viernes, 27 de diciembre de 2019

LOS CUENTOS DE LA LUNA PÁLIDA DESPUÉS DE LA LLUVIA - UGETSU MONOGATARI



SINOPSIS

Japón, siglo XVI. Durante la guerra civil, los aldeanos Genjuro y Tobei pretenden hacer fortuna: Genjuro como alfarero y Tobei como samurai. Ambos dejan a sus esposas abandonadas para cumplir con sus ambiciosos sueños. La misteriosa Lady Wakasa, otra víctima de la guerra, se cruzará en el camino de Genjuro. (FILMAFFINITY)

EDITORIAL

La noche se quiebra en un destello como el relámpago de una espada que vence la sutil resistencia de una fina tela. Entre aquellos jirones nace el bosque. Los secretos de cada piedra, de cada hoja, de cada insecto murmuran en equilibrio bajo el manso refugio cósmico de la oscuridad acogedora. El astro azulado ha vencido al fin la muerte, su luz palidece las hojas de los arboles con la belleza de un recuerdo. Su fantasmagórica mano blanca ya sin tiempo vagabundea en el universo vistiendo las ropas de la inefable evocación. Su voluntad excede su esencia. Su deseo fluye incontenible a través de sus orillas vencidas hace siglos. La estrella ha muerto, pero la noche aun es blanca. Aquella luz es a pesar de ya no ser, y aun así su belleza se mantiene intacta, imperturbable en aquella persistencia del existir más allá de sí mismo. Tal vez lo bello esté en aquella terquedad desbordante del ser, en aquella permanencia insolente que excede a la propia materia y ya no tiene entonces ni lugar ni tiempo. 


La fotogenia milagrosa de la forma aun en la ausencia de ella. Un frágil pétalo de hielo me acaricia y el rio calla advirtiendo lo que siento. Hoy miro el bosque bajo la luz de aquella estrella que me recuerda lo bello y lo ausente que quizás no sea más que la misma cosa. Una lágrima recorre mi rostro y cae sobre una hoja seca. Es otoño aquí y afuera. Quisiera ser poeta para contarte este paisaje que ya vimos tantas veces y que hoy miro por vez primera. Quisiera verlo con tus ojos y sentirlo a tu manera para desprenderme de esta angustia, de toda esta ausencia que es noche y es otoño pero también es estrella. La luna baila sobre el rio la silenciosa música de mis sentidos. La luna se llevará con ella toda la noche y nuestra historia se hará en su boca. Se oirán nuestros nombres, lo juro, luego de un feroz trueno, y encarnaremos lo triste de la belleza en aquellos cuentos de la pálida luna después de la lluvia.

Lucas Itze.-

Canción elegida para la editorial



IMPRESIONES SOBRE LOS CUENTOS DE LA 
LUNA PÁLIDA DESPUÉS DE LA LLUVIA


Las luces de sus ciudades irradian belleza a toda hora. Por las noches, resplandece ese brillo que hace que parezcan eternas. Los sabores y olores contrastan con los mágicos colores que imaginamos a cada paso. La vida organizada y sus empresas mundialmente famosas los erigen como los perfectos aldeanos de este mundo globalizado. Resurgidos de las tinieblas después de guerras, terremotos y años de marginaciones. Desde ser un imperio hasta la llegada de las bonanzas económicas. Y luego la Segunda Guerra Mundial haciendo estragos en su pequeña isla para más adelante volver a renacer. Japón fue siempre una tierra de encuentros y desencuentros. El imperio del sol naciente logró reponerse a todo. Y fue Kenji Mizoguchi quien retrató quizás como nadie el país a lo largo de su historia. Cuentos de la luna pálida nos llevará al Japón del siglo XVI. El film estará basado en cuentos homónimos de Ueda Akinari publicado en 1776 y el guion estará firmado por Matsutaro Kawaguchi y Yoshikata Yoda. La película arrancará con un plano general de un poblado mientras un cuadro de texto nos anuncia la época y el lugar donde se plantea la historia. La cámara bajará mostrando el paisaje hasta estacionarse frente a las aldeas. El director utilizará una gran profundidad de campo para que el espectador no se pierda detalle de lo que pasa alrededor. 


Porque a lo largo del metraje tendremos que ver lo que pasa también más allá. Ya en ese comienzo la banda sonora empezará a darnos indicios de lo que se viene, con ruidos de disparos que vaticinan la guerra. La música con sonidos propios de oriente, serán también parte del relato. Como casi en toda su filmografía, el film será rodado en blanco y negro bajo una excelente fotografía de Kazuo Miyagawa. Con un muy buen montaje que luego perfeccionó su compatriota y admirador Akira Kurosawa, Kenji sigue la historia de Genjuro y Tobei, dos aldeanos ambiciosos que quieren dejar atrás la pobreza. El primero quiere comercializar sus cerámicas. El segundo convertirse en samurái. Mizoguchi seguirá la andanza de ambos y también el desarraigo que sufrirán sus esposas (Miyagi y Ohama) luego de que el ejército arrase con la ciudad. El director utilizará travellings o planos secuencia para seguir la travesía de sus protagonistas.  Los encuadres estarán compuestos de manera milimétrica, tanto para las escenas externas como las internas. Será el escape en una balsa en el medio de la bruma lo que cambiará para siempre a las dos familias. Una sutil voz cantando de fondo y la aparición de un moribundo en una barca anunciarán un sutil desenlace. Será el paso entre la vida y la muerte. 


Entre la realidad y la fantasía  Genjuro dejará a su mujer y a su hijo del otro lado de rio para ir a vender cerámicas mientras Tobei se desprenderá de su mujer en busca de convertirse en samurái. La aparición de una fantasmagórica mujer cambiará la vida de Genjuro. Será cuestión del espectador también descubrir cuánto hay de realidad y cuanto de fantástico, ya que Mizoguchi viajará de un lado a otro hasta el final del film, donde se contrastará desde la fotografía, la iluminada nueva vida de Genjuro y la lúgubre oscuridad en la que se esconde su esposa. La ambición y el deseo librarán un duelo mental ante la idea de volver al pueblo. Un pueblo que sufre la humillación de los invasores que destruyen todo a su paso, inclusive la dignidad de sus mujeres. Ohama y Miyahi serán atacadas en dos de las escenas más impactantes del cine japonés. Mizoguchi demostrará el horror de la guerra en una escena donde la música y la imagen se magnifican. Porque cuando parece que la crudeza nos va a romper los ojos, el director decide no mostrar nada aunque el espectador lo sepa todo. Pero no se conforma y va por más, ya que minutos después si nos dejará ver lo peor de la guerra en una secuencia de dos minutos mientras el llanto del bebé nos revuelve las tripas. No faltará un final poético y trágico, clásico del cine japonés. Porque a fin de cuentas siempre seremos capaces de encontrar un motivo para seguir luchando entre tanta oscuridad.

Marcelo De Nicola.-

Canción post impresiones


UNIVERSO MIZOGUCHI


Nacido el 16 de mayo de 1898 en Tokio, crece en una familia complicada. La pobreza que los asola luego de la crisis de 1904, hace que se tengan que trasladar al barrio más pobre de Tokio. El padre, carpintero de profesión, se comporta violentamente con su madre y termina vendiendo a su hermana como geisha. Empieza a interesarse en el mundo de la pintura, donde consigue un título en la Academia de dicho arte. Empieza a trabajar como ilustrador publicitario en Kobe pero es despedido a causa de participar en los disturbios producidos como consecuencia de la Revolución Rusa. Al cine ingresa en 1920 primero como actor y luego como asistente de dirección. Su primera película la dirige en 1922 bajo el título El día en el que regresó el amor, que es censurada por el gobierno por sus inclinaciones socialistas. Además, como sería algo ya clásico en su carrera, recurriría a personajes femeninos como protagonistas, cosa poco habitual y por la que tuvo que pelear con la productora. En 1923 un terremoto asola Tokio y Mizoguchi aprovecha para filmar escenas de su film En las ruinas

Entre las décadas del ´20 y el ´30 filma Papel de seda, La marcha de Tokio y Una profesora de canto, que marca su primera colaboración con su amigo de la infancia el escritor Matsutaro Kawaguchi. No estará exento de polémica, ya que No hay guerra sin dinero, que fue una crítica al ejército, y Sinfonía de la gran ciudad, que fue censurada por su trasfondo marxista. Pese a su amor por las mujeres en el plano cinematográfico, eso no se condecía con su vida real, donde por ejemplo debido a su carácter mujeriego, en 1925 fue acuchillado por una amante a la que abandonó y lo dejó seis meses sin poder caminar, cosa que marcó a fuego su carácter irascible y exigente. Mientras, rueda alrededor de 70 películas con varias adaptaciones de Eugene O'Neill, León Tolstói o versiones de películas expresionistas alemanas, que se perdieron con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.  En la década del ´30 filma la primera película sonora de Japón, llamada La tierra natal, pero no tendría éxito porque en el país seguían teniendo enorme popularidad los llamados Benshi (alguien que se encargaba de la narración de películas extranjeras que se proyectaban para una audiencia que no podía entender los rotulos). En esos años filma Osen de las cigüeñas, Dios guardián del presente, Elegía de Naniwa y Hermanas de Gion, la que para él fue su primer film serio, en 1936. A partir de ahí su trabajo se acerca al neorrealismo gracias a films como La historia del último crisantemo o Los cuarenta y siete ronin


Siguiendo con su veta personal, en esa época le contagia sífilis a su mujer, quien ingresa periódicamente a hospitales para tratarse, mientras Kenzi termina saliendo con su cuñada. Japón disfruta después de 1945 de un movimiento de libertad del que Mizoguchi es testigo privilegiado en sus películas militantes a favor del voto femenino como La victoria de las mujeres y Arde mi amor. Luego de la segunda guerra mundial, empieza a ser conocido en Occidente sobre todo gracias al crítico y director Jacques Rivette, allí llegan sus films más destacados, siempre con las mujeres como protagonistas: El amor de la actriz Sumako, El retrato de madame Yuki, La señorita Oyu y La vida de Oharu, con el que obtuvo el máximo galardón en Venecia, y que repetiría más adelante con El intendente Sansho y Cuentos de la luna pálida


Sus últimos años tuvieron otros films de renombre como Los amantes crucificados y sus únicos films en color: La emperatriz Yang Kwei Fei y El héroe sacrílego. Vuelve al blanco y negro con La calle de la vergüenza, sobre un grupo de prostitutas, tema central de su filmografía. Su camino será seguido por Yasujirō Ozu y luego por Akira Kurosawa. Más tradicionalmente japonés que sus compatriotas, Mizoguchi emociona por la sutilidad de su poesía, que sin embargo no oculta la sordidez, a través de un universo en blanco y negro en el que era un verdadero maestro. Mientras preparaba la que hubiera sido su película número 90, Historia de Osaka, a Mizoguchi le diagnosticaron leucemia. Finalmente tuvo que ser ingresado en el hospital de Kyoto, donde murió, el 24 de agosto de 1958.

FICHA TÉCNICA

Título original: Ugetsu monogatari
Año: 1953
Duración: 96 min.
País: Japón
Dirección: Kenji Mizoguchi
Guion: Matsutaro Kawaguchi, Yoshikata Yoda
Música: Fumio Hayasaka, Tamekichi Mochizuki, Ichiro Saitô
Fotografía: Kazuo Miyagawa (B&W)
Reparto: Machiko Kyô, Mitsuko Mito, Kinuyo Tanaka, Masayuki Mori, Eitarô Ozawa, Eigoro Onoe, Ichisaburo Sawamura, Ryôsuke Kagawa, Sugisaku Aoyama

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