PROGRAMA
15 (24-06-2013)
EDITORIAL
La muerte acecha, lo sé.
Puedo sentirla escondida en el desvanecimiento de una risa, puedo escuchar su
respiración en el momento en que tu mano deja de acariciarme para continuar
construyendo la escenografía que sostiene a este plan. Se esconde en las
anécdotas, que insisten en pintarnos mejores tipos de lo que realmente somos. O
en las palabras de los que piensan que el tiempo pasado fue mejor, por eso
aquel flaco divino se cansó de gritarnos en la cara que mañana es mejor. Esta
acá, ahora mismo, sentada a mi lado, junto al micrófono, esperando quizás el
punto final de todo esto. Y yo la miro, mientras les hablo a ustedes, y no le
tengo miedo… después de todo es mi muerte. Es tan real como mi vida, como tu
sonrisa o tu mano que me acaricia. La otra aventura, le decía Borges, la que
esperamos. Ahí surge una gran curiosidad. La vida nos es dada, egoísta y hasta
dictatorialmente.
Nadie espera la vida, sin embargo a la muerte sí la esperamos,
sabemos de ella todo el tiempo y la esperamos. Algunos
mirando para otro lado, otros con angustia o miedo, otros pocos, simplemente,
ocupados viviendo. La muerte acecha, lo sé, y hace trabajo de hormiga. Se llevó aquel libro, que presté una vez. Se llevó el sabor de ese primer beso que di,
sin saber que nunca más iba a poder besar de esa manera, se abrazó a cada uno
de mis olvidos, se llevó ayer a Laura, y antes al abuelo Luis y al tío Jorge,
cobardemente se los llevó. Pasea con su corona de lágrimas y de adioses, con su
paciencia de árbol. Y nos abraza en cada rutina, y levanta su copa con cada
despertador. Y nos besa en cada fantasía postergada y se regocija detrás de
estas paredes de cartulina, que levantamos para pronunciar aquel guión que se
llama vida. Maldita muerte, bella muerte de los desesperados, trágica muerte de
la inocencia, injusta y puta muerte de los desaparecidos, blanca muerte de los
excesos, muerte silenciosa del olvido, amarga muerte de la risa, mágica muerte
del día, muerte cobarde del deseo, angustiosa muerte del nene que fui. Por allí
va, apagando la luz de mi pasado, esperando por lo que vendrá, desde el lado
oscuro de mi corazón.
Lucas Itze.-
Canción elegida para la editorial
IMPRESIONES SOBRE EL LADO OSCURO DEL CORAZÓN
“La pelota que arroje
cuando jugaba en el parque, aun no ha tocado el suelo” Así arranca la película
y ya nos sentimos en un terreno conocido, casi como en casa. La cita es nada
más y nada menos que de Dylan Thomas, aquel viejo amigo, ese Bukowski galés que
supo ruborizar la literatura inglesa. Inmediatamente después, aparece desde la
cama, desprolijo, con la apariencia que necesita un tipo para sentarse en
nuestra mesa, OLIVERIO, el poeta. El cita a Girondo, su tocayo, y lo hace a
modo de sentencia. Nos dice, como quien hace una declaración de principios, que
hay algo, con respecto a las mujeres, en lo que él es irreductible y aclara: “No
les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar,
pierden el tiempo conmigo”.
Acto seguido, acciona un botón al costado
de su cama y esta se parte al medio dejando caer, en el oscuro abismo del
olvido, a su ocasional acompañante. La cita del comienzo y la declaración de
principios posterior, van a ser el eje de esta película desbordante de poesía.
OLIVERIO recorrerá todo el film intentando buscar, con la tenacidad con la que un
chico perdido busca a su madre, aquella que vuela. Al acecho estará, fría y
seductora, la
muerte. Impidiendo siempre que OLIVERIO juegue, riéndose de
sus poemas, recordándole a cada instante aquella feroz rutina del trabajo fijo,
de la vida ordenada, aquella vida de despertadores y relojes de pulsera, tan
alejada de la verdadera aventura, aquella que nos prometimos hace tanto. Eliseo
Subiela, y quizás podría nombrar a Favio, no muchos más, es tal vez uno de los
artistas cinematográficos mas desafiantes e interesantes que hay en el país. Al
igual que Leonardo, lograron realizar un cine de autor, característico de otros
países. Subiela es Lynch, es Sharunas Bartas, es Buñuel y quizás un poco Godard.
Es un surrealista que logro hacer películas y que la gente las vea. El surrealismo es un movimiento artístico
surgido en Francia en el año 1924, que deviene de otra vanguardia llamada
DADAISMO. El poeta Andre Bretón fue el encargado de escribir el manifiesto que
sentaba las bases de este maravilloso y delirante grupo, que abarcaba tanto a
la pintura, como la literatura o el cinematógrafo. Este movimiento artístico,
busca representar aquel mundo oscuro y simbólico que es el mundo onírico. Hay
dos fuerzas que imperan en las obras surrealistas, que no son otras que las del
inconsciente, estas son condensación y
desplazamiento. Muchas veces el juego
consiste en romper aquella significación, y acá hablo en términos de Ferdinand
de Saussure, aquella unión entre significante y significado, donde el
significante o designador es el sonido de la expresión lingüística y el
significado o designado es el contenido o imagen mental asociada a ese sonido.
Al romper esta unión arbitraria, se desplaza el sonido de la imagen mental,
condensando nuevas o distintas imágenes en el desplazado sonido. Este proceder
se da mucho en el cine. Un ejemplo rápido y quizás algo burdo, puede ser el
siguiente.
Vemos una taza de café humeante sobre la mesa, al rato, una mano
entra en plano y observamos que deja caer unas gotas de un frasco con un cartel
de veneno sobre el café. Aquí la significación fue rota. Al significante taza
ahora se le agrega el significado muerte, deceso, etc. Otra de las
características del surrealismo es la de la atemporalidad, o sea la de la falta
de una linealidad temporal, un devenir cronológico de los sucesos. Recordamos
acá, aquel “Perro Andaluz” de Buñel y Dalí, dos iconos del arte surrealista, en
donde en el correr de la película, nos encontramos con placas arbitrarias que
nos indican caprichosamente: “Un año antes” “Dos días después” marcando,
claramente, la falta de importancia en la linealidad de la cronología de los
sucesos.
El Lado Oscuro del Corazón no es una película surrealista aunque se
sirve de sus recursos para desarrollar su relato. Nos regala planos muy
elaborados, así como también una fotografía exquisita, repleta de fríos colores
azulinos, grandes distancias azules, cálidas caricias en rojos. Subiela hace un
juego magistral en una de las secuencias del film. Hablo en la que La muerte y Oliverio
viajan en subte, la muerte plantea su angustia por la posible inexistencia de
dios y Oliverio la trata de muerte subdesarrollada. En ese instante, el poeta
que encarna Dario Grandinetti, levanta su mirada y se pierde en algo que llama su
atención. En el contraplano, donde el director nos muestra lo que Oliverio ve, descubrimos
a una pareja que le devuelve una mirada angustiada. Esta pareja no es otra que
Lorenzo Quinteros y Noemi Frenkel, en los personajes de Roberto y Estela,
pareja protagonista del film anterior de Subiela llamado “Ultimas imágenes del naufragio”. La película dentro de la película. Oliverio
es un personaje que sufre porque no acepta esas leyes que nos encarcelan el
alma, ese inventario de rituales que vienen a transformar este barco de piratas
en un triste ferry de línea. No se quedara con la que vuela, pero eso no
importa. Continuará caminando, esquivando la angustia aunque sea por un rato.
Caminará tranquilo, bajo el sol, orgulloso, con las heridas de haber vivido. Y
recordaremos su nombre, en cada uno de los bares de esta ciudad, y alejaremos a
la muerte, con sus poemas, mientras haya luces, en el próximo bar.
Lucas Itze.-
Tema elegido para el análisis
Y nos despedimos con este hermoso viaje de Skay
FICHA TÉCNICA
Título original: El lado oscuro del corazón
Año: 1992
Duración: 127 min.
País: Argentina
Director: Eliseo Subiela
Guión: Eliseo Subiela
Música: Osvaldo Montes
Fotografía: Hugo Colace
Reparto: Darío Grandinetti, Sandra Ballesteros,
Nacha Guevara, Mario Benedetti, André Melançon, Jean-Pierre Reguerraz, Inés
Vernengo, Mónica Galán, Marisa Aguilera
Sinopsis
Oliverio,
un poeta bohemio, recorre Buenos Aires con sus amigos, acosado por la muerte,
buscando a una mujer capaz de "volar". En el transcurso de la
película, la poesía de Mario Benedetti, Juan Gelman y Oliverio Girondo se ve
entremezclada con los lugares más espesos de la cotidianidad artística
argentina y uruguaya. Desde el asado, hasta los maltrechos bares de Buenos
Aires y Montevideo. Entrelazada en ocasiones con la ficción, solamente para
poder mostrar de mejor manera el pensar del personaje central.
La
historia se desarrolla en las idas y vueltas de Oliverio, a través de su mundo,
en el cual, cambiar alimento por poesía, o pedir en verso monedas por las
esquinas de la calle, ver a Mario Benedetti recitando sus poemas en alemán, ver
esculturas genésicas, hablar con vacas, y conversar con la muerte, parecen ser
parte de un dia cualquiera en la vida de un poeta.
La película completa
No hay comentarios:
Publicar un comentario