SINOPSIS
Kathy, una niña de quince años que vive en una granja
de Lancashire, al norte de Inglaterra, encuentra a un fugitivo acusado de
asesinato escondido en el pajar. Cuando le pregunta su nombre, el hombre, antes
de desmayarse, sólo acierta a decir “Jesucristo”. Kathy, convencida de que es
realmente Cristo, se lo cuenta a su hermano pequeño y a sus amigos, y entre
todos deciden cuidarlo y evitar que los vecinos lo capturen. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Quizás en ese silbido se fue la triste ilusión. Como si fuera una locomotora que pasó por última vez por ese pueblo fantasma. Allí murieron las palabras y desaparecieron las sonrisas. La inocencia se dio de bruces contra el piso. ¿Cuántas veces mentimos en nombre de la verdad? ¿Qué pasó cuando esa verdad quedó expuesta? Sólo nosotros sabemos el porqué de ciertas falacias. Nuestro miedo a enfrentar esas verdades y ocultársela a los infantes es parte de nuestra historia. Y ahí es cuando empezamos a tejer fábulas imposibles para que todo sea más creíble. Donde ellos serán generalmente los protagonistas de nuestra película. Pero cuando la realidad se devela, el juego muere. Y habrá que saber continuar el camino. Llegarán los enojos y las dudas, que serán más elocuentes que antes. Porque se sentirán estafados, con toda razón.
Se romperá esa caja de cristal llena de secretos
guardados. Habrá que esquivar las esquirlas para que nadie salga lastimado. Y
secar alguna lágrima que no se haya estrellado contra el piso. Y lo más triste
es hacerlo en nombre del Señor. Desde esas esferas llegan las mentiras más
pavorosas y nosotros no hacemos otra cosa que acompañarlas. ¿Por miedo?
Difícil, la fe la perdimos hace tiempo. Quizás para no hacernos cargo de
nuestras propias culpas y esconderlas bajo las áridas sotanas de los llamados
“destinados de Dios”. Para seguir eligiendo tradiciones que olvidamos hace
tiempo. Y perpetuarlas para la eternidad. Esa eternidad que para nosotros es
imposible. Antes que tarde, esperamos que esas prácticas se caigan y así
también las verdades absolutas. Y decirle adiós a Dios para que la inocencia
obtenga su justicia divina.
Marcelo De Nicola.-
Canción post impresiones
IMPRESIONES
PARA CUANDO EL VIENTO SILBA
Hace muy poquito desde estos mismos parlantes, el propio Lennon nos gritaba a modo de ruego Dame algo de verdad. ¿Se acuerdan? Claro, la verdad es farmacológica, es aquel veneno que nos tranquiliza, es aquella carta gitana que toca la mesa y nos muestra cual es el camino a tomar. Espanta la duda, aquella de la cual algunos de nosotros aún nos alimentamos y defendemos con esa oz increíble que es el signo de pregunta. La verdad nos da forma en un mundo que se reinventa a cada segundo, que muere y nace en un batir de alas. Aprender a vivir en la duda es la gran aventura. La deconstrucción nos lleva de a poco a aquellas orillas. Su pelea contra el binario expuso que el deseo se parece bastante más a una verdad que el absoluto. El deseo, aquel colibrí inalcanzable que huye libre y veloz de toda realización, de todo estatismo, de cualquier verdad. Aristóteles tenía aquel juego de palabras sobre lo verdadero y lo falso según el cual exponía que decir de lo que es que es y de lo que no es que no es, es verdadero. Asimismo, decir de lo que es que no es y de lo que no es que es, es falso. Esto que por sencillo y claro parece absoluto y por eso verdadero, entiende a la verdad como un sistema de correspondencia. Un sistema según el cual tanto lo que es como lo que no es debe corresponderse y corroborarse constantemente con lo real. Volvemos entonces a la misma dinámica.
¿Cuál es nuestro acceso a lo real? ¿Cuánto de real hay en aquello que captan mis ojos, en aquello que mi cerebro decodifica, en eso que el lenguaje intenta significar para luego comunicar, en aquel mensaje que se propaga a través de un medio y llega a otro que mira, que oye y también habla? Y de existir algún acceso a lo real en todo aquello, ¿tendríamos manera de aseverar o comprobar su carácter objetivo y universal? Todo nuestro bagaje cultural, los siglos de historia que llevamos sobre nuestro cuerpo impactan y definen de manera directa a aquel dispositivo previo y heredado creador de subjetividades según el cual entendemos y decodificamos lo real. ¿No interfiere todo esto, entonces, sobre la universalidad de lo que suponemos verdadero? Decía el nefasto Joseph Goebbels, que una mentira repetida varias veces se convierte en una verdad. La palabra como conducto constructor del ser pareciera instalar la correspondencia entre lo verdadero y lo real. Desde este mismo espacio, alguna vez dijimos que no hay relación del pensamiento a la cosa, pero lo que tal vez sí haya es una relación interna entre los enunciados. De esta manera, lo verdadero estaría relacionado con la construcción propia de un relato y la sumisión ante la aceptación del mismo. La verdad se construye, y se hace desde el poder, claro. Tal vez desde la aceptación de unas cuantas mentiras. Un amigo artista de esta casa suele decir que un cúmulo de errores sostenidos durante el tiempo, forman un estilo, un estilo es una definición, un absoluto, una verdad.
Nietzsche decía en su texto “Sobre la verdad y Mentira en sentido extramoral” que el conocimiento depende del lenguaje y que este es una construcción humana. Agrega que el humano está profundamente sumergido en ilusiones y ensueños, que su ojo se desliza tan solo sobre la superficie de las cosas y ve formas, su sensación no conduce por ninguna parte a la verdad, sino se contenta con recibir estímulos externos. Los hombres no huyen de ser engañados sino del perjuicio que aquel engaño pueda provocar. Tal vez haya alguna verdad en la naturaleza. Tal vez este allí, delante de nuestros ojos torpes manifestándose en todo su esplendor, chocándose incansablemente contra nuestra ignorancia y nuestra tozudez. Quizás se eleve solitaria en cualquier tarde, cuando el viento silba. Y este es el nombre del film de Bryan Forbes estrenado un 20 de julio de 1961, en el cual expone esta idea sobre lo verdadero y lo falso. El film narrará desde el punto de vista de sus protagonistas, los niños y las niñas. De allí saldrá el tono de la obra. Estaremos frente a un relato tierno e inocente que pondrá de manifiesto la utilización de la fe dentro de la doctrina cristiana para la construcción de su verdad. La estructura del relato será lineal y clásica, respondiendo con exactitud a la división aristotélica de la curva dramática en tres actos. El conflicto será claramente externo, pero nos resultará mucho más interesante y rico, por sus posibilidades dramáticas, aquel otro conflicto que el externo genera.
El conflicto interno de
los chicos al sentir chocar su fe, su creencia, sus bases, vamos, su verdad,
con la cruda realidad. Creerán fuertemente estar cuidando y rescatando a Jesús
de los adultos quienes, según ellos y ellas, lo crucificarían nuevamente si lo
vieran. Lo real, por lo menos para el film en cuestión, es que aquel hombre,
lejos de ser el hijo de dios, es un asesino buscado por la policía. Las
actuaciones serán muy naturales y orgánicas y serán funcionales en todo momento
al sentido de verdad necesario para la construcción correcta del verosímil.
Entrarán en tensión también otras de las bases de la doctrina cristiana, como
por ejemplo aquella que dice “ama a tu prójimo como a ti mismo”. Veremos que
aquel axioma funcionará dentro del universo inocente de los más pequeños, pero
no lo hará, en cambio, en el mundo adulto, dentro del cual lo predominante no
es jamás la humildad y ternura sino la frialdad, la agresión, el individualismo
y la disciplina. La policía dará con el hombre porque uno de los niños, por
error, reproducirá aquello de Judas
y lo traicionará. Se le escapará su nombre y lo lamentarrá con lágrimas en sus
ojos. Llegaran entonces los adultos y aquel Cristo apócrifo tomarrá su postura
de crucifixión mientras la policía misma lo requisa. Habrá también un lugar
para graficar la pasión según la hermenéutica cristiana y veremos a aquella
figura casi divina caminar hacia su castigo y será entonces cuando sus ojos se
crucen con los de ella, con los de Kathy, y esa mirada lo dirá todo. Aquel
cruce convertirá todo lo construido por ellos en verdad. Kathy entonces tendrá
la certeza y la confirmación de aquello que su fe creo, y con ella podrá
afirmar: Jesús me conoce.
Lucas Itze.-
Canción post impresiones
UNIVERSO FORBES
Bryan Forbes nació bajo el nombre John Theobald Clarke, el 22 de julio de 1926 en el condado de Essex, Inglaterra. Luego de terminar el secundario, se formó como actor en la Royal Academy of Dramatic Arts pero no lo finalizó ya que durante los siguientes cuatro años tuvo que hacer el servicio militar. Luego empezó a trabajar y tuvo que cambiar su nombre para evitar su confusión con el actor John Clark. Forbes comenzó a actuar, apareciendo en el escenario y desempeñando numerosos papeles secundarios en películas británicas, en particular An Inspector Calls (1954) y La historia de Colditz (1955). Publicó una colección de cuentos a principios de la década de 1950, lo que indujo al productor "Cubby" Broccoli a ofrecerle trabajo de guionista en El caballero negro (1954). Recibió su primer crédito por la película de la Segunda Guerra Mundial El infierno de los héroes (1955), mientras que otros guiones tempranos incluyen Yo fui el doble de Montgomery (1958) y Objetivo: banco de Inglaterra (1960) dirigida por Basil Dearden. Forbes también protagonizó la película que relata un atraco a un banco llevado a cabo por ex oficiales del ejército y obtuvo un éxito de crítica, incluida su primera nominación al BAFTA. En 1959, formó una productora, Beaver Films, con su frecuente colaborador Richard Attenborough. Beaver Films hizo Amargo silencio (1960), un controvertido guión de Forbes en el que Attenborough asumió el papel principal y los dos hombres compartieron las responsabilidades de producción. El debut como director de Forbes se produjo con Cuando silba el viento (1961), nuevamente producida por Attenborough, una película aclamada por la crítica sobre tres niños del norte que ocultan a un criminal en su granero, creyendo que es un Jesucristo reencarnado. Fue protagonizada por la niña Hayley Mills y Alan Bates, en uno de sus primeros papeles cinematográficos. La película fue nominada a cuatro premios BAFTA, incluida la de Mejor película de cualquier origen. La habitación en forma de L (1962), su siguiente película como director, con Leslie Caron en el papel principal femenino, la llevó a obtener una nominación al Oscar, y ganar los premios BAFTA (Mejor Actriz Británica) y Globo de Oro.
Forbes escribió y dirigió Plan siniestro (1964), que tuvo excelentes críticas y numerosos premios para sus protagonistas. En 1965, fue a Hollywood para hacer King Rat, una exitosa historia de prisioneros de guerra. Siguió luego con La caja de sorpresas (1966) y The Whisperers (1967), este último con Edith Evans. Más adelante filmó La caída mortal (1968), protagonizada por Michael Caine. En 1969 filma La loca de Chaillot y además, es nombrado jefe de producción y director gerente del estudio de cine Associated British (que pronto se convertiría en EMI Films). Bajo el liderazgo de Forbes, el estudio produjo The Railway Children (1970), The Tales of Beatrix Potter (1971) y The Go-Between (1971), todos exitosos. Sin embargo, su mandato estuvo marcado por problemas financieros y proyectos fallidos, y renunció en 1971. Coincidiendo con su tiempo en EMI Films, reanudó su trabajo como director con The Raging Moon (1971), protagonizada por su esposa, Nanette Newman y Malcolm McDowell. Desde principios de la década de 1970, Forbes dividió sus energías entre el cine, la televisión, el teatro y la escritura. En 1972 comenzó a trabajar en el documental Elton John and Bernie Taupin Say Goodbye Norma Jean and Other Things (1973), que narraba la vida de los jóvenes Elton John y Bernie Taupin. El proyecto, que tardó un año completo en completarse, ofreció una mirada tras bambalinas a la escritura y grabación de Goodbye Yellow Brick Road. Forbes regresó a Hollywood para dirigir Las esposas de Stepford (1975), basada en la novela homónima de Ira Levin. El thriller sobre la reacción violenta contra el Movimiento de Liberación de la Mujer en los EE. UU., en el que Newman tuvo un papel secundario, se convertiría en la película más conocida de Forbes, en parte debido a las protestas en su contra. Forbes se enfrentó con el guionista William Goldman por las decisiones de reparto y los cambios en el final de la película realizados por Forbes, lo que provocó que Goldman abandonara el proyecto (aunque retuvo el crédito del guión). A pesar de su notoriedad, el film recibió críticas mixtas y tuvo un desempeño débil en la taquilla.
Sus siguientes películas como director tuvieron
menos éxito: La zapatilla y la rosa (1976),
con David Frost como productor ejecutivo; International
Velvet (1978), concebida como una continuación de National Velvet (1944), con Newman en el mismo papel que Elizabeth Taylor en la película
anterior; Más vale tarde que nunca
(1983); y A cara descubierta (1984),
que fue el último film que dirigió. Su última película como guionista fue Chaplin con Robert Downey Jr., como protagonista en 1992. Siguió publicando
novelas hasta pasados los años 2000. Forbes murió en su casa de Virginia Water,
Surrey, el 8 de mayo de 2013 a la edad de 86 años, tras una larga enfermedad.
FICHA TÉCNICA
Título original: Whistle down the wind
Año: 1961
Duración: 99 min.
País: Reino Unido
Dirección: Bryan Forbes
Guion: Keith Waterhouse, Willis Hall
Música: Malcolm Arnold
Fotografía: Arthur Ibbetson
Reparto: Hayley Mills, Bernard Lee, Alan Bates,
Norman Bird, Elsie Wagstaff.
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