SINOPSIS
Orlac, un pianista famoso, pierde ambas manos en un
accidente. Los médicos deciden trasplantarle las manos de Vasseur, un asesino
condenado a muerte. La operación es un éxito, pero desde ese momento el
pianista comienza a verse embargado por impulsos criminales. Tiene pesadillas y
ve el rostro de un hombre que cree que es Vasseur... (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
El auditorio está lleno. La gente espera con ansias. Los instrumentos están en sus debidos lugares. El corazón, motor fundamental del concierto, está acelerado, como si fueran sus últimos latidos. Los pasos hacia el escenario se hacen eternos. Las luces alumbran más de lo que el protagonista quisiera. A veces es preferible ser invisible. El tipo sabe que juega de local. Todos vinieron por él. ¿Qué puede salir mal? En esa caminata, piensa en el sonido, si estará bien, si escuchará hasta el último de la fila. Pero bueno, de última se la agarrará con alguien del lugar. La lista de temas ya la ensayó mil veces, sale de memoria. La mente entonces empieza a viajar al pasado. Y recuerda la primera canción que sonó en ese órgano de juguete. Era un tango se auto convence. ¿Era un tango? A quien le importa. Bueno, en algún momento a alguien le importará, pero ya habrá tiempo de pensar con más tranquilidad. Luego llegó el paso por otros instrumentos. La guitarra, el bajo, la batería, pero terminó volviendo al primer amor. Era autodidacta, eso sí. Nunca pasó mucho tiempo en una escuela musical. El talento venía incorporado a ese pequeño cuerpo. De repente, mientras recordaba momentos y amores, una voz resonó en todo el lugar. El eco lo llamó y los aplausos empezaron a llegar hasta el camarín del que había salido segundos antes. Tomó un trago más de esa bebida blanca que pidió especialmente para ese día y aceleró la caminata fugaz.
Apenas
pisó el escenario, hizo contacto visual con su madre, quien estallaba en
lágrimas. Ahí le cayó la ficha. Se sentó en un pequeño banco y miró todo a su
alrededor. Unos violinistas especialmente elegidos para la ocasión oficiaron de
entrada. De repente… las manos empezaron a sudar como nunca. Sentía calambres
por todo el cuerpo, pero sobre todo, en los brazos. Su mente se nubló y solo
veía luces blancas que titilaban cada vez con más frecuencia. “Esto es culpa de
ese tequila barato, no puedo ser tan boludo” se dijo a sí mismo. Nadie lo había
escuchado. Todo estaba en su mente. Mientras, la magia de los violines seguía
surtiendo efecto. El no despegaba la vista de ese piano que parecía una boca
gigante que se lo devoraba. Quería entrar allí y esconderse… De pronto, una luz
fuerte lo iluminó. Se sintió desnudo ante el mundo. Los aplausos volvieron a
rugir con más fuerza. Miró su reloj y notó que habían pasado 47 segundos. Sí,
47 segundos que parecían una eternidad. No había llegado ni al minuto. Era todo
un juego de su cabeza. Como por arte de magia, los calambres desaparecieron y
sus dedos empezaron a moverse de acá para allá. Cuando sonó el primer acorde,
ya todo era pasado. Las manos habían recobrado la memoria. La
historia empezaba a escribirse…
Marcelo
De Nicola.-
Canción
elegida para la editorial
IMPRESIONES
SOBRE LAS MANOS DE ORLAC
Cuatrocientos treinta años antes de Cristo, nuestro amigo, el poeta Sófocles, decide contar la historia del Rey de Tebas a la que llamó Edipo Rey. La historia, tal como bien la conocemos, narra la tragedia de aquel príncipe que sin saberlo cumple la profecía lanzada por el oráculo de Tebas, la cual presagiaba que mataría a su padre y se enamoraría de su propia madre. Al descubrir esta verdad, frente al hecho consumado, su madre se quita la vida y el príncipe, atormentado por un dolor insoportable, se arranca los ojos. Pasado el tiempo de haberse realizado aquella narración, ya entrado el siglo XX, el finado Freud, utiliza esta historia para graficar lo que llamo el complejo de Edipo. Básicamente esta teoría sexual toma de referencia la tragedia griega para realizar un paralelo entre la historia y el desarrollo de la sexualidad infantil, según la cual, de ser positivo el complejo, se presenta como deseo de muerte del rival, o sea el personaje del mismo sexo, y deseo sexual hacia el personaje del sexo opuesto. Cabe agregar que el desarrollo de la etapa de este complejo, desempeña un papel fundamental en la estructuración de la personalidad y en la orientación del deseo humano. Por otra parte, y ya más entrado en el final del siglo pasado, nuestro amigo Michel Foucault, sostenía que la identidad no es algo que llevamos dentro de nosotros, sino algo que se construye en relación con las normas sociales y las estructuras de poder. Una visión tal vez un poco más aggiornada de algunos de los aspectos de la teoría sexual Freudiana recién expuesta ya que instala la ruptura binaria que le fuera tan criticada años más tarde al médico austriaco. Queda en claro, entonces, que el yo no es un punto de partida sino un horizonte de posibilidades.
Un camino que el ser recorre atravesado por las estructuras normalizadoras diseñadas por el propio poder. Salirse de la norma, moverse de aquello establecido es quedar por fuera del sistema, es claramente quedar recluido en los solitarios arrabales de la insalubridad. Sobre esta línea de pensamiento, podemos pensar el film de Robert Wiene llamado “Las manos de Orlac”. El metraje relata la historia de una suerte de Penélope de figura maternal, que espera la llegada de su marido concertista de piano durante casi toda la película. Su marido sufre un escalofriante accidente al chocar el tren en el que viaja y pierde ambas manos, herramientas fundamentales para su trabajo. Luego de ser rescatado y ante tan desolador panorama, los médicos deciden arriesgarse y realizarle un trasplante de manos, momento donde la trama se complica ya que las manos trasplantadas son las de un asesino muerto recientemente por la pena capital, llamado Vasseur. Imposibilitado para trabajar, Orlac e Ivonne, quien ocupa la posición pasiva, servicial y sumisa que las mujeres poseían en los principios del 1900, caen en banca rota. Al no sentir propias sus manos, el protagonista se ve imposibilitado para tocar el piano y cree estar poseído por el espíritu del asesino cuyas manos ocupa. Aquí es donde quien les habla, encuentra la posible analogía con la teoría edípica de nuestro amigo Sigmund. Es en este momento de increíble tensión del relato donde se produce un punto de giro en la narración y el protagonista se encuentra obligado a tomar una decisión. Cinematográficamente hablando, decidir es siempre hacer avanzar la narrativa, la curva dramática. Que el personaje, tal como en este caso sucede con Orlac, no pueda escapar de tomar aquella decisión, responde siempre a una correcta construcción de la estructura por parte del guionista.
Este tipo de acierto, que no es otra cosa que
conocimiento sobre estructuras narrativas, es siempre muy agradecido por el
público, siempre. Ahora sí, volviendo a la decisión que debe tomar Orlac, es en aquel punto de giro
entonces, donde nuestro héroe fálicamente castrado, es llevado al límite por
Ivonne, quien a esta altura del guion quizás pueda responder a la imagen
idílica del amor puro materno, para reunirse con su padre a quien Orlac detesta desde hace tiempo. Las
cartas están echadas, el triángulo freudiano se cierra al plantearse esta
rivalidad del protagonista con su propio padre. Decía Schopenhauer que el destino mezcla las cartas y nosotros las
jugamos. Y entonces el juego se llevara aún más allá ya que nuestro
protagonista decidirá finalmente visitar a su padre para pedirle el dinero que
tanto necesita y, tal como era de esperar, lo único que recibirá será destrato
y descalificaciones. La película continuará y el padre de Orlac aparecerá muerto con las huellas digitales de su hijo sobre
su cuerpo. El hijo asesinando al padre. Las
manos de Orlac será un film silente, de estructura narrativa lineal y
propia de la etapa expresionista. Tal como en la mayoría de narraciones de este
periodo, el metraje contará con un protagonista que carecerá de autonomía y
será manipulado por una perversidad maligna externa, temática recurrente que
intenta denunciar la sensación del pueblo alemán frente al avance innegable del
partido social demócrata y su idea amenazante de construcción de un ser
nacional. Nos quedaremos finalmente con aquella idea Foucaultiana que dice que no hay una esencia autentica del ser;
somos el resultado de múltiples influencias y relaciones que nos atraviesan y
nos constituyen.
Lucas Itze.-
Canción post impresiones
UNIVERSO WIENE
Robert Wiene nació
el 24 de abril de 1873 en Silesia, Alemania (hoy territorio
polaco). Su padre fue el actor Carl Wiene y por eso desde
chico tuvo una formación dedicada al arte, empezando por la rama del teatro.
Luego se convirtió en cineasta y entre 1912 y 1920 escribió más de 30 guiones y
dirigió varias películas, entre las que se destacan Pobre Eva, Furcht y Genuine.
1920 es el año donde filma El gabinete del Doctor Caligari que
se transforma para muchos en el primer film del expresionismo alemán y una de
las películas más importantes de la historia. En 1923 dirige INRI y
ese mismo año adapta el clásico Crimen y Castigo de Fiodor
Dostoievski con su film Raskolnikow. Un año después
llega Las manos de Orlac, donde un exitoso pianista sufre un accidente
el que pierde sus manos y los médicos deciden trasplantarles las de un asesino
condenado a muerte. Desde ese momento, el pianista empieza a sentir impulsos
criminales.
En esa década del
´20 dirigió varios films entre los que se encuentran El Caballero de
Rosa, sobre la obra de Richard Strauss, La Reina del
Moulin Rouge, La mujer famosa y Las grandes
aventuras, entre otras. En 1930 llega El otro y
más tarde parte a Francia donde dirigió Le procureur Hallers. Un
año después filma The Love Express. Más adelante
filma Typhoon y luego de que los nazis tomaran el poder, el
film fue prohibido el 3 de mayo de 1933. Una compañía cinematográfica húngara
había invitado a los directores alemanes a venir a Budapest para hacer
películas en versiones simultáneas en alemán / húngaro. Wiene aceptó esa oferta
en septiembre para dirigir Una noche en Venecia. Luego fue a
Londres y, finalmente, a París, donde junto con Jean Cocteau intentó
producir una nueva versión de El gabinete del Dr. Caligari. Allí en 1938
dirigió su último film, paradójicamente titulado Ultimatum, sobre
la primera Guerra Mundial. Film que no pudo terminar y fue finalizado por su
amigo Robert Siodmak, el célebre director alemán murió diez días
antes de terminar de filmar a causa de un cáncer que se lo llevó a los 65 años
de edad.
FICHA
TÉCNICA
Título original: Orlacs Hände
Año: 1924
Duración: 92 min.
País: Alemania
Dirección: Robert Wiene
Guion: Louis Nerz. Novela: Maurice Renard
Fotografía: Hans Androschin, Günther Krampf
Reparto: Conrad Veidt, Alexandra Sorina, Fritz Korner,
Carmen Cartellieri, Fritz Strassny.
PELÍCULA COMPLETA