SINOPSIS
En un futuro no
muy lejano, un misterioso accidente ocurre en el metro de Buenos Aires: un
coche que circulaba por la vía desaparece, perdiéndose en el tiempo debido a un
extraño fenómeno que solo un científico puede resolver. Film futurista de
ciencia-ficción realizado íntegramente por alumnos de una escuela de cine
argentina y dirigido por el profesor y cineasta Gustavo Mosquera.
(FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Un pasaje
escondido donde están todas las voces que quisieron callar. Ayer, hoy y mañana.
De este o del otro lado del muro de nieve. Ellos intentando que haya una única
voz. Nosotros demostrando lo contrario. Todo es oscuro, ruinoso y tétrico. Unas
vías muertas donde los roedores son los reyes del palacio. Solo se escuchan sus
pasos y sus murmullos. Cada tanto, algún goteo salido de una hendija abierta se
suma a los acordes. Las sombras aparecen y desaparecen. Las miradas se posan en
ciertos espectros abatidos por el horror. La historia se tergiversa. Y después
de tanto espanto, la claridad. El sol vuelve a salir. Las caras arrugadas por
el peso del tiempo vuelven a esbozar mínimas sonrisas. El ambiente se siente un
poco cargado. Los rencores están a la orden del día. La sociedad comienza a
pensar por fin en un estado de bienestar.
Los nadies sueñan con ser parte del
sistema. Los que cayeron intentan levantarse. El arco iris envuelve todo el
fondo. El humo se disipa, aunque siempre está ahí, latente. Y de repente, la
regresión. La noche vuelve a instalarse y las ratas empiezan a manejar los
hilos. La mano derecha del poder vuelve a cazar sus presas con más hambre que
nunca. Sienten el derecho de manejarse a sus anchas y volver por todo lo que
han perdido. Son los perros de presa a los que les soltaron el collar para
completar la faena. Y todo vuelve a estallar. Y la vida desaparece en un
instante. Y esa palabra hace sangrar oídos. Y nuevamente es caos, humo,
descontrol, miseria. Y otra vez a caminar las añejas vías buscando un lugar por
donde escapar. Y nuevamente esas voces que gritan desde distintos puntos,
aunque nunca sabremos bien de dónde. Y mientras la tierra gira, el país se
mueve por un círculo infinito. Donde a pesar de estar cada vez más despiertos,
notamos que siempre vuelve todo al mismo lugar, como si camináramos sobre una
cinta de Moebius.
Marcelo De Nicola.-
Canción elegida para la editorial
Canción elegida para la editorial
IMPRESIONES
SOBRE MOEBIUS
“Vivimos en un mundo donde ya nadie
escucha". Corre el año 1996 y la comunicación, en
los términos que la conocemos hoy, pareciera que nos queda tremendamente
lejana. Aun sin la masiva utilización de los teléfonos celulares, esta
herramienta a la que muchos le adjudican hoy toda la culpa de la incomunicación
figurándonos a la gente que en lugares públicos como plazas, bares o
transportes públicos pintan solitarias las almas que se detienen en el destello
de sus pantallitas y no logran conectar con lo que sucede a su alrededor,
quizás no sea más que una excusa que busque, de alguna manera, normalizar la
incomunicación que genera todo un sistema aún más complejo desde hace ya
tiempos más lejanos. Corre el año 1996 y lo que nos orientaba los rostros hacia
abajo, era el mismo sometimiento pero no materializado. ¿A quién adjudicarle
entonces esa frase en los 90? El film que elegimos para hoy está basado en un
cuento de ciencia ficción titulado A
Subway Named Möbius del astrónomo y escritor estadounidense Armin Joseph Deutsch. Dirigido por el
director Gustavo Mosquera y titulado
Moebius, es una adaptación
perfectamente lograda. A través del argumento, buscará en las profundidades de
la ciudad de Buenos Aires; particularmente en el entramado de los subtes,
encontrar aquello que inexplicablemente desapareció: Una formación entera con
pasajeros a bordo y como no también, aquellas respuestas que sólo encontramos
en la profundidad de las heridas de una sociedad que aun sangra pero parece no
querer escuchar porque. La historia rondará alrededor de esa inexplicable desaparición.
La estética de esta ciencia ficción es fría, agobiante, claustrofóbica en algunos momentos y no obstante cautivadora, Daniel Pratt será el personaje encargado de dar una respuesta a las autoridades que han quedado anonadadas ante semejante suceso. Topólogo de profesión, encontrará una explicación matemática e introducirá en su argumento la teoría del efecto Moebius (cosa que intentaremos explicar en otro momento). El director realizó esta película junto a sus estudiantes de cine por lo tanto, nos encontraremos con una elaboración que desde la fotografía, la dirección y el guion buscarán y lograrán sacarle el máximo provecho. Podremos separar estos tres elementos y cada uno de ellos nos estaría contando una historia diferente, pero que en forma conjunta terminan de cerrar esta atrapante historia. “Vivimos en un mundo donde ya nadie escucha” rezará desde el guion la película, invitándonos a escuchar y de paso a observar. Será el subte que no aparece una inteligente manera de referenciar a los desaparecidos de la última dictadura, serán los gerentes del subte y los representantes del gobierno quienes tendrán apellido mientras que el maquinista será simplemente Edmundo enrostrándonos en la cara el juego de la Jerarquía y la naturalización de ese simple recurso que viene a condicionarnos desde la entrada.
Y el protagonista en medio de todo el caos, acaso el más capacitado para resolver el misterio y aquel que más cercano a la realidad se encuentre estará solo y sin nadie alrededor con la voluntad de querer escucharlo. Pero también aparecerá poéticamente ella, la esperanza puesta en los ojos de la niñez. Todos los personajes buscaran aquella respuesta tranquilizadora y que más le convenga, recuerden que estamos en el 96´y aun no sabíamos de esta nueva expresión llamada pos verdad que encierra esa actitud de aceptar deliberadamente un relato distorsionado aún a sabiendas de sus falacias y que solo tiene el fin de mantener a salvo las emociones y creencias personales por sobre los hechos objetivos. En este foro no vamos a cometer el error de creernos que lo que acabamos de contar es lo que el director quiso transmitir, pero el arte nos da la libertad de transformar las obras en interpretaciones y acá estamos haciéndolo como nos gusta. Si tomaremos, como siempre, el agobiante y hermoso camino de poder escuchar y observar la verdad para poder transformar la realidad, aunque duela, aunque parezca que estamos en un espiral interminable en donde las cosas y los hechos se repiten hasta el hartazgo, aunque a veces nos sintamos solos, aunque eso implique el riesgo de que algún día, otra vez, nos perdamos para siempre…
La estética de esta ciencia ficción es fría, agobiante, claustrofóbica en algunos momentos y no obstante cautivadora, Daniel Pratt será el personaje encargado de dar una respuesta a las autoridades que han quedado anonadadas ante semejante suceso. Topólogo de profesión, encontrará una explicación matemática e introducirá en su argumento la teoría del efecto Moebius (cosa que intentaremos explicar en otro momento). El director realizó esta película junto a sus estudiantes de cine por lo tanto, nos encontraremos con una elaboración que desde la fotografía, la dirección y el guion buscarán y lograrán sacarle el máximo provecho. Podremos separar estos tres elementos y cada uno de ellos nos estaría contando una historia diferente, pero que en forma conjunta terminan de cerrar esta atrapante historia. “Vivimos en un mundo donde ya nadie escucha” rezará desde el guion la película, invitándonos a escuchar y de paso a observar. Será el subte que no aparece una inteligente manera de referenciar a los desaparecidos de la última dictadura, serán los gerentes del subte y los representantes del gobierno quienes tendrán apellido mientras que el maquinista será simplemente Edmundo enrostrándonos en la cara el juego de la Jerarquía y la naturalización de ese simple recurso que viene a condicionarnos desde la entrada.
Y el protagonista en medio de todo el caos, acaso el más capacitado para resolver el misterio y aquel que más cercano a la realidad se encuentre estará solo y sin nadie alrededor con la voluntad de querer escucharlo. Pero también aparecerá poéticamente ella, la esperanza puesta en los ojos de la niñez. Todos los personajes buscaran aquella respuesta tranquilizadora y que más le convenga, recuerden que estamos en el 96´y aun no sabíamos de esta nueva expresión llamada pos verdad que encierra esa actitud de aceptar deliberadamente un relato distorsionado aún a sabiendas de sus falacias y que solo tiene el fin de mantener a salvo las emociones y creencias personales por sobre los hechos objetivos. En este foro no vamos a cometer el error de creernos que lo que acabamos de contar es lo que el director quiso transmitir, pero el arte nos da la libertad de transformar las obras en interpretaciones y acá estamos haciéndolo como nos gusta. Si tomaremos, como siempre, el agobiante y hermoso camino de poder escuchar y observar la verdad para poder transformar la realidad, aunque duela, aunque parezca que estamos en un espiral interminable en donde las cosas y los hechos se repiten hasta el hartazgo, aunque a veces nos sintamos solos, aunque eso implique el riesgo de que algún día, otra vez, nos perdamos para siempre…
Alan Beneitez.-
Canción post impresiones
Canción post impresiones
UNIVERSO MOSQUERA
Gustavo Mosquera
nació en 1958 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Egresó
del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales luego
de una secundaria sin mayores problemas. Por aquellos tiempos, los militares
reinaban Argentina, por lo que debió optar por algo más seguro. Su familia
preocupada por su seguridad con el tema de la libertad de expresión le sugirió
la ingeniería electrónica en la que también recibió su título. Recuerda con
cierto dejo de displicencia como los militares solían detenerlo por la calle
para hacer las requisas de identificación tanto personal como de ideología.
Luego de mostrar su documento, Mosquera solía responder que era ingeniero
electrónico, a lo que los oficiales respondían con sorna “está bien, esos no
son peligrosos”. Aun así, agradece que la electrónica no solo le proveía un
salvoconducto para permanecer seguro, sino que le enseñó muchos conceptos matemáticos
y tecnológicos que posteriormente trabajó a fondo en su obra. Luego comenzó a trabajar en su cortometraje “Arden
los Juegos”, con Mario Pasik, donde una pareja busca resguardo en un
edifico abandonado tras una pandemia que ha causado el aniquilamiento de gran
parte de la humanidad.
El film tuvo un guion con palabras “diferentes” para que
no sea censurada. Su primer trabajo fuera del INCAA fue con el
presidente democrático Raúl Alfonsín, el cual lo convocó
para darle vida a un documental con el que planeaba llevar la capital federal
del país a Viedma. El proyecto llevó el nombre de “Viedma Hoy”
pero debido a la complicada situación política y social de la época debió ser
archivada con tantos otros trabajos. Fue en base a todas estas complicaciones
que en la década del '80 comenzó a pensar sobre el futuro que
sobrevendría a la Argentina, dando nacimiento a “Lo Que
Vendrá”. Este trataba el Buenos Aires apocalíptico del
futuro, con un toque de queda constante, problemas gremiales en los hospitales
públicos y la poca esperanza que uno de los protagonistas destilaba al decir
“Lo que vendrá será peor”. El film contaba con estrellas como Hugo Soto y Juan
Leyrado, los músicos Charly García y Rosario Bléfari y algunas actrices que
serían futuras estrellas en los noventa: Inés Estévez, Alejandra Flechner y
Verónica Llinás. Allí por primera vez una película argentina utilizó una
Steadycam, la única en el país que estaba en la televisión pública. Luego de
algunos años realizando trabajos menores, sorprendió a todo el mundo con la
impresionante “Moebius” en 1996. En ella un grupo de
trenes subterráneos desaparecía de los túneles de Buenos Aires,
inexplicablemente en lo que el topólogo protagonista trataba de explicar como
un túnel infinito. El concepto utilizado en la película, lleno de teoremas
matemáticos complicadísimos, llevó al director de gira por todo el mundo,
dándole la posibilidad de establecerse en los Estados Unidos. A
pesar del prestigio ganado, no puede terminar el documental Radio Olmos, rodado durante un
memorable concierto de rock realizado en el Instituto Penal de Olmos, propuesta que en su momento atemoriza a
quienes podría haberlo distribuido o estrenado. Decide emigrar a los Estados
Unidos y se radica en Los Angeles: Vive de las charlas y conferencias a
propósito del fenómeno Moebius y, durante 2002, trabaja en la preproducción del
thriller Un largo hola y un corto adiós,
que recibe el respaldo de John Woo
(quien por ese entonces filmaba con Tom
Cruise, Misión Imposible 2) Las complicaciones con el casting, donde
tuvieron un año y medio de demora para decidir los actores -la última provocada
por el actor Kevin Bacon-, que llevó
un gasto para la producción de 350 mil dólares y el vencimiento de los derechos
para el rodaje terminaron impidiendo su concreción. Entre los proyectos que
esperan financiamiento figuran versiones fílmicas de las historietas Parque
Chas y El eternauta. Sobre esto en un programa radial declaró: “Entrar en este
sistema es tremendo, es un verdadero monstruo, es una máquina de picar carne,
que es todo lo contrario de Radio Olmos. Este año, después de tanto tiempo,
gracias a la producción de Alejandro Taranto, sale justamente Radio Olmos,
recital histórico en la cárcel con el Ruso Verea como conductor y las bandas
Hermética, Massacre, Attaque 77, A.N.I.M.A.L., Lethal y Pilsen, más una
sorpresa: la participación estelar de los legendarios punks británicos U.K.
Subs.
FICHA
TÉCNICA
Título original: Moebius
Año: 1996
Duración: 88 min.
País: Argentina
Dirección: Gustavo
Mosquera R.
Guion: Pedro
Cristiani, Gabriel Lifschitz, Arturo Onatavia, Natalia Urruty
Música: Mariano
Núñez West
Fotografía: Abel
Peñalba
Reparto: Guillermo
Angelelli, Roberto Carnaghi, Anabella Levy, Jorge Petraglia.
PELÍCULA COMPLETA