EDITORIAL
El
corazón y su redoble iracundo
el
obscuro caballo de la sangre
caballo
ciego caballo desbocado
el
carrousel nocturno la noria del terror
el
grito contra el muro y la centella rota
Camino
andado
camino
desandado
El
cuerpo a cuerpo con un pensamiento afilado
la
pena que interrogo cada día y no responde
la
pena que no se aparta y cada noche me despierta
la
pena sin tamaño y sin nombre
el
alfiler y el párpado traspasado
el
párpado del día mal vivido
la
hora manchada la ternura escupida
la
risa loca y la puta mentira
la
soledad y el mundo
Camino
andado
El
coso de la sangre y la pica y la rechifla
el
sol sobre la herida
sobre
las aguas muertas el astro hirsuto
la
rabia y su acidez recomida
el
pensamiento que se oxida
y
la escritura gangrenada
el
alba desvivida y el día amordazado
la
noche cavilada y su hueso roído
el
horror siempre nuevo y siempre repetido
Camino
andado
camino
desandado
El
vaso de agua la pastilla la lengua de estaño
el
hormiguero en pleno sueño
cascada
negra de la sangre
cascada
pétrea de la noche
el
peso bruto de la nada
zumbido
de motores en la ciudad inmensa
lejos
cerca lejos en el suburbio de mi oreja
aparición
del ojo y el muro que gesticula
aparición
del metro cojo
el
puente roto y el ahogado
Camino
andado
camino
desandado
El
pensamiento circular y el circulo de familia
¿qué
hice qué hiciste qué hemos hecho?
el
laberinto de la culpa sin culpa
el
espejo que acusa y el silencio que se gangrena
el
día estéril la noche estéril el dolor estéril
la
soledad promiscua el mundo despoblado
la
sala de espera en donde ya no hay nadie
Camino
andado y desandado
la
vida se ha ido sin volver el rostro.
Octavio Paz – Repeticiones
Canción
elegida para la editorial
IMPRESIONES SOBRE
RASHOMON
Las
nubes negras avanzan como un ejército de guerreros poderosos e implacables
tomando por asalto la plenitud de aquel reino celeste. Si es verdad que para
cada luz siempre hubo una sombra sobre esta tierra de mortales hoy, la
oscuridad todo lo habita en la soledad más pura, aquella oscuridad que avanza lento
y huele a muerte y a mentiras. De pronto, la lluvia. Su rugido húmedo golpea
con sus afiladas gotas como la garra de un tigre desesperado que cae pesada e
infalible sobre la infértil tierra y los despeinados pastizales. Entre aquellas
sombras se levantan aun los heridos restos de la imponente Rajomon. No hay vestigios de heroísmo ni opulentos versos o
pinturas que rescaten la singular belleza de aquella entrada hacia ese mundo
imperial y distinguido. Aquella belleza quedo atrapada en una anécdota que ya nadie
cuenta, su nombre primero ya no suena entre los susurros de los más viejos. El
viento aúlla su furia entre sus columnas rotas y las maderas agrietadas. El
viento sopla su muerte por aquellos rincones oscuros del olvido. La desolación
aprendió su angustiosa frialdad entre la suciedad de sus ruinas.
Allí donde los
muertos mueren de pena… allí donde nacer es la condena, allí donde la última
lagrima cae para que nadie la escuche sobre las letras de ese cartel que nos
cuenta que el infierno es aquí y ahora, sobre ese nombre, Rashomon. “El demonio vive
aquí y su terror se alimenta de la ferocidad del hombre” nos dirá aquel
personaje que nos representara simbólicamente en la pantalla a nosotros, los
espectadores, aquel personaje que aparecerá en escena desde atrás de cámara,
como una proyección del que mira la cual se extiende asombrosamente al relato.
Rashomon, adaptada y dirigida por el siempre genial Akira Kurosawa, vendrá a mostrarnos que se puede narrar de otra
manera, hoy repetida sin escrúpulos hasta el hartazgo, pero en aquel entonces
innovadora y revolucionaria. El tiempo del relato escapará a la linealidad por
una acertada decisión estética, trabajando el presente narrativo entre los
restos de Rashomon, bajo aquella lluvia incesante que buscará limpiarlo todo,
que buscará purificarlo o por lo menos hacer fluir aquello estancado allí por
siglos. Luego, el relato se abrirá en distintos raccontos, que responderán a
distintos puntos de vistas sobre un mismo asesinato.
Un juego similar
realizaría nuestro gran amigo Woody Allen
varios años más tarde, pero en este caso, lo que variaría seria el género
trabajado sobre una misma situación, realizando con esto, un magistral
ejercicio de dirección cinematográfica. Hablo, claro está, de Melinda Melinda.
Pero volvamos a Akira. El film trabajará sobre la adaptación de dos cuentos, de
los cuales tomara la locación de uno y la situación eje del otro, adjudicándole
un simbolismo particular a cada secuencia rodada. Por allí entonces, paseará
tanto la moral como los prejuicios, por allí tropezará también la fe hasta casi
perderse entre los inútiles recuerdos de una cultura en decadencia, por allí el
agua deberá hacer su mayor esfuerzo para limpiar toda aquella suciedad que pesa
en el pasado, deberá correr con salvajismo para purificarnos y así volver a
creer en el hombre. El sol saldrá entonces, con el llanto de un chico y en
aquel amanecer de la esperanza tal vez rescatemos del tiempo ese haiku escrito
por Jorge Luis que más de una vez me
ha funcionado de faro en la noche más oscura: En el desierto acontece la
aurora: Alguien lo sabe.-
Lucas
Itze.-
Canción
post impresiones
De según como se mire todo depende...
El homenaje de Charly
Y nos fuimos con...
FICHA TÉCNICA
Título
original: Rashômon
Año:
1950
Duración:
88 min.
País:
Japón
Director:
Akira Kurosawa
Guión:
Akira Kurosawa, Shinobu Hashimoto
Música:
Fumio Hayasaka
Fotografía:
Kazuo Miyagawa (B&W)
Reparto:
Toshirô Mifune, Machiko Kyô, Masayuki Mori, Takashi Shimura, Minoru Chiaki,
Kichijirô Ueda, Noriko Honma, Daisuke Katô
SINOPSIS
Japón,
siglo XII. En Kioto, bajo las puertas del derruido templo de Rashomon, se
guarecen de la torrencial lluvia un leñador, un sacerdote budista y un
peregrino. Los tres discuten sobre el juicio a un bandido, acusado de haber
dado muerte a un señor feudal y violado a su esposa. Los detalles del crimen
son narrados desde el punto de vista del bandido, de la mujer, del señor feudal
-con la ayuda de un médium- y del leñador, único testigo de los hechos.
PELICULA COMPLETA
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