EDITORIAL
He
intentado salir, andar, correr y conocer. Buscar en ese frondoso bosque, el
cristal que le diera un sentido, un porque, a todo esto. Me he perdido al lado
del camino. Yo y mi alma respirando la tierra y la fría noche a cielo abierto.
¿Acaso fui prudente con tanto carnaval silencioso? ¿Acaso fue el viento, de
aquel amanecer, quien se disfrazó de voces que solo se empeñaban en enseñarme
lo solos que caminamos entre la manada? Dicen que cuando uno oye aquella
sentencia, nunca más vuelve a ser el mismo de antes. El peligro de aquella
aventura radica en la infinitud que nos brinda el hecho de encontrarnos en este
plano. Y bien sabemos que lo único que soporta esa infinidad es aquel a quien
la cultura nos indicó catalogar como loco. Solo la locura es capaz de cobijar
lo infinito.
Recuerdo
aquel libro de arena en el cual, el personaje de Borges, abandona el ejemplar
en el sótano de una biblioteca por el miedo a aquellas páginas que brotaban,
infinitas, entre las solapas. Será entonces la fe quien nos dirá quiénes somos.
Aferrados a ella huiremos del descreimiento que nos arroja la infinitud de
posibilidades en la búsqueda de una verdad. La fe nos hará creer en ese viaje.
En que un viaje sin el cansancio del alma no es viaje. El cuerpo hablará cuando
vea la desgracia de la guerra. El despojo que genera el mal llamado progreso.
Nos alertará de aquellas almas descreídas, inmaculadas. Podremos ser cuando
escuchemos su mensaje. La belleza del bosque, la voz del viento, los ángeles de
la buena suerte y un libro de hojas infinitas no existirían sin esa fe que todo
lo establece...
Alan
Beneitez
Canción post editorial
Canción post editorial
IMPRESIONES PARA BARAKA
Desde
aquella fosa común que es el hospicio, aquel hueco desolador donde los pájaros
se llevan tu nombre para siempre, Jacobo Fijman
escribió alguna vez sobre una hoja amarillenta de locura lo siguiente: Estamos
en el mundo y con los ojos en la noche. Mi voz es fría y sucia como la piel de
los muertos. Desde aquella noche de los ojos dimos nuestro primer vistazo a
este baldío en donde un día decidimos quedarnos. Nuestra voz muerta aventuró
nombres y soñó organizar todo este caos para escapar de las garras del lobo de
la existencia. Allí empezó el gran inventario, allí aparecieron las categorías.
Allí nuestro miedo buscó cobijo entre las cálidas manos del sol y esculpió
colosales dioses repletos de lejanías y reproches. Y nos escondimos en un
anonimato de cemento y nuestras aventuras se volvieron frías y predecibles.
Entonces, un día, nos dimos cuenta que fue el miedo el tallo que alimento todas
las ramas, pero ya era demasiado tarde. Ya habíamos teñido de sangre nuestros
ríos, ya habíamos sometido a aquel otro siempre hostil, a aquel otro que nos
excede, ya habíamos envenenado el aire, el agua y también la tierra. La tribu,
mis amigos, ya no existía. La soledad gano finalmente las calles. Oigo por allí
aún el eco del futuro, y me espanta.
Baraka, aquel singular film de Ron Fricke, viene a exponer este recorrido a través de una narrativa audiovisual exquisitamente compuesta, apoyándose en una estructura a simple vista caótica. El relato se irá construyendo a través de la unión aparentemente azarosa de planos inconexos. Se trabajaraá aquella idea de Eisenstein en donde cada plano será como un ladrillo que colocado junto a otro, así como las palabras dentro de una oración, construirá un sentido. De la yuxtaposición de las partes, surgirá la idea. El film carecerá de todo dialogo, aunque no de sonido. Oiremos sonido ambiente acompañado de manera extraordinaria por una elaborada banda musical, logrando en el espectador una sensación de calma y armonía ideal para transitar el desarrollo del relato y completar así el juego de interpretación propuesto por el director. Apoyará este sentimiento una fotografía impecable que no buscará la poesía sino la fotogenia. Viviremos la intensidad de los colores que el mundo entrega. Asistiremos de manera privilegiada a rituales ancestrales que con solo un corte se contrastarán con la fatalidad del holocausto o la terrible explotación del hombre por el hombre. Y aparecerá el enjambre inútil de las ciudades, y la torpeza de la mano humana ejecutando ordenes en nombre del progreso. Y habrá también silencio, un silencio tal vez respetuoso, ante la fatalidad anunciada.-
Baraka, aquel singular film de Ron Fricke, viene a exponer este recorrido a través de una narrativa audiovisual exquisitamente compuesta, apoyándose en una estructura a simple vista caótica. El relato se irá construyendo a través de la unión aparentemente azarosa de planos inconexos. Se trabajaraá aquella idea de Eisenstein en donde cada plano será como un ladrillo que colocado junto a otro, así como las palabras dentro de una oración, construirá un sentido. De la yuxtaposición de las partes, surgirá la idea. El film carecerá de todo dialogo, aunque no de sonido. Oiremos sonido ambiente acompañado de manera extraordinaria por una elaborada banda musical, logrando en el espectador una sensación de calma y armonía ideal para transitar el desarrollo del relato y completar así el juego de interpretación propuesto por el director. Apoyará este sentimiento una fotografía impecable que no buscará la poesía sino la fotogenia. Viviremos la intensidad de los colores que el mundo entrega. Asistiremos de manera privilegiada a rituales ancestrales que con solo un corte se contrastarán con la fatalidad del holocausto o la terrible explotación del hombre por el hombre. Y aparecerá el enjambre inútil de las ciudades, y la torpeza de la mano humana ejecutando ordenes en nombre del progreso. Y habrá también silencio, un silencio tal vez respetuoso, ante la fatalidad anunciada.-
Lucas
Itze.-
Canción post impresiones
Un himno de León
Y nos fuimos con un clásico
Canción post impresiones
Un himno de León
Y nos fuimos con un clásico
FICHA TÉCNICA
Título
original:Baraka
Año:
1992
Duración:
100 min.
País:
Estados Unidos
Director:
Ron Fricke
Guión: Ron Fricke, Genevieve
Nicholas, Mark Magidsen, Bob Green
Música:
Varios
Fotografía:
Ron Fricke
SINOPSIS
Aclamado
documental sobre la naturaleza del planeta Tierra. Rodada en 24 países
diferentes, trata de captar la esencia de la naturaleza y la cultura de la
humanidad y sus costumbres, al tiempo que señala las formas en las que el ser
humano se relaciona con su medio ambiente. La aparente fragilidad de la vida
humana es contrastada con la grandeza de sus obras, subrayándose la desigual
relación entre hombre y naturaleza. Baraka no tiene argumento lineal, ni
personajes ni diálogos, pero, en medio de estos enormes contrastes, la
espiritualidad de la humanidad surge como el elemento más importante que la
distingue de otras especies. Un mundo más allá de las palabras.
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