SINOPSIS
Que las
contradicciones del burgués reflejan las de la sociedad dominada por la
burguesía, lo demuestra esta amarga historia, que hubiera sido intrascendente
si no hubiera ocurrido en los vertiginosos días de la revolución, cuando todas
las contradicciones se pusieron al rojo vivo. La película ofrece un monólogo
interior dirigido a la calle. Inspirada en la novela homónima de Edmundo
Desnoes. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
La pregunta inicial ante el conflicto directo y claro que surge del término dominación es la siguiente: ¿Qué valor tiene la libertad? Es un hecho irrefutable que nacemos libres y, de no ser así, de haber nacido bajo una condición de esclavitud o sometimiento, es porque nuestra libertad efectivamente nos ha sido arrebatada. Pero volvamos a la pregunta inicial ¿Qué valor tiene la libertad? Para Rousseau hay un deber ético y político de rebelarse. Como si la vida de un pueblo que tiene que obedecer y entregar su soberanía a pesar suyo no fuera digna de ser vivida. Es cierto que nuestra libertad se encuentra constantemente amenazada de distintas maneras, bajo distintos y sutiles métodos que naturalizamos sin reparar en ellos. Nacemos y desde el inicio de todo se nos impone un lenguaje, un universo de palabras destinadas a designar, a crear, a comunicar. Un lenguaje que nos encadena a un modo particular de desarrollo lógico, que modela hasta nuestra propia forma de encadenar los pensamientos. Nos condiciona el inconsciente, nos condiciona el momento socio – político en el que vivimos. Sartre decía aquello de que un hombre es lo que hace con lo que hicieron de él. Una libertad con ciertas limitaciones, pero libertad al fin. Lograr ser, ya es un paso enorme. Pero pensar la libertad en términos individuales no representa un gran desafío, ya que solo se ve amenazada con la aparición de un otro. La libertad no es simplemente un problema individual, sino ante todo un problema colectivo. Las revoluciones del siglo XVIII y comienzos del XIX marcaron el triunfo político de la burguesía, las revoluciones de comienzos del siglo XX pretendían consumar una igualdad que no se había concretado en los hechos, y por lo tanto querían terminar con el nuevo orden burgués. La revolución no pretende cambiar de tirano, sino crear las condiciones para que no haya más tiranía, de algún modo, la idea de libertad conlleva en sí misma a la de eternidad.
La revolución está legitimada cuando se logra
restituir una libertad colectiva que es sistemáticamente negada por el estado
de las cosas reinantes. Derrocar un sistema, un orden determinado no lleva otra
meta que la de la búsqueda de eternidad de aquellos laureles que se supieron
conseguir. En aquella puja se encuentra el valor real de la libertad. El único
motivo que puede hacer comprensible la obediencia es la imposibilidad de conseguir
la autonomía en el caso de que lo impida una fuerza muy poderosa, entonces allí
la revolución seria la torpeza y el apuro de unos pocos picaros. Escribía un
joven Gramsci poco antes de entrar a
la universidad: Parece que sea un cruel
destino de los humanos este instinto que los domina de querer devorarse los
unos a los otros, en vez de hacer que converjan las fuerzas unidas de todos
para luchar contra la naturaleza y hacerla cada vez más útil para las
necesidades de los hombres. Y en vez de eso, cuando un pueblo se siente fuerte
y aguerrido, piensa enseguida en agredir a sus vecinos, rechazarlos y
oprimirlos. Porque está claro que todo vencedor quiere destruir al vencido.
Pero el hombre que por naturaleza es hipócrita y fingido, no dice “quiero
conquistar para destruir”, sino, “quiero conquistar para civilizar” ¿Llegará
el día en que podamos hacernos cargo con pura sinceridad de los modos mediante
los cuales oprimimos, dominamos y avasallamos al otro? ¿El modo en el que
devoramos su deseo y tiranizamos vilmente su esencia en pos de la seguridad, de
la propia libertad o de cualquier otro nombre grandilocuente? El
valor de la libertad es siempre grupal, es siempre con el otro. Lo demás, no
importa nada.
Lucas Itze.-
Canción elegida
para la editorial
IMPRESIONES SOBRE MEMORIAS DEL SUBDESARROLLO
Desde los
comienzos del colonialismo cada país conquistado, empezaba a formar parte del
tercer mundo. Siguiendo esa línea, fueron muy pocos los que se transformaron en
potencia, o al menos, del llamado Primer Mundo. Ahí podemos encontrar a los
Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y paremos de contar. Entonces,
la llegada de los europeos a los llamados nuevos continentes, ¿fue un empujón
al cielo o al infierno? Falta de igualdades, luchas sociales, corrupción
política son clásicos ingredientes que emergen en los países del tercer mundo,
en esos países que muchos no han dudado en llamar subdesarrollados. Pero casi
nadie se acuerda de agregar ciertos condimentos que hacen más importante esa
diferencia: colonialismo mental a través de los medios y de las grandes
empresas, racismo, falta de oportunidades, planes Cóndor, préstamos del nunca
bien intencionado FMI, aparición del Banco Mundial, apoyo a los dictadores de
turno y capitalismo salvaje, entre otros. Esa puja interna, ese debate entre
los propios miembro de la comunidad, los debilita y hace más fuerte a los de
afuera. Sólo una Revolución puede intentar cambiar el camino. “En este período de construcción del
socialismo podemos ver el hombre nuevo que va naciendo. Su imagen no está
todavía acabada; no podría estarlo nunca ya que el proceso marcha paralelo al
desarrollo de formas económicas nuevas. Descontando aquellos cuya falta de
educación los hace tender al camino solitario, a la autosatisfacción de sus
ambiciones, los hay que aun dentro de este nuevo panorama de marcha conjunta,
tienen tendencia a caminar aislados de la masa que acompañan. Lo importante es
que los hombres van adquiriendo cada día más conciencia de la necesidad de su
incorporación a la sociedad y, al mismo tiempo, de su importancia como motores
de la misma” decía el Che Guevara tiempo después de
Gateando, tratando de aprender a caminar por
su cuenta, la isla intentaba en esos primeros años sesenta mantenerse en pie. Y
en ese hombre nuevo, vemos sin dudas a Sergio, el protagonista del film Memorias del Subdesarrollo de Tomás Gutiérrez Alea. Ambientada en los
comienzos de los años ´60, la película está basada en una novela de Edmundo Desnoes, quien co escribe el guión,
además de hacer una breve aparición. Habrá claras influencias a
Asistiremos
a una crítica burguesa cuasi Godardiana a ciertas maneras de hacer cine: al
comercial, al hollywoodense, y también, porque no, a algunos autores europeos.
Un nuevo cine como herramienta para un cambio social y político, donde los
espectadores conozcan la problemática viéndola en pantalla. En esa burguesía se
sitúa el protagonista de la película, que prefiere no embarrarse sus zapatos y
seguir mirando todo desde el balcón, en la tibia decisión de no irse pero
tampoco de ser partícipe de la nueva lucha mientras sigue renegando de todo. En
esas críticas estará presente su soledad y la realidad de que será él, alguien
subdesarrollado por no poder adaptarse al nuevo mundo, convirtiéndose en un
ejemplo de lo que tanto critica entre sus meras contradicciones. Allí radica su
difícil acercamiento a esa sociedad que empieza a dar sus primeros pasos pero a
la vez, admirándola con cierta fascinación, otra de sus tantas contradicciones.
Acercamiento que es lo que intenta lograr el director con el público, al
hacerlo parte de esas preguntas y no dejarlos como meros espectadores de la
obra, entendiendo todo como un conjunto. Dejando de lado al protagonista de la
historia y que los que busquen respuestas sean ellos del otro lado de la
pantalla, y quizás, con ello, la única manera de crear su propia revolución.
Marcelo De
Nicola.-
Canción post
impresiones
UNIVERSO GUTIÉRREZ ALEA
Nacido en el seno de una familia progresista el 11
de diciembre de 1928, Tomás Gutiérrez Alea siempre manifestó un gusto por las
artes. Antes de entrar a la universidad, Gutiérrez Alea dedicó su tiempo libre
a tocar piezas de Chopin y Debussy bajo la tutela del pianista César Pérez Sentenat. Sin embargo, el
cine europeo que tocó a su puerta constantemente durante su adolescencia,
generó un interés por las historias que habían quedado fuera de representación
durante la primera mitad del siglo XX. Tras graduarse como abogado en
En 1968, el director presentó lo que muchos
consideran su mejor película: Memorias
del subdesarrollo, donde planteaba la vida de un burgués en
La cinta, adaptación del cuento El lobo, el bosque y el nombre nuevo de Senel Paz, contaba la
historia de David (interpretado por Vladimir Cruz), un estudiante de sociología
que comienza a dudar del comunismo en el que él tanto había confiado después de
conocer a Diego (Jorge Perugorría), un artista homosexual acosado por las
políticas homófobas del régimen castrista. Con el apoyo del gobierno, capital
español y mexicano y el compañerismo de Juan Carlos Tabío, quien fungió como
codirector del filme, Gutiérrez Alea se consagró con su drama, uno de los
primeros con temática LGBT que se produjeron en la región. Tras los buenos
resultados, los ojos del mundo se pusieron ante Gutiérrez Alea, quien entregó
en su último filme, Guantanamera,
más parecido a sus primeros trabajos, enfocados en exponer las gracias y
desventajas del subdesarrollo y la burocracia. Un año después del estreno del
filme, el 16 de abril de 1996, Tomás Gutiérrez Alea falleció a los 68 años,
dejando en la isla un espacio que aún no ha podido llenarse. A pesar de sus
críticas al régimen en sus películas, Gutiérrez Alea no dejó de ser un
partidario dedicado del socialismo cubano. Pero sus trabajos no se podían
describir como mera propaganda. Gutiérrez describió la motivación para su
posición contradictoria diciendo: “… el cine proporciona un elemento activo y
de movilización, que estimula la participación en el proceso revolucionario.
Entonces, no es suficiente tener un cine moralizante basado en el arangue y la
exhortación. Necesitamos un cine que promueva y desarrolle una actitud crítica.
Pero ¿cómo criticar y al mismo tiempo consolidar la realidad en la cual nos
sumergen?”. (FUENTE: GATOPARDO.COM)
FICHA TÉCNICA
Título original: Memorias del subdesarrollo
Año: 1968
Duración: 97 min.
País: Cuba
Dirección: Tomás Gutiérrez Alea
Guion: Tomás Gutiérrez Alea, Edmundo Desnoes.
Novela: Edmundo Desnoes
Música: Leo Brouwer
Fotografía: Ramón F. Suárez (B&W)
Reparto: Daisy Granados, Sergio Corrieri, Eslinda
Núñez, Omar Valdés, René de
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