomasini y en la banda musical del genial Bernard Herrmann a sus mejores aliados. Sin dudas, el summum del film es el momento donde el
asesino a sueldo tiene que esperar el choque de los platillos para dispararle a
su víctima. El combo plano-montaje-música en esa escena y sobre todo en la
resolución del trance, en la que a medida que los planos se van alejando del
sitio donde la protagonista canta, el timbre de su voz se hace más lejano, es
sencillamente magistral. Ese es el toque hitchcockiano
del film, lo que hace la marca registrada del director. También contaremos con
una excelente fotografía de Robert Burks
y la composición de planos y encuadres son propios de su filmografía. Nosotros
también preferimos hacer foco en uno de los personajes protagonistas de la
película. Si bien el título hace referencia a un hombre, desde estas huestes
creemos que la gran encargada de develar y poner las bases para la solución del
problema, es Josephine. Ya que es su personaje, quien desconfía del francés del
autobús y de la amistosa pareja. También es ella la que descubre donde puede
estar su hijo, donde se producirá el atentado y es quien gritará en el momento
cumbre para intentar cambiar todo. Será entonces ella la heroína silenciosa. En
ella confiaremos y gracias a su instinto, entenderemos que no todas las
supersticiones traen mala suerte.
Marcelo De Nicola.-
Canción post impresiones
UNIVERSO
HITCHCOCK
Nació el 13 de agosto de 1899 en el seno de una familia
católica de Leytonstone, Inglaterra. Durante su infancia, en la escuela estudió
mecánica, electricidad, acústica y navegación y más adelante, arte en la
Universidad de Londres. Se acercó al mundo del cine cuando arrancó a trabajar
como diseñador de subtítulos para una empresa entre 1919 y 1922. Allí también
trabajaría como ayudante, decorador, guionista o productor. En 1922 fue por
primera vez ayudante de dirección de Hugh
Croise, y por motivos nunca esclarecidos, terminó siendo su primera vez
bajo la dirección. La película era Always
Tell Your Life. Poco después dirigió "Mrs. Peabody" pero no pudo finalizarla por problemas
financieros del estudio, mientras, adaptaba el guion de "Woman to Woman" de Grahan Cutts. Su primera película oficial como director fue “El Jardín De La Alegría” en 1925.
Empezó a plasmar su estilo dos años después con el film El Enemigo De Las Rubias (The Lodger). Durante la etapa muda,
algunos de sus films más reconocidos fueron El Ring, Easy Virtue o La Esposa del Granjero. Su primer film
sonoro fue La Muchacha de Londres en
1929. Por esos años se casaba con la guionista (y luego una de sus grandes
colaboradoras) Alma Reville y en
1928 nacía su hija Patricia. Los
títulos más importantes de la década del ´30 fueron El hombre que sabía demasiado, Los
39 escalones, Sabotaje, Inocencia y Juventud y Alarma en el Expreso. En 1940,
Hitchcock fue contratado por el productor estadounidense David O. Selznick para adaptar de nuevo a la escritora Daphne de Maurier en “Rebeca” (1940), una sensacional
película protagonizada por Joan Fontaine
y Laurence Olivier que fue
galardonada con el Oscar al mejor film del año. Hitchcock por primera vez fue
nominado como mejor director, cayendo ante John
Ford por Las Uvas de la Ira.
En
los años 40 Hitchcock dirigió películas como Enviado Especial (1940), Sospecha
(1941), Matrimonio Original (1941), Sabotaje (1942), La Sombra De Una Duda (1943), Náufragos
(1944), Recuerda (1945) (para estas
dos fue nominado como mejor director nuevamente), Encadenados (1946), El
Proceso Paradine (1947), La Soga
(1948) y Atormentada (1949). La
década del ´50 lo encuentra dirigiendo algunos de sus clásicos Pánico En La Escena (1950), Extraños En Un Tren (1951), Yo Confieso (1953), Crimen Perfecto (1954), La Ventana Indiscreta (1954), Atrapa a Un Ladrón (1955), Pero… ¿Quién Mató a Harry? (1955), un
remake de su propia película El Hombre
Que Sabía Demasiado (1956), Falso
Culpable (1957), Vértigo (1958)
y Con La Muerte En Los Talones
(1959). A mediados de la década de los 50 también se estrenó con gran éxito una
serie de televisión llamada “Alfred
Hitchcock Presenta” (1955), con episodios de misterio y suspense dirigidos
por gente como William Witney,
Sydney Pollack, Ida Lupino, Robert Stevenson, Robert Altman,
William Friedkin o Arthur Hiller. En 1960 llega su obra maestra: Psicosis, que tampoco le dio el premio
a mejor director, que fue a parar a manos de Billy Wilder por El
Apartamento.
Los ´60 siguieron con otra obra maestra como Los Pájaros (1963), y luego Marnie, La Ladrona (1964), Cortina Rasgada (1968), película
co-protagonizada por Paul Newman y Julie Andrews, y Topaz (1969). Sus últimas películas rodadas en la década del ´70
fueron Frenesí y La trama. Falleció el 29 de abril de
1980 y dejó planos, películas, escenas y frases para el recuerdo, como algunas
de estas:
“Cuando se narra una historia en el cine, sólo se debe
recurrir al diálogo cuando es imposible contarlo de otra manera”.
“El drama es una vida de la que se han eliminado los
momentos aburridos. Luego, entra en juego la técnica y aquí soy enemigo del
virtuosismo. Hay que sumar la técnica a la acción. No se trata de colocar la
cámara en un ángulo que provoque el entusiasmo del operador. La única cuestión
que me planteo es la de saber si el emplazamiento de la cámara en tal o cual
sitio dará su fuerza máxima a la escena. La belleza de las imágenes, la de los
movimientos, el ritmo, los efectos, todo debe someterse a la acción”.
“No me siento jamás a gusto dentro de lo corriente, de lo
cotidiano”.
“Cuando un actor viene a decirme que quiere discutir su
personaje, le contesto ‘Está en el guión’. Si me pregunta ‘¿Cuál es mi
motivación?’, simplemente le respondo ‘Tu sueldo’”.
“El ‘MacGuffin’ es lo que buscan los espías pero que al
público no le interesa”.
“Nunca he dicho que los actores sean ganado. Dije que
habían que tratarlos como ganado”.
“Incluso mis fracasos han hecho dinero y se han hecho
clásicos un año después de rodarlos”.
“Los críticos tienden a valorar más la calidad literaria
de una película que su calidad cinematográfica”.
“La televisión ha devuelto al crimen a su origen: el
hogar”.
“Algunas películas son trozos de vida, las mías son
pedazos de pastel”.
“La violencia en la pantalla incrementa la violencia en
los individuos, sólo si ellos ya poseían mentes enfermas”.
”Si una película está conseguida, un héroe de película debe
convertirse en nuestro hermano o en nuestro enemigo”.
FICHA
TÉCNICA
Título original: The Man Who Knew Too Much
Año: 1956
Duración: 120 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Alfred Hitchcock
Guion: John Michael Hayes
Música: Bernard Herrmann
Fotografía: Robert Burks
Reparto: James Stewart, Doris Day, Brenda De Banzie,
Bernard Miles, Ralph Truman, Daniel Gélin, Mogens Wieth, Alan Mowbray, Hillary
Brooke, Christopher Olsen, Reggie Nalder, Richard Wattis, Noel Willman, Alix
Talton, Yves Brainville, Carolyn Jones.