lunes, 15 de julio de 2019

EL HOMBRE QUE SABÍA DEMASIADO - THE MAN WHO KNEW TOO MUCH



SINOPSIS

Una familia americana, compuesta por el doctor Ben MacKenna (James Stewart), su mujer (Doris Day) y su hijo Hank, está pasando unas vacaciones en Marruecos. Tras la muerte de un espía en brazos de Ben, mientras visitaban el mercado de Marrakech, el matrimonio descubre que su hijo ha sido secuestrado. Sin saber en quién confiar, los MacKenna se ven envueltos en una angustiosa pesadilla que tiene que ver con una operación de espionaje internacional. (FILMAFFINITY)

EDITORIAL

En un mundo carente de absolutos ¿cómo podríamos afirmar entonces que sabemos demasiado?  ¿Cómo cuantificar el saber si se desgrana inaprensible, inabarcable entre los inquietos dedos del conocimiento? ¿Cómo afirmar que sabemos si lo único que hay es que nada es lo que sabemos? Saber demasiado, nos acerca inevitablemente al único límite concreto con el que nos encontraremos en este camino  que no es otro que la muerte. Solo en la muerte aquel calificativo sobre el saber tendrá valor alguno ¿Será la muerte un absoluto, aquella tabla que flota desafiante entre la intempestiva marea de la duda o será una de las tantas convenciones que alimentan aquel dispositivo heredado del que nos servimos para afirmar o negar algo; para centrarnos en un objeto y darlo por aprendido, por abarcado, por sabido? De todos modos, el saber y su difícil cuantificación siempre coloca en una posición de superioridad a su poseedor frente al que menos sabe. No saber nos somete y nos resta posibilidades en un mundo que sabe, o que afirma saber frente al desconcierto popular. 


En esta misma línea, podríamos decir que están los que saben y por ello los útiles, los capaces, los imprescindibles, y por debajo, entonces, asomaran los que no saben, los esclavos de su ignorancia. Oficiará aquí el saber, y cuando digo aquí hablo del orden social, de la organización de masa, como un selectivo natural que otorgará identidad en su construcción. Uno es porque sabe. Yo soy doctor, yo soy sociólogo y si no sé no soy. En aquella naturalidad selectiva, asomará claramente el poder. ¿Existirá un solo saber, un solo objetivo al que se tienda y sobre el cual cuantificar nuestro conocimiento? ¿Habrá una única manera de saber, de obtener discernimiento de forma tal que podamos afirmar sin ningún temor a la duda que alguien sabe o no sabe? ¿Podremos pensar al saber fuera de la estructura preestablecida, artificial y heredada del conocimiento para así huir lo más lejos posible de aquella figura sometedora, castradora, dictatorial y por eso impuesta de la mujer o el hombre que sabe demasiado?  

Lucas Itze.-

Canción elegida para la editorial



IMPRESIONES SOBRE EL HOMBRE QUE SABÍA DEMASIADO


La intriga muchas veces forma parte de un juego lúdico donde cada uno acepta el papel que le toca. Es incontable la cantidad de veces que uno esperó un tiempo que pareció eterno para obtener una respuesta a alguna determinada pregunta. Una adivinanza quizás suene como un juego hermosamente morboso, tratando de ver cuánto tiempo alguien puede aguantar en ese ficticio ring sin tirar la toalla. Desde los medios han ampliado el concepto hasta límites exacerbantes. Los conductores amplifican ese modelo en forma de tandas publicitarias eternas. Las series, hoy las amas del mercado, lograron que ese suspenso se prolongue de capítulo en capítulo para que uno deje el cerebro siempre prendido y las ganas de saber lo que viene hará el resto. Pero si hubo alguien que entendió el juego como nadie y fue el padre de todo lo que vino después, ese fue Alfred Hitchcock. El británico claramente no inventó el término ni mucho menos pero fue el que más aprovechó para utilizar todos los elementos que tiene el cine para crear ese tipo de suspenso y que el espectador quede atornillado a la butaca hasta que se resuelva el misterio. Como no podía ser de otra manera, El hombre que sabía demasiado cumple con esos requisitos. El film de 1956 es una remake del propio director que se rodó 22 años antes. En su famosa entrevista con el célebre François Truffaut le confiesa que la primera versión es la obra de un principiante con talento, y la segunda, la de un profesional. Esta vez, el guion será escrito por John Michael Hayes, habitual colaborador de Alfred. 


Este será lineal y el film empezará como una historia apta para todo público, gracias a la participación de Doris Day, la estrella femenina de esa época, quien era reconocida por sus papeles alegres como madre de familia. Algo que también interpreta aquí, donde da vida a Josephine (o Jo), una cantante que deja su carrera para acompañar a su marido, el médico Ben McKenna (interpretado por James Stewart) pero a lo largo del film se verá un cambio en ella. La película contará con los tres actos aristotélicos. Desde el comienzo el director nos dará un indicio de que la música, y en especial el choque de unos platillos, pueden resultar fundamentales para la trama. Empezaremos en Marruecos donde la pareja irá a pasar unas vacaciones con su hijo Hank. Allí conoceremos a los personajes, donde aparecerán un francés que actúa de una forma bastante particular y un matrimonio llamativamente amistoso. Luego se desarrollará el conflicto, en el que el hijo de la pareja será secuestrado y la acción se trasladará de Marruecos a Londres, donde se decidirá la resolución del mismo. El maestro llevará este conflicto de menor a mayor. Creará a lo largo del metraje unos giros propios del género pero más propios de su talento. 


Encontrará en el montaje de George Tomasini y en la banda musical del genial Bernard Herrmann a sus mejores aliados. Sin dudas, el summum del film es el momento donde el asesino a sueldo tiene que esperar el choque de los platillos para dispararle a su víctima. El combo plano-montaje-música en esa escena y sobre todo en la resolución del trance, en la que a medida que los planos se van alejando del sitio donde la protagonista canta, el timbre de su voz se hace más lejano, es sencillamente magistral. Ese es el toque hitchcockiano del film, lo que hace la marca registrada del director. También contaremos con una excelente fotografía de Robert Burks y la composición de planos y encuadres son propios de su filmografía. Nosotros también preferimos hacer foco en uno de los personajes protagonistas de la película. Si bien el título hace referencia a un hombre, desde estas huestes creemos que la gran encargada de develar y poner las bases para la solución del problema, es Josephine. Ya que es su personaje, quien desconfía del francés del autobús y de la amistosa pareja. También es ella la que descubre donde puede estar su hijo, donde se producirá el atentado y es quien gritará en el momento cumbre para intentar cambiar todo. Será entonces ella la heroína silenciosa. En ella confiaremos y gracias a su instinto, entenderemos que no todas las supersticiones traen mala suerte.
                              
Marcelo De Nicola.-

Canción post impresiones


UNIVERSO HITCHCOCK


Nació el 13 de agosto de 1899 en el seno de una familia católica de Leytonstone, Inglaterra. Durante su infancia, en la escuela estudió mecánica, electricidad, acústica y navegación y más adelante, arte en la Universidad de Londres. Se acercó al mundo del cine cuando arrancó a trabajar como diseñador de subtítulos para una empresa entre 1919 y 1922. Allí también trabajaría como ayudante, decorador, guionista o productor. En 1922 fue por primera vez ayudante de dirección de Hugh Croise, y por motivos nunca esclarecidos, terminó siendo su primera vez bajo la dirección. La película era Always Tell Your Life. Poco después dirigió "Mrs. Peabody" pero no pudo finalizarla por problemas financieros del estudio, mientras, adaptaba el guion de "Woman to Woman" de Grahan Cutts. Su primera película oficial como director fue “El Jardín De La Alegría” en 1925. Empezó a plasmar su estilo dos años después con el film El Enemigo De Las Rubias (The Lodger). Durante la etapa muda, algunos de sus films más reconocidos fueron El Ring, Easy Virtue o La Esposa del Granjero. Su primer film sonoro fue La Muchacha de Londres en 1929. Por esos años se casaba con la guionista (y luego una de sus grandes colaboradoras) Alma Reville y en 1928 nacía su hija Patricia. Los títulos más importantes de la década del ´30 fueron El hombre que sabía demasiado, Los 39 escalones, Sabotaje, Inocencia y Juventud y Alarma en el Expreso. En 1940, Hitchcock fue contratado por el productor estadounidense David O. Selznick para adaptar de nuevo a la escritora Daphne de Maurier en “Rebeca” (1940), una sensacional película protagonizada por Joan Fontaine y Laurence Olivier que fue galardonada con el Oscar al mejor film del año. Hitchcock por primera vez fue nominado como mejor director, cayendo ante John Ford por Las Uvas de la Ira


En los años 40 Hitchcock dirigió películas como Enviado Especial (1940), Sospecha (1941), Matrimonio Original (1941), Sabotaje (1942), La Sombra De Una Duda (1943), Náufragos (1944), Recuerda (1945) (para estas dos fue nominado como mejor director nuevamente), Encadenados (1946), El Proceso Paradine (1947), La Soga (1948) y Atormentada (1949). La década del ´50 lo encuentra dirigiendo algunos de sus clásicos Pánico En La Escena (1950), Extraños En Un Tren (1951), Yo Confieso (1953), Crimen Perfecto (1954), La Ventana Indiscreta (1954), Atrapa a Un Ladrón (1955), Pero… ¿Quién Mató a Harry? (1955), un remake de su propia película El Hombre Que Sabía Demasiado (1956), Falso Culpable (1957), Vértigo (1958) y Con La Muerte En Los Talones (1959). A mediados de la década de los 50 también se estrenó con gran éxito una serie de televisión llamada “Alfred Hitchcock Presenta” (1955), con episodios de misterio y suspense dirigidos por gente como William Witney, Sydney Pollack, Ida Lupino, Robert Stevenson, Robert Altman, William Friedkin o Arthur Hiller. En 1960 llega su obra maestra: Psicosis, que tampoco le dio el premio a mejor director, que fue a parar a manos de Billy Wilder por El Apartamento


Los ´60 siguieron con otra obra maestra como Los Pájaros (1963), y luego Marnie, La Ladrona (1964), Cortina Rasgada (1968), película co-protagonizada por Paul Newman y Julie Andrews, y Topaz (1969). Sus últimas películas rodadas en la década del ´70 fueron Frenesí y La trama. Falleció el 29 de abril de 1980 y dejó planos, películas, escenas y frases para el recuerdo, como algunas de estas:

“Cuando se narra una historia en el cine, sólo se debe recurrir al diálogo cuando es imposible contarlo de otra manera”.
“El drama es una vida de la que se han eliminado los momentos aburridos. Luego, entra en juego la técnica y aquí soy enemigo del virtuosismo. Hay que sumar la técnica a la acción. No se trata de colocar la cámara en un ángulo que provoque el entusiasmo del operador. La única cuestión que me planteo es la de saber si el emplazamiento de la cámara en tal o cual sitio dará su fuerza máxima a la escena. La belleza de las imágenes, la de los movimientos, el ritmo, los efectos, todo debe someterse a la acción”.
“No me siento jamás a gusto dentro de lo corriente, de lo cotidiano”.
“Cuando un actor viene a decirme que quiere discutir su personaje, le contesto ‘Está en el guión’. Si me pregunta ‘¿Cuál es mi motivación?’, simplemente le respondo ‘Tu sueldo’”.
“El ‘MacGuffin’ es lo que buscan los espías pero que al público no le interesa”.
“Nunca he dicho que los actores sean ganado. Dije que habían que tratarlos como ganado”.
“Incluso mis fracasos han hecho dinero y se han hecho clásicos un año después de rodarlos”.
“Los críticos tienden a valorar más la calidad literaria de una película que su calidad cinematográfica”.
“La televisión ha devuelto al crimen a su origen: el hogar”.
“Algunas películas son trozos de vida, las mías son pedazos de pastel”.
“La violencia en la pantalla incrementa la violencia en los individuos, sólo si ellos ya poseían mentes enfermas”.
”Si una película está conseguida, un héroe de película debe convertirse en nuestro hermano o en nuestro enemigo”.

FICHA TÉCNICA

Título original: The Man Who Knew Too Much
Año: 1956
Duración: 120 min.
País: Estados Unidos
Dirección: Alfred Hitchcock
Guion: John Michael Hayes
Música: Bernard Herrmann
Fotografía: Robert Burks
Reparto: James Stewart, Doris Day, Brenda De Banzie, Bernard Miles, Ralph Truman, Daniel Gélin, Mogens Wieth, Alan Mowbray, Hillary Brooke, Christopher Olsen, Reggie Nalder, Richard Wattis, Noel Willman, Alix Talton, Yves Brainville, Carolyn Jones.

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