miércoles, 4 de enero de 2023

TITANE DE JULIA DUCOURNAU

PROGRAMA 395 (23-12-2022)

 

SINOPSIS

 

Un joven con la cara magullada es descubierto en un aeropuerto. Dice llamarse Adrien Legrand, un niño que desapareció hace 10 años. Para su padre, Vincent, esto supone el final de una larga pesadilla y lo lleva a casa. Por otra parte, en la región se han sucedido una serie de horribles asesinatos. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

¿Cómo se mata el dolor? El amor, de una forma u otra, es más simple de que muera. Motivos sobran. Entonces volvemos al eje de la pregunta… ¿Y con el dolor qué hacemos? Acostumbrarnos a vivir con él es seguramente el objetivo primordial. El tiempo pasa y quizás, de alguna manera, sana las heridas. Aparece el olvido que se instala como un virus que insiste en arrancarte todo y por momentos lo entendemos necesario. Pero a veces queremos volver a ese dolor que nos interpela el corazón y nos fagocita por dentro. La muerte acecha siempre, bella, salvaje, astuta. A ella no le interesan los preámbulos ni las emociones. Dictadora abusiva, ejercerá todo su poder en el momento que lo crea necesario. Y nosotros, simples mortales, no nos damos cuenta que en un chasquido de dedos, estaremos sentados sobre sus rodillas. Así nos entregamos a esta vida sin más. Algunos cosechando éxitos, fama y millones. Otros deseando que al comienzo del día siguiente, algo cambie y todo sea un sueño de un mal guionista. Pero la completitud es lo que creemos necesario. 



Completarse a uno mismo con ciertos seres que vienen a ocupar esos espacios vacíos. Esas piezas de rompecabezas claves para armar la vida. Y sabemos que con el tiempo, muchos compañeros de ruta nos irán dejando. Habrá un dolor diferente para cada uno. Pero… Ay, esos dolores inesperados que son como la muerte misma son los que no tienen respuestas. Del amor incondicional a la pérdida absoluta. ¿Y ahora qué? Entender otra persona como un reemplazo suena a cruel y desmedido. Ese dolor entonces seguirá mutando hasta transformarse en hechizo. Hechizo cruel y descarnado al que no podremos eliminar nunca. Solo una transformación visceral logrará destruir esos recovecos. Pero… ¿Estaremos capacitados para eso? Apelaremos a cientos de transformaciones para que el amor incondicional vuelva a hacerse presente. Mientras tanto, seguiremos siendo cuerpos atormentados en busca de algún masaje de calma. E intentando convencernos de que sólo el amor puede aunque sea unos minutos, apaciguar tanto dolor…

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES PARA TITANE

 


Hace un par de semanas, en medio de una discusión de extremada importancia, cuya temperatura escalaba de manera casi incontrolable (discusión en la cual se definían cuestiones que me tocaban demasiado de cerca) la otra parte, de manera curiosa, argumentó e intento instalar su posición arguyendo que lo que trataba de explicarme era “de sentido común.” Esta persona, que hablaba ya con una vehemencia casi incontrolable, era abogada. El conflicto en cuestión, claro, no era para nada sencillo. Fue aquel termino, “sentido común” el que me indujo en una décima de segundo a un sinfín de pensamientos, de ideas, de autores que habían pensado mucho y muy bien sobre el tema, lo que por supuesto desembocó no en una exposición deslumbrante de mi parte, sino en un enojo inminente, en una paciencia demasiado humana, exquisitamente finita y urgida de límites. El resultado del pensamiento siempre es intempestivo, caótico e irracional, siempre es parecido al hecho artístico, muy lejano de las buenas costumbres y de las normas. Muy distinto al sentido común, por cierto. ¿Cómo alguien cuya formación está dirigida y orientada al trabajo exclusivo con conceptos, reglas o normas establecidas de manera tal que sean perdurables en el tiempo, casi inmutables, podía traer sobre la mesa, en una discusión de tamaña importancia  (por lo menos, y evidentemente, solo para quien les habla) un argumento cuyo origen y bases era tan endeble y frágil como un acuerdo tácito, una supuesta convención flotante en un imaginario social tendencioso y hasta fantasioso? Algo es ley o no lo es. Nunca podemos definir el futuro de alguien, su libertad o su culpabilidad basándonos en supuestos sociales, en creencias míticas, en lo que uno cree que la gente dice en las pizzerías o los bares. Muchachos, la realidad es un poco más compleja. 



La ley, en este caso, opera sobre la sociedad tal como lo hace el sentido de naturaleza. El carácter natural de las cosas, de los seres, lo dado por naturaleza es siempre incuestionable, es siempre algo emparentado o relacionado a la esencia, a lo primario. Aquella ley natural nos define y nos enmarca dentro de un camino. El sentido común, al ser una construcción lábil y especulativa, claramente escapa al alcance de este concepto. Pero detengámonos a pensar un instante en esta idea / concepto de lo natural. La filosofía, en particular la filosofía de género, parte de la premisa de que nada es natural. Realiza un arduo trabajo en deconstruir aquello que el poder naturaliza, en evidenciar, en visibilizar y, por qué no, de alguna manera, emancipar. Si la propuesta es que nada es natural, de esta manera, entonces, cae el sentido común y el mundo así se anarquiza. Tal como dijimos antes, la naturaleza cumple un rol de sostén, de incuestionabilidad, de solidez. Todo puede ser modificado, menos lo que es natural ya que es inherente a lo que somos. Surge allí una paradoja compleja. Si nos detenemos un instante en esta idea, llegaremos fácilmente a la conclusión de que no hay nada que cambien más que la naturaleza. Es un perpetuo movimiento, es el infinito movimiento del ser ¿cómo entonces podría ser reflejo de inmutabilidad? ¿Cómo lo natural comulgaría con la idea del no cambio, del estatismo y la estabilidad? En este sentido, entonces, y pensando ahora más en una cuestión de género ¿cómo podríamos separar lo natural de lo humano, como podríamos pensar que aquello elegido, intervenido por el ser humano deja de ser natural? ¿No es este último acaso parte de la naturaleza? ¿Cuál es la línea que separa lo natural de lo artificial?  Y yendo más profundamente, ¿qué naturaleza no está intervenida y que artificialidad no posee algo de natural? Existe realmente ese límite o basamos nuestros argumentos en absolutos  binarios creados con el objetivo de poder definir de manera inamovible una esencia particular exterior y estable. 



El filósofo español Paul Beatriz Preciado ha escrito sobre este tema en su libro Manifiesto Contrasexual, en donde habla sobre el límite ficticio entre naturaleza y artificialidad y denuncia algo esclarecedor y de una lucidez poca veces vista. Dice Preciado que la heteronormatividad está inscripta en el cuerpo y genera una estructura desde donde se naturaliza una concepción del mundo. El sexo es una escritura, nadie nace con una sexualidad. Preciado busca hacer explotar el sistema Sexo / Género argumentando que existe un juicio performativo de la palabra clínica, el cual define desde su enunciado, un sexo al cual le adjudica naturalmente un género. Por naturaleza, por enunciado performativo, entonces somos aquello que el binario dicta, somos masculinos o femeninos. Naturalmente, el sexo nos identifica. Pero pensado en este sentido, la identidad ¿no genera un hecho violento? ¿Toda definición no es de algún modo una sentencia? La identidad nos violenta porque nos exige siempre ser una sola y única cosa, nos condena a la mismidad olvidando de esa manera para siempre a los otros. Siempre que exista una política de la identidad va coexistir una política de la exclusión. Preciado propone una identidad narrativa que se vaya transformando todo el tiempo. Frente a esta corriente del pensamiento esencialista o naturalista, se contrapone una constructivista la cual propone que el sexo debe ser una construcción. Pero si hay una construcción, hay una base. Esta corriente aún sigue aceptando la existencia de un sexo natural sobre el cual construir cualquier otro. Estar a favor del constructivismo de género sería la idea más parecida a hacer la resistencia que el poder necesita, ya que no se termina rompiendo el paradigma, el gran enemigo donde el poder se instala, o sea el binario. El conflicto no está en aquello que nos resulta evidente. El poder juegas sus estructuras en aquello que se nos escapa, el poder más eficiente es siempre el que no se ve. Resuelve Preciado en su tesis que la filosofía de género tiende a la inminencia del CYBORG, o sea a la construcción de una figura mitad humana mitad máquina. Lo que genera esta deconstrucción respecto de la tecnología sexual es la figura de un ser humano que se abre hacia zonas imposibles abriéndolo a esquemas absolutamente emancipatorios con el objetivo de transformar su naturaleza. 



Sobre toda esta compleja base teórica se asienta el film escrito y dirigido por la directora Julia Ducournau, Titane. Este será un film que raspe. Estaremos frente a un relato incómodo, deconstructivo, que se rasca allí donde no pica. Un film claramente filosófico. Porque después de todo, gran parte de la labor filosófica, sino su único objetivo, es intentar dar respuesta a una pregunta que nadie hizo. Todo su esfuerzo está ahí, en lograr desenredar el enmarañado propósito del poder de naturalizar ciertos aspectos para poder setear la realidad de manera tal que se vuelva común e incuestionable. La pregunta voltea al monstruo, es por eso que vale mucho más que la respuesta. Titane es una película que denuncia, expone y se declara en contra del poder normalizador. Aparecerá en su relato el poder obrando sobre los cuerpos desde su forma más potente que son las instituciones. Hablará sobre la construcción familiar como un hecho socialmente establecido, con su armado funcional a un sistema capitalista y heterocéntrico. Aparecerá la sociedad disciplinaria normalizando desde su moral, interviniendo los cuerpos con sus tecnologías. Estará la policía ejerciendo su poder punitorio sobre los matices que pudieran aparecer dentro de una realidad naturalizada. Y por supuesto, también estará el amor operando directamente sobre los cuerpos y sus normas para relacionarse. Construyendo sexualidades, haciendo del cuerpo un constructo del poder. Definiéndolo, ordenándolo, jerarquizándolo. El film construido por Ducourneau será muy moderno en su propuesta temática, tal como venimos viendo, pero muy clásico en la elaboración de sus convenciones. Será, como hace mucho no veíamos, una película nueva que se inscribe dentro de las posibilidades que facilita el verosímil ideado dentro de un género clásico. Estamos hablando del género de horror corporal o también llamado de horror biológico derivado directamente de la literatura gótica. La película se servirá de estas herramientas, de estas estéticas, para relatar su historia. La directora y guionista optará por una estructura narrativa lineal y utilizará la fotografía para marcar una clara diferencia entre los tres actos aristotélicos del film. Optará en un comienzo por una paleta de colores cálida que se irá enfriando y metalizando con el correr de la curva dramática. La directora no solo evidenciará con esta película una problemática actual, sino que finalmente tomará partido y marcará una postura militante en la resolución del conflicto, anunciando que el futuro es no binario, que la naturaleza y el sentido común, son los tristes placebos que el poder instala en un organismo social salvajemente inorgánico y que la revolución nunca es solo teórica, que la historia, inevitablemente, se inscribe en nuestros cuerpos.

 

Lucas Itze.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO DUCOURNAU

 


Nació el 18 de noviembre de 1983 en París, Francia. Ducournau creció en la capital francesa con padres doctores que, según ha dicho ella misma en más de una entrevista, le despertaron una cierta obsesión por la carne y los cuerpos. Estudió guión en la escuela de cine La Fémis, de donde acabó sus estudios en 2008. Poco después llegaría su primer cortometraje, 'Junior', sobre una niña que muda su piel, como una serpiente, después de contraer un virus estomacal. Con ella consiguió sus primeras victorias en la industria, y también su creciente relación con el Festival de Cannes, que le concedió el Petit Rail d'Or en 2011. Un año después, Ducournau dirigió el telefilme 'Mange', sobre una bulímica que quiere vengarse del tipo que le está haciendo 'bullying' en el instituto. Estos primeros trabajos ya mostraron una serie de obsesiones que sus películas para la gran pantalla no han hecho más que confirmar y llevar a un nuevo nivel. Así lo hizo su ópera prima, 'Crudo', que fue también la película que la puso en el mapa. Sigue a Justine (Garance Marillier), una vegetariana de 17 años que lidia con las novatadas en la universidad mientras descubre que tiene un gusto inesperado por la carne (literalmente) y que los cambios físicos que está viviendo están conectados con su hermana mayor Alexia (Ella Rumpf) y su familia en general. Pasó por la Semana de la Crítica en Cannes en 2016 (donde se llevó el premio FIPRESCI) y más tarde ganó el premio a Mejor Ópera Prima en el London Film Festival y los premios a Mejor Película Europea y el Premio Jurat Carnet Jove a la Mejor Película. 



Pero, más allá de los premios, 'Crudo' demostró un estilo contundente y una mirada única, capaz de convertir un 'coming-of-age' sobre el despertar sexual en un estudio de la identidad que no deja fuera las partes más desagradables de la pubertad femenina. "No quería embellecer nada, especialmente con los cuerpos de las chicas. Un cuerpo es un cuerpo. En cada película que vemos, las mujeres tienen que ser guapas y estar en forma o lo que sea, y tienen que encajar en una casilla determinada, y no: las mujeres se tiran pedos, cagan, hacen pipí, eructan. Es por eso que puedes identificarte con ellas, porque no son estas criaturas celestiales, sino personas reales con sentimientos reales", dijo en una entrevista con The Guardian en 2017. Su mirada se expande ahora con 'Titane', donde las máximas de su cine siguen brillando mientras cuenta la historia de una bailarina erótica que siente atracción sexual por los coches. Uno incluso la deja embarazada. Alexia (Agathe Rousselle) es, además, una asesina en serie a la fuga que que se esconde haciéndose pasar por el hijo perdido de un bombero adicto al trabajo y a los esteroides (Vincent Lindon). El 'shock' en Cannes fue sonoro, y la Palma de Oro (y el respaldo crítico) confirma que no fue mucho ruido y pocas nueces. Veremos que nos trae a partir de ahora, una de las niñas prodigio del cine europeo. (Fuente Fotogramas)

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Titane

Año: 2021

Duración: 108 min.

País: Francia

Dirección: Julia Ducournau

Guión: Julia Ducournau

Música: Jim Williams

Fotografía: Ruben Impens

Reparto: Agathe Rousselle, Vincent Lindon, Garance Marillier, Myriem Akeddiou, Dominique Frot, Nathalie Boyer, Théo Hellermann, Mehdi Rahim-Silvioli, Anaïs Fabre, Lamine Cissokho, Céline Carrère, Mara Cisse.

 

PELÍCULA COMPLETA

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