SINOPSIS
Los habitantes de
un campo de refugiados del Kurdistán iraquí buscan desesperadamente una antena
parabólica para poder estar informados del inminente ataque americano contra
Irak. Los niños del campamento, liderados por un chico al que llaman
"Satélite", se dedican a la recogida y venta de minas antipersona.
Nuevos refugiados llegan al lugar: un joven mutilado, su hermana y un niño pequeño.
Satélite quedará prendado de la triste belleza de la joven. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Muerte,
distancia, miseria, oscuridad, frialdad, hambre. Angustia, miedo, amputación,
destrucción, desolación. Soledad, desamparo y dolor. Profundo dolor. Solamente
de eso se trata la guerra. Shakespeare escribió que la herida más profunda es
la que no se ve. Allí entre el barro están los rostros de los niños y las
niñas, con sus oídos aturdidos, con su sangre aun cayendo. En sus miradas
distantes, aquella que mira sin ver, está la herida más profunda, la más
terrible y mortal de todas, la que deja la siniestra amputación de la infancia
y la inocencia. Por lo general usamos este momento para hablarte a vos
intentando comunicar algo de belleza a través del uso de las palabras. Lo
siento amigos, hoy no creo en las metáforas. Los hijos de puta están allí afuera
conspirando, haciendo su labor con prolijidad, con esmero y lo que es más
terrible, con una eficiencia que nosotros nunca supimos sostener. Hoy es algo
personal. Hoy es el momento de hacerse cargo, de hacer nuestra parte, de por lo
menos hacerles el camino más difícil. Mientras estamos aquí, ahora hablando,
los hijos de puta preparan sus aviones
para que vacíen sus vientres llenos de muerte sobre el medio oriente. Están
allí, sometiendo económicamente a los más débiles, llevándose el pastel pero
también las migas. Los hijos de puta están ahí, fumando desde la televisión,
vendiéndote la dignidad del hambre.
Te escriben desde sus diarios jugando con
tu mirada como el punto rojo con el gato. Están allí, los muy hijos de puta
creándote una moral, diciéndote lo que es el bien y lo que es el mal,
clavándote el cuchillo en nombre de la libertad, ordenándote que se lo claves a
tu hermano en nombre de la superioridad, del estatus social y la meritocracia.
Esos tipos son claramente los hijos de puta y van por todo, y todo también sos
vos. Y acá no hay juegos de palabra porque aquello sería una sutileza. Los
hijos de puta están al descubierto hoy más que nunca, caminando entre nosotros,
sentados a nuestras mesas, contando sus chistes, riendo tu risa. Hijo de puta
es el que mata por la espalda y el que lo autoriza. Es el que te saca la
educación y la salud. Es el que pinta todo de amarillo y a todo le pone
candado. Es el que desfinancia la ciencia y destruye la cultura. Hijo de puta
es el que somete hasta la muerte al más débil, el que desconoce las diferencias
y te quita los derechos. Es el que te saca la comida y mata a tus hijos. Hijo
de puta el hambre, la miseria y la pobreza. Hijo de puta es el que hace la
guerra. Para ellos jamás habrá metáforas, solo resistencia. Esos tipos vivirán
su vida de manera miserable y morirán su muerte sin nunca haber comprendido que
las tortugas
también podemos volar.
Lucas
Itze.-
Canción
elegida para la editorial
IMPRESIONES SOBRE LAS TORTUGAS TAMBIÉN VUELAN
Durante la guerra
fría entre la Unión Soviética y los Estados Unidos el mundo fue testigo de la
lucha por la conquista del espacio. Hacia fines de 1950 ya orbitaban los
primeros satélites, con éxito. Hoy existen cientos de ellos enviándonos información
valiosa y generando una revolución en comunicación como nunca había existido.
Los satélites son lanzados a espacios orbitales determinados y una vez
alcanzado el lugar indicado a ocupar, allí queda cumpliendo la función que se le
ha asignado, siempre en vías de enviar información. Una vez cumplida su vida útil,
quedan orbitando convertidos en basura espacial o pueden desintegrarse
reingresando a la atmósfera. Esta introducción o breve explicación se debe a
que nuestro personaje principal, ese pequeño héroe que protagoniza "Las tortugas también vuelan"
película iraní dirigida por Bahman
Ghobadi, era llamado Satélite.
Este niño de alrededor de 12 años había sido arrojado a ese espacio para
cumplir esa función. Era el líder de aquel campo de refugiados ubicado en las
inmediaciones de Kurdistán por varios motivos.
Era quien instalaba las antenas
para que los pocos televisores de aquel poblado pudieran recibir noticias sobre
la inminente llegada de las tropas estadounidenses a suelo Kurdo. Pero por
sobre todo era aquel niño adulto y responsable quien velaba por decenas de
niños que habían quedado huérfanos y a la deriva huyendo de pueblos y ciudades
aledañas que ya estaban sufriendo las consecuencias de la guerra. El film
comienza con un formato de estilo documental, detallando en esos pequeños
rostros, la situación general que engloba el relato, el rol de cada personaje,
pero sobre todo el de Satélite, quien parece que es el que mejor sabe disimular
ese miedo transformándolo en un carácter duro y determinante. Será él quien
parece que tiene alguna certeza sobre aquella dramática situación bélica y
mediante sus pocas pero suficientes gracias tendrá a todos girando en su órbita,
en busca de información, seguridad o consuelo. Aquí podremos recordar aquel
dicho popular que afirma que en el reino
de los ciegos, el tuerto es el rey. Satélite sabrá algo de antenas y alguna
que otra palabra en inglés y con eso le bastará para ser aquel rey, encargado
de velar por la poca seguridad que pueden llegar a tener aquellos refugiados.
Esa dureza y convicción se verán resquebrajarse con la llegada al refugio de Agrin, esa niña madre, llevando en
brazos al pequeño Riga y acompañada
por su hermano Hengov. Satélite se
enamorará al instante de aquella niña y el film también cambiará su estilo
documental a una más de ficción. La mirada del espectador, a pesar de las imágenes
desgarradoras que seguirán cayendo como cañonazos sin cesar, podrá descansar en
los intentos que tendrá Satélite de acercarse a ella demostrándole todo el
tiempo que lo único que tiene para ofrecerle es la capacidad para protegerla.
El refugio será siempre el amor, Bahman Ghobadi (el director) nos dirá que el
amor es lo único que nos puede salvar. Si encaramos esta película con
intenciones de encontrar buenos y malos en esa guerra hija de puta nos iremos
con las manos vacías y con mucha culpa. La maldita culpa de ser feliz a pesar
de... la maldita culpa de sentarnos a discutir la caridad, la culpa de saludar
a nuestros vecinos y tener que mirarle la cara sabiendo que él espera con
ansias que hoy estallen las bombas en Venezuela. No gente, no queremos guerras,
tengan o no tengan razón, porque la guerra es la no razón y desde esta vereda sí
que no nos mueve nadie. Los chicos con la panza llena y en una cama calentita
cada noche...
Alan
Beneitez.-
Canción
post impresiones
Nació el 1 de
febrero de 1969 en Bané, Irán. Bané es una parte del llamado Kurdistán iraní que limita con Irak.
Luego de la secundaria, empezó a estudiar fotografía en el Iranian Broadcasting College de Teherán pero no terminó la carrera.
Empezó a rodar cortos en 8 mm, aproximadamente unos diez que lo empezaron a
hacer conocido en su país. En 1999 su reconocido compatriota Abbas Kiarostami estaba filmando Se nos llevará el viento en Kurdistán,
cuando él se presentó solicitándole ser su asistente, cosa que Kiarostami
termina aceptando, además de darle un papel como actor en el film. También se
convertiría en el protagonista de la película La pizarra de Samira
Makhmalbaf. En ese 1999 se empieza a hacer conocido por su corto Life in Fog. Un año después llega su
primer largometraje: El tiempo de los
caballos borrachos, la historia de unos niños que viven en la Kurdistán
iraní y se transforman en contrabandistas para poder pagar la operación de uno
de ellos. El film se llevó premios en todo el mundo, destacándose la Cámara de Oro en el prestigioso
festival de Cannes, además de los
festivales de Chicago y Gijón. Esta fue la primera película
hablada en idioma kurdo y significó así la primera película del cine kurdo.
Dos
años después llegó Encallados en Irak,
la historias de unos músicos kurdo-iraníes que buscan a un cantante que cruzó
la frontera al lado iraquí en plena guerra Irán-Irak. Nuevamente premiada en Cannes y Chicago. En 2003 dirige los documentales War is Over y Daf y en
2004 llega Las tortugas también vuelan, con la que logra el premio a mejor
película en el destacado festival de San
Sebastián. Vuelve a levantar el mismo premio dos años después cuando rueda Media luna, la historia de un músico de
la parte del Kurdistán iraní que tiene que ir a tocar con sus diez hijos a la
parte iraquí. A ese viaje se le suma una cantante que vive exiliada en las
montañas, como allí las mujeres no pueden cantar en público ante los hombres,
ella irá oculta en el autobús, en un paseo que tendrá demasiadas dificultades.
En 2009, Ghobadi
realizó Nadie sabe nada de gatos persas,
un semidocumental sobre jóvenes músicos iraníes de rock indie y el mundo
musical underground en Irán. El filme fue rodado sin permiso oficial y en
condiciones precarias. Ante las presiones policiales, Ghobadi tuvo que
marcharse de Irán ese mismo año y se trasladó a los Estados Unidos. La película
ganó en 2009 el premio especial del jurado del Festival de Cannes en la sección Un certain regard, entre otros premios internacionales.
En 2012
llega Temporada de rinocerontes, la
historia de un poeta que es liberado luego de 30 años en prisión y su mujer lo
creer muerto. Por primera vez trabaja con una figura de renombre, ya que la
protagonista en Mónica Bellucci. En
2012 forma parte del film de episodios sobre la religión llamado Palabras con Dios, con directores de la
talla de Emir Kusturica, Alex de la Iglesia, Héctor Babenco, Guillermo Arriaga y Amos Gitai,
entre otros. Su episodio fue titulado Kaboki.
Bajo bandera iraquí, su último film ha sido el documental A Flag Without a Country, donde nos habla sobre los kurdos, la
guerra de Oriente Medio y "Kurdistán", una nación con cerca de 45
millones de habitantes y aún sin patria.
FICHA TÉCNICA
Título original: Lakposhtha
hâm parvaz mikonand (Turtles Can Fly)
Año: 2004
Duración: 95 min.
País: Irán
Dirección: Bahman
Ghobadi
Guion: Bahman
Ghobadi
Música: Housein
Alizadeh
Fotografía: Shahriar
Assadi
Reparto: Avaz
Latif, Soran Ebrahim, Hirsh Feyssal, Saddam Hossein Feysal, Abdol Rahman Karim.
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