SINOPSIS
En un accidente
de coche, Julie pierde a su marido Patrice, un prestigioso compositor, y a su
hija Anna. Al recuperarse de sus lesiones, decide comenzar una nueva vida,
independiente, solitaria y anónima, alejada de los privilegios que antes
disfrutaba. Olivier, el ayudante de Patrice, intenta sacarla de su aislamiento.
Olivier está enamorado de ella desde hace muchos años y acaba convenciéndola
para que termine el «Concierto para Europa», una ambiciosa obra inacabada de
Patrice. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Comencemos esto invocando a la musa para que nos inspire con las palabras adecuadas, para que traiga a esta noche la música justa. Invoquemos a la diosa, cualquiera sea su forma, para que libere de alguna manera al mundo de las ideas y haga fluir lo que este pecho celosamente esconde. Decía nuestro amigo, nuestra musa más deseada, hablo del mago de las imágenes y las palabras, el cineasta Orson Welles, aquello de que nacemos solos, vivimos solos y también morimos solos. Únicamente a través del amor y la amistad (nosotros agregamos modestamente al arte en aquella ensalada gramática) podemos crear la ilusión momentánea de la ausencia de la soledad. Desde este mismo espacio hemos advertido sobre esta idea más de una vez. Estamos solos en medio de esta multitud de gente. Solos en este jardín del que ya nadie se ocupa. Solos caminando entre una muchedumbre que nada oye, a la que nada ya nos une. Solos entre este montón de palabras sordas que nos escupen bien lejos de toda verdad, de cualquier sentimiento.
El
mundo se cae cuando muere la palabra. Se derrumban inexorablemente sus paredes
acartonadas ante la muerte misma del verbo. La palabra, aquel reflejo
ensombrecido de las ideas. La muerte, ese silencio profundo, aquella antesala
fría de la nada. La celosa muerte que con sus finos dedos dobla cualquier
esquina. Solo a través del amor, el arte y el conocimiento, entendiendo a la
amistad claro como una forma más del amor, podremos gambetear en la brevedad
del instante a la soledad. De esos instantes, de aquellas migajas de tiempo, de
aquellos breves destellos de momentos, vivirán nuestros pasos en la pobreza de
este camino. Sobre aquel truco del lenguaje construiremos nuestros recuerdos,
nuestras emociones y este universo conceptual que nos rodea, nos define y nos
nombra con soberbia. Sobre aquellos efímeros puentes se paseará esta soledad
que nos invade, esta tristeza que irremediablemente nos completa. El único
paraíso posible es el paraíso perdido. Al final de cada historia bien sabemos
que nos espera la muerte. La felicidad del último párrafo dependerá de cuando
nosotros decidamos terminar de contar el relato.
Lucas Itze.-
Canción post
editorial
IMPRESIONES SOBRE TRES COLORES: AZUL
¿Qué son cinco segundos en la vida de una persona? Estamos en un mundo donde el tiempo pasa sin darnos cuenta. Los días, meses o años se nos caen del calendario y de repente nuestros cabellos peinan canas, si tuviéramos la dicha de tenerlos. En este universo donde todo es aquí y ahora, tomarse cinco segundos para pensar es un hecho bastante infrecuente. Ese es el tiempo en donde uno puede llegar a situaciones límite como la pelea entre la vida o la muerte, pero también algo tan simple como ver un terrón de azúcar impregnándose en café...Las imágenes quedarán petrificadas como recuerdos mientras todo se apaga y uno sólo quiere dejar de ser. Quedará la soledad como fiel compañera, la única que no nos abandonará hasta los últimos cinco segundos de nuestra vida. La soledad mezclada con el intento de anonimato, serán la piedra angular de esa siempre bella Juliette Binoche interpretando a Julie, en el segmento Azul de la trilogía Tres Colores del cineasta polaco Krzysztof Kieślowski. Estamos ante una experiencia diferente.
El director, monta el segmento Azul, mientras
dirige Blanco y termina de escribir el guión de Rojo, junto a su co guionista Krzysztof Piesiewicz. Son los tres
colores de la bandera francesa y el lema de
Dejará de ser “la mujer de” para volver a ser ella misma. Y ahí
preferirá el anonimato. Vender todo para empezar de cero. Un desarraigo forzado
para que esos recuerdos desaparezcan pero siempre volverán de alguna manera. El
film estará dotado de una belleza poética en donde cada plano estará
perfectamente pensado. Como si se tratara de un castillo de naipes, cada carta
estará diseñada para que no se caiga. Será un film de silencios y de miradas
que dicen mucho más que cualquier palabra, un plano detalle bastará para
entenderlo todo. Tendrá a la actriz perfecta para cumplir ese objetivo.
Nos sumergiremos con ella en esa pileta azul u oiremos esa flauta
mágica mientras la música nos envuelve. Será también parte de los fundidos a
negro del montaje ideado por el director. En su conjunto, será una pieza de
orfebrería. Seremos invitados a seguir los pasos de esa joven que buscará en la
soledad, esa libertad que es la única manera que encuentra para seguir viva.
“Ahora sé que solo haré una cosa: nada. No quiero posesiones, ni recuerdos, ni
amigos, ni ataduras. Son todo trampas” le dice a su madre, quien padece
Alzheimer y no reconoce ni a su propia hija. Ambas estarán envueltas en la nada
misma. Una para olvidar, otra por el olvido propiamente dicho. Lo único que
queda es acabar esa sinfonía pero ella sólo quiere que ese sentimiento de odio
alcance el cenit en esa nada misma. Pero allí estará el amor nuevamente para
demostrar, como siempre decimos desde nuestra guarida, que siempre termina
venciendo al odio. Será entonces cuando se permita soltar esa lágrima y
entender que habrá que vivir lo que queda sin ataduras, porque aunque queramos
escondernos en el olvido, siempre habrá alguien que piense en uno no importa
donde estemos.
Marcelo De
Nicola.-
Canción post
impresiones
UNIVERSO KIESLOWSKI
Nacido en
Varsovia, durante la ocupación alemana de Polonia el 27 de junio de 1941. Por
la enfermedad de su padre (tuberculosis), de niño se trasladaba de ciudad en
ciudad. Luego de terminar sus estudios, quiso ser bombero pero a los meses dejó
el curso. Empezó a estudiar teatro donde su tío era el director. Allí comenzó
como vestuarista de actores renombrados de la época. Luego ingresó en
En los ´80 dirige films como Un corto día de trabajo, Chance, Endless o El azar. A fines de esa década
llegaría el momento donde se convierte en uno de los más importantes directores
de su generación, gracias a la filmación de El Decálogo, hecha para
En los ´90 dirige la
coproducción franco-polaca
En la conferencia de
Rouge, la última parte de la trilogía, anuncia que se retira del cine: “Rodar
es para mí un estrés demasiado pesado, demasiado desproporcionado en relación
con la satisfacción que proporciona. El placer de hacer una película es muy
caro, demasiado caro” fue una de sus frases. Quería dedicarse a la
enseñanza y a la escritura de guiones. Tenía pensada una nueva trilogía (Heaven, Hell, Purgatory) pero en 1995
empezó con problemas cardíacos frecuentes. Su vida se apagó el 13 de marzo de
1996 luego de una cirugía cardiaca con solo 54 años. Quedaron dos guiones que
luego se convirtieron en películas dirigidas por otros directores. En 2002 el
alemán Tom Tykwer dirigió Heaven, que sería la primera parte de
la fallida trilogía. La segunda fue dirigida por Danis Tanovic y se llamó L´enfer.
Ninguna de las dos recibió buenas críticas pero el director polaco dejó un
legado enorme, que hoy se ve en el cine europeo, como Cristian Mungiu, Nuri Bilge Ceylan y los directores polacos que lo
siguen homenajeando hasta estos días.
FICHA TÉCNICA
Título original:
Trois couleurs : Bleu (Three Colours: Blue)
Año: 1993
Duración: 98 min.
País: Francia
Dirección: Krzysztof Kieślowski
Guion: Krzysztof Piesiewicz, Krzysztof Kieślowski
Música: Zbigniew Preisner
Fotografía: Slawomir Idziak
Reparto: Juliette Binoche, Benoît Régent, Florence
Pernel, Charlotte Vêry, Hélène Vincent, Philippe Volter, Claude Duneton,
Emmanuelle Riva
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