EDITORIAL
Bravas llamas arderán
por el odio. El olor a piel quemada, inundará nuestro olfato que buscará ser
testigo de la crueldad. Los silencios serán cada vez más cortos, mientras la
muerte acecha. Muchos ni siquiera entienden para qué bando juegan. Solo siguen
órdenes y disparan peleando por su vida. Son esos momentos donde veremos lo
peor del ser humano, ese que está solo para destruir y olvidará las bondades de
las palabras. Nunca estuvimos en una guerra y ojalá, nunca lo estemos. Dicen
que una vez allí no existe otra cosa que tu propia vida. Que seguirás tu
camino, mientras quien ayer compartía tus sueños, agoniza tristemente, viéndote
escapar como un cobarde. Serán esas las voces que aparecerán cada noche hasta que
te acostumbres a dormir con ellas.
¿A dónde irán a parar nuestros rezos, si enfrente
piden lo mismo? ¿Será ese mismo Dios, quien juega a los dados con nuestras
vidas, como si fuera una apocalíptica telenovela? ¿Dónde tendrán que llorarnos
si quizás nuestros cuerpos estallan en mil pedazos? Esas serían algunas típicas
preguntas, pero no tendremos respuesta. Solo ellos, los que pasaron por esa
locura, que acabó con su vida tal y como era, podrán esbozar algún tipo de
réplica. Y allá, lejos del ruido de los aviones, del olor a napalm, y de las
balas que juegan miserablemente con esas vidas, están las marionetas que
manejan todo. Esos que no se van a manchar de sangre, y solo dedicarán alguna
que otra palabra vacía esperando recibir un abrazo cómplice. Esos que
acrecientan sus bolsillos, porque las guerras, generan pérdidas, pero también
dinero. Esos que evitarán mandar a sus hijos al infierno, mientras sus vecinos,
luchan sin armas. Esos, que esperamos que alguna vez, se les caiga la cara de
vergüenza.
Canción elegida para
la editorial}
Ruido – Pequeña
Orquesta Reincidentes
IMPRESIONES
SOBRE VERGÜENZA
¿De quiénes son aquellas
manos que golpean? Son manos jóvenes que tiemblan tanto como las nuestras. Tiemblan
por el frio, el hambre, la soledad. Tiemblan por la muerte y por la lejanía,
aunque tal vez no sean más que la misma cosa. Son manos sucias, cansadas, pero
aun jóvenes. Manos de músicos, manos de obreros, de maestros, manos sin oficio
aun. Golpean. Golpean. Golpean. ¿Sobre qué maderas descargan su ira… sobre que
maderas si el bosque aúlla malherido con aquel silbido oscuro de humo y
cenizas? La tierra murmura ya su muerte, y también la nuestra. ¿Y aquel ruido,
que es aquel ruido tan perturbador, que significará aquel balbuceo inconcebible
que ya no calla? Hablan, o al menos eso es lo que parece, pero aquel sonido que
sale de sus bocas ya no dice nada, o dice muy poco, porque tal vez ya no halla
mucho que decir. Pero ellos aún están allí, intentando explicarlo todo…
argumentando las manos, dándole un significado al sonido, ocultando siempre el
bosque. Vergüenza. Vergüenza es el grito que nace de mis entrañas. Y será
también “La Vergüenza” el nombre del
Film de Ingmar Bergman realizado por
el director sueco en el año 1968. Bergman se encargara, una vez más, de
realizar un análisis despierto e inteligente sobre la condición humana.
Optará
para la narración de su relato una estructura lineal y captaremos en su
devenir, la sutiliza en la selección de cada elemento que aportará a la
construcción de las funciones tanto denotativa como connotativa de la
mencionada estructura. Cada plano, cada encuadre, cada línea de dialogo estará
allí, como una sentencia maldita, para gritarnos a la cara que la guerra es hambre,
es soledad, es la ausencia absoluta de colores, es la peor creación de ser
humano. El film contará con caracterizaciones e interpretaciones notables que
narraran extraordinariamente la degradación propia de la guerra. Nos costará
tal vez organizar el relato según los tres actos aristotélicos clásicos, en
donde, como ya hemos explicado más de una vez en este mismo foro, en el primero de ellos se presentará a los
personajes y al conflicto, en el segundo y el más largo de los tres se
desarrollara el conflicto motor de la obra y en el tercero se concluirá tras
una resolución. El director y guionista del relato decidirá, por el contrario,
armar una estructura dividida en dos partes bien claras y densas en cuanto al
peso emocional se refiere. En la primera de sus partes, si bien se presentará a
los personajes, Bergman se abocará a la narración de la situación previa a la
guerra.
Los veremos a ellos sumergidos en aquel mundo celosamente impenetrable
creado para salvaguardarse de aquel exterior que se derrumba. Serán, tal como
dice Pirandello, como una isla
incomunicada. Al entender su mundo de esta manera, revalorizaremos como
metáfora aquella decisión artística de que el escenario para el desarrollo de
la historia no sea otro que una isla sin ninguna referencia geográfica. Esta
alegoría se volverá más fuerte en la segunda de las partes del film, en donde
la isla, al igual que ellos mismos, será invadida y devastada por las
horrorosas consecuencias que ha dejado la crueldad de la guerra. Sentiremos
vergüenza por las miserias humanas, por entender a ese macabro enfrentamiento
que la guerra propone como una absurda
bestia creada por el hombre para someter al mismo hombre. Sentiremos vergüenza
por la banalización de la vida y a su vez también, por la naturalización de la
muerte. Todo se convertirá en una cruel pesadilla sin sentido, y como en toda
pesadilla, no habrá ni buenos ni malos. Solo habrá sufrimiento.-
Lucas Itze.-
Canción post
impresiones
Un gran tema de Pink
Floyd
UNIVERSO
BERGMAN
Hijo de un pastor
luterano y de una dominante madre de origen valón, Ingmar Bergman nació en el
seno de una familia muy estricta, en la que la buena conducta y la represión de
los instintos se consideraban virtudes. No resulta pues extraño que, tanto él
como su hermana Margareta, se refuguaran en un universo imaginario: juntos
compraban trozos de película para el proyector familiar y construyeron también
un teatro de marionetas. Bergman no contaba aún veinte años cuando dejó a sus
padres para instalarse en Estocolmo. Desde entonces, se dedicó al teatro
universitario y fue en esta época, entre finales de los 30 y comienzos de los
40, cuando entabló amistad con Erland Josephson y Vilgot Sjöman. En 1942, tras
el estreno de una de sus obras, La muerte de Punch, Bergman fue invitado a
formar parte del equipo de guionistas de la Svensk Filmindustri, donde pasó dos
años revisando guiones, mientras seguía escribiendo obras favorablemente
acogidas por la crítica. Ya su primer guión, Tortura, llevado a la pantalla por el importante cineasta sueco Alf
Sjöberg, se basa en un recuerdo personal: el terror que inspirara a Bergman uno
de sus profesores, que le hizo objeto de todo tipo de vejaciones y engaños en
Estocolmo. Al año siguiente, 1945, la Svensk Filmindustri ofrece a Bergman la
oportunidad de dirigir su primera película, Crisis, adaptación de una obra danesa cuyo protagonista, como en
casi todos sus primeros trabajos, es un alter ego apenas encubierto del autor,
que expresa así sus temores, ansiedades o aversiones o aspiraciones personales.
Ese mismo año también dirigió Llueve
sobre nuestro amor. Si Barco hacia
la India (1947) y Puerto (1948)
son perfectamente representativas de este periodo, las dos últimas obras de
esta década, La sed (1949) y Hacia la felicidad (1949), muestran una
nueva preocupación en Bergman, que aborda el tema de la pareja enredada en una
lucha sin cuartel. Prisioneros el uno del otro, los amantes protagonistas de
sus películas se entregan a un combate cuerpo a cuerpo, un torneo oratorio
despiadado con evidentes resonancias de Strindberg. En el medio aparecen
películas como Música en la noche, Los demonios nos gobiernan o Esto no puede ocurrir aquí. Los años 50
permitieron afianzarse a Bergman. Al principio de la década rodó dos brillantes
historias de amor que exaltaban a la vez el esplendor del verano sueco y los
fuegos efímeros de la pasión: Juegos de
verano, también llamada Juventud,
divino tesoro (1950), que fue presentada en Punta del Este, y esto llevó al
éxito del director en lugares tan lejanos a sus país, como lo son Argentina,
Uruguay y Brasil. También dirigió Un
verano con Monika (1952), donde alcanzó su plenitud la sexualidad de
Harriet Andersson. La carrera de Bergman en Suecia estuvo a punto de verse
frenada a causa de la desfavorable recepción crítica de Noche de circo (1953), un análisis mordaz del deseo, el sentimiento
de culpa y la vulnerabilidad humana. Pero la obtención por parte de Sonrisa de una noche de verano del Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes de 1955, volvió a
situarle en posición privilegiada en Europa y Estados Unidos y le permitió
abordar un proyecto que acariciaba desde tiempo atrás: El séptimo sello (1956), alegoría sobre la vida y la muerte donde
refleja a la vez su concepción afectiva e intelectual de Dios y su intuición
del posible holocausto nuclear.
El clamoroso éxito obtenido por el film ofreció
la posibilidad de dirigir, uno tras otro, cuatro importantes títulos: el
primero fue Fresas salvajes (1956),
con el director de cine Victor Sjöstrom
como protagonista. Bergman recurriría nuevamente a sus recuerdos de infancia
para efectuar un acercamiento lúcido y benévolo a la vejez, con toda su carga
de lamentos y recriminaciones. Rodó después En el umbral de la vida (1957), un ejercicio de apariencia más
documental que disecciona las reacciones de tres mujeres ante la maternidad. En
El rostro (1958), un mago que no es
otro que el propio Bergman, se gana la vida fascinando al público y
exponiéndose a la vez a sus sarcasmos. Finalmente, El manantial de la doncella (1959) es una cruel historia de violación,
asesinato y venganza, basada en una balada medieval. En el transcurso de los
años siguientes, el estilo de Bergman experimentaría un cambio sensible. El
cineasta aborda una etapa aparentemente austera. Una técnica más depurada y,
una temática más profunda se ponían al servicio de un pensamiento inquieto y
desgarrado. Tras filmar El ojo del
diablo, llega la trilogía formada por Como
en un espejo (1961), Los comulgantes
(1962) y El Silencio (1963) que le
permitió ajustar cuentas definitivamente con su educación religiosa.
Dejando a
un lado su preocupación por el lugar del hombre en el Universo para considerar
el del artista en el seno de la sociedad, Bergman, se convirtió en portavoz
intelectual de su tiempo, persuadido de que el ser humano había llegado a una
fase crítica de su evolución y de que la apatía del mundo moderno era tan sólo
el reflejo de un cierto desencanto. Luego dirige ¡Esas mujeres! parodiando al cine de Fellini. Persona (1966), una obra profundamente marcada por la influencia de
Jung y el psicoanálisis, reunió a Bergman, que entonces vivía en la desolada
isla de Faro, con la actriz noruega Liv Ullman.
A su alrededor, el cineasta tejió en los años siguientes una serie de dramas que destacan por su crudeza y violencia, como La hora del lobo (1967), La vergüenza (1968) o Pasión (1970), que fue la primera en color. En 1971, Bergman rodó en inglés La carcoma, con Elliot Gould, que supuso un completo fracaso comercial. Por contra Gritos y susurros (1972), alucinante estudio en blanco y negro de los últimos días de vida de una mujer enferma de cáncer y del comportamiento de sus hermanas, es encumbrada como una de sus obras maestras. El director sueco siempre fue consciente del impacto de la televisión, y desde 1969, año en que realizó El rito para la pequeña pantalla, mantuvo una relación fluida con el medio, también destino original de Secretos de un matrimonio (1973) y la adaptación de La flauta mágica (1974). En 1976 dirigió Cara a Cara, y luego un escándalo fiscal llevó a Begman a exiliarse en Munich, donde dirigió para Dino de Laurentiis El huevo de la serpiente (1977), ambiciosa reconstrucción del Berlín inmediato a la posguerra. La película se hizo eco del desasosiego y las preocupaciones del realizador como ocurrió también en De la vida de las marionetas (1980), donde se reflejan la impotencia y el sentimiento de fracaso de un individuo perseguido por la sociedad. En 1978 dirigió Sonata de otoño, con la que tuvo varias nominaciones. En 1982, presentó Fanny y Alexander y anunció que sería su última producción para la pantalla grande.
Fuertes connotaciones autobiográficas aclaran retrospectivamente los temas de su obra: la fascinación por el mundo de los actores, el temor a los tabúes religiosos, la complicidad con el universo femenino, el descubrimiento de la muerte... Todo dentro del marco de una gran familia de Upsala a principios del siglo XX, visto a través de los ojos de un niño de doce años que, una vez más, puede considerarse el alter ego de Bergman. A partir de entonces, trabaja regularmente en el medio televisivo, para el que dirige títulos como Después del ensayo (1983), Los dos bienaventurados (1986), En presencia de un payaso (1997), o Saraband mientras que sus guiones son llevados al cine por otros cineastas, generalmente cercanos a su entorno, como su hijo Daniel Bergman, firmante de Niños del domingo (1992), el danés Bille August, que trasladó a la pantalla Las mejores intenciones (1992), y su ex-compañera sentimental, la actriz y directora Liv Ullman, realizadora de Confesiones privadas (1997) e Infiel (2000). Bergman falleció el 30 de julio del 2007, el mismo día que se otro grande del cine europeo: Michelangelo Antonioni.
A su alrededor, el cineasta tejió en los años siguientes una serie de dramas que destacan por su crudeza y violencia, como La hora del lobo (1967), La vergüenza (1968) o Pasión (1970), que fue la primera en color. En 1971, Bergman rodó en inglés La carcoma, con Elliot Gould, que supuso un completo fracaso comercial. Por contra Gritos y susurros (1972), alucinante estudio en blanco y negro de los últimos días de vida de una mujer enferma de cáncer y del comportamiento de sus hermanas, es encumbrada como una de sus obras maestras. El director sueco siempre fue consciente del impacto de la televisión, y desde 1969, año en que realizó El rito para la pequeña pantalla, mantuvo una relación fluida con el medio, también destino original de Secretos de un matrimonio (1973) y la adaptación de La flauta mágica (1974). En 1976 dirigió Cara a Cara, y luego un escándalo fiscal llevó a Begman a exiliarse en Munich, donde dirigió para Dino de Laurentiis El huevo de la serpiente (1977), ambiciosa reconstrucción del Berlín inmediato a la posguerra. La película se hizo eco del desasosiego y las preocupaciones del realizador como ocurrió también en De la vida de las marionetas (1980), donde se reflejan la impotencia y el sentimiento de fracaso de un individuo perseguido por la sociedad. En 1978 dirigió Sonata de otoño, con la que tuvo varias nominaciones. En 1982, presentó Fanny y Alexander y anunció que sería su última producción para la pantalla grande.
Fuertes connotaciones autobiográficas aclaran retrospectivamente los temas de su obra: la fascinación por el mundo de los actores, el temor a los tabúes religiosos, la complicidad con el universo femenino, el descubrimiento de la muerte... Todo dentro del marco de una gran familia de Upsala a principios del siglo XX, visto a través de los ojos de un niño de doce años que, una vez más, puede considerarse el alter ego de Bergman. A partir de entonces, trabaja regularmente en el medio televisivo, para el que dirige títulos como Después del ensayo (1983), Los dos bienaventurados (1986), En presencia de un payaso (1997), o Saraband mientras que sus guiones son llevados al cine por otros cineastas, generalmente cercanos a su entorno, como su hijo Daniel Bergman, firmante de Niños del domingo (1992), el danés Bille August, que trasladó a la pantalla Las mejores intenciones (1992), y su ex-compañera sentimental, la actriz y directora Liv Ullman, realizadora de Confesiones privadas (1997) e Infiel (2000). Bergman falleció el 30 de julio del 2007, el mismo día que se otro grande del cine europeo: Michelangelo Antonioni.
Nos fuimos con otro
clásico inglés
FICHA
TÉCNICA
Título original: Skammen
Año: 1968
Duración: 99 min.
País: Suecia
Dirección: Ingmar
Bergman
Guion: Ingmar Bergman
Fotografía: Sven Nykvist
(B&W)
Reparto: Liv Ullmann,
Max von Sydow, Sigge Fürst, Gunnar Björnstrand, Birgitta Valberg, Hans
Alfredson, Ingvar Kjellson, Vilgot Sjöman.
SINOPSIS
Huyendo de la guerra
civil que asola su país, Jan y Eva Rosenberg, dos músicos, se van a vivir a una
isla, completamente apartados del mundo. Llevan una vida sencilla y apacible,
preocupados únicamente por la música. Hasta que un día llegan unos soldados y
todo cambia radicalmente. La pareja es arrestada bajo la acusación de colaborar
con las fuerzas rebeldes. Al frente de la unidad militar que tiene la misión de
defender la isla está el coronel Jacobi, un antiguo amigo de Jan y Eva. Pero
esto no hará más que empeorar la situación
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