EDITORIAL
Si
hay algo que me hace estar seguro de que el tiempo pasa, ese algo, son las
arrugas de mi espíritu.
El
tiempo es una franela empercudida sobre el mostrador y mi alma es mesita
redonda perdida en ese bar, perdido en esa ciudad, perdida en el mundo...
Sueño
que el pasado se destapa, lo siento como presente, y el futuro me ahoga en mares
intangibles.
Me
sueño de niño, despierto empapado en sudor, no sé si es presente pasado o
futuro... me pierdo...
¿Dónde
se pone el ancla cuando la locura, esa que se te sube a la mesa, que te grita,
que te derrama algo encima, que te babea, que ensucia, se te sienta a la mesa?
Esto
parece la descripción de la niñez, pero no importa, ser niño tampoco está bien
en esta sociedad.
Lo
digo de nuevo, me pierdo, esto no es coherente......
He
conocido a alguien, o conoceré. Todo esto en mi sueño, o no...
Sueño
que no hay pasado ni futuro y que el presente es dudoso, sin embargo esta ella,
ella es mi talismán...
Todos
quisiéramos escapar alguna vez, no soy solo yo, ni es ella, es una necesidad
mental.
¡Luego
nos damos cuenta de que no hay escapatoria!, ¡no la hay!, todo es devenir,
hasta el pasado influyendo constantemente...
Fui
un héroe, quise serlo, lo seré, no está muy claro, sé que debo volver a algún
lugar, o ir... Lo importante es rescatar a alguien para no sé qué propósito...
No
quiero olvidar, pero no quiero saber, quiero que lo que tenga que venir que
venga y lo que tenga que oír se oiga... pero replegado, allá a lo lejos, casi
como un ECO...
Christian
Soria
Canción
elegida para la editorial
IMPRESIONES PARA 12 MONOS
Recuerdo
aquellos versos de Mario Benedetti que decían con melancolía “Mírame pronto,
antes que en un descuido me vuelva otro” Uno puede sentir en aquellas palabras,
el inevitable paso del tiempo. Hay cierto eco a muerte en su intención. Quien
las lee, al llegar a su punto final, culmina sucumbiendo en el descuido, y por
lo tanto, naturalmente, siendo otro. Poseer control sobre el tiempo, ha sido
desde siempre, uno de los grandes anhelos de la humanidad. Encontraremos,
entonces, en esta pretenciosa empresa, a quienes invierten sus días en evitar
la abrasión de sus huellas. Encontraremos nostálgicas miradas huyendo por las
ventanas de los bares mintiéndose tu recuerdo, besando con la misma pasión
aquellos labios que prometieron la distancia, que convidaron a las nieves del
olvido. Estarán, también, aquellos obsesionados en vivir hoy el pasado mañana,
reduciendo su existencia a los límites de las grillas, exigiendo resultados a
los poderes mágicos de la fe, muriendo su espontaneidad en la tinta de una
agenda.
El tiempo, aquel susurro ácido de la ausencia, aquella arena que es
mañana o pasado y se escabulle, inconjugable entre los dedos del hoy. El
tiempo, padre de todas nuestras angustias, sinécdoque de la muerte, memoria del
final. Terry Gilliam, gran compañero en estas calles que huelen a celuloide y a
butacas de cuero, nos habló sobre la idea del tiempo en su film “12 monos”.
James Cole, héroe de aquel relato excelentemente interpretado por Bruce Willis,
será el encargado de viajar en el tiempo para corregir un hecho fatal que
llevara a la casi extinción de la especie humana sobre la tierra. La estructura
del relato trabajada por David y Janet Peoples, guionistas del film, invita a
reflexionar sobre la subjetividad del tiempo, poniendo en duda, en todo
momento, el presente de nuestro protagonista. Tal es así, que la linealidad
narrativa, se verá aparentemente quebrada en los constantes viajes temporales,
generando una falsa idea de flashbacks o flashforwards. La película trabajara
una estética ciberpunk para el futuro, teniendo en cuenta como tiempo presente,
el presente del conflicto del relato.
Aquel futuro nos hará acordar a ciertas
escenas de otro film del mismo director, pienso aquí en Brazil, con sus máquinas
oxidadas asfixiando los encuadres, con aquellas caóticas construcciones
tecnológicas chorreando por todos lados como una cascada petrificada en cables
y mangueras. “Doce monos” viene a plantearnos la idea de volver en el tiempo
para corregir nuestros errores. Quizás por exceso de soberbia, este que les
habla, no esta tan de acuerdo con esa idea de volver sobre nuestros pasos para
soplar ciertas migas que joden el mantel. Me seduce tal vez más, la otra idea
planteada por el film sobre la subjetividad del tiempo. Más de una vez he
terminado un café 15 años antes de haberlo empezado. El fin del mundo estará
siempre acechándonos por más que intentemos corregir nuestras miserias pasadas.
Quizás lo interesante no esté en volver para corregir nuestros errores sino en
ver qué diablos hicimos con ellos. Creo ver en aquel retorno, la muerte de la
caballerosidad que implica el hacerse cargo. Volver es barrer la basura bajo la
alfombra. Los que nos quedamos, probablemente bebamos nuestro vino solos, pero
lo haremos en la certeza de haber actuado cristalinamente. Limpiaremos nuestras
heridas desde un silencio reflexivo y prudente, recordando, con melancolía, el fin
de fiesta.-
Lucas
Itze.-
Canción
post impresiones
El futuro y el Gran Luis Alberto
Gran cover del inolvidable Joey Ramone
The Killers también sonaron...
Wallas también hace unos años, nos habló de la epidemia...
Y nos fuimos para encontrarnos en el Jardín Del Edén
FICHA TÉCNICA
Título
original: Twelve Monkeys (12 Monkeys)
Año:
1995
Duración:
130 min.
País:
Estados Unidos
Director:
Terry Gilliam
Guión: David Peoples, Janet
Peoples (Historia: Chris Marker)
Música:
Paul Buckmaster
Fotografía:
Roger Pratt
Reparto: Bruce Willis,
Madeleine Stowe, Brad Pitt, Christopher Plummer, Jon Seda, Joseph Melito, David
Morse, Michael Chance, Vernon Campbell, H. Michael Walls, Bob Adrian, Simon
Jones, Carol Florence, Bill Raymond, Ernest Abuba, Irma St. Paule, Joey Perillo
Argumento
James
Cole (Bruce Willis) es un convicto que vive en un futuro apocalíptico en
Filadelfia en el año 2035. Entre los
años 1996 y 1997 un virus mortal acabó con el 99 por ciento de la población. En
el presente, el 1% vive bajo tierra, y
sólo los animales habitan en ella.
Un
grupo de científicos decide mandar a James a 1996 para que recoja datos del
virus, supuestamente liberado por una organización terrorista llamada el
Ejercito de los Doce Monos. En primera instancia James es enviado
equivocadamente a 1990, donde termina internado en un neurosiquiátrico, donde
conoce a un enfermo mental llamado Jeffrey Goines (Brad Pitt) y su doctora, la
psiquiatra Kathryn Raiily (Madeleine Stowe).
Luego
de crear una especie de amistad con ambos, y sin que la doctora le crea que
viene del futuro a localizar el virus, vuelve al presente, donde luego de ver
un par de fotografías, descubre que Jeffrey es, en 1996, el líder de los Doce
monos.
Nuevamente
es enviado a 1996, donde tanto James como Katrhyn empiezan a dudar de sí mismos.
Jeffrey, en tanto, secuestra a su propio padre (Christopher Plummer), un doctor
especialista en virus para dar rienda suelta a loco objetivo. James y Katrhyn
van a intentar frenarlo, aunque nada es como parece…
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