EDITORIAL
Las líneas recorren el lienzo
hasta llegar a un punto infinito. Los colores se entremezclan, formando un arco
iris de diferentes tonalidades. Un poco de azul por acá, otro poco de naranja
por allá, bastante de verde, por cierto, quizás recordando inconcientemente
esos días acostado sobre un parque, disfrutando de un joven atardecer.
De a poco, van apareciendo
manchones negros como para cambiar el tono, haciéndolo más oscuro, más sombrío.
Porque desde siempre al negro lo asociamos con lo negativo, con lo feo, con lo
malo. Es blanco o negro dicen… ¿Y en qué lugar está escrito que lo negro es
negativo? ¿Bajo qué concepto repetimos esas malditas frases hechas?
No hay muchas respuestas, más
allá de todo lo relacionado a que se debe a algo cultural e histórico. Entonces
será hora de bucear en nuestra propia paleta de colores para definir a nuestro
gusto que es lo bueno y lo malo, o mejor dicho, lo que nos interesa y lo que
no.
Recordaremos imágenes de
pequeños, y sonreiremos, como cuando éramos niños. Seguramente en cada una de
esas diapositivas de nuestra vida, habrá un color de referencia. Quizás el azul
del cielo, el naranja de las flores, el verde de las plantas, o hasta el rosa
del vestido de tu primer amor de primavera. Y ni hablar de los colores de tu
equipo favorito, esos que vas a amar hasta el fin de tus días…
Esas imágenes serán sin dudas
el punto de partida para tu primera obra… Mientras tu mente se queda en blanco,
y la roja sangre de las venas corre más rápido que nunca, vos estarás frente a
frente con tu primera obra de arte. Y digo obra de arte porque es tuya y de
nadie más, después vendrán las críticas positivas o negativas, alguna
exposición, y hasta quizás algún premio, pero lo importante es que lleva tu
nombre. Que es tu idea finalmente acabada. Que no le robaste nada a nadie,
salvo un poco de inspiración. Que para lo que algunos son líneas sin sentido,
para vos son caminos hacia la eternidad. Que donde algunos ven manchas oscuras,
para vos son una luz en la oscuridad.
Y finalmente no importa lo que
piense el cerebro de turno, ese que seguro criticará hasta el más mínimo detalle,
pero que nunca en su vida tuvo la capacidad de hacer algo por sí mismo.
Por eso a veces es necesario
agarrar la paleta de colores, mezclar lo bueno y lo malo y seguir adelante.
Seguir por la línea recta, tratando de recorrer los mejores paisajes y trazando
nuevas perspectivas a cada paso, inventando un nuevo mundo de ilusiones, como
cuando dibuja El Artista…
Marcelo De Nicola
Canción elegida para la editorial
IMPRESIONES PARA EL
ARTISTA
Hace mucho tiempo ya, el poeta germano Angelus Silesius, escribió con sobriedad
que La rosa es porque si, florece porque florece. Disfrazada de inocencia y
delicadeza, cualidades otorgadas quizás por la excelente observación y la no
menos diestra pluma del poeta, aquel verso, tal vez como lo hace el capullo con
la rosa, oculta un simbolismo precioso. Silisius, y esto también lo tomaría
nuestro Jorge Luis más adelante, expone de manera extraordinaria, que el arte,
al igual que la rosa, también florece porque si, con lo cual se niega a la
estética. Creo firmemente en la inutilidad y la soberbia que implica el
aventurarse en la triste empresa del análisis de cualquier tipo de arte.
Después de todo, como decía nuestro amigo Marcel Duchamp, la significación
final de la obra, su decodificación, su contacto con el mundo externo, lo
realiza el espectador.
Cada uno descubrirá en la pintura, entonces, lo que sus
ojos le permitan ver. Esta mesa, con la humildad que la distingue, milita estas
ideas desde los comienzos iniciales de gestación de esta pequeña tertulia. Es
por esto que escribimos, muy modestamente, al comienzo de estas ideas, a modo
de título, la palabra impresiones, la cual nos libera de manera casi mágica,
del terrible y desolador peso de explicar lo inexplicable. ART HAPPENS, dirá
con un golpe sobre la mesa, otro amigo de la casa, el pintor norteamericano
James Whistler. El arte sucede o no sucede, sobrara entonces cualquier
explicación al respecto. Entonces, por qué exigirle a Jorge, protagonista del
interesante film El Artista de los hermanos Duprat, argumentación alguna.
Notaremos en el devenir del relato, la insistencia del resto en llenar aquel
silencio que él ofrece como respuesta. Tildarán de genialidades sus
monosílabos. Aplaudirán con delirio su mutismo. La película planteará en una
metáfora hermosa, la disociación entren el artista y su personaje. Por un lado
estará ese genio creativo, sombrío, analítico, expectante, que es Romano,
interpretado magistralmente por Alberto Laiseca, y por el otro estará Jorge,
que será la figura pública, se ocupará de interpretar al artista. La película
lo repetirá ad nauseam: lo importante es la obra, no el artista, aunque el entorno
no deje de exigirle al autor lo mismo que a su creación.
El film estará
construido en su totalidad con planos fijos, no hallaremos nunca un movimiento
de cámara. Quizás esto haga referencia al arte pictórico del cual se nutre la
historia. Su fotografía será precisa en el encuadre, y naturalista en su
iluminación. Andrés Duprat, realizador del guión original, estructuró el relato
de manera lineal dosificando su conflicto de manera precisa. Borges se planteó
alguna vez el mismo cuestionamiento que subyace en este relato: ¿Cuál es la
tarea del arte? Respondió, entonces, que la tarea del artista no era otra que
la de transformar lo que nos ocurre cotidianamente, en símbolos, en música;
transformarlo en algo que pueda perdurar en la memoria de los hombres. Ese es
el deber del artista, si no lo cumplimos, nos sentimos muy desdichados. Quienes
frecuentamos ciertas cantinas del arte, conocemos perfectamente a aquellos
argumentadores profesionales, adoradores de las explicaciones extensas,
onanistas verbales. Los hemos visto acercarse a nuestras mesas, con la palabra
justa, contestando a una pregunta que nadie hizo nunca. Es allí, entonces,
cuando quienes creemos que estamos en este ladrillo para conmovernos, sin
importar como, tomamos nuestra copa, nos levantamos respetuosamente y nos
alejamos preguntando qué pasara cuando el arte ataque.
Lucas Itze.-
Canción post análisis
También sonaron los Beatles
El himno a la paz
Otro gran tema revolucionario
El himno de Bob Marley
Y nos fuimos gritándole a la Reina
FICHA TÉCNICA
Título
original: El artista
Año:
2008
Duración:
91 min.
País:
Argentina
Director:
Mariano Cohn, Gastón Duprat
Guión:
Mariano Cohn, Gastón Duprat
Música:
Diego Blieffeld
Fotografía:
Mariano Cohn, Gastón Duprat
Reparto:
Alberto Laiseca, Sergio Pángaro, Andrés Duprat, Enrique Gagliesi, Ana Laura
Loza, Luciana Fauci
SINOPSIS
Jorge
(Sergio Pángaro) es un enfermero que pasa de cuidar ancianos en un geriátrico a
convertirse en el nuevo niño mimado de la escena artística porteña. Luego de
presentar como propias unas pinturas de uno de los ancianos, su vida simple y
monótona se transforma de repente en un constante peregrinar por galerías de
arte, universidades, programas de televisión, reuniones con artistas e
intelectuales.
Película completa
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