miércoles, 21 de marzo de 2018

GATICA, EL MONO



EDITORIAL

Suele decirse en ciertos foros que el éxito se alimenta de los aplausos. La obra de arte, cualquiera sea su área de expresión, se concluye y hasta logra su verdadero clímax, en el vivido aplauso de su público. Se medirá entonces el éxito para estos muchachos epidérmicos en la masividad alcanzada, naufragando así la obra en el plácido océano de los aplausos, confundiendo tal vez la aceptación con la realización artística. Habrá también otro grupo, quizás más oscuro, siempre más solitario, que componga sus milongas, que fecunde sus versos más imposibles, que respire cada coma de sus viscerales textos en aquella certeza de que el éxito se alimenta en realidad no de los aplausos sino de las personas. Se nutrirá aquella perra diosa, en términos del propio D. H. Lawrence no de la conmoción generada por el certero manejo y posterior cruce de energías que la gesta, sino del propio artistas. Será el autor su propia obra. Será su ego el alimento de aquella feroz jauría hambrienta de brillos y libertades, celosas de ojos que miren distinto. Será el éxito entonces un concepto burgués. 


Se le exigirá al autor exitoso una moral acorde al éxito alcanzado por su obra y asimismo no tardará en llegar para terminar de condimentar toda esta fábula la idea de opinión, eliminando al fin perversamente cualquier vestigio del artista si a esta altura de él algo quedara. El rock saldrá a dar adolescentes explicaciones de sus exabruptos, el cine dejará de ser interesante y perderá así aquel brillo propio de la picardía que invita a mirar de la vereda de enfrente, la literatura seguirá las reglas y todos serán el mismo libro y la pintura no superará de ninguna manera la etiqueta y todo se manejará sobre la recta inclaudicable de un triste patrón. Allí, queridos amigos, estimada tertulia, habremos perdido la batalla. Resistiremos los que podamos desde la periferia, autoexiliados de aquel juego malicioso, oscuro y macabro. Caminaremos por el pasto salvaje y verde y no por el camino por todos pisoteados ya sin vida como nos aconsejara alguna vez nuestro hermano Henry Miller y le gritaremos desde el bar de enfrente a esos tipos que no hemos venido a este mundo a hacer negocios. El futuro será para nosotros tal vez un lugar inaccesible, pero pagaremos nuestra cuenta en la certeza de que el instante que le sigue a este ahora será al menos genuino.

Lucas Itze.-


Canción post editorial


También sonaron dos grandes homenajes del punk nacional 




IMPRESIONES PARA GATICA, EL MONO


El oro y el barro. El éxito y el fracaso. El mundo a los pies. El sueño de la gloria eterna. El lujo, la fama y el dinero. El difícil pasaje de no tener nada, a tenerlo todo. Los amigos del campeón. Los golpes que duelen más que en un cuadrilátero. Los momentos donde no hay nadie en el rincón, y solo se espera que alguien tire la maldita toalla. El infierno tan temido. Hasta allí llegan ciertos seres de carne y hueso convertidos en héroes. Y una vez allá arriba, es muy difícil no marearse. Los desclasados, los que desde chicos vieron el lujo en manos de otro, sienten que ese momento durará para siempre. Que lo efímero no existe. Que ahora, están del otro lado. Algunos seguirán siendo parte de ese pueblo abandonado a la deriva, donde ellos serán la voz de los olvidados. El boxeo, deporte trágico si los hay, es quizás el mejor ejemplo de estas palabras. Junto al fútbol, son quizás las pasiones argentinas donde el pobre puede luchar de igual a igual contra el rico. Muchos de ellos, por cierto, lo aprendieron viviendo la ley de la calle, creciendo así, a los golpes, literalmente hablando. Será por eso, que muchas veces son ninguneados, o directamente, maltratados por la alta sociedad. Porque serán los negros agrandados y fanfarrones, que en lo suyo, fueron mejor que nadie pero la envidia entiende muy poco de eso. 


José María Gatica, el Tigre, como le gustaba a él, pasó por todo eso. El apodo Mono, despectivo, fue algo que renegó siempre. Nunca fue campeón mundial, pero a pesar de eso, su ascenso meteórico, su amistad con Perón y Evita y su apego a las clases populares lo catapultaron a la fama. El genial Leonardo Favio, que compartía muchas cosas con Gatica, fue el encargado de llevar su historia al cine. El film transitará la vida desde la llegada a Buenos Aires, hasta su accidental muerte. La aparición de una locomotora envuelta en humo será el comienzo del film. Será el paso del pueblo a la gran ciudad. Será encontrarse con la cruda realidad de venir de una provincia y sufrir los primeros insultos, como los de esa señora que lo trata de chorro y atorrante, repitiendo que ella es argentina y cristiana, al contrario de Gatica o su entrañable amigo el Rusito, de claras raíces judías. La película tendrá una fotografía lúgubre y oscura en la mayor parte del film, mostrando esa penumbra que acosará al protagonista desde el primer momento. El director hará un gran uso del encuadre, y serán los primeros planos de Gatica los que ayudarán a ponernos en su situación, sobre todo, en las escenas deportivas. 


Favio mostrará el ascenso y la caída del boxeador, en comparación a la historia peronista. Hará uso de los graphs, de la voz en off, y de imágenes de archivo de ese primer noticiero llamado Sucesos Argentinos. Mariano Mores será uno de los encargados de la música, con esos tangos tan gardelianos, encastrando la música y las imágenes. La banda sonora también jugará con lo que se proyecta, en algunas escenas dentro del ring que parecen interminables, por el sufrimiento de los golpes recibidos. El relato será crudo y nos mostrará al típico macho argentino, quizás, en una imagen bastante más alejada de lo que vemos hoy, por suerte, del hombre en el país. Edgardo Nieva, el protagonista, será fiel al personaje, tanto, que hasta se hizo cirugías para parecerse más en la vida real. Las historias de estos héroes para nada anónimos, casi nunca tienen finales felices. Su proscripción por peronista, lo devolverá casi a la miseria. La caída, después de tenerlo todo, siempre es más fuerte. El olvido, que es como la muerte, será quien venza al final del camino. Quedará la historia para juzgar al hombre, y los récords, al deportista. Hasta ahí llegarán, los que tuvieron que crecer a las piñas y a aprender a vivir sin cadenas…

Marcelo De Nicola.-

Canción post impresiones



UNIVERSO FAVIO


Nacido en Mendoza, en un barrio pobre y complicado, donde soportó el abandono de su padre. Pasó gran parte de su infancia internado; conflictivo, siempre escapó o se le expulsó. Una serie de robos pequeños lo llevaron incluso a la reclusión carcelaria.
Su madre, Laura Favio (o Fabio) actriz y escritora de radioteatros, solía conseguirle «bolos» (pequeños papeles escasamente remunerados) en Mendoza; etapa en la que además comenzó a preparar sus primeros libretos.
En 1960 realizó un corto llamado El amigo, que narra la historia de un chico que lustra zapatos en la puerta de un parque de atracciones.
En 1965 llegó su primer largo, con el cual se ganó el aplauso de la crítica: Crónica de un niño sólo.
Un año después dirigió El romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más..., considerada una de las mejores películas argentinas de todos los tiempos. Aniceto, interpretado por Federico Luppi está enamorado de Francisca, una chica decente, la “santita” del pueblo, pero también seduce a Lucía, apasionada y sexual, la “putita” del Aniceto…
En 1969 estrena El dependiente, escrita por su hermano, sobre un empleado de una ferretería, que empieza a pensar que si su patrón se muere, él puede quedarse con el negocio.
Durante esos años empezó a componer y empezó a forjar una carrera como cantante solista donde tuvo un éxito tremendo, presentándose, entre otros festivales, en Viña del Mar.
En 1973 filma Juan Moreira, la historia de un gaucho que es encarcelado erróneamente y al salir jura venganza, donde se mete en el mundo de la política, las traiciones y la muerte.
En 1975 dirige Nazareno Cruz y el Lobo, la historia de un séptimo hijo varón que por las noches se convierte en Lobo, pero que después de enamorarse se le aparece el Diablo, e le aparece el Diablo, quien le advierte que el amor provoca un efecto negativo en Nazareno, que es la consecusión de aquella legendaria maldición. Nazareno tendrá que decidir entre vivir vagando por las noches o dejar de lado sus sentimientos.
Un año después llega Soñar, soñar, con Carlos Monzón como protagonista. La historia de un trotamundos que ofrece números artísticos, y en un viaje se encuentra con un empleado municipal que quiere ser artista. Allí nacerá una gran amistad e intentarán hacerse famosos en Bs As.
Después del exilio que sufrió durante la dictadura, volvió al ruedo recién en 1993 con el film Gatica, el Mono, la historia del legendario boxeador argentino. Ganó el Goya a la mejor película en habla hispana.
En 1999 dirige el documental Perón, sinfonía de un sentimiento, donde narra la historia política del político argentino.
Su último film fue Aniceto, remake de su propio film del año 66. Después dirigió un corto titulado Gente querible, en el que se emitían frases de próceres argentinos sobre imágenes de películas de Leonardo Favio.
Y por último participó del film 25 miradas, 200 minutos. Película conformada por 25 cortometrajes de 8 minutos de duración cada uno. Mirada introspectiva sobre la historia de Argentina, desde el punto de vista de 25 directores de cine que participan de esta puesta, con motivo del Bicentenario de Argentina. Entre los directores se destacaban: Adrián Caetano, Carlos Sorín, Lucía y Esteban Puenzo, Lucrecia Martel, Bruno Stagnaro, Juan José Jusid, Juan Taratuto, Alberto Lecchi, Paula Hernández y Gustavo Taretto, entre otros.
Falleció de neumonía en una clínica de Buenos Aires, el 5 de noviembre de 2012, luego de estar varias semanas internado…

Otro homenaje al boxeo



FICHA TÉCNICA

Título original: Gatica, el mono
Año: 1993
Duración: 136 min.
País: Argentina
Dirección: Leonardo Favio
Guion: Leonardo Favio, Jorge Zuhair Jury
Música: Dámaso Pérez Prado, Iván Wyszogrod
Fotografía: Alberto Basail, Carlos Torlaschi
Reparto: Edgardo Nieva, Horacio Taicher, Juan Costa, María Eva Gatica, Kika Child, Virginia Innocenti, Adolfo Yanelli, Eduardo Cutuli, Cecilia Cenci, Armando Capo.

SINOPSIS

Filme argentino basado en la vida de José María Gatica "El mono", uno de los boxeadores argentinos más populares (aunque también controvertidos) de la década de 1940, desde su infancia en Buenos Aires hasta su ascenso al éxito veinte años más tarde, y finalmente su dramática caída debido a los cambios políticos causados por el derrocamiento de Perón en los años cincuenta. Desde sus comienzos, Gatica despilfarró el dinero y dejó de lado los entrenamientos, perdiéndose en los placeres y excesos de la noche. Considerado como un ferviente peronista, su vida se complica después del derrocamiento de Perón en 1955, pues es perseguido y se le retira la licencia de boxeo. Su viejo rival en el ring, Prada, le ofrece un puesto en su restaurante, pero al final de su vida Gatica se dedicó a vender chucherías en partidos de fútbol hasta su trágica muerte.

Film completo ACÁ

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