miércoles, 15 de noviembre de 2017

EL BOSQUE DE LUTO - MOGARI NO MORI


EDITORIAL

Allí... en el medio de esos árboles nos perdimos para siempre. Jugando a escondernos entre las ramas, buceando por las alturas, imaginando ser insectos escapando de la muerte. Llenos de hojas inertes ante el paso del tiempo. Sintiendo el olor a la lluvia que mojaba los cuerpos. Tratando de esfumarse aunque sea un instante de todo lo que nos rodeaba. Mientras el silencio lo cubría todo. El dolor desaparecía en esas noches de soledad. Las risas auguraban aquel dulce porvenir. Los miedos se agazapaban entre la bruma espesa que bajaba de las montañas. Las nubes parecían cada vez más cercanas. Los rayos del sol quemaban nuestras jóvenes pieles. Los ecos de la tierra sollozaban su furia ante los ataques del hombre. Las huellas se confundían entre el barro y el agua. La música recordaba tristes versos de amor. La garganta se entumecía ante algún sonido extraño. 


El corazón latía violentamente queriendo estallar de pasión. El escondite era casi perfecto. Los caminos intransitables. Las palabras viajaban a través del aire, para perderse en el más infinito de los cielos. El arco iris vigilaba todo desde puntos cardinales distintos. La vida elegía abrirse paso en los sitios más oscuros. La muerte rondaba como siempre, pero cada vez más segura de su próxima jugada. La voz se desgarraba aullando poemas de dolor. El mundo desaparecía por un instante. Las estaciones frenaban su calendario por unos segundos. No habría palabras finales. Todo quedó guardado en una caja oxidada, que nadie se atrevió a abrir. Destruimos por completo la sorpresa, al saberla tristemente mundana. No nos quedó ni un beso de despedida, mientras los labios morían de a poco. Solo quedaron historias, olvidadas con el paso del tiempo. Allí se evaporó la memoria, dejando nuestra parte como ofrenda. Allí, entonces, tendremos que ir en busca de los recuerdos, tan bien guardados bajo los secretos del bosque.

Marcelo De Nicola.-

Canción elegida para la editorial


 También sonó Anhedonia de Charly García


IMPRESIONES EL BOSQUE DE LUTO


Hace muy pocos días, el más poetas de mis amigos, me regalo un verso al pasar. Dijo, como no diciendo, como intentando no decir, respaldándose sin dudas en el silencio distante de quien ha hablado y ha dicho, que la única receta es el olvido. Otro amigo de esta casa, Jorge Luis Borges, nos ha jurado entre melancólicos ademanes que el presente, aquel ápice vertiginoso, ya es el porvenir pero también es el olvido. Recordar es no morir, es abolir la ausencia de este viaje, es iluminarlo todo procurando el fatigoso deceso de toda sombra, es sentenciar a la orfandad a aquellos labios que la pálida dama ostenta.  ¿Qué seria del viajante sin aquel beso que son todos los besos, sin aquella fría caricia que es la noche ultima del ser? En aquella oscura pesadilla, carente de toda muerte y toda ausencia, seria atinado observar las desacertadas condiciones para la existencia de cualquier tipo de hecho artístico. Sin el olvido, ya no silbaríamos tangos, ni nos aventuraríamos en la conflictiva elaboración de poemas o pinturas porque todo estaría allí de manera tan vivida e intacta que no reconoceríamos en ellas el trabajo desmesurado propio de la ausencia. Pensar, mis queridos amigos, es olvidar diferencias, es generalizar, es abstraerse. Tal como lo señalaba Nietzsche, tanto las grandes dichas como las pequeñas son siempre creadas por una cosa: el poder de olvidar, o para expresarme en el lenguaje de los sabios, se corregía el propio filósofo alemán, son creadas por la facultad de sentir. Y aquí tal vez el triste padecimiento del protagonista de aquella obra alegórica y bella llamada “Mogari no Mori”, conocida en habla hispana como “El bosque del luto” de la sutil directora japonesa Naomi Kawase


El film trabajara la historia de Shigeki quien se encuentra internado en una suerte de geriátrico y le es imposible olvidar a Mako, su bella compañera fallecida hace ya varios años. La cinta trabajara una fotografía notable, hija tal vez de la contemplación despierta y profunda de los ancestrales poetas del haiku. Allí entonces, con poco se dirá mucho, se creará un universo vivo de sentido y sensaciones. Cada plano que conformará la estructura denotativa del relato ira en un contrapunto poético con lo que el dialogo y el protagonista transmitan. Shigeki, comunicará a través de su lenguaje corporal y su aspecto una sensación mortecina pero a su alrededor todo desbordara de vida y nuevos brotes. La estructura en la que se desarrollará el conflicto se conformará de manera similar a la descripta por Joseph Campbell al trabajar el camino del héroe. Reconoceremos entonces a un ayudante en el papel de Machiko, la joven empleada que lo acompaña, el llamado a la aventura en sus intentos repentinos y hasta infantiles de escape, el rechazo de la llamada en la frustración de los mismos, estará también el cruce del umbral en la secuencia aquella en que se rompe la camioneta en la cual se transportan los protagonistas y comen aquellas frutas silvestres  y continúan su camino hacia el bosque a pie. 


Tampoco faltaran las pruebas y otros elementos que aquel recorrido descripto en el Héroe de las mil caras propone. Tal como decíamos al comienzo, el padecimiento de Shigeki no es otro sino la falta de olvido, su mochila cargada con los recuerdos de su compañera será la alegoría de todo aquel peso. Tengo una mujer atravesada en los parpados, nos recordará desde algún lado Galeano y pensaremos en aquel verso recordando seguramente a Shigeki que luchara por olvidar, porque tal vez intuya que allí está la clave de la vida y el sentir que no son más que la misma cosa. Machiko intentara, quizás inconscientemente obstruir aquella búsqueda, recordándonos inevitablemente a la muerte. Él le dirá bajo la lluvia, en aquel frondoso bosque, metáfora precisa de su ser, que el agua que corre, no vuelve jamás a su fuente. Se lo dirá casi en una súplica, con tono paternal, acariciando a aquella muerte que tal vez ella representa. Se lo dirá enseñándole su fiel decisión de optar por el devenir, que es el movimiento, la vida y el pensamiento, antes que el recuerdo, el cual nos condena inevitablemente al círculo estático y grotesco de la anécdota que alguna vez fuimos. Shigeki tendrá que buscar aquel recuerdo de su compañera muy dentro suyo. Deberá meterse en la profundidad de aquel bosque salvaje para encontrarla y dejarla ir definitivamente, y así él mismo poder continuar no ya con aquella tristeza insoportable que conlleva hermanada la evocación de la vencida carne, sino con la volátil sutileza del poema concluido, salud Leopoldo, salud.-     

Lucas Itze.-

Canción post impresiones


 Metimos doblete: Morrison y Bersuit




UNIVERSO KAWASE


Nacida el 30 de mayo de 1969 en Nara, Japón, fue abandonada por sus padres y fue criada por su tía abuela. Su familia adoptiva, se transformó en protagonista de sus primeros trabajos. Se licenció en la Escuela de Fotografía de Osaka en 1989 donde trabajó posteriormente como docente durante 4 años. En 1993 dirige su primer mediometraje documental Abrazando el aire, donde va en búsqueda de su padre, de su infancia, y en cierto modo, de sí misma. Con 23 años gana el premio en el Festival Image Fórum de Japón. Luego dirige Caracol (Katatsumori), otro documental sobre su relación con su tía abuela, que le vale el Premio a la Excelencia en el programa Nuevas Tendencias en Asia y sigue con la vida de la protagonista en Mirar al cielo (Ten, mitake) y en Sol de atardecer (Hi wa Katabuki). En 1997 se va con su cámara a un pueblo rural situado en las montañas para ver la vida de los ancianos de ese lugar llamado Yoshino, en el film El bosque (Somaudo monogatari).
Su primera película de ficción llega en 1997 cuando filma Moe no Suzaku, la vida de Kozo, la cabeza de una familia numerosa en un pequeño poblado japonés. Logra la Cámara de oro en Cannes a la mejor Ópera Prima


Sigue con el documental Kaleydoscopio (Manguekyo), que sigue a dos colegialas japonesas y que muestra los conflictos existentes entre una chica de ciudad y otra del campo.
En el 2000 vuelve a la ficción con Luciérnaga (Hotaru), una historia de amor donde la tragedia y el pasado son protagonistas. Sigue con otro documental sobre su vida en Cielo, viento, fuego, agua, tierra. En 2003 filma otro documental, esta vez Carta de un cerezo en flor (o La danza de los recuerdos), a petición del fotógrafo y editor Nishii Kazuo enfermo de cáncer, filma sus últimos momentos. Ese mismo año dirige Shara, sobre el dolor de una familia que perdió a su hijo, nominada a la Palma de Oro en Cannes. En 2006 llega Nacimiento y Maternidad, sobre la salud de su abuela y su propio embarazo. Sigue con El secreto del bosque en 2007, que obtiene el Gran Premio del Jurado en Cannes.
Sigue con la ficción en Nanayo, sobre una mujer que deja todo para irse a Tailandia. Y en 2009 filma otro mediometraje llamado Koma. En 2010 presentó el documental Genpin, la mujer misteriosa, en el que reflexiona sobre el parto natural, el placer y la muerte, con el que ganó el Premio de la FIPRESCI en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. En 2011 dirige Hanezu, el espíritu de las montañas, donde nos habla del valor de la espera. En 2012 llega Chiri donde la directora acompaña los últimos días de su abuela. Luego le sigue Aguas tranquilas, sobre la vida de dos niños que viven en una isla y un día encuentran un cuerpo flotando en el agua, y juntos intentarán descubrir el misterio. En 2015 aparece con Una pastelería en Tokio, sobre una mujer mayor que se ofrece como ayudante a un joven pastelero, y el negocio empieza a funcionar. 


En estos días, está saliendo su último film, titulado Hacia la luz, la historia de amor entre un fotógrafo que está perdiendo la vista y una guionista que escribe comentarios para no videntes.
Sin dudas, una cineasta distinta, donde su vida es casi tan parte de sus películas como sus obras.

Nos fuimos con un temazo de Eddie Vedder: Hard Sun



FICHA TÉCNICA

Título original: Mogari no mori
Año: 2007
Duración: 97 min.
País: Japón
Dirección: Naomi Kawase
Guion: Naomi Kawase
Música: Masamichi Shigeno
Fotografía: Hideyo Nakano
Reparto: Yoichiro Saito, Kanako Masuda, Machiko Ono, Shigeki Uda, Makiko Watanabe, Yusei Yamamoto.

SINOPSIS


Shigeki vive en una pequeña residencia de ancianos. Allí se siente a gusto y feliz con los demás residentes y con el personal que les atiende. Machiko, una trabajadora social que pertenece a dicho equipo, le presta especial atención, aunque en su interior le atormenta la pérdida de un hijo. Para celebrar el cumpleaños de Shigeki, Machiko decide llevarle a dar un paseo en coche por el campo. Pero el coche se queda parado en la cuneta. El anciano se interna con decisión en el bosque, y Machiko no tiene más remedio que acompañarle...

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