martes, 5 de octubre de 2021

WALL-E

PROGRAMA 345 (24-09-2021)

 

SINOPSIS

 

En el año 2800, en un planeta Tierra devastado y sin vida, tras cientos de solitarios años haciendo aquello para lo que fue construido -limpiar el planeta de basura- el pequeño robot WALL•E (acrónimo de Waste Allocation Load Lifter Earth-Class) descubre una nueva misión en su vida (además de recolectar cosas inservibles) cuando se encuentra con una moderna y lustrosa robot exploradora llamada EVE. Ambos viajarán a lo largo de la galaxia y vivirán una emocionante e inolvidable aventura... (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Tomo súbitamente un papel y anoto con desprolijidad: “Yo, que conocí la primavera. Yo, que conocí el nombre de cada flor…” Se detuvo. Intento evocar el último rayo de sol en el rostro, la tibieza del día. Intento con gran esfuerzo recordar las flores, su olor, la suavidad de sus pétalos al tacto. Aunque su escritura no era sincera, un regocijo lo invadió al escribir sobre el papel. Después de todo William no había movido nunca el culo de Inglaterra y su pluma era el catalejo del mundo. La verdad es una mentira bien construida, se dijo y continuó, “Yo, que vi en la cara del otro la ausencia y la muerte que no son mas que la misma cosa”. Muerte… había querido escribir maldad, pero la mano dibujo muerte sobre el papel, tal vez porque era lo único que había. Recordó aquellos últimos ojos sin vida que vio, aquella mirada fría y vacía, mirando al infinito, a la nada, mirándolo. Recordó una a una sus propias ausencias y sus mentiras, aquellos acuerdos tácitos con él mismo para hacer más llevadera su miserable existencia. Ahora sí era sincero. Miró a su alrededor y vio la oscuridad que ya había ganado todo el espacio. Aquel cuarto sin luz era el mundo, era su mundo, negro como la noche, oscuro como sus pensamientos. Afuera solo quedaban cadáveres putrefactos, olores nauseabundos, cuerpos de niños mutilados, gusanos comiendo la carne muerta de otros gusanos. Las ruinas de una ciudad arrasada por la esencia misma del humano. El humano, el ser humano, la esencia misma de lo humano, la nada misma del ser. Aquel papel sucio y garabateado era la única prueba de su existencia. Ya no había destino para aquellas palabras, un poema nacido sin vida, un cuerpo flácido parido en las peores de las condiciones. Se levantó con dificultad, como para acomodar sus ideas, sus harapos inefables desprendían un olor fétido en cada movimiento. El techo era bajo y no lo dejaba erguirse por completo, respiraba débilmente a través de una especie de barbijo ya que la polución había convertido el oxigeno en veneno. Se sentía como respirar dentro de un mar de brea, espeso e imposible. 



Afuera el viento soplaba con furia contra los escombros de una vida olvidada. Él, por curiosidad o tal vez por nostalgia, se asomaba por la pequeña ventana cada tanto, mientras esperaba que su propia muerte acabara con ese infierno. Sobre sus hombros pesaba la carga de ser el último de su especie, el último humano sobre aquel ladrillo hueco arrojado a la deriva. Ahora podía compartir la frialdad de aquel viaje, la desolada experiencia de ir ya sin rumbo sobre la nada inabarcable. “Yo, que conocí la primavera… yo, que conocí el nombre de cada flor” recordó al ver la sofocante oscuridad del afuera, tan idéntica a del adentro. Una tos intensa lo sacó de la contemplación ahogándolo con una especie de mucosidad proveniente de sus pulmones. Expectoró sobre su mano algo oscuro y espeso que luego limpio en sus harapos. Entre los papeles indescifrables tirados sobre el suelo, asomaba una fotografía bastante arruinada y antigua, una imagen fija de esas tomadas mecánicamente por aquellos aparatos de impresión lumínica. Él la tomó y la limpió sobre su manga. La imagen lo mostraba de pequeño mirando un río, a su lado, su madre sostenía su mano. Era una escena típica de verano, el sol, ese dios ausente, dibujaba un brillo melancólico sobre las figuras. Él acarició aquella imagen con sus dedos mugrientos y gastados. Intentó aferrarse a esa imagen, se mintió anécdotas de aquella época, se juro recordar cierta música de fondo. Intento sentir nuevamente el olor de esa figura a la que él llamaba mamá, pero el olvido, ese lobo hambriento, había arrasado con todo sin ningún miramiento. Apretó fuerte la foto contra su pecho y sintió sus ojos humedecerse. Su corazón empezó a galopar fuerte, libre, como si aquel chico de la foto buscara abrirse paso a pesar de lo oscuro, a pesar de los lobos y del tiempo, a pesar de todo. Su cuerpo cayó al suelo tan muerto como antes, inmóvil, el otoño mismo de todo sentimiento. Su cadáver fue devorado por la oscuridad del cuarto para siempre. Por la ventana comenzaban a filtrarse los primeros ruidos de una nueva mañana. La gente, poco a poco, comenzaba a poblar las calles con sus viejas ilusiones intactas. El sol se elevaba lento, majestuoso y sistemático sobre las indiferentes calles de Buenos Aires.  

Lucas Itze.-

 

Canción elegida para la editorial


 

IMPRESIONES SOBRE WALL-E

  


“Hemos tenido suerte. No quedan más cohetes. Ya es hora de que sepan que esto no es una excursión de pesca. He ido demorando el momento de decirlo. La Tierra ya no existe; ya no habrá viajes interplanetarios, durante muchos siglos, quizás nunca. Aquella manera de vivir fracasó, y se estranguló con sus propias manos...” Es el año 1950 y Ray Bradbury nos cuenta eso en boca de William Thomas, en el capítulo El picnic de un millón de años, el último de sus Crónicas Marcianas. La historia está contada entre los años 1999 y 2026. No acertó en cuanto al tiempo pero vamos camino a eso. El futuro siempre es oscuro. El hombre es un ser destructivo por naturaleza. Y nuevamente vienen estas palabras de Stanley Kubrick como ese reflejo “Si el hombre simplemente se sentara y pensara en su fin inmediato y en su horrible insignificancia y soledad en el cosmos, seguramente se volvería loco, o sucumbiría a un entumecido o soporífero sentido de inutilidad. Porque, podría preguntarse: ¿por qué debería molestarme en escribir una gran sinfonía o luchar para ganarme la vida, o incluso amar a otro, cuando no soy más que un microbio momentáneo en una mota de polvo dando vueltas por la inmensidad inimaginable del espacio?”. Es parte del mensaje desesperanzador que llevó luego a la pantalla grande con una de sus obras maestras: 2001: Odisea del Espacio. Contrariamente, Bradbury en ese mismo libro pero en el capítulo Aunque siga brillando la luna reflexionaba “¿Para qué vivir?  La respuesta era la vida misma. La vida era la propagación de más vida, y vivir la mejor vida posible.” Así, pese a que todo se veía negro, llevaba un mensaje de esperanza. 



Y por esa misma sintonía nos transporta Andrew Stanton, co guionista y director de esa maravilla de Pixar que es Wall-e. Una vez más, la compañía logra superarse a si misma. Estamos en el año 2800 y la Tierra sólo es un cúmulo de chatarra. Allí sólo habita el robot Wall-e, el último limpiador de basura que queda (además de una compinche cucaracha). Estamos ante un guión lineal (firmado por Stanton y Jim Reardon) construido con los tres actos aristotélicos. El film estará dividido en dos partes bien diferenciadas. El film arrancará con una canción clásica del cine musical mientras la cámara sobrevuela una ciudad en ruinas. Los primeros minutos servirán para conocer a Wall-e, su vida dentro de ese planeta inhabitado, su trabajo, su curiosidad y sobre todo, su soledad. Sentiremos empatía instantáneamente. Tendremos más de media hora casi sin diálogos, y estarán ahí los homenajes a Buster Keaton, y especialmente, a Charlot, ese entrañable e inocente personaje de Charles Chaplin. Estará representado su clásico Luces de ciudad y también estaremos en presencia de ciertos aspectos de Tiempos Modernos, aunque eso vendrá en la segunda parte del metraje. Tanto la animación como la fotografía serán de calidad sobresaliente. La paleta de colores pasará de esos colores sepias y marrones del comienzo para pasar a un tono más rosáceo cuando aparezca EVE, las siglas de Evaluador de Vegetación Extraterrestre (EVA/Alienígena en español), una robot mucho más actual enviada a buscar vegetación sustentable. 



La segunda parte del film será de colores más fríos, sobretodo por la tonalidad de azules elegida para las situaciones fuera del destruido planeta Tierra. El maestro Roger Deakins (el colaborador de los Hermanos Coen) fue uno de los asesores con la iluminación. Volviendo a lo anterior, la primera parte del film será una obra maestra. Habrá poesía en cada imagen. Nos hará preguntarnos como un simple robot animado nos puede emocionar tanto. Y ahí entonces entenderemos a Wall-e cada vez que mira la escena del musical Hello, Dolly antes de irse a dormir, con esa canción (Put On Your Sunday Clothes, que es la que abría el film) sonando en su cabeza. La película tendrá guiños a muchas obras clásicas de ciencia ficción. No faltarán Bradbury, Ballard o Isaac Asimov. Y estarán presentes, además del mencionado Chaplin, los homenajes a Odisea en el Espacio (hasta suena Así habló Zaratustra de Strauss), Alien (Sigourney Weaver es la voz de la nave Axioma) o Star Wars (en la semejanza de algunos robots). En cuanto a los planos, Stanton citó a Gus Van Sant como una clara influencia para crear intimidad en el acercamiento de cámara. El giro dramático del film aparece cuando Wall-e encuentra una planta, lo que lleva a EVE a llevarla a la nave desde donde vino para su investigación. El, enamorado, la seguirá y allí comenzarán las andanzas que nos llevarán a esa segunda parte de la que venimos hablando. Serán completamente diferentes. Ella será astuta y él será tímido y asustadizo. Ella sólo buscará cumplir con su trabajo y él no perderla. Entraremos en ese crucero intergaláctico donde todo será igual. 



Como si un planeta destruido no hubiese sido demasiada crítica sobre el poco cuidado del medio ambiente, Stanton irá por más y lanzará otro ataque hacia la humanidad. Los hombres que habitarán ese mundo casi no harán contacto visual entre ellos y estarán mimetizados a través de pantallas. Esos hombres y mujeres obesos casi no caminarán sino estarán todo el día en sillones, durmiendo o ingiriendo todo tipo de alimentos a través de vasos con comida procesada. Será una sociedad aburguesada y completa de comodidades, en las que el deseo casi ha desaparecido. La aparición de la planta como sinónimo de vida y la de Wall-e nos llevarán a conocer al Capitán Mc Crea que entiende que hay que volver a la Tierra. Y allí irán otra vez a buscar un nuevo origen para la humanidad. Tendrán que aprender nuevamente a caminar y a labrar la tierra para que vuelva a crecer la vegetación. Entonces recordaremos las palabras del personaje de Crónicas marcianas: “Estamos solos. Nosotros y algunos más que llegarán dentro de unos días. Somos bastantes para empezar de nuevo. Bastantes para volver la espalda a la Tierra y emprender un nuevo camino...” Estos en cambio volvían a dicha Tierra pero todo sabemos que tarde o temprano, el futuro será el mismo...

       

Marcelo De Nicola.-

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO PIXAR

 


La historia de Pixar arrnca en los años ´70. Los antecedentes de Pixar se remontan a 1974 cuando Alexander Schure, fundador del Instituto de Tecnología de Nueva York y propietario de un estudio de animación, creó el Computer Graphics Lab con el afán de producir la primera película animada por computadora en la historia del cine. Pero el proyectos tuvo problemas financieros y dos de sus empleados (Alvy Ray Smith y Ed Catmull) se integraron a LucasFilm, la compañía de George Lucas para trabajar en el área de Graphics Group y así crear efectos visuales para sus películas y software de animación para otras producciones. Un tiempo después se sumó un joven llamado John Lasseter (formado en Disney junto a Tim Burton o Brad Bird) quien tenía la intención de realizar la primera película animada por computadora de la historia. El equipo creó un hardware con gran poder computacional capaz de crear imágenes de alta resolución, al que llamó Pixar Image Computer. En 1984 llegó el cortometraje Las aventuras de André y Wally B, dirigido por Smith y animado por Lasseter, la historia de un androide llamado André, en un homenaje a Mi cena con André de Louis Malle, este es considerado el primer corto de Pixar, aunque sea para Lucas Films. Pero como a George Lucas no le interesaba la animación, en 1986 aprovechó una crisis financiera para venderle su producto a alguien que sí estaba interesado: Steve Jobs. Ese año sale el cortometraje Luxo Jr, la historia de dos lámparas de escritorio que se terminaría transformando en la imagen de Pixar. Obtiene su primera nominación al Oscar a mejor cortometraje. En 1988 llega Tin Toy, la historia de un juguete que se tiene que esconder de un bebé que rompe todo, donde logra el Oscar a mejor corto de animación y le da una idea que sería furor años después. 



Ya estaban en la empresa Peter Docter y Andrew Stanton, dos recién graduados. Para 1991 la asociación era un hecho: Pixar produciría tres largometrajes animados y Disney se ocuparía de la distribución y la comercialización. Mientras tanto, Pixar, en su lucha por no desaparecer, continuaba ofreciendo servicios de software y trabajando en animaciones para comerciales. Pero Pixar podría sacar adelante su gran hito. La primera presentación del proyecto terminó en fiasco. Se paralizaba la historia. Lasseter pidió tiempo. Luz verde y estreno en el fin de semana de Acción de Gracias de 1995. 350 millones de dólares de recaudación en todo el mundo... Hablamos de Toy Story, la primera película digitalmente animada de la historia. El resto es historia conocida, luego vinieron Bichos, una aventura en miniatura, Toy Story 2, Monsters, Inc, Buscando a Nemo, Los Increíbles y Cars, hasta que en 2006 Disney adquiere totalmente la compañía. Los títulos seguirían llegando y cada vez eran mejores: Ratatouille, Wall-E, Up, Toy Story 3, Cars 2, Brave, Monsters University, Intesa-mente, The Good Dinosaur, Buscando a Dory, Cars 3, Coco, Los increíbles 2, Toy Story 4, On Ward, Soul y Luca, lo último que se ha estrenado. Han logrado 11 Oscars y 10 Globos de Oro, aunque lo más importante sigue siendo que grandes y chicos sigan adorando sus personajes.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: WALL•E

Año: 2008

Duración: 103 min.

País: Estados Unidos

Dirección: Andrew Stanton

Guion: Andrew Stanton, Jim Reardon. Historia: Andrew Stanton, Pete Docter

Música: Thomas Newman

Fotografía: Animación, Jeremy Lasky, Danielle Feinberg, Martin Rosenberg

Reparto: Animación, Fred Willard

 

PELÍCULA COMPLETA

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