SINOPSIS
Recreación de la
India de los años 30 a través de la historia de Anne-Marie, la esposa del
vice-cónsul francés en el país. Harta del tedio cotidiano en que se ha
convertido su vida, la mujer inicia una serie de aventuras amorosas que su
marido conoce, pero pretende ignorar. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
¿Cómo manejamos los recuerdos? ¿Cuáles quedan en la memoria y porque motivo? De repente cerramos los ojos y ciertas imágenes o aromas empiezan a aparecer como si fuesen un video editado. El olor a tierra mojada, el aroma de ese mate cocido de la mañana, un tango con la voz de Carlitos, algún gol de último minuto… Todos momentos que forman parte fundamental para nosotros. Aunque quizás no tengan la más mínima importancia en el aquí y ahora. Pero están ahí, instantáneamente, en este mundo fugaz en el que estamos inmersos. Entonces me pregunto: ¿Por qué idealizamos el pasado? Nos estaremos (o me estoy, quizás es algo mío) volviendo viejos porque todo lo pasado es mejor. Crecimos escuchando a padres, tíos o abuelos diciendo esa frase como un mantra y nos creíamos imposible de repetirla. Sin embargo, aquí estoy diciendo que tal música me parece una mierda, que tal jugador no le ata ni los cordones a tal otro o que la tecnología sirve más para complicarte la vida que ayudarte a resolver problemas.
Entonces ¿porque llegamos a esa idealización? Si sabemos que ciertos
momentos del pasado son oscuros y vulgares, donde la palabra de muchos era
silenciada y los derechos apenas eran un puñado que se contaban con los dedos
de las manos. Sabemos que la memoria es el mejor aliado para no repetir los
errores del pasado. Pero hay puntos que memoria y recuerdos se desconfían entre
sí. Recuerdos que mienten un poco nos diría nuestro amigo Solari. Entonces quizás allí, en alguna caja perdida, es donde
guardamos esos momentos que no queremos olvidar. Y aunque desconfiemos de esas
imágenes que se nos aparecen en la mente, estemos seguros de que por algún
motivo siguen ahí. Será ese recuerdo olvidado el que tendremos que desbloquear
para seguir el camino. Allí, en esa biblioteca virtual que tenemos como
memoria, tendremos que ser capaces de encontrar esos archivos ocultos que
alguna vez guardamos para liberarnos de la condena de nuestro propio pasado.
Marcelo
De Nicola.-
Canción elegida para la editorial
IMPRESIONES SOBRE INDIA SONG
Allí está él, aún entre las sabanas. ¿Es febrero? No, lo sé. Pero el calor agobia. El calor desdibuja las figuras que se ven detrás de la ventana, como si de un efecto cinematográfico se tratara. Fuma y la noche aún se confunde entre sus sabanas. ¿Y ella, ya se ha ido? No, ella permanece inmóvil frente a la ventana. Sus ojos están tristes. ¿Piensa en el futuro? Con seguridad. Siempre el amor acaba triste porque sabe que nunca tiene futuro. Ella viste de blanco, solo su ropa interior blanca y su piel húmeda. ¿Él ya le dijo que se irá? No, aun no. Pero ella lo intuye. Se nota en su ausencia, en su mirada que se escapa por la ventana hacia las orillas del lago lodoso que tanto odia. Ella no necesita oírlo. Ella lo sabe. Lo supo porque sus manos la tocaron con culpa. Lo supo por su silencio. No necesita oírlo, ella lo sabe. ¿Por qué no se va, por qué se queda mirando a través de la ventana? Porque está recordando. Ella recuerda su niñez repleta de ausencias, de despedidas sórdidas, repentinas, no anunciadas como la que sabe que ahora le espera. Recuerda a su madre muriendo ahogada. Recuerda a su madre caminando hacia el mar. ¿La vio? No, pero el recuerdo aun así es vivido. Recuerda la noticia a sus 15 años y aquella pena infinita por la falta de un último abrazo.
No recuerda un último beso, ni una
ultima caricia. ¿Sintió odio? Tal
vez. Sintió todo el dolor del silencio, toda su locura desesperante. Siente
odio por olvidar la verdadera voz de su madre y en cambio escuchar en su
recuerdo aquel tono neutral diciendo sus líneas. Diciendo aquello que ahora
cree que dijo. Aquellas frases de madre que jura haber oído, que cree
profundamente haber escuchado. Alguien
toca Chopin. Su madre tocaba el piano. Había uno en el salón principal, jamás
nadie volvió a tocarlo. Son los
Nocturnos, el primero de ellos.
El piano había sido un regalo de su padre. Ambos se tendían en el piso a
escucharla tocar. Tocaba con dulzura, sin ningún virtuosismo, pero con mucho
sentimiento y honestidad ¿Vive su padre
aun? Si, vive. Aunque la melancolía lo ha vencido. Jamás pudo salir de
aquella fantasía oscura, de aquel complejo laberinto donde duelo te arroja. Enterró
la música en el fondo del mar. Ella era su música.
Él se ha sentado ahora en la cama y busca donde apagar su cigarrillo. Camina hacia el cenicero que está al lado de ella y estrella la pequeña brasa encendida sobre él. Ve su espalda desnuda, su pelo rubio recogido todo hacia un lado. Piensa en Modigliani, en cierta belleza distante que huye, que se escapa como un sol que se apaga buscando otro horizonte, como la muerte propia del tiempo. Siente un impulso por abrazarla, pero no lo hace. Mira su reflejo en un espejo. La noche se ha escondido en su mirada. Borges ha escrito su nostálgico desprecio por los espejos en uno de sus famosos poemas. En él, culmina diciendo que dios ha creado las noches que se arman de sueños y las formas del espejo para que el hombre sienta que es reflejo y vanidad. Por eso nos alarman. El recuerdo como el imperfecto reflejo de un espejo lleno de tiempo es el modo que eligió Marguerite Duras para narrar una trágica historia de amor en su desafiante film India Song. El film tendrá el valor de una obra literaria filmada con los recursos cinematográficos mínimos y necesarios para lograr una obra que exceda lo literario como también lo fílmico. Será un relato exquisitamente escrito y extraordinariamente filmado utilizando como claro recurso durante todo su desarrollo el manejo poético del tiempo. Estructuralmente, la directora y guionista, marcará un quiebre en sus líneas narrativas.
Esto es lo que hará de India
Song una pieza tan especial, tan única. Por un lado, las imágenes narrarán
el tedio, una sociedad deteriorada en sus valores, en sus políticas, en sus
relaciones. Por otro, estará el audio que no necesariamente tendrá una relación
de causa y efecto con lo que la pantalla muestre. Serán dos tiempos narrativos
guiados por una misma temática, con un mismo objetivo, pero sin una
correspondencia necesaria en su desarrollo. Se trabajará mucho desde la
fotografía los planos fijos, largos, monótonos, como las relaciones y el
padecimiento de los personajes que los componen. Estallarán los rojos, tal vez
para remarcar ciertas pasiones. Las locaciones estarán cargadas y transmitirán
la misma pesadumbre transitada por los personajes de la historia. Duras trabajará desde cámara el punto
de vista de un observador externo que no interviene de manera alguna en la
historia. Todo el film será un ejercicio preciso sobre el recuerdo, aparecerá
seguido aquella metáfora del espejo, multiplicando personajes, mintiendo
profundidades, exponiendo soledades. El reflejo distorsionado de una realidad
aparente que se completa de confusiones y fantasías. El reflejo de errores que
juramos aciertos. El recuerdo de una historia plagada de mentiras.
Lucas
Itze.-
Canción
post impresiones
UNIVERSO DURAS
Nació en Vietnam en 1914 cuando el país era parte de la Indochina Francesa. Las experiencias que vivió junto a su madre en Indochina, donde residió hasta 1932, le inspiraron la novela Un dique contra el Pacífico, con la que se dio a conocer en 1950, tras publicar varias novelas de escaso éxito. Trabajó como secretaria en el Ministerio de las Colonias de 1935 a 1941. Cambió su apellido en 1943 por el de un pueblo de Lot-et-Garonne, donde estaba la casa paterna. Se casó en 1939 con Robert Antelme. Tuvo un hijo que murió en 1942. Ese año, Duras conoció a Dionys Mascolo, que terminó siendo su amante, y con quien tuvo otro hijo. Durante la Segunda Guerra Mundial, participaron en la Resistencia francesa. Su grupo cayó tras una emboscada; Marguerite logró escapar ayudada por François Mitterrand, pero Robert Antelme fue apresado y enviado a un campo de concentración el 1 de junio de 1944. En 1945, pese a su deseo de divorciarse, cuando Robert regresó en penosas condiciones del campo de Dachau, ella se quedó con él para cuidarlo, hecho que relatará en su novela tardía El dolor (La douleur). Se divorció en 1946. Militó en el Partido comunista del que fue expulsada en 1955. Una vez terminada la contienda, inició su intensa actividad en los campos del periodismo, la novela, el teatro y el cine, y escribió y dirigió varias películas y obras teatrales. Encuadrada inicialmente en los moldes del neorrealismo de posguerra (Los caballitos de Tarquinia, 1953) y afín a la línea existencialista de Jean-Paul Sartre y Albert Camus, se acercó después a los postulados del «nouveau roman» de Alain Robbe-Grillet, aunque sus novelas no se limitan nunca al mero experimentalismo, sino que dejan traslucir un aliento intensamente personal y vivido, como sucede en Moderato cantabile. Escribió el guión de la célebre película Hiroshima, mon amour (1958), dirigida por Alain Resnais con gran éxito.
Además, dirigió varias películas,
entre las que se encuentran: La música,
Destruir, dice ella, Nathalie Granger, La mujer del Ganges, Su nombre de
Venecia en el desierto de Calcuta, Días enteros en los árboles, El camión,
Baxter, Vera Baxter, Le Navire Night, El hombre atlántico, Agatha y las
lecturas ilimitadas o Los niños.
Casi todas sus películas son experimentales, además dirigió varios
documentales. Los temas de Duras fueron siempre los mismos: el amor, el sexo,
la muerte, la soledad. En 1969 publicó Destruir,
dice y dos años después El amor
(1971), que anticipa en ciertos aspectos su obra más celebrada, El amante (1984), ganadora, entre
otros, del Premio Goncourt. Al año siguiente apareció el relato con fondo
autobiográfico El dolor, que fue
escrito en 1945, y en 1990 su última novela, La lluvia de verano. La agitada
vida de Marguerite Duras rivaliza y se combina con su obra hasta el punto de
ser ambas difícilmente comprensibles por separado. Es difícil definir su
personalidad: iracunda o dulce, genial o narcisista pero hay que creerle cuando
asegura: "Yo soy una escritora, no vale la pena decir nada más".
De hecho, C'est tout, de 1995, fue su último texto. "Para que el mundo sea
soportable, es necesario exorcizar las obsesiones, pero la escritura puede,
tanto esconderlas como desvelarlas". Entonces Duras tantea, repite
una y otra vez, busca la palabra justa, "prueba" escribir, como se
prueba amar aun sabiendo que nunca se logrará totalmente. Marguerite decía: "Escribir
es tratar de saber lo que uno escribiría si uno escribiera". "Escribir
ha sido siempre lo único que llenaba mi vida, lo único que me separaba de la
locura", confiesa en su ensayo de 1993 “Escribir”.
FICHA TÉCNICA
Título original: India
Song
Año: 1975
Duración: 120 min.
País: Francia
Dirección: Marguerite
Duras
Guion: Marguerite
Duras
Música: Carlos
d'Alessio
Fotografía: Bruno
Nuytten
Reparto: Delphine
Seyrig, Michael Lonsdale, Mathieu Carrière, Claude Mann, Vernon Dobtcheff,
Didier Flamand
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