martes, 31 de agosto de 2021

IDA

PROGRAMA 341 (27-08-2021)

 

SINOPSIS

 

Polonia, 1960. Anna (Agata Trzebuchowska), una novicia huérfana que está a punto de hacerse monja, descubre que tiene un pariente vivo: una hermana de su madre que no quiso hacerse cargo de ella de niña. La madre superiora obliga a Anna a visitarla antes de tomar los hábitos. La tía, una juez desencantada y alcohólica, cuenta a su sobrina que su verdadero nombre es Ida Lebenstein, que es judía y que el trágico destino de su familia se remonta a la terrible época de la ocupación nazi. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Todo lo que podamos decir de dios no hará más que alejarnos de dios. Su triste holograma camina sin apuro por los arrabales de nuestro pensamiento. Su silencio eterno se desgrana en la voz de todos y de todas. Ese silencio que nos habla vistiendo los sofisticados ropajes de las metáforas grandilocuentes. Aquel silencio de fin de fiesta, de risa que se apaga, ese silencio, preludio de toda angustia. La foto de la más sola de todas las soledades. Decir dios es matar a nuestra propia creación porque después de todo no hay quien no comprenda que la idea de aquella entidad nos excede, nos desborda, nos aleja. Su concepto habita bien lejos de nuestros límites sea cual sea el área que estos abarquen. La desesperación arde en nuestras tripas y ensaya respuestas variopintas que diseñan reinos soñados y llenan el amargo y oscuro abismo para así poder cerrar nuestros ojos hastiados cada noche y poder continuar al día siguiente cuando el sol se eleve. Allí es cuando la trampa inicia, cuando el plan se despliega por nuestros nervios y ya no hay más preguntas. La bala es semántica y aniquila toda lógica y su muerte arrastra la belleza de cualquier reino. Llenaremos nuestras embusteras bocas con historias del más allá para alivianar la corrosiva angustia que nos genera nuestra condición finita, nuestra existencia solitaria y fugaz. Pero el remedio, estimada banda, es la enfermedad. 



Describimos aquello que nos excede utilizando las categorías propias e inherentes a nuestro conocimiento. Pensamos el más allá con conceptos y palabras que pertenecen al más acá. Proyectamos sobre la idea de dios aquello que entendemos de nosotros mismos para concebir al otro, proyectamos las sombras de nuestro conocimiento y también de nuestra propia historia. Pensar en la deidad, cualquiera sea el nombre que le pongamos, es apropiarse de su idea y entenderla en el interior de nuestras propias limitaciones. Dios es lo otro y lo otro es siempre inabarcable. Estamos solos en un mundo que se muere a la deriva en el oscuro océano del universo. Estamos solos transitando el camino de este absurdo viaje hacia la nada. Un cascote frio atravesado por las feroces fauces del tiempo. Matar a dios es arrancarnos el pesado bozal de lo absoluto y universal. Matar a dios para que no seamos más pensados, porque somos nosotros los que apostamos a un ser que se busca siendo. Matar a dios, porque somos nosotros los que en definitiva somos. 

 

Lucas Itze.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE IDA

 

Indagar en la fe siempre resulta, desde ciertas perspectivas, un acto penitente. Su poder sobrenatural ha creado fanatismos religiosos alrededor del planeta. Claro que no todas esas muestras bastan para confirmar una sola teoría. Su relación con la razón ha sido planteada desde hace muchísimos siglos y hay voces que siguen apareciendo. Tomás de Aquino fue justamente uno de los defensores de esa unión. Según su pensamiento, en ellas no hay conflicto sino armonía, ya que hay una zona de confluencia entre ambas, en donde destaca tres tipos de verdades (por fe, por razón y por unión de las dos, como la existencia de Dios y la inmortalidad de las almas). Dos caminos diferentes para un mismo final. En su texto Suma Teológica habla de cuatro dimensiones básicas de la fe, donde termina resumiendo que “creer es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia”. Por ende, un conocimiento de las verdades relativas a Dios, consecuencia de la propia voluntad de creer y de la cual es responsable la misma gracia de Dios. 



Esa armonía, esa carretera en la que confluyen la fe y la razón, es el camino que intentará recorrer Anna, la novicia huérfana protagonista del film Ida del polaco Pawel Pawlikowski. El film durará alrededor de 80 minutos, en un guión lineal firmado por el director junto a Rebecca Lenkiewicz. Pawlikowski acertará con la fotografía en blanco y negro creada por Lukasz Zal y Ryszard Lenczewski, ya que esa escala de grises servirá para crear imágenes que parecen cuadros y jugar constantemente con las sombras. Veremos en esa imágenes y en su obsesión por la fe, la influencia de Dreyer, de Tarkovski, y porque no, de Bergman. La banda musical utilizará al jazz como parte de sus canciones, incluso con una banda tocando cuyos integrantes se transformarán en protagonistas del film. La película se servirá generalmente de planos fijos y solo en un par de ocasiones habrá movimientos de cámara, para retratar ese viaje interno que sufre Anna. Por momentos, la composición de planos del encuadre generará un imponente fondo oprimiendo a la protagonista. 



Porque será su pasado lo que tendrá que descubrir para entender el presente. Estamos en la década del ´60 y antes de tomar los votos, a Anna le aconsejan conocer a su única familiar, una tía llamada Wanda, que vive en Varsovia. Ella será la voz que le dará el giro dramático al personaje, al contarle que en realidad su nombre es Ida, una joven judía que perdió a sus padres durante la ocupación nazi. Será la tía la punta de lanza de esas preguntas que repiquetearán en la cabeza de Anna/Ida. Ella, alcohólica, desinhibida, fiscal del régimen comunista que condenó a varios hombres a la muerte, será la antítesis de su sobrina. Le cuestionará cuál es el sacrificio al no sentir deseos carnales o porque tomar sus votos sin haber probado los placeres y los pecados. Serán dos personajes que no mostrarán mucho crecimiento en el aspecto dramático, que mantendrán su personalidad sin abrirse con el otro. 



Las unirán un viaje donde ambas intentarán averiguar donde enterraron a sus padres pero el más importante será el interno, donde una buscará encontrar su verdadera identidad y la otra cerrar su historia. Habrá una pregunta que será un ejemplo de esa identidad perdida cuando Wanda le pregunte si el color de su cabello es rojo como el de su madre. Ahí, tras ese velo, también estará escondido ese pasado. Ese es el rompecabezas que ambas tienen que terminar de armar, con las piezas que les faltan. Una tragedia servirá para cerrar el círculo. Y será el momento de que Anna indague para sus adentros. Comenzará a explorar otro mundo convirtiéndose en una nueva persona. Y tomará el camino de la fe y la razón para seguir su futuro aunque siempre quedarán preguntas sin responder cada vez que mire el cielo.

                                                                                                      

Marcelo De Nicola.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO PAWLIKOWSKI


       

Nacido el 15 de septiembre de 1957, pasó su infancia en Varsovia. Provenía de una clásica familia católica. Su madre era catedrática en filología en la Universidad de Varsovia mientras que su padre era un respetado médico de procedencia judía. Luego de una ola de anti semitismo en el país, deciden exiliarse en Austria. Su abuela había fallecido en Auschwitz. Cuando sus padres se separan, se va con su madre a vivir al Reino Unido. Luego vivió en Alemania, Francia e Italia hasta instalarse en Inglaterra. Estudió filosofía y literatura en Londres y Oxford, donde empezó a hacer talleres cinematográficos. En 1986 empezó en la reconocida BBC a rodar documentales, muchos de ellos trataban sobre Rusia (país de donde era su primera mujer) como: De Moscú a Pietushki, Los viajes de Dostoievski (donde se encuentra con su tataranieto, un conductor de tranvía en Leningrado que sueña con poseer un Mercedes Benz) y Viajando con Zhirinovsky (líder de la extrema derecha). También dirigió Serbian Epics sobre la guerra de Bosnia. Su primer film llegó en 1998 y se tituló The Stringer, la historia de un ambicioso joven ruso que trata de sobrevivir como puede se enamora de la enviada especial de una cadena de televisión británica y empieza a inventar noticias para reavivar su carrera. Luego llegó el film con el que empezarían a reconocerlo: Last Resort. Cuenta la historia de una madre joven e ingenua que espera que su vida cambie al lado de su novio inglés, abandona Moscú acompañada de su hijo de 12 años. Cuando llegan a Inglaterra, nadie va a buscarlos al aeropuerto y las autoridades los encierran en un complejo turístico convertido en lugar de acogida, donde cientos de refugiados luchan por sobrevivir. Obtuvo menciones en varios festivales y fue una de las películas británicas del año. 



En 2004 realizó Mi verano de amor que cuenta la historia amorosa entre dos adolescentes provenientes de diferentes clases sociales. En 2005 la película fue galardonada con el premio BAFTA a la mejor película británica y para la actriz Emily Blunt fue el inició de su carrera profesional. Iba a empezar su próximo proyecto pero a su esposa le diagnosticaron cáncer por lo que dejó de filmar para cuidarla hasta el día de su muerte. Recién volvió a dirigir en 2011, cuando rodó en Francia La mujer del Quinto, con Ethan Hawke y Kristin Scott Thomas, basada en un libro de Douglas Kennedy, el film trata sobre un escritor norteamericano que se va a Francia a recuperar a su familia pero las cosas no salen según lo planeado. En 2013 vuelve a su Polonia natal para rodar Ida, con la que logra reconocimiento internacional. El film logra el Oscar a mejor película extranjera y arrasa en los Premios del cine Europeo. 



Cinco años después llega Cold War, una historia de amor entre dos personas de diferente origen y temperamento que son totalmente incompatibles, ambientado en la Guerra Fría. Nuevamente filmada en blanco y negro, se convierte para muchos en la película mejor de su corta filmografía. Logra nominaciones en los Oscars a mejor director, película y fotografía y logra lo que ningún polaco anteriormente logró: llevarse la Palma de Oro en Cannes como mejor director, además de arrasar nuevamente en el ámbito europeo.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: Ida (Sister of Mercy)

Año: 2013

Duración: 80 min.

País: Polonia

Dirección: Pawel Pawlikowski

Guion: Pawel Pawlikowski, Rebecca Lenkiewicz

Música: Kristian Eidnes Andersen

Fotografía: Lukasz Zal, Ryszard Lenczewski (B&W)

Reparto: Agata Kulesza, Agata Trzebuchowska, Joanna Kulig, Dawid Ogrodnik, Jerzy Trela, Adam Szyszkowski, Artur Janusiak, Halina Skoczynska, Mariusz Jakus

 

PELÍCULA COMPLETA

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