SINOPSIS
Al este de
Japón, en la zona que posee el paisaje más bello del país, en un pequeño islote
vive una familia: los padres y sus dos hijos. Llevan una vida sencilla y
austera debido a la escasez de agua y víveres. A pesar de ello son felices.
Pero, un día, la desgracia llega a la isla y afecta duramente a la familia, que
luchará silenciosa y resignadamente contra los elementos de la naturaleza. Un
drama sin diálogos, en el que la imagen adopta el papel de narrador absoluto.
(FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Ya no hay voces que lo arruinen todo. Una pequeña brisa resoplará suavemente. Una gota transitará entre poros para evaporarse en el aire. Pasos y gemidos de cansancio serán el ruido más escandaloso. Y el mar. El mar golpeando las costas con fuerza o con falsa calma. El mar como el dueño de la inmensidad. El mar como una boca gigante que amenaza con tragarse todo. Sólo algunos avezados pájaros desafiarán al silencio. Ni siquiera los ruidos de las hojas parecen convencerse de su fuerza. Las palabras callarán antes de ser dichas. Habrá un nuevo lenguaje. Las miradas como instrumento de poder.
Los gestos recordados de vidas
pasadas resignificando las ideas. El tedio convertido en hastío. El sufrimiento
disfrazando cada llanto. La piel curtida de tanto subir y bajar. La vida
muriendo un poco. El sol contemplándolo todo. Y un pedazo de tierra como premio
al triunfo. Vírgenes arenas a punto de ser explotadas. Y la tierra siendo
violada perversamente. El sadismo recorriendo cada centímetro de polvo. Ya no
queda más nada. Ningún lugar por destruir. Cada sitio conquistado es el fin de
una era. Nuevas voces aniquilarán ese más perfecto mutismo. Es la corrupta
muerte de nuestras islas desnudas.
Marcelo De
Nicola.-
Canción elegida
para la editorial
IMPRESIONES SOBRE
Existe una torpeza del pensamiento que insiste en calificar al silencio como la ausencia misma del lenguaje. El que nada dice nada comunica sentencian aquellos muchachones en medio de un alboroto desbordante de palabras. Lo cierto es que al hablar del silencio ya lo estamos rompiendo. El silencio en si mismo, como finalidad última, configura una neutralidad demasiado parecida a la nada. Solo es válida su resignificación dentro de un contexto. El silencio toma sentido si algo sucede después. Pensemos en la música. El silencio dentro de una pieza musical se define como el espacio existente entre notas. Es aquel tono que no se toca. Esta ausencia, hermana de la soledad, de aquello que no va a suceder, del nunca, toma algún sentido en el instante en que se agota y da un cómplice lugar a la estructura siguiente. Aquella falta puede conllevar un sentido dramático o traer aire a un compás demasiado cargado dejando de esta manera que la partitura respire. También claro, puede ser el final y traer consigo la soledad absoluta que la propia nada arrastra. Tal como en el montaje de un plano, el silencio se resignifica en su contexto. Roland Barthes en su libro “Lo Neutro” elabora la idea de un silencio con significado y da a modo de ejemplo el caso de una persona que al decidir no hablar está comunicando algo: que es silenciosa. Llega a la conclusión de que el silencio también se convierte en un signo, el no decir nada es el signo. El único silencio que no se convierte en signo es el silencio de lo neutro. Muchas veces en la historia, el silencio se manifiesta como resultado de un castigo, por lo que podemos pensar que el hablar, entonces, debe ser un placer. A nadie lo condenan a hablar, por el contrario siempre el acto punitivo recae en el callar, en la prohibición misma del habla, en eso consiste la censura.
Es atinado recordar también que el lenguaje es indispensable para pensar, sin lenguaje no habría pensamiento alguno. Trabajar sobre el silencio entonces es abocarse a la exploración de una herramienta, de un signo, por lo menos delicado, cuya utilización requiere de un manejo preciso y sumamente intencionado. El silencio cinematográfico se instala desde la ausencia de diálogos. Los personajes en un drama audiovisual además de hablar, piensan, siempre y cuando su tridimensionalidad esté correctamente construida. Poder detectar su pensamiento, ayudará al buen guionista no solo a saber qué dirá su héroe sino, y mejor aún, que le convendrá callar. Bien sabemos, y lo hemos dicho más de una vez en este mismo foro, que el dialogo es definitivamente el modo más fácil de exponer los sucesos dentro de un drama. Es la fuente de información más sencilla para el escritor perezoso. La ausencia de dialogo obligará a los personajes a accionar para lograr sus objetivos y allí surgirá la creatividad y la capacidad de resignificación de quien escriba. Allí estará su arte expuesto desde la misma ausencia. El dialogo es siempre el último recurso. Kaneto Shindo ejerce un silencio poético, un silencio que es puro signo, en esa obra maestra que es La isla desnuda. Como bien venimos trabajando durante todo este ciclo que abarca la segunda edad de oro en las artes audiovisuales japonesas, la obra de Shindo, como la de Kurosawa, Ozu y Mizoguchi, trabajará también la contemplación como herramienta narrativa. La isla desnuda carecerá casi en su totalidad de diálogos. En los 98 minutos de duración del metraje habrá solo uno o tal vez dos líneas dichas por alguno de los personajes. A pesar de esto no estaremos frente a un film silente ya que contará no solo con una banda musical extraordinaria sino también con una banda sonora delicadamente elaborada.
Se creará una narrativa sonora que acompañará a la visual generando ritmos y texturas logrando así un texto sonoro que se ocupará en decir allí donde los personajes callan. El film marcará un salto profundo en lo que a la fotografía respecta. La isla donde se desarrollará el drama tendrá el tratamiento propio de un personaje más y se presentará a través de planos aéreos poco comunes para la época por su excesivo costo y complejidad de ejecución. La película contará con una estética en la construcción de planos que se destacará por la belleza e inteligencia en su composición. Nos deleitaremos con la perfección del equilibrio logrado, con la disposición orgánica y funcional dentro del cuadro, con el movimiento interno generado. Sobre estos logros podrá sostenerse el silencio para luego resignificarse. Todas estas serán las herramientas que narrarán y harán que el drama avance de manera dosificada prescindiendo casi en su totalidad de la palabra. El montaje del film, ya desde su comienzo, nos recordará sin dudas a la teoría Eisenstiana. Sergei Eisenstein, quien planteará con fervor que el camino inevitable del cineasta era el de ir de la imagen al sentimiento y del sentimiento a la tesis (resignificación del signo), hacia el año 1929 profundiza sus análisis respecto del montaje dándole cuerpo a sus cinco métodos. Hablará el cineasta ruso del montaje métrico, rítmico, tonal, sobretonal o armónico e intelectual, siendo los dos primeros de resolución más mecánica y los tres últimos marcadamente más subjetivos. Dentro del film encontraremos ejemplos claros de cada uno de estos métodos que omitiremos en describir en esta oportunidad. Tal vez sobre el que más trabaje Shindo sea el montaje intelectual.
Decía Eisenstein que este método
fluye a través de los tejidos de los sistemas nerviosos superiores del aparato
pensador. En las obras mudas de Sergei,
el argumento no tiene más que una finalidad estructural, un andamiaje que sirve
para construir un sistema de ideas. Sobre todo le interesan las conclusiones y
abstracciones que de los hechos a relatar puedan obtenerse. Es por esta
característica que entendemos que
Lucas Itze.-
Canción post
impresiones
UNIVERSO SHINDO
Nacido el 22 de abril de 1912 en Hiroshima, Kaneto Shindo fue el pequeño de los cuatro hijos de un terrateniente que ejercía como prestamista hasta que se fue a la quiebra. Tras la ruina económica y la desgraciada muerte de su madre cuando tenía 10 años la familia se disgrega. Acaba viviendo con uno de sus hermanos en Tokio, cuando queda deslumbrado por un film nipón titulado Bangaku No Issho, de Sadao Yamanaka, que le hace soñar con convertirse en cineasta. Decide mudarse a Kyoto donde busca trabajo en la productora Shinko Kinema, donde piensan que es demasiado bajo para formar parte del departamento de iluminación, y acaba en producción, donde trabaja duramente porque aunque once personas formaban parte en teoría de la sección, en realidad nueve formaban parte del equipo de béisbol de la compañía. En aquella época, Shindo aprendió que antes de cada película se escribía un guión, debido a que la empresa reciclaba los libretos viejos. Tras leer muchísimos, empezó a escribir él mismo múltiples guiones que sus amigos leían para darle su opinión.
En 1935, Shinko Kinema se muda a Tokio, y Shindo es ascendido al departamento
de dirección artística, en el puesto de uno de los empleados que no quisieron
cambiar de ciudad tras la marcha de la compañía. Desde finales de los 30 se
convierte en asistente del gran cineasta Kenji
Mizoguchi, con quien rodó, entre otras, Los cuarenta y siete ronin. "Lo
más importante que aprendí de él fue a no rendirme nunca. Rodó más de ochenta
películas, y no nos engañemos, la mayoría son convencionales e incluso
aburridas. Pero sin sus fracasos no tendríamos obras maestras como Cuentos de
la luna pálida", comentó Shindo. Cuando Japón se involucra en
A nivel internacional, Shindo se da a conocer con Los niños de Hiroshima, donde Otowa interpreta a una maestra que regresa a la ciudad cuatro años después de la bomba atómica en busca de algún antiguo estudiante que haya sobrevivido. Participó en la sección oficial del festival de cine de Cannes. Su mayor éxito fue La isla desnuda, donde describía sin diálogos la lucha por la supervivencia de una humilde familia en una pequeña isla. También tuvo difusión internacional la excelente Oninaba, ambientada en el Japón medieval, donde la madre y la mujer de un guerrero intentan mantenerse con vida en espera del regreso de éste.
Se acercó al cine de terror con El gato negro (1968), donde dos
fantasmales mujeres atraen a samuráis solitarios a su casa, con aviesas
intenciones. Siguió dirigiendo numerosas cintas hasta que cumplió una edad
avanzada. También escribió para otros realizadores, como ocurrió en el caso de Hachiko monogatari, historia real de un
prodigioso perro, que dio lugar a un remake americano, Siempre a tu lado. Hachiko, que protagonizó Richard Gere. Su último trabajo data de 2010, Ichimai no hagaki, donde un soldado de
FICHA TÉCNICA
Título original: Hadaka no shima
Año: 1960
Duración: 98 min.
País: Japón
Dirección: Kaneto Shindô
Guion: Kaneto Shindô
Música: Hikaru Hayashi
Fotografía: Kiyomi Kuroda (B&W)
Reparto: Taiji Tonoyama, Nobuko Otowa, Shinji
Tanaka, Masanori Horimoto
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