SINOPSIS
Arthur Seaton es un joven inglés de carácter agrio y
rebelde que trabaja en una fábrica. Trata de huir de su rutinaria y aburrida
vida bebiendo y divirtiéndose cuanto puede los fines de semana. Ésa es la única
meta de su vida: pasarlo lo mejor posible. Al mismo tiempo, mantiene una
relación con la mujer de un compañero, y todo se complica cuando se queda
embarazada. Mientras tanto, se enamora de una joven de estrictos principios
morales que le exige un compromiso serio. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
El tiempo no tiene gusto a un carajo. El tiempo, nuestro tiempo digo, el de hoy, ya no es nuestro ni tampoco ya es tiempo. Vivimos atravesados por horas corporativas en donde el tiempo no nos perteneces. El tiempo, el nuestro, se desgrana en la putrefacción misma de nuestro cuerpo que responde de manera obediente y absoluta al efectivísimo y la conquista del deseo del otro. La única revolución posible, digna, respetable y coherente es la del tiempo abolido. Liberar el tiempo de las garras de las maquinas, de la codicia propia e inconmensurable del opresor. Liberar aquel tiempo seducido por la fatal audacia del algoritmo que finalmente domestico para siempre a nuestra curiosidad. Devolverle al tiempo algún sabor, alguna complejidad, aunque sea un color. Devolvérselo si es que alguna vez lo tuvo; y de no ser así, de haber carecido de todo matiz gustativo en el devenir penoso de sus horas, en la fugacidad abismal de su existencia, crearle uno. Rezarle al dios de los libres, a aquel dios de los rebeldes, que por tal no es dios sino idea, y por eso acción.
Rezarle fuerte con esa fe que no tenemos, con aquella
fe que nos gustaría tener pero que no nos sale, que nos cuesta tanto tan solo
imaginarla. Invocar a aquella deidad por un poco de sabor. Nuestras papilas
existenciales así lo exigen. Nuestro aquí
muriendo, nuestro cuerpo perecedero lo pide a gritos. Somos nuestra propia
cárcel y ya ni barrotes necesitamos. Sueltos en este pasillo de la vida
cargando nuestras propias cadenas. Sueltos en este mundo que nos resuelve, que está
repleto de rituales que adormecen nuestra mente, aburrido de costumbres que
marcan los caminos. De tanto ver pasar el rio, en su caótica racha que todo lo
arrasa, nos convertimos en el rio. Escribía Rododera: El hombre que vive entre la tierra y el aire y está hecho
de agua vive prisionero como el rio que tiene tierra debajo y aire encima. El río
es como un hombre. Siempre por el mismo camino señalado, y si a veces el rio se
desborda como el corazón de un hombre cuando no puede más, una ley lo vuelve a
conducir.
Lucas Itze.-
Canción elegida para la editorial
IMPRESIONES SOBRE SABADO NOCHE,
DOMINGO MAÑANA
Es jueves y falta
un día, piensa mucha gente. Unos volverán a sus casas con sus responsabilidades
a cuestas, otros tendrán que ir a estudiar para ver si el futuro los puede
sacar de allí. Los más beneficiados podrán ir a tomar algún trago en esos bares
de moda. Algunos estarán esperando que llegue el viernes como sea, para poder
salir a gastar ese dinero que ya deben. Se escucharán en esas horas
interminables los sonidos de la oficina o de la fábrica, o quizás los
transformen en música, como hacía la Selma del film Bailarina en la oscuridad
de nuestro amigo Von Trier. Alguna vez otro amigo de esta casa, de esos
impresentables como nosotros, escribió lo siguiente:
“A veces no duele
tanto recordar de dónde venimos. Y tú conoces los lugares de donde yo vengo.
Incluso las personas que intentan escribir o hacer películas al respecto, no lo
entienden bien. Lo llaman “De 9 a 5”. Sólo que nunca es de 9 a 5. En esos
lugares no hay hora de comida y, de hecho, si quieres conservar tu trabajo, no
sales a comer. Y está el tiempo extra, pero el tiempo extra nunca se registra
correctamente en los libros, y si te quejas de eso hay otro zoquete dispuesto a
tomar tu lugar. Ya conoces mi viejo dicho: “La esclavitud nunca fue abolida,
sólo se amplió para incluir todos los colores”.
Lo que duele es la
pérdida constante de humanidad en aquellos que pelean para mantener trabajos
que no quieren pero temen una alternativa peor. Pasa, simplemente, que las
personas se vacían. Son cuerpos con mentes temerosas y obedientes. El color
abandona sus ojos. La voz se afea. Y el cuerpo. El cabello. Las uñas. Los
zapatos. Todo. Cuando era joven no podía creer que la gente diera su vida a
cambio de esas condiciones. Ahora que soy viejo sigo sin creerlo. ¿Por qué lo
hacen? ¿Por sexo? ¿Por una televisión? ¿Por un automóvil a pagos fijos? ¿Por
los niños? ¿Niños que harán justo las mismas cosas? Desde siempre, cuando era
bastante joven e iba de trabajo en trabajo, era suficientemente ingenuo para a
veces decirle a mis compañeros: “¡Eh! El jefe podría venir en cualquier momento
y echarnos, así como así, ¿no se dan cuenta?”. Ellos lo único que hacían era
mirarme. Les estaba ofreciendo algo que ellos no querían hacer entrar a su
mente.”
Ese amigo no es otro ni más ni menos que Charles Bukowski. El que nos escupió en la cara sus verdades que no tuvimos fórmulas para debatir. Porque sí, seguimos siendo todo eso y quizás más. Si hoy nos viera no dudaría en darnos una patada en el culo. Porque seguimos en muchos casos atados a esos contratos sociales, mientras se nos afea la voz, el cuerpo y la vida. Mientras muchos dejan este espacio sin resaltar. ¿A cambio de qué? De pura mierda. Es lo que somos, es lo que seremos al final de todo. Nos pasaron por encima los años y ciertas anarquías quedaron en nuestra memoria adolescente. Ya estamos camino a esos viejos que recibían su paga mensual, se quejaban de lo mismo de siempre, salían algún fin de semana a recordar viejas épocas y volvían a su casa donde lo esperaban con la comida servida. Cambiaron solo algunas cosas. Hoy, quizás la comida habrá que hacérsela uno mismo. Y festejemos al menos ese avance. ¿Será ese el futuro que le espera a Arthur, el joven protagonista del film Sábado noche, domingo mañana de Karel Reisz? El film nos relatará la vida de un joven de los suburbios de Nottingham. Ya en los comienzos escucharemos los ruidos de unas máquinas a todo volumen. Luego, la voz over del protagonista será una caricia para el nombrado Charles “No tiene sentido trabajar cada minuto de Dios, si trabajara como un burro, terminaría más rápido pero sólo me pagarían menos y se enriquecerían más ellos. No dejes que los cabrones te opriman, es algo que aprendí”. La vida del oprimido y esa Gran Bretaña post Segunda Guerra Mundial eran moneda corriente en esa época.
Ese cansancio típico de esas juventudes donde solo ir a la taberna a beber y conquistar mujeres parecía ser su único objetivo, desencantado con esa vida ideal que pregonaban y también tenían sus padres. Será todo lo contrario a ellos, hosco, mal hablado y con un desprecio hacia las leyes o las normas sociales. El film estará basado en una novela de Alan Sillitoe, que además fue el guionista. Este trabajará un guion lineal y contará con los típicos tres actos aristotélicos. Encontrará un aliado en la fotografía en blanco y negro, que se irá oscureciendo a medida que pasan los minutos. El mapa de grises estará bien logrado, al que se le sumará la típica niebla británica y el humo de las fábricas para hacer todo el escenario más denso. En cuanto al modo de contar la historia, Reisz mezclará primeros planos, con planos generales como los de la fábrica o el bar, generalmente mostrados desde arriba. La cámara fija o con pequeños movimientos pasará a volverse inquieta acompañando las travesuras del protagonista, será la fiel testigo de esa forma de rebelarse. También contará con algunos travellings sobre todo en el exterior. Uno de los puntos altos son los espacios escénicos y sus contrapuntos. Será más visible ese contrapunto entre las colinas donde el viento ondea y en los estrechos pasillos donde viven los protagonistas. Los ladrillos o maderas que los rodean serán como esa prisión que oprime a sus habitantes. Y será más notorio cuando vemos los interiores de esas pequeñas casas donde los muebles y adornos se apilan y todo resulta más asfixiante.
Las cabezas casi chocan con los techos pero los jóvenes
crecen con la idea de que ese es el mejor futuro posible. Un escenario donde
convivirán pubs, obreros, tiendas de barrio, callejones, patios traseros,
calles anchas de adoquines, colinas y zonas despobladas como un claro espejo de
la época. Y en ese nuevo consumismo, el pub, las ferias y los parques de
diversiones contrastan con los empleados avejentándose en la fábrica, símbolos
del nuevo capitalismo que asoma, consumir para vivir. Habrá también en el film
una dicotomía visible entre dos polos opuestos: bueno/malo, jóvenes/viejos,
rebelde/obediente, rubia/morocha, casados/solteros, jefe/empleado… Arthur será
ese rebelde que no quiere ser uno más. Encastrado en ese contrato social, no
quiere saber nada con todo lo que rodea al pueblo y a sus habitantes. Esa vida
de familia, en medio de un contexto socio económico adverso, donde el derecho a
la propiedad y las relaciones de pareja parecen ser la salida más convincente.
El esquivará eso como pueda. Tendrá un odio irascible hacia todo lo que lo
rodea y en los fines de semana es donde se verá al verdadero Arthur. Trabajará
lo necesario para luego ir al bar a beber mientras mantiene una relación con
una mujer casada con un compañero de trabajo. Esa relación le servirá además
para reírse no sólo del contrato matrimonial sino también de un compañero al
que no quiere parecerse en nada. La autosatisfacción como modo de vida. Sin embargo,
las complicaciones no tardarán en llegar, lo que hará que su sueño de
adolescente eterno tenga que cortarse casi de prepo. En el medio, conectará en
una de sus andanzas una joven de familia tradicional y ahí tendrá que lidiar
con su propia dicotomía. Seguir por el camino del hombre rebelde o sentar
cabeza y enfocarse en una relación que supone un futuro matrimonial y la futura
casa propia. ¿Será en esas nuevas construcciones donde quizás Arthur empiece su
nueva vida? No lo sabemos, pero si estamos seguro que esa sería la
peor de sus derrotas.
Marcelo
De Nicola.-
Canción
post impresiones
UNIVERSO REISZ
Nacido en Ostrava, Checoslovaquia, el 21 de julio de 1926. Nació en el seno de una familia judía. A los 12 años, sus padres fueron enviados a Auschwitz y nunca más los vio. Por su parte, él fue uno de los 669 niños que Nicholas Winton salvó de los trenes que iban a los campos de concentración y terminó refugiado, como la gran mayoría, en Gran Bretaña. Entre esos niños también estaban futuras personalidades célebres, como la poetisa Gerda Mayer o el matemático Heini Halberstam. Encontraría su segunda familia en el ejército, sirviendo como piloto de caza en el escuadrón checo de la RAF durante la Segunda Guerra Mundial. Después llegaría la vida académica. Estudió química en Cambridge, enseñó gramática durante dos años y se convirtió en escritor. A principios de los años cincuenta comenzó a colaborar con crítica cinematográfica en la revista Sequence, de la que Lindsay Anderson era editor. Desde allí, ambos arremeterían contra los postulados de Sight and Sound, la revista oficial del Instituto británico de Cine. Estaba naciendo el "Free Cinema", y el tercero en sumarse a este movimiento fue Tony Richardson. Fue el National Film Theatre el que acogería los primeros manifiestos documentales de estos nuevos talentos, como Momma Don't Allow, en el que trabajaron juntos Reisz y Richardson en una historia sobre un club de jazz del norte de Londres. We Are The Lambeth Boys (1958), un documental de 52 minutos que recogía la vida de la juventud londinense de la clase obrera, fue patrocinado por la Ford Motor Company. Durante dos años, Reisz dirigió una serie de películas comerciales para la Ford, y al inicio de los años sesenta se estrenó con su primera ficción. Sábado noche, domingo mañana (1960), va a ser una de las primeras y mejores películas del “Free Cinema” británico. La obra de Emlyn Williams, Night Must Fall, fue la base de su siguiente película, un thriller para el que de nuevo contó con Albert Finney. El reconocimiento internacional le llegó con Morgan, un caso clínico (1966), codirigida por Fadil Hadzic, una comedia negra, adaptación de una obra de David Mercer. Morgan está obsesionado con Karl Marx y los gorilas. A través de él y su comportamiento anárquico, se retrata el niño que hay dentro de cada uno. Vanessa Redgrave consiguió el premio a la mejor actriz en el Festival de Cannes y una nominación al Oscar. La actriz británica vivía su mejor momento.
Volvería a protagonizar la siguiente película de Reisz, Isadora (1968), una biografía de la bailarina que cambió los postulados de la danza en los años veinte. De nuevo obtuvo un premio en el Festival de Cannes y una nominación al Oscar. James Caan, que interpreta a un profesor de literatura con un problema de ludopatía, será el protagonista de El jugador (1974), personaje que le proporcionó una nominación a los Globos de Oro. De nuevo, Reisz acudiría a la literatura para rodar Nieve que quema (1978), en la que Nick Nolte interpreta a un veterano de Vietnam que se ve obligado a ayudar a un amigo a robar heroína. Reisz tendrá ocasión de aplicar sus propias teorías sobre el montaje en La mujer del teniente francés (1981), adaptación de la novela de John Fowles. Reisz respetó los dos finales de la novela haciendo lo propio con la película, protagonizada por Jeremy Irons y Meryl Streep. El montaje paralelo de dos historias -una película dentro de la película- permite establecer similitudes y diferencias en la evolución de los personajes. Meryl Streep obtuvo el Globo de Oro, el Premio Bafta, y una nominación al Oscar. La dirección artística, el diseño de vestuario, el montaje y el guión, también fueron nominados.
Para su siguiente película, Reisz cambió de tercio
radicalmente. La historia de la música country en Estados Unidos cuenta con dos
nombres femeninos relacionados entre sí, Loretta
Lynn y Patsy Cline, que se
hicieron amigas superando su rivalidad profesional. La historia ya se había
llevado antes a la pantalla, y en esa ocasión Sissy Spacek había interpretado a Loretta Lynn en Coal Miner's
Daughter (1980). Ahora, Reisz dirigía a Jessica Lange en Dulces
Sueños (1985), lo que le valió a la actriz una nominación al Oscar. En Todo el mundo gana (1990) contó con un
guión de Arthur Miller, y centraba
su historia en los personajes de un pueblo de Nueva Inglaterra que funcionaba
como un psiquiátrico al aire libre. Reisz y Miller rehicieron el guión original
intentando que ganara en fuerza visual y que aumentara el suspense
cinematográfico. El resultado fue algo parecido al realismo mágico, con un
misterio añadido que el detective interpretado por Nick Nolte tenía que desentrañar. Karel Reisz pasó a la Historia
del Cine por ser uno de los impulsores del “Free Cinema”, junto a Tony
Richardson y Lindsay Anderson. Su revolución arremetió frontalmente contra lo
académico. Según el manifiesto de Anderson, el cine que tenían los ingleses
ostentaba "una actitud metropolitana" y era "burguesa de los
pies a la cabeza". Reisz romperá como director, y de acuerdo a estos
postulados, con las formas tradicionales del cine británico, pero además pondrá
especial interés en el montaje, demostrando que era posible no sólo un cambio
substancial, sino también estructural. Reisz falleció el 25 de noviembre de
2002 a los 76 años.
FICHA TÉCNICA
Título original: Saturday Night and Sunday
Morning
Año: 1960
Duración: 85 min.
País: Reino Unido
Dirección: Karel
Reisz
Guion: Alan
Sillitoe. Novela: Alan Sillitoe
Música: John Dankworth
Fotografía: Freddie Francis (B&W)
Reparto: Albert Finney, Shirley Anne Field,
Rachel Roberts, Hylda Baker, Bryan Pringle, Norman Rossington.