Programa
52 (18-04-2014)
EDITORIAL
Ángeles
y demonios deambulan, de acá para allá, en los diferentes paisajes del
universo. Disfrazados de jueces, abogados, médicos, músicos, marginales… de
todo un poco. Sedientos de una inyección de amor que les permita resurgir de
las cenizas.
Aunque
en muchos de los casos, sean ególatras enamorados de su propia vida, sin poder
ver más allá de la pelusa de su propio ombligo. En parte, todos somos egoístas,
incluso a veces, es meramente necesario.
Pero
este egoísmo se vuelve cruel cuando se juega con la vida misma. Cuando uno
prende la tele y observa un verdadero reality show de la miseria, en una pelea
encarnizada para ver quién es mejor que el otro, quien miente por una primicia,
quien mata por una confesión…
No
solamente ahí se ve este ego mortal, sino a cada paso, en cada esquina. Desde
las señoras refinadas que pasean por los shoppings, hasta los taxistas que nos
pasean cual si fuéramos de otro país.
Sin
embargo, hay otro tipo de egoísmo, mucho más terrenal, más necesario. El que
necesitan las personas a los que el mundo les dio la espalda. Los que no
esperan nada a cambio. Los que son un relleno para la sociedad.
En
los marginales, en los locos, en los deficientes mentales, conviven la desazón
y la esperanza. La inteligencia y la ignorancia. La humildad y el egoísmo. La
vida y la muerte…
Ellos
son los que deben creer en sí mismos, porque están prácticamente solos. Porque
nadie les tendió una mano, porque pasan desapercibidos para las grandes cadenas
de tv, que solamente aparecerán si hay algo que venda…
Y
principalmente, porque están repletos de amor para dar. Amor genuino, sin
máscaras. Si uno aprende a verlos, descubrirá la ternura en sus miradas, la
bondad en sus gestos, el sentimiento más real en sus palabras.
Son
esos seres de luz los que nos mostrarán que queda gente que vale la pena. Que
este mundo acartonado todavía tiene pequeñas grajeas del más mágico realismo.
Que esa magia que perdimos luego de la adolescencia, está escondida en algún
lugar, en alguna habitación.
Que
son ellos a los que tenemos que ayudar para que ese salto al vacío no resulte
mortal. Que siempre habrá alguien más loco para no dejarlo caer, o si eso pasa,
para agarrarlo antes que toque el piso.
Por
ellos tenemos que salir a pelear, a gritarle al mundo que no están solos, que
todavía hay gente que cree en ellos.
Será
tiempo entonces de encontrar esa gente olvidada, aprender de su fe, de su amor,
de sus palabras. De reconocer que ellos no son menos que nosotros, y descubrir
sus más hermosos secretos.
De
salir de nuestro propio encierro de tv, para ver que allá afuera hay, en
diferentes partes del mundo, grandes hoteles que acuñan los sueños de los
olvidados. Aunque para algunos sean simples cuartos desahuciados. Para que
alguna vez, alguien tenga el valor de registrarse y vivir un tiempo en ese
mágico hotel… EL HOTEL DEL MILLON DE DOLARES
Marcelo
De Nicola
Canción elegida para la Editorial
IMPRESIONES SOBRE EL HOTEL DEL MILLÓN DE DÓLARES
¿Puede
la vida ser maravillosa? ¿Puede esta fría piedra muerta, perdida en el oscuro y
solitario vientre del universo, brillar siquiera una vez? ¿Regalarme un simple
destello que justifique toda esta soledad vivida, un tímido brillo que calme
este dolor en el pecho, vivo de ausencias, de mentiras mal contadas, de
indiferencias fatales, de carencias profundas? ¿Podrá esa luz llegar a mi antes
de que deje de esconderme en este disfraz de tipo que trabaja 8 horas, de
hombre que viste neutro, camuflándose en las masas para evitar pensar y
entregarse resignado al recto cause del ser pensado?. Recuerdo momentos que
interpreto como fugaces errores de este perverso plan, minúsculas fisuras que
me permitieron ver más allá del triste almanaque. Allí están instantes, que por
intensos, superan el espacio y el tiempo. Supieron engañara a la muerte y
flotan por ahí, defendiendo cada risa, cada lagrima genuina. Ahí está el día
que te conocí, ahí está el abrazo eterno con el que me sorprendiste y que me
ayuda a caminar hace más de diez años. También están ellos ahí, con su
inocencia intacta, con sus corazones latiendo como caballos salvajes. Está el
momento que los miro y también te veo a vos, está esa tranquilidad de saber que
estás también a su lado para impedir que yo lo arruine todo. Quizás esa sea la
luz que espante a la muerte aunque sea por un rato. Quizás no haya más brillo
que ese. Y Tom Tom, o Tom simplemente, como le gustaba que lo llamen, lo sabía.
El no necesito demasiado para entender que lo único real entre toda la
cartulina de colores que lo rodeaba era aquella tierna e inocente mirada de
Elois. Fueron esos breves instantes, ese recostarse en su pecho, esos destellos
que el sol dibujaba en sus cabellos al escabullirse como un ladrón por la
ventana, los que llenaron de sentido aquella inexistencia que vivía Tom hacía
ya tanto. ¿Y para que más entonces? ¿Por qué no tener el valor de abrazarse a
esas imágenes y arder para siempre con ellas como un fuego rabioso? ¿Por qué no
desarmarse definitivamente en aquellas fauces ardientes? El Hotel del millón de
dólares, excelente film dirigido por nuestro amigo Wim Wenders, comenzara con
un racconto. Habrá un quiebre en la linealidad del relato y comenzara
narrándonos la consecuencia para ir rápido a la causa. Lo veremos a Tom correr
por la azotea del edificio, no con la pesada carga de una decisión nacida de la
angustia, sino con la tranquilidad de saberse concluido. La cámara nos
presentará el hotel, aquel circo colmado de fenómenos, gran metáfora del mundo
que nos contiene. Y entonces aparecerá ella. Hermosa, tierna, caminando con sus
pies desnudos, dando sus pasos en ese pasto de baldosas y mugre. Y nos
enamoraremos al instante, tanto como Tom. Al verla, quizás recordemos aquellas
palabras de Caetano “Con algunos hombres era mujer y con otros quería ser
feliz”.
Ella lo eligió a Tom para compartir sus sonrisas, para preguntarse
juntos si la vida puede ser maravillosa y buscar aquel brillo del que te
hablaba al principio. El encontró la respuesta y decidió morir por ella, por su
amor. Ella quedó ahogada en su tristeza, viendo morir sus días, desde la
altura, como una bella tigresa.-
Lucas
Itze.-
Canción post análisis
También escuchamos
Y nos despedimos pidiendo una pequeña ayuda
FICHA
TÉCNICA
Título original: The Million
Dollar Hotel
Año:
2000
Duración:
122 min.
País:
Estados Unidos
Director:
Wim Wenders
Guión:
Nicholas Klein (Historia: Bono, Nicholas Klein)
Música: John Hassell, Bono,
Daniel Lanois, Brian Eno
Fotografía: Phedon Papamichael
Reparto: Jeremy Davies, Milla
Jovovich, Mel Gibson, Jimmy Smits, Peter Stormare, Amanda Plummer, Gloria
Stuart, Tom Bower, Donal Logue, Harris Yulin
Argumento
Tom-Tom (Jeremy Davies) vive en
El Hotel del millón de dólares, una especie de antro donde viven diferentes
personajes marginales. Entre los
habitantes del hotel, se encuentra la bella Eloise (Milla Jovovich), una
extraña joven de la que Tom vive locamente enamorado. La muerte de su mejor
amigo, Izzy (Tim Roth), hijo de un importante empresario de tv, llevará al FBI
a investigar el hecho, que tiene todos los indicios de suicidio, menos para el
padre, quien al ser judío considera ese acto como una vergüenza y busca un
culpable para mantener intacta su reputación.
El encargado de la
investigación será el agente Skinner (Mel Gibson), que al descubrir la locura
de los inquilinos, empieza a jugar con la idea de que si o si fue uno de ellos
el asesino.
La muerte de Izzy revolucionará
el vecindario, que se unirán para sacar provecho de unas pinturas y llevar el
arte del difunto a los medios, con la cadena enemiga del padre como principal
socio.
El agente Skinner intenta unir
a Tom con Eloise, pero sólo para que inculpe a alguno de sus amigos para
determinar el asesino y terminar el trabajo. Luego de una cena, Tom, obligado
por el agente, incrimina a Geronimo (Jimmy Smits) y a este lo encierran.
En una reunión entre los
habitantes del hotel, Dixie (Peter Stormare), un músico que se cree un ex
beatle, surge la idea de incriminar a Tom para que Geronimo sea liberado, cosa
que Eloise trata de evitarlo a los gritos.
Finalmente Dixie, consigue
grabar una confesión de Tom haciéndose cargo del asesinato, y el video se hace
público en los noticieros.
Eloise intenta por todos los
medios ayudar a que Tom escape, cosa que también hará el agente Skinner que
sabe que no es culpable, sin embargo Tom sube a la terraza del edificio y
decide saltar al vacío, en busca de un mundo más justo…
TRAILER
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