PROGRAMA 239 (01-11-2018)
EDITORIAL
Las
luces se confunden con la niebla del amanecer. Los ruidos hacen extrañar más el
olor a pasto húmedo en cada mañana. Los edificios impiden ver el sol y las
bocinas de los autos regalan sinfonías desagradables. Estaremos allí, mirando
todo y nada a la vez. Será el éxtasis de una locura diferente. Recorreremos
piso por piso esos rascacielos vidriados gigantes que nos devuelven un espejo
deformado. Caminaremos entre cientos de piernas, disfrazados de trajes y
vestidos de cotillón. Seremos testigos de la violencia en primera persona.
Sufriremos al ver a ese niño pidiendo limosna como si fuera un personaje de
ficción, invisible a los ojos del mundo. Pero la fiesta sigue. La gran ciudad
se transforma una y mil veces. El caos siempre está en alerta. La gente camina
en su propio mundo, con los ojos inyectados en una diminuta pero costosa
pantalla. Esa misma que los turistas utilizan para convertirse en modelos por
migajas de minutos. Y de repente… la bronca, los gritos, el estallido social
ante la desigualdad. Las banderas que flamean y sus colores que conforman un
arco iris de esperanza. Y nuevas miradas de odio y rencor de los corazones
vacíos, inyectados por su propio ego. Y los bares reventados de gente bebiendo
alcohol en el mismo momento. Todo en la misma gigantografía.
Cae la noche. El
sol se va a dormir mientras la luna muestra todo su encanto. Una vez más,
ciertos espectros vuelven a transitar las calles buscando encontrar algo entre
tanta mugre. Algunos nos reuniremos a soñar despiertos bebiendo alguna cerveza
en la esquina, cuando el bolsillo se ajusta hasta lo imposible. Aunque allá, en
algún lugar cercano pero lejano a la vez, estarán ellos, en una fiesta de
sonrisa fácil y miradas desconfiadas, tratando de codearse con gente de su
misma estirpe. Vestirán camisas de seda y ensayarán su sonrisa de publicidad.
Animarán relatos heroicos para las doncellas de turno o contarán sus últimas
conquistas en boliches costosos. Carecerán de tacto y reirán diabólicamente.
Mostrarán sus trucos para convencer a los recién llegados. Lo lograrán
inmediatamente. Jugarán con su inocencia de la forma más lúgubre. Los harán
suyos en un par de horas. Los encantarán con sus relatos de telenovela. Y los
desecharán como pañuelos descartables, una vez cumplido el objetivo. Unos quedarán
hundidos en sus tinieblas mientras otros conseguirán escapar de ese mundo de
cartón. Serán esos nuevos fantasmas que veremos danzar sin gracia, sin más
sangre para ofrecer. Los encontraremos en algún callejón deambulando sin miedos
y faltos de toda confianza. Solos y perdidos en la noche.
Marcelo
De Nicola.-
Canción
elegida para la editorial
IMPRESIONES SOBRE PERDIDOS EN LA NOCHE
“Alma
bella”, es la figura que Hegel en su
Fenomenología del espíritu,
interpreta a los sujetos que escapan frente al mundo y el destino, atrapados en
su carácter contemplativo que les impide pasar del pensamiento al ser. El alma
bella habla, pero no actúa. La esfera en la que se mueve el sujeto es la del
imaginario. Mi yo está constantemente determinado por el reflejo en el otro.
Pero no nos podemos limitar a considerar este reflejo del yo en el otro. No
existimos solo yo y el otro: también hay otro. El otro es la “imago especular”
con la que me comparo, el otro es el contexto, la dimensión de la cultura, el
conjunto de las leyes, el orden en el que el hombre se mueve. El discurso de Roma de Lacan recupera justamente esta perspectiva Hegeliana de un deseo que
se convierte en puente entre dos individualidades. Dentro de la primacía del
orden simbólico, mi deseo se dirige fuera de mi imagen, porque lo primero que
quiero es mi reconocimiento. Soy una persona porque hay quien me reconoce
realmente como tal. Así es como la satisfacción se traslada al plano simbólico,
al plano del otro. Mi deseo se convierte en deseo del otro porque en este marco
me reconozco humano.
Si la filosofía hegeliana se caracteriza por un avance
dialéctico en el que cada momento está destinado a encontrar lleno cumplimiento
en los anteriormente sucedidos, la escisión Lacaniana entre sujeto y
yo no puede encontrar solución. El espejo es fundamental para entender esta
premisa. Gracias al espejo un niño se ve como una totalidad, con una imagen
ideal que le devuelve lo que no es y querría ser. El niño ve, mirándose al
espejo, un ideal que tiene algo más que los fragmentos por los que está
compuesto, y justamente por este motivo ejerce una atracción en el objeto que
experimenta. El sujeto se reconoce en algo exterior que lo refleja. La
estructura narcisista constituye la esencia misma del yo. Y este objeto, es una
imagen idealizada a la que aspira y con la que se identifica. El sujeto se
aferra a esta imagen que lo fascina, la utiliza como armadura ideal que le
permite sentido a su propia condición. Pero esta es una condición trágica: el
sujeto no está ni a este lado del espejo, donde está incompleto y destrozado,
ni a al otro lado el espejo donde se reconoce en un espejismo, en una unidad
ideal. Si hay un hilo conductor entre estas fragmentaciones, el deseo, la
idealización y el contexto la encontraremos en el film del director John Schlesinger “Midnight Cowboy” realizado en Estados Unidos en 1969.
Nación que
comenzaba a salir del desconcierto que había provocado una guerra no declarada
y que estaba destruyendo a una generación de estadounidenses. Época donde
comienza la llamada “contracultura” que abrazaban los hijos de las clases más
favorecidas, el hippismo y la psicodelia. El film es hijo de la época y hay que
comprenderlo dentro de ese marco, como también la psicología de sus personajes.
Interpretados de manera brillante por Jon
Voight y Dustin Hoffman. Es
casual que haya recibido una clasificación X por la industria cinematográfica,
porque justamente refleja en su totalidad una postura anti-heróica y
anti-jerárquica. Narrada necesariamente con una componibilidad hermenéutica por
la interdependencia de los personajes y acontecimientos. Volviendo a Lacan el
mundo que nos rodea es el mundo con el que nos enfrentamos y nos encontramos
constantemente con otros que reflejan nuestra imagen. Nuestro deseo está
supeditado a la mediación del reconocimiento recíproco, expresado mediante el
lenguaje. El corazón de este diálogo lo vemos reflejado en los protagonistas
que sobreviven gracias a una experiencia cumbre, la de reconocerse. Tomando a Erich Fromm el amor es un sentimiento
activo, es una conquista, el amor es un acto social para combatir la soledad y
alcanzar la libertad.
Marina
Rossetto.-
Canción
post impresiones
Bienvenidos
a la Jungla…
UNIVERSO
SCHLESINGER
Nació el 16 de febrero de 1926 en Londres.
Sus inicios en el mundo del espectáculo fueron durante la II Guerra Mundial,
actuando para el ejército. Después ingresó en la Universidad de Oxford, donde participó como actor en obras de teatro
montadas por los estudiantes y comenzó a rodar pequeñas películas. En 1957
entró en la BBC-TV, donde trabajaba como director de series documentales y
algunos episodios de The Valiant Years.
Trabajó como actor en La batalla del río
de la Plata (M. Powell y E. Pressburger, 1956) y Brothers In Law (R. Boulting, 1957). En 1961 adquirió fama como
director de cine con el medio metraje, Terminus,
documental sobre la Waterloo Station de
Londres (León de oro en Venecia).
Se asoció con el productor italiano Joseph
Janni, junto con el que realizó Esa
clase de amor (A Kind of Loving, 1962) con la que gana el Oso de Oro en Berlín. Luego llega Billy,
el embustero (Billy Liar, 1963), adaptación de la obra teatral de W. Hall y
K. Waterhouse. En 1965 confirma su ascenso con Darling (1965), con la que la actriz Julie Christie consiguió un Oscar,
gracias al papel de una joven dispuesta a todo para ascender en la escala
social.
Dos años después llega Lejos del
mundanal ruido (Far From the Madding Crowd, 1967), adaptación de la novela
de Thomas Hardy donde una mujer de
buena posición económica tiene que elegir entre tres candidatos diferentes
entre sí. Se va a Estados Unidos donde rueda
Perdidos en la noche (Midnight
Cowboy, 1969), con la que consiguió el Oscar.
Vuelve a Inglaterra para rodar Dos
amores en conflicto (Sunday Bloody Sunday, 1971), sobre una pareja que está
enamorada del mismo joven. En 1975 regresa a América para filmar Como plaga de langosta (The Day of the
Locust, 1975), sobre un pintor que se va a Hollywood para trabajar como
decorador en un estudio de cine, film con algunas nominaciones en diferentes
festivales. En 1976 vuelve a trabajar con Dustin
Hoffman en el film Maratón de la
muerte, sobre un joven que se enamora de una mujer suiza hasta que se
empieza a complicar todo gracias a la aparición de un ultra famoso médico nazi.
El film fue un éxito considerado de lo mejor de la década.
En 1979 llega Yanquis sobre la Segunda Guerra Mundial
y dos años más adelante Desmadre en la autopista una comedia sobre diferentes
personajes bizarros que se encuentran en una autopista cerrada. Su próxima
película es Los juegos del Halcón
ambientada en la Guerra Fría. En 1987 se mete en el mundo del terror y el
exorcismo cuando dirige The Believers.
Un año después dirige Madame Sousatzka,
una historia de amistad entre una profesora de piano mayor y un chico hindú en
un barrio humilde de Londres. En 1990 llega El inquilino un thriller de humor negro que obtuvo muy buenas
críticas.
Su próximo film fue El
inocente sobre un joven ingeniero que es enviado a Berlín para espiar a los
rusos luego de la Segunda Guerra Mundial. En 1995 filma dos películas: Cold Comfort Farm una comedia que tuvo
excelentes críticas y Ojo por ojo sobre
una mujer que busca venganza por la muerte de su hijo. Su últimos film fueron
la adaptación televisiva de Sweeney Todd
y en el 2000 llegó el final de su carrera con Una pareja casi perfecta, con Madonna
como protagonista, que fue nominada a peor actriz. Tres años después, el
director londinense fallecía a los 77 años en un centro médico de Palm Springs,
en Los Ángeles, donde estaba ingresado a causa de una embolia.
FICHA TÉCNICA
Título
original: Midnight Cowboy
Año:
1969
Duración:
113 min.
País:
Estados Unidos
Dirección:
John Schlesinger
Guion: Waldo Salt (Novela: James Leo Herlihy)
Música: John Barry
Fotografía: Adam Holender
Reparto: Dustin Hoffman, Jon Voight, Brenda Vaccaro, Sylvia
Miles, John McGiver, Ruth White, Bob Balaban, Barnard Hughes.
SINOPSIS
Soñando
con el éxito como cowboy de exhibición, el joven e ingenuo tejano Joe Buck se
traslada a Nueva York, donde comienza a trabajar como gigoló seduciendo a
mujeres maduras de Manhattan. Joe pronto descubre que ese mundo no es como él
se imaginaba, pero antes conoce a Rico "Ratso" Rizzo, un timador que
lo quiere estafar. (FILMAFFINITY)
TRAILER
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