PROGRAMA 105 (03-07-2015)
EDITORIAL
Ahí
estaba la vida, el principio y el fin disputándose la verdad frente a los ojos
inmutables del tiempo. Dentro de ese conflicto aparece el hombre, con fría
actitud soberana del destino, dualizando toda explicación. Entonces hubo
quienes se colocaron de uno o del otro lado y comenzaron a estirar la cuerda
desde los extremos. Así es nuestro pequeño universo, amigos. Un tirar de la
cuerda hasta el último de nuestros suspiros. Y mientras tanto, pocos son los
que observaron lo que transcurría alrededor.
Cayó
el imperio romano a pedazos, ardieron cruces y brujas por doquier y allí
estaba, tensa, inmóvil, la cuerda. Llegaron las explosiones alisando zonas
montañosas, enterrados quedaron bajo los escombros dioses, indios, y quizás
algunas verdades. La cuerda tensa seguía en pos de la evolución, la riqueza, la
paz, la libertad. ¿Evolución de qué? ¿Riqueza para quienes? ¿Paz a costa del
terror de quiénes? ¿Libertad para qué? Quizás sea tarde para enderezar este
barco que zarpó con las velas dobladas. Quizás el hombre se aferró a la tensa e
inmóvil cuerda cuando en realidad lo único que debería haber tomado es su rol.
De tanto manoseo se deshilachó y no existen sólo dos puntas. Con suerte y
mientras las palabras no confundan, se pueden encontrar los extremos de algo
que ya se asemeja a la red de una telaraña que cubre toda la superficie de la
tierra. Entonces el peligro acecha aún más feroz, astuto y eficaz porque ya se
desconocen las formas del peligro, no persiste en sus cualidades su clara
atracción a la nada. Hoy la sangre corre en color tinta y pocos son los lobos
que le aúllan a esta luna invisible. Las tarántulas lo dominan todo desde el
interior de sus nidos de acero y siguen construyendo sus redes gracias a las
moscas que se pasean distraídas, entreteniéndose con el mismo excremento día
tras día. Moscas de alma pequeña que se jactan de vivaces y valientes por
escapar de manotazos torpes lanzados al aire y que sin embargo no dudan en
descansar sobre la suave seda de la muerte. Encapulladas sus almas de seda
maldita, ya no tiran de ninguna cuerda, solo conforman, poco a poco, un
ejército torpe y numeroso que empuja a la humanidad a un abismo desconocido.
Por eso, queridos amigos, tendremos que estar atentos. Dirigir nuestros ánimos
a fortalecer el espíritu creador para desenredar toda esta gran estafa y probar
que la vida está viva cuando creamos y no solo cuando creemos. Resistir la
embestida del puño que se protege tras el manto de la falsa moral y que viene
atentando contra nuestras mentes desde hace siglos. A esperar dispuestos al
contraataque, que el enemigo se refuerza para seguir con la Invasión…
Alan
Beneitez.
Canción
post editorial
IMPRESIONES SOBRE INVASIÓN
Y
un día, entonces, naces. Supongamos un martes o tal vez un jueves. Alguien con
un poco de estilo, naturalmente, un viernes. Tus ojos amanecen al mundo. Tus
brazos y tus manos se despiertan de aquel sueño cálido y único en donde dios
tenía rostro y no pedía nunca nada a cambio. Despertaras de aquel sueño del
amor puro. Habrá negro, pero también habrá blanco y con un poco de audacia,
habrá una gama numerosa de parecidos pero no de iguales. Y llegaran los sonidos
y lo áspero y también la lluvia. Y aparecerán las caprichosas formas y hasta
los desatinados nombres. Un día, entonces, como el filo de una espada, surgirá
el ¿Por qué? Desconfiaremos de la Marcelidad que acompaña a Marcelo, de la
blancura que promete invocar el blanco y chocaremos de frente contra ese
paredón que cerca bosques llamado arbitrariedad. Nos traicionará, vilmente, un
día por qué sí y lloraremos en silencio la desconfianza. El camino, claramente,
se bifurcará. Estarán los que se abracen a aquel llanto en la sumisión del
suspiro y por otro lado, en el otro camino, en términos de Brecht, los
imprescindibles. En ellos nacerá el movimiento, la acción, hasta la romántica
muerte.
Vibraran sus cuerpos en un aullido primitivo y se colmará de sentido la
palabra revolución, y la palabra resistencia. De aquellos tipos se servirá el
director Hugo Santiago Muchnick para desarrollar su relato en el mítico
film Invasión
del año 1969. La película será un claro ejemplo del concepto de conflicto
dramático externo. Según palabras de Miguel
Machalski la ruptura de un orden aparente. Según muchos otros, el
enfrentamiento de dos fuerzas contrapuestas. Tendremos entonces, un grupo que
planteará una invasión, de la que poco se sabrá realmente, y estarán también
los otros, aquellos muchachos que se alcen en obstinada resistencia. Se
planteará aquí tal vez una paradoja. Al no tener muy en claro el objetivo de
los primeros, jamás sabremos los beneficios o las fatalidades del cambio
planteado. Aun así, generaremos empatía con el segundo grupo, con los de la
resistencia, con aquellos que rechazan con la mismas fuerzas y las mismas
armas, las intenciones de los invasores. Seremos así parciales, ante la
imparcialidad de una problemática planteada. Los culpables de este planteo, de
este juego escondido dentro del film, no serán otros que Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy
Casares en sus papeles de guionistas.
Se sentirá tentado uno a elaborar
rebuscadas interpretaciones, haciéndose para ello de cierta analogía con la
realidad política de la época, teniendo siempre presente la evidente
inclinación ideológica de Jorge Luis. Creo que en tal caso, estaríamos
subestimando la pluma de estos dos maestros literarios. La película, según mi
humilde entender, va por otro lado. Su propuesta es más profunda, más cínica
quizás y por consecuencia, mucho más interesante. Respecto a la fotografía del
film, es notorio el cuidado en la búsqueda de la belleza de sus encuadres. No
habrá economía de planos, abundaran los planos detalles, ni tampoco economía en
su realización. Notaremos en el devenir del film, que estamos frente a una
costosísima producción, una notable particularidad para su época. El relato
estará planteado dentro de una estructura lineal, y contará con actuaciones un
tanto desparejas. El film finalizará con un nuevo comienzo. Encontraremos la
idea de que sin importar de qué lado estemos, aquella espina de lo que creamos
injusto seguirá agitando ciertos corazones. Aquel grito, finalmente, seguirá
avivando el fuego dela resistencia y seguirá forjándose en aquellas llamas, el
rebelde.
Lucas
Itze.-
Canción
post impresiones
También sonó
Nos fuimos con todo
Universo Santiago Muchnik
Nacido
en 1939, estudió Filosofía y literatura en la UBA, donde conoció a Jorge Luis
Borges. En 1959 fue becado por el Fondo Nacional de las Artes, lo que lo llevó
a Francia donde durante siete años fue asistente y discípulo de Robert Bresson. Vuelve a Buenos Aires
durante la década del ´60 para filmar su primer film, Invasión, con guión del mismo Borges y Adolfo Bioy Casares.
Vuelve
a Francia para filmar su segundo film, también guionado por los dos célebres
escritores argentinos, en este caso se trata de Los otros, del año 1974. Donde un hombre intenta descubrir las
causas del suicidio de su hijo, a través de cartas que le dejó a él. Luego
empieza una relación con la novia de su hijo, quien luego aparece asesinada, y
el hombre, es el principal sospechoso…
En
1979 filma El juego del poder, con
Catherine Deneuve en el papel de una abogada que busca llegar más allá de una
simple investigación que le fue encargada.
Pasan
siete años para que vuelva a dirigir, esta vez con Las veredas de Saturno, donde vuelve a aparecer Aquilea, como en el
film Invasión. Esta vez, cuenta la historia de un bandoneonista (interpretado
por Rodolfo Mederos) que se exilia en Francia debido a la dictadura que azotaba
a su país. Allá es un músico reconocido, pero su sueño es volver al país. Su
hermana, militante de izquierda, viaja para traerlo de regreso…
A
partir de ahí, Santiago empezó a dedicarse exclusivamente a los que él llama
objetos audiovisuales como por ejemplo Electra (sobre la tragedia de Sócrates),
La gesta gibelina (sobre La Orestíada de Xenakis), Enumeraciones (1989,
inspirada en la Ceremonia musical de Georges Aperghis), La voz humana (1989 a
partir de la tragedia lírica de Francis Poulenc y Jean Cocteau) y La vida de
Galileo (1991, puesta en escena de la obra de Brecht). Él dijo que no eran
documentales de tipo convencional…
Luego
filmó documentales de “arte” como Christophe Coin, el músico; Mosaiques y
Beethoven; Maurice Blanchot y por último, María Betanha de Brasil.
Luego
de muchos años, volvió a la ficción El
lobo de la Costa Oeste, sobre un célebre detective privado estadounidense
que llegar a Francia por un compatriota que han intentado asesinar y le pide
protección.
En
abril inauguró el Festival de Cine Independiente argentino, gracias a El cielo del centauro, la primera
película que filmó en Argentina después de 43 años y en la que cuenta, con
toques de humor, las vivencias de un marino francés que llega a entregar un
paquete y sufre una serie de peripecias en una Buenos Aires muy especial.
FICHA TÉCNICA
Título
original: Invasión
Año:
1969
Duración:
123 min.
País:
Argentina
Director:
Hugo Santiago
Guión:
Hugo Santiago, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares
Música:
Edgardo Canton
Fotografía:
Ricardo Aronovich
Reparto:
Olga Zubarry, Lautaro Murúa, Juan Carlos Paz, Martín Adjemián, Daniel
Fernández, Roberto Villanueva, Jorge Cano, Ricardo Ornellas, Leal Rey, Horacio
Nicolai, Juan Carlos Galván, Aldo Mayo, Hedy Krilla, Claudia Sánchez
SINOPSIS
Aquilea
es una ciudad asediada por misteriosos invasores que pretenden apoderarse de
ella. La indiferencia de sus habitantes les allanará el camino; sólo un pequeño
grupo de resistentes, guiados por un anciano trata de impedir la acción de los
invasores en una lucha desigual.
ACA LA PELICULA COMPLETA