Programa
28 (23-09-2013)
EDITORIAL
Nacer,
crecer, reproducirse y morir, ese es generalmente el axioma de la vida. La idea
es llegar a viejos, salvo que la maldita y ponzoñosa señora llamada parca se entrometa y nos de un golpe de nocaut, cualquiera sea el momento y el lugar.
Cuando
uno llega a viejo lo hace con la guardia baja, de los tantos golpes recibidos a
lo largo de la vida. Es el momento en que para la mayoría de la sociedad, no
servís más.
Un
viejo no necesita de vitalidad para desempeñarse en algún puesto de trabajo,
pero hoy es imposible que su experiencia compita de igual a igual con una
persona mucho más joven. Si, es real que los jóvenes merecen y deben tener su
chance, pero no es justa la descartabilidad a la que son sometidos miles de
personas que por acercarse a la tercera edad, son desechados impunemente.
Y
si hablan… para que… Dejalo, el viejo ya está diciendo boludeces, se queja de
todo, hay que mandarlo al geriátrico, son el top tres de frases cotidianas.
Lo
más lógico en este mundo, sería que cuando uno llega a esta edad, tenga todas
las comodidades posibles, una obra social digna, una jubilación acorde y
disfrutar de esos pequeños momentos de belleza que son los nietos.
¿Qué
les hemos hecho a nuestros queridos viejos? Los hemos hecho material
descartable, les hemos negado las palabras, y fundamentalmente, les hemos
faltado el respeto.
Su
primavera de a poco va muriendo, las hojas que florecieron en sus jóvenes años,
van cayendo al ver que llega su propio otoño. El amor llega de la mano de esa
compañera de la vida, que hoy no es más que un manto de hermosas caricias.
Es
la última parada hacia la estación terminal, a la que nadie quiere llegar. El
pasaje, al fin de cuentas, fue un regalo de la vieja. En ese recorrido fuimos
encontrando las diversas paradas del tren de la vida: los primeros pasos, las
primeras palabras, el amor de la niñez, los distintos amigos en las distintas
etapas de la vida, las salidas, el trabajo, viajes y vacaciones. Y el amor de
tu vida, la estación donde quizás hay un cambio de carril, a partir de ahí la estación principal serán los hijos, y con ellos: las enseñanzas, las
responsabilidades y la educación. Ya sobre la última etapa, empezarás a
recorrer el trayecto final. Verás como poco a poco esos amigos de hace años,
irán perdiendo la batalla de la vida, empezarás a quedarte cada vez más sólo,
con tus recuerdos, y momentos vividos.
Siempre
vas a preferir llegar vos a la última estación, porque en ese egoísmo cobarde,
se encuentra uno de nuestros mayores miedos, quedarnos solos al final del camino. Y maldecís a Dios y María Santísima si no eso no sucede.
Y
antes de llegar, tendrás tu tiempo para aconsejarnos, decirnos que camino
elegir, y cuales son los trucos para sobrevivir en este duro viaje. Y cuando
llegamos, lo hacemos con el corazón en calma, y la cabeza en otra parte, pero
siempre pensando que en definitiva, la vida no es más que una simple fábula,
que a pesar de los cambios y contradicciones que esta tiene, termina siendo
nada más y nada menos, que UNA HISTORIA SENCILLA.
Marcelo
De Nicola
Canción elegida para la Editorial:
IMPRESIONES
SOBRE UNA HISTORIA SENCILLA
Solo quiero hacer las paces, sentarme con mi
hermano a ver las estrellas; como cuando éramos chicos. Un objetivo sencillo para el personaje de una
historia sencilla. Nuestro gran héroe, aquel mago de las imágenes y de los
sonidos, ese explorador de los sueños, ese descubridor de rostros, el genial
David Lynch, será el encargado de llevar a la pantalla este relato que logra
unir dos mundos tan hermanados como lo pueden llegar a ser el aceite y el agua.
Hablo de la productora Disney y del mundo Lynchiano. El resultado de aquella
unión, de ese impasse entre Caín y Abel, es el heroico rescate de un film cuyo
terrible destino, a juzgar por la sencillez de su historia, hubiera sido el de
esa odiosa clase de espectadores servidos de gigantes tachos de pochoclos,
ávidos consumidores de relatos empalagosos, terribles portadores de inservibles
zapatillas deportivas, claros cuadros de un domingo cualquiera. La mano de
Lynch logro cambiar este panorama. Logro resaltar aquel universo que rodea a
las pequeñas cosas, consiguió mostrarnos aquella belleza difícil que existe en
lo breve.
Alvin Straight, interpretado con
un magistral sentido de verdad por Richard Farnsworth, comenzará el film caído
en el suelo de su casa, su cuerpo estará inerte. Un amigo preocupado llegara a
su casa y se pondrá nervioso al ver que no contesta. Lo creeremos muerto.
Rápidamente nos daremos cuenta de nuestro error y lo veremos levantarse,
dificultosamente, con la ayuda de unos vecinos y del ya mencionado amigo. De
esta manera es presentado nuestro héroe, aquel protagonista que nos llevara a
través de la curva dramática, ese personaje junto al que transitaremos el
conflicto que movilizara a la obra. Seguirán luego las escenas con el doctor,
que nos informaran sobre el deteriorado estado de salud del viejo Alvi.
Conoceremos también a su hija, esa tierna señora, lenta para el barrio, pero
con una mentalidad precisa, capaz de hacerse cargo de la casa y de cuidar a su
padre. Sabremos con angustia, bastante más adelante, la triste historia de la
pérdida de sus hijos. Y entonces, llegara la noticia.
El hermano de Alvi, Lyle,
con el que lleva 10 largos años sin hablarse, ha tenido un ataque cardíaco; y
llegará, entonces, el primer punto de giro del relato donde Alvi deberá tomar
una decisión, una que cambiara el rumbo de la historia. De esta manera
comenzara Alvi un viaje de unos 1000 kilómetros montado en su cortadora de
césped, escapando definitivamente de su orgullo, despertando de aquella absurda
pesadilla. El viaje será lento. Descubriremos en él las angustias de Alvin, ese
tormento del que nunca pudo separarse que fue la segunda guerra mundial, tomaremos
prestado para siempre aquel concepto de familia representado en la observación
de la fragilidad de una rama solitaria en contraposición de la indestructible
fortaleza que representan varias ramas atadas juntas. Cada kilómetro recorrido
nos alejará mas y mas de esa imagen del comienzo, de ese personaje que creímos
muerto, de ese anciano de pueblo, resignado a esperar la muerte luego de
cualquier atardecer.
Alvin nos mostrará, finalmente, que un objetivo, por más
sencillo que parezca, puede, embellecer quizás nuestras vidas como la mejor de
las primaveras. El viaje se completara con éxito, Alvi se encontrara con Lyle
luego de 10 terribles años de silencio, luego de reproches y palabras
irrepetibles. Los ojos de Lyle se llenaran de lagrimas, los nuestros también.
Las palabras sobrarán, como lo hacen, imperdonablemente en este momento. Los
hermanos se sentarán, en silencio, como cuando eran chicos, con las estrellas como
único escenario. Y nada más.-
Lucas
Itze.-
Canción post análisis
También sonó Bersuit:
Y nos vamos con este gran viaje:
FICHA
TÉCNICA
Título
original: The Straight Story
Año:
1999
Duración:
111 min.
País:
Estados Unidos
Director:
David Lynch
Guión:
John Roach & Mary Sweeney
Música:
Angelo Badalamenti
Fotografía:
Freddie Francis
Reparto:
Richard Farnsworth, Sissy Spacek, Harry Dean Stanton, Everett McGill, John
Farley
Sinopsis
Alvin
Straight (Richard Farnsworth) es un achacoso anciano que vive en Iowa con una
hija discapacitada (Sissy Spacek). Además de sufrir un enfisema y pérdida de
visión, tiene graves problemas de cadera que casi le impiden permanecer de pie.
Cuando recibe la noticia de que su hermano Lyle (Stanton), con el que está
enemistado desde hace diez años, ha sufrido un infarto, a pesar de su precario
estado de salud, decide ir a verlo a Wisconsin. Para ello tendrá que recorrer
unos 500 kilómetros, y lo hace en el único medio de transporte del que dispone:
una máquina corta-césped.
Trailer
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