EDITORIAL
El banquete está listo. Los comensales se irán situando depende el orden de jerarquía. En una punta de la mesa los veremos a ellos, sabios burgueses empilchados con suaves pieles degustando vinos añejos. En la otra punta estarán los hazmerreíres del poder. Ellos, amontonados unos al lado de otros, esperarán las sobras, que llegarán cuando ya no haya más nada alrededor. La carta será piramidal. No todos pueden probar las mismas delicias, no vaya a ser cosa que cierta gente entienda un poco de comida gourmet. En ese sector donde abundan vestidos de etiqueta y trajes a medida, también se escucharán voces por lo bajo, secretos que no pueden ver la luz. Habrá sonrisas de cotillón y unas marcadas risas artificiales. La naturalidad vendrá desde la otra punta. Allí no necesitarán champañas francesas ni aromas sutiles. Allí habrá deseo, habrá corazón, habrá empatía. Todo será de todos. Compartirán lo poco que les llega y brindarán esperando una buena porción mientras los rufianes se autocomplacen.
Unas
carcajadas invadirán la armonía. Romperán la monotonía de esas charlas donde el
único problema es como repartirse la torta. Y molesta esa naturalidad. “El
burgués es el hombre que puede ya sentarse a descansar” dijo una vez Víctor
Hugo. Porque así piensan. Sólo ellos tienen derecho al descanso como si fueran
los únicos que trabajan. Ellos que te quieren aplastar para no permitir que
disfrutes de unas vacaciones o elijas comer en el mismo restaurante. Allí
estarán juzgándote depende del lugar de donde seas. Porque algunas cosas se
pueden hacer en unos lugares pero en otros no. Y no les entra en la cabeza que
puedan recorrer el mundo o divertirse de la misma forma que ellos. Hasta que un
día se cambien los lugares en la mesa. Y serán ellos quienes quedarán en el
fondo, peleándose en el lodo. Y brindamos para que llegue ese día, cuando la
alta sociedad, se transforme, como dijo Andrés, en Alta Suciedad.
Marcelo De
Nicola.-
Canción elegida
para la editorial
IMPRESIONES SOBRE EL COCINERO, EL LADRÓN, SU MUJER Y
SU AMANTE
La advertencia la había dado Brecht hace ya un tiempo. El poeta con deslumbrante acierto sentencio que No hay nada más parecido a un fascista que un burgués asustado. La moral burguesa es aquella que se construye sobre un sistema que busca evitar riesgos, que se esfuerza apasionadamente en neutralizar cualquier contratiempo o problema. Gran parte de sus esfuerzos están destinados a la realización de acciones concretas diseñadas con el único objetivo de alejarlos de cualquier peligro. La apuesta burguesa siempre es cautelosa y bien lejana a cualquier riesgo debido a que su preocupación está dirigida siempre sobre la prosperidad y jamás sobre el honor. Las soluciones son prosperas, los problemas no. Arriesgar poco para asegurar alguna victoria por menor que esta sea es la estrategia del pequeño burgués. Arriesgar poco para ganar poco, aquello es por lo que brindan los muchachos del bar de enfrente. Los que esta mesa ocupamos, y esto lo hemos señalado en otras oportunidades, nos declaramos siempre a favor del conflicto caótico que del problema surge. Preferimos así perder de verdad, jugándolo todo sin ningún reparo antes que vivir la comodidad que ofrece la más común de las mentiras. El mundo está pensado para el burgués no para el que arriesga su vida según dicta la moral heroica.
En este mismo sentido vale decir entonces que el mundo del arte y el del pensamiento están estrictamente regidos por las leyes del caos, del riesgo y de los problemas. Es el artista el que ve el problema allí donde todos juran haber visto una solución. Es su propia vida la que arriesga al desafiar a la estética, al desnaturalizar conceptos impuestos y llevarlos a una instancia superadora, al encontrar una relación que antes no existía, al desestabilizar con una pregunta los duros cimientos de las verdades. Vaya que en este país sabemos que son ellos los que arriesgan su vida, los que lo apuestan todo aun sabiendo que se irán de aquella mesa sin ningún premio que festejar. En este bar, las copas que se levantan son siempre por ellos, por sus aventuras que nos han llenado de problemas nuestra triste existencia. Peter Greenaway ha planteado esta problemática burguesa en su película El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante. Ya desde la longitud de su título plantea aquel riesgo del que hablábamos hace solo un rato. De la solución burguesa hubiera resultado un nombre bien distinto al planteado por el director. Se hubiera pensado tal vez en evitar la confusión del espectador al recordarlo, la sonoridad al decirlo, su diseño en los afiches de venta. Greenaway planteó el problema, no la solución. El film expondrá la idea de acartonamiento y falsedad que la vida burguesa experimenta.
Comenzará diciendo la verdad al mostrar en los primeros segundos de película una estructura que se eleva y lleva al espectador al set de filmación donde la historia se desarrollará. Otra vez la aventura heroica de exponer en una sola mirada a la mentira. La estructura del relato será completamente lineal y seguirá con exactitud el desarrollo de los tres actos aristotélicos. La fotografía será uno de los puntos fuertes del metraje. Trabajará mayormente con cámaras realizando travellings laterales manteniendo un punto de vista algo distante que recordará a aquel utilizado al comiendo de la historia del cine mediante el cual se buscaba simular la visión de un espectador teatral. Trabajará fuertemente los matices rojos intensos, los verdes esmeraldas y la pureza inmaculada de los blancos. El guion estará construido sobre la base tonal del grotesco utilizando ciertos tintes surrealistas. Habrá economía de locaciones y de puesta de cámaras. No se dará esto en lo que al diálogo concierne, el burgués hablará todo el tiempo, no soportará jamás el riesgo ni la tensión que el silencio ejerce. Por otra parte, claro, estará su antagonista. El hombre de letras y de libros, el hombre del pensamiento y del silencio. Spica, el burgués, demostrará ser una persona detestable, impune, con una violencia que por momentos recordará a Alex aquel drugo protagonista de La naranja Mecánica. Creará poder sobre el miedo que genera. Destruirá todo sin importar las consecuencias.
Por otro lado, Michael, el hombre de letras, el amante
de su mujer, representará la sensibilidad del artista y arriesgará sin
metáforas de por medio su propia vida por un amor prohibido. Michael sabrá que la apuesta del amor
es siempre una apuesta perdida. Nos demostrará que el amor es siempre entrega y
que no hay beneficio alguno que nos haga prósperos en aquella transacción.
Decía un amigo de esta casa que lo bueno del amor es que es tan maravilloso que
uno quiere que dure para siempre, y eso es justamente lo malo del amor. Allí
estará el capricho burgués de Spica,
la peligrosa pretensión de defender con tiranía un capital y no un amor.
Aparecerá en el film representada la niñez como la única pureza genuina a la
cual se buscará someter sin llegar a lograrlo. La película estará cargada de
imágenes fuertemente metafóricas, de intensos simbolismos que buscarán muchas
veces el impacto visual, el dramatismo pictórico. Greenaway se arriesgará completo en este relato audiovisual y eso
es después de todo lo que hacen los buenos artistas. Formularnos grandes
preguntas para deconstruir pequeñas verdades.
Lucas Itze.-
Canción post
impresiones
UNIVERSO
GREENAWAY
Nacido en Newport, Reino Unido el 5 de abril de
1942, su primera formación se dio en las artes plásticas, más precisamente en
la pintura, algo que lo acompañaría a lo largo de su filmografía. Poco a poco
empezó a interesarse por el cine europeo, más precisamente en directores de la
talla de desarrolló un interés por el cine europeo, particularmente por las cintas
de Michelangelo Antonioni, Ingmar
Bergman, Jean-Luc Godard, Pier Paolo Pasolini y Alain Resnais. En 1962
inició estudios en el Walthamstow College of Art, donde compartió cursos con el
músico Ian Dury con quien
posteriormente trabajaría en El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante. Allí
realizó su primer cortometraje titulado Death
of Sentiment y que se desarrollaba alrededor de objetos del patio de una
iglesia: cruces, ángeles volando, tipografía esculpida en la roca. La película
fue filmada en cuatro cementerios londinenses. En 1965 se unió a
En 1980 Greenaway producirá su más ambicioso
trabajo hasta ese momento, titulado The
Falls: un monstruo fantástico, una enciclopedia de lo absurdo de material
asociable con el vuelo, con la ley de la gravedad, 92 víctimas de algo que
denominó (VUE) "Violent Unknown Event" o Evento Violento Desconocido:
La película está ambientada en un extraño futuro después de un suceso violento
que ha cambiado la vida tal y como la conocemos ahora. La película recoge el
testimonio de 93 víctimas del suceso, elegidas porque sus apellidos comienzan
con las letras "FALL". Greenaway utiliza en su primer largometraje un
formalismo que lo acerca a la vanguardia y cuenta con la colaboración musical
de Michael Nyman y Brian Eno. Los años 80 vieron las
mejores películas de Greenaway: El
contrato del dibujante en
Conspiración de mujeres en 1988 y El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante en 1989, su película más conocida por el público. Los noventa nos dieron las más atractivas a nivel visual: Los libros de Próspero, basada en una obra de Shakespeare en 1991, la controvertida The Baby of Mâcon en 1993, Escrito en el Cuerpo en 1996 y 8 ½ Mujeres en 1999.
Las tres
películas de Las maletas de Tulse Luper
de 2003, 2004 y 2005 que cuenta la enigmática historia del escritor Tulse Luper
(JJ Feild), que abarca desde 1928, con el descubrimiento de una sustancia
llamada Uranio, hasta la caída del muro en 1989. Luper se pasa la vida de
prisión en prisión (en total 16) y las visitas a diferentes ciudades a lo largo
de 60 años y Nightwatching de 2007,
sobre el cuadro La ronda de noche de Rembrandt. En la última década llegaron Goltzius and the Pelican Company en
2012, Eisenstein en Guanajuato, un
biopic sobre el cineasta ruso cuando vivía en México para rodar el film ¡Qué
viva México! Y su último film fue el año pasado titulado Walking to Paris, sobre el escultor
rumano Constantin Brâncusi.
FICHA TÉCNICA
Título original: The Cook, the Thief, His Wife and Her Lover
Año: 1989
Duración: 123 min.
País: Reino Unido
Dirección: Peter Greenaway
Guion: Peter Greenaway
Música: Michael Nyman
Fotografía: Sacha Vierny
Reparto: Richard
Bohringer, Michael Gambon, Helen Mirren, Alan Howard, Tim Roth, Ciarán Hinds,
Gary Olsen, Ron Cook, Ian Dury, Ewan Stewart, Diane Langton, Liz Smith
No hay comentarios:
Publicar un comentario