SINOPSIS
Ángela,
estudiante de Imagen, está preparando una tesis sobre la violencia audiovisual.
Como complemento a su trabajo, su director de tesis se compromete a buscar en
la videoteca de la facultad material para ella, pero al día siguiente es
hallado muerto. Ángela conoce a Chema, un compañero experto en cine gore y
pornográfico, y a Bosco, un extraño chico, amigo íntimo de una joven asesinada
en una snuff movie. (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Corría el año 1989 y “¡Bang! ¡Bang!... estás liquidado” era el cuarto disco de estudio
de Patricio Rey y sus redonditos de ricota. Grabado en el estudio Del Cielito en febrero de ese año, unos
días después de que se produjera el Asalto al Cuartel de La Tablada organizado
por el Movimiento Todo por las Patria,
en medio de un clima social hostil "Tenía la sensación de que podía pasar cualquier cosa. Había mucho olor
a pólvora -comentó el Indio alguna vez,- Por eso imaginé que hasta te podía fusilar la Cruz Roja. Era una forma
de sugerir que no había que confiar en nadie". El 3 de diciembre de
ese mismo año sería presentado en vivo en el club Sportivo América de Rosario,
días antes de la renuncia de Ricardo Alfonsín.
El tercero en la lista de temas que incluye el álbum es “La parabellum
del buen psicópata. Dentro del libro autobiográfico “Recuerdos que mienten un poco” Marcelo Figueras le pregunta a
Carlos Solari de donde sale el título a lo que el Indio le contesta que “Era
una forma de aggiornar la parábola del buen samaritano. Muchas veces dije que
al hombre del futuro, aquel que tenga éxito en la tarea de adaptarse y
sobrevivir, no le va a quedar otra que ser un psicópata.
La mención al punto G es cosa de la época. En aquel momento todo el mundo se
la pasaba tratando de encontrar ese puto punto… ¡y nadie cogía!”
La famosa Parábola del buen samaritano relata, en
el capítulo 10 del Evangelio de Lucas,
la historia de un hombre que fue robado, golpeado y dejado casi sin vida.
Mientras yace aferrado a la vida, varias personas de grupos étnicos y clases
más prominentes pasan por su lado y toman la decisión de no ayudarlo, ignorando
su situación. Finalmente, un samaritano que no es tan prominente y tiene una
visión religiosa diferente lo ayuda. De esa manera Jesús nos sugiere como debe
comportarse el ser humano con sus pares. La parábola es narrada por el propio
Jesús a fin de ilustrar que la caridad y la misericordia son
las virtudes que guiarán a los hombres a la piedad y la santidad.
¿Entonces que tiene que ver la parábola de Bang Bang con la del Evangelio? Me pregunté. Fue de esa manera que, buscando archivos, llegué a una entrevista realizada por Enrique Syms al mismo Indio Solari, publicada en la Revista Cerdos y peces años atrás del lanzamiento del disco. El titular de la nota dice grande “Indio Solari: Los psicópatas serán los hombres del siglo XXI” 7 de diciembre de 1986. En esa excelente nota nos encontraremos con esas dos personalidades enormes hablando sobre “la aventura del hombre” la relación que existe entre la ciencia y la percepción del hombre común, sobre aquel poder que maneja los hilos y que el Indio cataloga como “la Maffia”. Se va generando una apertura donde se menciona a la ciencia como la nueva religión, instrumento y arma principal de aquella “maffia”. ¿Acaso quién se atreve hoy a discutirle algo a la ciencia? Es entonces cuando dirá “De prosperar en el tiempo este orden sistémico en el que vivimos, la personalidad más apta para la supervivencia es el psicópata. Quizá los psicópatas sean la desgraciada vanguardia de un nuevo sistema nervioso, aquel que va a poder soportar las rígidas tensiones del orden sistémico… la única manera de sobrevivir” El psicópata, aquel que está impedido de sentir empatía con los sentimientos de un tercero, entonces, se parará en la vereda de enfrente del buen samaritano. Aquel psicópata, aquel joven lobo quemándose de amor en este relato erótico vera a su compañera sexual como un objeto inerte, será una tontera aquello del punto G y solo buscará alimentar sus propios deseos. Y detrás del velo de la información estarán los medios de comunicación promocionando la pastillita de dosis diaria que los psicópatas del futuro necesitaran para sentar sus nalgas indignadas creyendo que sus puteadas aportan algo útil a todo esto. ¿Premonición, mucho rebusque? No lo sabemos. Si estamos seguros que nos une la misma pulsión. Y vos, ¿Qué pensás? Que visión tenés de todo esto? ¿Cuál es tu tesis?...
Canción elegida para la editorial
IMPRESIONES SOBRE TESIS
Capturar una imagen es siempre un acto siniestro. Hay algo en aquella dinámica que se emparenta bastante al despojo, al hurto, al avasallamiento, la conquista y la manipulación. La caída del límite, la muerte del sujeto. Disparar una captura, jamás es un acto inocente. Se producirá allí la fatal disolución del ente en objeto, devendrá el ocaso de los matices y caerá en él el peso inamovible de la imagen, de la captura del instante. El yo siempre es liviano, dividido, disperso, es la imagen la que es pesada y obstinada y es por esto que la sociedad se apoya en ella, se aferra desentrañándola, manipulándola según su lectura, tiranizándola de sentido. Roland Barthes escribe en su libro La cámara lúcida respecto de la foto retrato que es una empalizada de fuerzas. Cuatro imaginarios, prosigue el filósofo y semiólogo francés, se cruzan, se afrontan, se deforman. Ante el objetivo soy a la vez: aquel que creo ser, aquel que quisiera que crean, aquel que el fotógrafo cree que soy y aquel de quien se sirve para exhibir su arte. El sujeto entonces ha muerto para convertirse en otra cosa. En un sentido similar, Borges escribía en su poema sobre los espejos los siguientes versos: Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro paredes de la alcoba hay un espejo, ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo que arma en el alba un sigiloso teatro.
El sujeto ya devenido objeto, despojado y desplazado, entonces será otro, y aquella otredad operará en el receptor empatizando, reactivando memorias, personas o emociones pasadas, construyendo un mensaje particular y profundo, el punctum según términos del propio Barthes. Es por esto, entonces que en aquel binomio comunicacional que se produce entre la imagen capturada y el que observa, debe haber una complejidad similar para de esta manera poder lograr una cierta proyección del uno sobre el otro, una empatía y claro, un reconocimiento. El receptor construirá su propio mensaje sobre la imagen porque será en ella donde este se verá reflejado e intentará darle un sentido a aquel encuentro. Hace relativamente poco, desde este mismo micrófono, hablamos sobre la teoría Bressoniana y apuntamos que el objetivo del cinematógrafo era decir la verdad sobre lo real, o mejor aún, permitir que lo real diga la verdad, al provocar las condiciones de su encuentro por parte del espectador, en aquella operación decía Bresson, el cineasta actúa solamente como una especie de mediador inspirado. El destello se dará entonces, entre el espectador y la obra. Dicho esto pensemos en lo siguiente: ¿puede una imagen matar a alguien? Esta perturbadora pregunta surge del inquietante film de Alejandro Amenábar llamado Tesis.
En el relato, una estudiante de Imagen realiza su trabajo final tomando como tema central la violencia en la imagen. Luego de la muerte de uno de sus docentes, es ella misma quien se pregunta si aquello contenido en una imagen puede dar muerte a quien la observa. Macerando un poco más la propuesta del film, podríamos continuar pensando qué peso real tiene una imagen para la sociedad, que posibilidad de manipulación existe sobre aquello que vemos y hasta podríamos aventurarnos a cuestionar y reflexionar sobre la legitimidad del deseo de ver lo que compulsivamente nos es mostrado. El film por su parte jugará con estas ideas interpelando continuamente al espectador de una manera tan provocadora como creativa. El comienzo de la película será un claro ejemplo de este juego entre lo morboso y lo perverso, aquel goce íntimo de quebrar el límite impuesto. Sobre el negro profundo, una voz preocupada y angustiada nos advertirá que no podemos continuar, a los pocos segundos la imagen funde al interior de un tren donde la misma voz concluye con la noticia de un accidente en las vías. Coincidirán entonces el comienzo del film con el comienzo del juego, aun declarando la imposibilidad de continuar, el film avanza y nosotros, espectadores relativamente pasivos, aun sentados por propia intención y no porque el relato nos haya atrapado de manera alguna, continuaremos expectantes por el solo goce de ver, por el solo placer de seguir mirando sin ser vistos. Esta perversión estará también instalada desde el protagónico que recorrerá la curva dramática.
El relato se manejará dentro de las convenciones del thriller psicológico y el conflicto avanzará no por el quiebre de un aparente orden previo o por una contrafuerza real ejercida por un antagonista, sino por el simple goce implícito de personaje de Ángela, que aún teniendo algo de angelical en su nombre, arde en la profunda perversión de seguir observando aquello que conscientemente repudia. No habrá victimario, sino una búsqueda masoquista inconsciente y constante de ser víctima. El conflicto ira creciendo dosificadamente y de manera constante, lo que provocará un excelente desarrollo del suspenso. Habrá un ayudante de la protagonista con la rareza propia descriptas para esta categoría por el propio Joseph Campbell en su libro El héroe de las mil caras. Hacia el final, el relato volverá con intencionada inocencia sobre el papel de los medios en el uso y exposición de imágenes violentas. Aparecerá una advertencia, habrá un preámbulo que jurará el rechazo y la buena voluntad de quien muestra y harán correr entonces aquellas siniestras imágenes de lo que descarnadamente también somos. Poco antes de morir, el genial fotógrafo Carlos Bosch declaró su imposibilidad de concebir una fotografía sin semántica, una imagen carente de sujeto y predicado y con ello, claro, hacía una declaración de principios. Los que esta mesa ocupamos, al igual que Bosch creemos profundamente en la capacidad expresiva y discursiva de una imagen y en la nefasta posibilidad de maleabilidad de su inmenso peso frente a las sociedades de consumo. Entendemos que el monopolio discursivo es letal solo si la lectura de aquella retórica es pasiva. Por eso es entonces que levantamos nuestras copas y nos aventuramos a la travesía de cruzar este maldito desierto de palabras que nos narran tendenciosamente día a día haciendo lo mejor que sabemos hacer: Pensar.-
Lucas Itze.-
Canción post
impresiones
UNIVERSO AMENABAR
Alejandro
Amenábar nació en Santiago de Chile el 31 de marzo de 1972. De madre española y
padre chileno, al año la familia se volvió a España por el golpe de Estado de
Pinochet. Sus padres celosos de su educación, no le permitían ver mucha
televisión ni películas, por lo en su infancia sus aficiones eran escribir
relatos y leer libros. Recién a la edad de 15 años empezó a visitar los cines
con más frecuencia y eso hizo que quiera estudiar algo relacionado con el
séptimo arte. Empezó a estudiar en
Ambientada en
Viaja en el tiempo para en 2009 filmar Agora con Rachel Weisz, la historia de la brillante astrónoma Hypatia en
Egipto del Imperio Romano del siglo IV, en medio de una batalla cultural que
amenaza con quemar
FICHA TÉCNICA
Título original: Tesis
Año: 1996
Duración: 125 min.
País: España
Dirección: Alejandro Amenábar
Guion: Alejandro Amenábar (Argumento: Alejandro
Amenábar, Mateo Gil)
Música: Alejandro Amenábar, Mariano Marín
Fotografía: Hans Burmann
Reparto: Ana Torrent, Fele Martínez, Eduardo
Noriega, Nieves Herranz, Rosa Campillo, Miguel Picazo, Xabier Elorriaga
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