lunes, 30 de julio de 2018

CARRETERA PERDIDA - LOST HIGHWAY



EDITORIAL

La niebla trae un poco de luz entre tanta oscuridad. La ruta parece cada vez más desierta y las estrellas se esconden en el cielo. Los recuerdos se vuelven más difusos. Los contornos se hacen cada vez menos visibles. Allá está ella. Sus labios carmín emanan fugaces palabras furiosas. Aparece y desaparece en los sueños como por arte de magia. Me pregunto cuanto hay de realidad y cuanto de imaginación. Sigo conduciendo hacia un destino incierto. Vienen a la mente las últimas palabras ahogadas en un murmullo de viscosa sangre. Temo cerrar los ojos pero recuerdo que estoy manejando hacia quien sabe donde. De repente el parabrisas se transforma en una pantalla. Aparecen nuevamente esos labios echando una bocanada de humo de un cigarrillo al que le quedan pocos segundos de vida. Detrás de la humareda empieza a aparecer su cuerpo danzando eróticamente. 


Sus uñas pintadas amenazan salir de la pantalla y rasguñar la poca vergüenza que me queda. Se balancea frente a mí susurrándome insultos al oído. Las luces de la autopista amagan formar remolinos de sangre a mí alrededor. Su cara comienza a deformarse hacia mil rostros diferentes. Ella como parte de todas. Las gotas de sudor logran empapar mi cuerpo. Es el último pasaje hacia el infierno. Los tambores suenan con más violencia destrozando por completo mis oídos. La música se eleva infinitamente. Mi cabeza parece girar aunque esté en una posición fija. Mis ojos no pueden hacer foco porque las lágrimas cortan los párpados. Se escucha una última risa diabólica envolviendo todo. Unas luces gigantes aparecen para acabar el cuento. Una bocina interminable sonará como canción de despedida. El estallido romperá huesos y los metales se esparcirán en mil pedazos. Será el fin tratando de escapar de mi propio infierno ansiando encontrarte nuevamente en la carretera perdida.
                                                  
Marcelo De Nicola.-

Canción elegida para la editorial


IMPRESIONES SOBRE CARRETERA PERDIDA


Miguel Hernández concluía uno de sus poemas con una poderosa sentencia descripta en los siguientes versos: Ayer, mañana, hoy / Padeciendo por todo / mi corazón, pecera melancólica, / Penal de ruiseñores moribundos. / Me sobra el corazón. Tal como ya hemos discutido en este foro una innumerable cantidad de veces, hoy volveremos, no sin cierto sabor amargo, a decirles a todos ustedes, queridos amigos, que el arte miente. Las obras teatrales mienten en sus puestas, las canciones mienten inocencias y profundidades en cada melodía, Hernández mismo embellece mentiras en la construcción de versos perfectos, este que les habla, no hace más que balbucear mentiras con tono de sólidas verdades de las que descreerá a la vuelta de la primera esquina. Doblaremos entonces la apuesta diciendo que aquellos que ocupan aquel otro lado del binomio comunicacional planteado por cualquier hecho artístico según términos de Wagensberg no son otra cosa sino cómplices. Será entonces el propósito del propio artista no el de convencernos de la veracidad de su truco sino el de complacernos en nuestro deseo de ser engañados. Amparados en aquella fe poética descripta por Samuel Coleridge en 1817 funcionará finalmente la comunicación entre la obra y su espectador. 


En la misma línea de pensamiento, Pablo Picasso definirá al arte como una mentira que nos acerca a la verdad. ¿Pero cuál será aquella verdad? ¿Habrá algo en aquello que sea lo que encierre aquel término o simplemente será el vacío? Nietzsche decía al respecto,  que la verdad es una mentira exitosa. Podemos entender entonces, que al igual que la mentira, la verdad no es más que una construcción, la cual se hace a través de palabras ineficaces, agotables, inconsistentes, arbitrarias y lábiles. Aristóteles advertía que decir de lo que es lo que es y de lo que no es lo que no es, es verdadero mientras que decir de lo que no es lo que es y de lo que no es lo que es, es falso. Comprobamos aquí también que instala el decir en la construcción tanto del concepto verdad como del de mentira. Podemos entender, entonces  a la verdad como una construcción que se genera en relación entre el sujeto (el yo) con el objeto, y que el carácter artificial de aquella relación no deriva de una construcción natural que surja de las cosas. ¿Cómo entonces proponerse a buscar la verdad en un film Lyncheano? El ejemplo que hoy nos convoca lleva el nombre de Carretera perdida, estructurado en un relato no lineal, denso y oscuro. El film comenzará narrando la historia de Fred donde se remarcaran sutilmente ciertos aspectos de su fría relación con Renee


Aparecerá allí la negación y el tormento, sentirá nuestro protagonista, tal como lo hacía Hernández desde su poema, que le sobra el corazón. A partir de ese primer acto, trascurrirá en un devenir impredecible y sorprendente el desarrollo de la curva dramática. El relato estará estructurado dentro de la estética planteada por la  escuela surrealista y buscará introducirnos en los confines oscuros de una pesadilla. Trabajará con las mismas leyes que plantea el psicoanálisis respecto del inconsciente que no son otras que la condensación y el desplazamiento. Habrá una ruptura trabajada desde la imagen que puede entenderse a través de la significación saussureana que une arbitrariamente el significado al significante, esto es la idea al sonido de una palabra, condensando significados y desplazando el significante que lo nombra por otro. Este será el juego que nos propondrá David Lynch en su film. No jugarlo, no entregarse a ese desafío lúdico implicará un devenir inútil de elaboradas interpretaciones, de nuevas y propias verdades, que no harán más que intentar adaptar aquello que es real a un preconcepto personal. Heidegger habla de la verdad como un des ocultamiento. Las cosas, se nos presentan en apariencia, maquilladas, entonces hablar de la verdad es quitar esa cobertura, es descubrir. En aquel descubrir, para seguir buscando, o tal vez para seguir construyendo, estará la base de toda esta mentira que llamamos vida.

Lucas Itze.-

Canción post impresiones


 Dos músicos aparecen en la película y acá sonaron





UNIVERSO LYNCH


Decir David Lynch es decir surrealismo. Después de un debut en una película animada titulada Seis hombres enfermos en 1966, siguió con un par de cortos, pero no hasta el año 1977 donde se daría a conocer con la rarísima Cabeza borradora, película surrealista y sombría filmada en blanco y negro. Para Stanley Kubrick, una de sus películas favoritas de todos los tiempos.
Gracias a esto, atrajo la atención del productor Mel Brooks, quien lo contrató para dirigir El hombre elefante. La catarata de nominaciones y premios que albergó la película (una de las mejores de los ´80), habla a las claras de que Brooks estaba en lo cierto. 8 nominaciones al Oscar (incluído dirección y guión adaptado) y un Bafta a mejor película.


Cuatro años después llegó Dune, su primer fiasco, una multi producción que no tuvo éxito ni en la taquilla ni en la crítica.
En 1986 dirigió Blue Velvet, lo que terminó de erigir en uno de los grandes directores de la época, otra nominación al Oscar como mejor director, no estuvo nominada a mejor película, a pesar de que Woody Allen, ganador por Hannah y sus hermanas, haya declarado que era la mejor película del año.
Después de una par de películas para la Tv, llegó Corazón salvaje, una cinta con críticas buenas y malas pero que le valió la Palma de Oro en Cannes.
Luego creó una de la series más aplaudidas de los 90, como fue Twin Peaks (con su película incluída, que fue nominada a la Palma de Oro en Cannes).
En 1997 llega con otra obra maestra: Carretera perdida, donde el surrealismo al que nos tiene tan acostumbrado mezclado con el cine negro que pocos como él lo manejan.
En 1999 llega Una historia sencilla, demostrando que Lynch también puede contar historias normales, y hacerlo con gran calidad. Otra nominación en Cannes, un clásico para el a esta altura.
El comienzo del siglo XXI lo encontró con otra obra cumbre: El camino de lossueños (Mulholland Drive). Nueva nominación como mejor director en los Oscar, premio que sí consiguió en Cannes.


En 2006 dirigió INLAND EMPIRE, otra obra surrealista que dejó críticas de las mejores, y también de las peores…
A partir de ahí, sólo se dedicó a filmar cortos, documentales y la una nueva temporada de Twin Peaks 25 años después. Veremos si uno de los reyes del surrealismo aparece de nuevo.

FICHA TÉCNICA

Título original: Lost Highway
Año: 1997
Duración: 134 min.
País: Estados Unidos
Dirección: David Lynch
Guion: David Lynch, Barry Gifford
Música: Angelo Badalamenti
Fotografía: Peter Deming
Reparto: Bill Pullman, Balthazar Getty, Patricia Arquette, Robert Loggia, Robert Blake, Gary Busey, John Roselius, Michael Massee, Richard Pryor, Louis Eppolito, Jack Nance, Lucy Butler, Henry Rollins.

SINOPSIS

Fred Madison (Bill Pullman), un músico de jazz que vive con su esposa Renee (Patricia Arquette), recibe unas misteriosas cintas de vídeo en las que aparece una grabación de él con su mujer dentro de su propia casa. Poco después, durante una fiesta, un misterioso hombre (Robert Blake) le dice que está precisamente en su casa en ese instante. Las sospechas de que algo raro está pasando se tornan terroríficas cuando ve la siguiente cinta de video...

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