SINOPSIS
Un
autobús escolar se despeña montaña abajo y se hunde en un lago helado. En el
accidente mueren todos los niños del pueblo. El abogado Mitchell Stevens se
entrevista con los padres, reabre sus heridas del pasado y les propone llevar
el caso a los tribunales.
EDITORIAL
“Todo
era extraño y nuevo.
Donde
las aguas corrían,
y los frutales florecían.
El
temor pasa de hombre a hombre sin saberlo”.
Una
hoja pasa su temblor a otra
encierra
en ella redes pájaros desmayados.
Un
terror continuo, un negro terror
va
contra la frágil tierra humana.
El
aire quedó ligeramente envenenado
(esparcido
murmullo).
Se
prolongó la aurora quieta,
Hasta
que el sol se partió.
Los
gritos rebotan lentos,
los
árboles sangran,
(reflejo
miedoso del rostro)
extendiendo
sobre la fuente gris un sollozo.
Las
llamas de las velas se cuajan
es
falso todo diálogo que no sea.
Los
días tienen la confusión
de
la desolada imagen.
La
lejanía de una montaña
La
imperfección de su cima
hace
que la luz huya de sí misma
hasta
que la montaña quede atrás.
Las
aguas en el sueño tienen otro ámbito, más pleno.
Y
que las mariposas y los pájaros
vivan
con nosotros
en
el dulce porvenir.
Marina
Rossetto.-
IMPRESIONES SOBRE EL DULCE PORVENIR
La
moral es el maldito bozal de la existencia, es por esto que siempre resguarde a
la ética en un lugar de mayor dignidad. Tal como decía Freud, la moral es un intervencionismo sexual que no se va a
satisfacer nunca, la ética, en cambio, es solidaria y hasta en muchos casos
desinteresada. En aquel catálogo de buenas costumbres que es la moral, se
naturalizarán verdades, se jerarquizaran los cuerpos, se nombrara lo bueno y en
su contraposición se dirá aun sin decirlo también lo malo. Quien tenga el valor
de quebrar aquel código quedará naturalmente excluido, apartado, no contenido y
en ese mismo sentido convertido en amenaza. Cualquiera fuera de la mismidad, de
la masividad instalada por el código es siempre hostil al sistema. Borges decía que el cobarde muere muchas veces
pero el valiente solo una. Uno puede optar quizás, si es que alguien
opta realmente por algo alguna vez, por una vida larga y serena, es decir una
vida burguesa, o por una vida quizás breve pero gloriosa, prefiriendo en tal
caso la moral heroica, aquella moral que nos invita a vivir intensamente, sin
esconder ninguna carta del mazo. Apostándolo todo lejos de la frialdad del
cálculo, con la inocencia a flor de vida. Ortega
y Gasset en su libro “La rebelión de las masas” decía que
la criatura noble por oposición al hombre masa, hablamos de la criatura de
selección, no encuentra la vida digna de ser vivida si no se impone unas
conductas, unas tareas, unas misiones que le resulten antes que nada difíciles,
que le obstaculicen aquel camino de la existencia.
Allí estaremos entonces ante
la criatura de selección. Por el contrario, el hombre masa es más exigente con
la vida, no consigo mismo sino con la vida. Jamás se remite a instancias
superiores asegurándose de esta manera una vida confortable y sin obstáculos.
Optar por una moral heroica es también optar por una moral artística. Tal como
señaló Alejandro Dolina alguna vez, la moral heroica
gesta grandes obras, intensos libros épicos, historias dignas de ser contadas,
mientras que la moral burguesa el noticiero de las 6 de la tarde. Si de una
obra artística hablamos, uno debe decidir para su producción sin dudas el
camino del héroe, aquel que tan bien describió nuestro amigo Campbell, pero a la hora de vivir, mis
queridos compañeros, uno debe transigir y admitir que el héroe es un tipo
peligroso. Aquellas personas que deciden por cuenta propia salvar al mundo son
tipos temerarios que para lograr su objetivo llevaran a cabo también conductas
temerarias, y allí el apostarlo todo se resignifica perdiendo todo su
romanticismo si es que alguna vez lo tuvo. Muchas veces al apostarlo todo no
solo estamos apostando lo nuestro sino también lo de los demás. De todas
maneras siempre quedará la recompensa, que se instalará en el futuro cualquiera
sea la elección que hagamos.
Apostemos mucho o poco depositaremos el milagro
allá lejos, en el dulce por venir. Y
será este mismo el nombre del film de nuestro amigo Atom Egoyan, o en su traducción más fiel pero menos sonora El dulce
de aquí en más. En su libro La
dramaturgia Audiovisual, nuestro querido Santiago Carlos Oves escribió aquello de que la historia es el
hallazgo, el problema es el relato. En el caso del film de Egoyan, la historia
hallada es una oscura y doliente, estremecedora y angustiante. Tras un
accidente, un pueblo ha quedado casi sin niños y por sus calles caminan
silenciosos de pena, casi sin rostro, sus padres. El problema del relato por su
parte fue resuelto de manera artística e inteligente, logrando una dosificación
del conflicto capaz de generar la tensión necesaria para que la narración fluya
y crezca sin sobresaltos ni mesetas. Estará trabajado durante todo el film
aquel concepto Hitchcockiano del
suspense el cual se genera a través del manejo de la información dada al
espectador. Aquí, en contraposición de lo que se trabaja para generar sorpresa,
el espectador es poseedor de ante mano de la información clave del conflicto:
el accidente. El guionista, que es el propio director del film, optará por una
estructura narrativa no lineal para presentar a sus personajes, la locación y
el conflicto. Instalará de esta manera el verosímil de la obra, construirá una
moral en sus personajes, una dolencia.
Apostará inteligentemente a narrar
muchas veces desde el silencio, logrando hacer avanzar el relato no por lo que
dicen sus personajes sino por lo que callan. Lo hablado se convertirá en
susurro para luego ser silencio y sellarse así en un secreto. Todos ocultaran
algo. Todos tendrán intereses. Todos serán egoístas y todo esto los hará
humanos. Egoyan hará un paralelo entre su historia con la del flautista de Hamelin comparando así sus
personajes y motivaciones. Habrá entonces músicas que endulcen mágicamente los
oídos de otras personas, habrá mentiras pero también habrá castigos. Uno es lo
que es aunque los demás digan otra cosa y con esto podríamos definir tal vez la
sustancia del manojo de personajes obsesionados por contar esta historia.
Podemos pensar en Nicole, aquella niña rubia de cara angelical, aquella que
tenía un futuro próspero esperándola al final del camino, aquella que aun
ardiendo en su propio infierno sonreía y continuaba con optimismo cumpliendo
con todo aquello que los demás esperaban de ella. Pero el optimismo no es más
que un disfraz del miedo y del fracaso. Quien puede ser optimista sino un
mentiroso. Desde el momento en que descubrimos la existencia de la muerte no
queda otro camino más que el pesimismo.
Allí el castigo querida Nicole, allí el castigo.-
Lucas
Itze.-
UNIVERSO EGOYAN
Atom Egoyan
es un hombre de múltiples nacionalidades. Nació el 19 de julio de 1960 en El
Cairo, cuando pertenecía a la República
Árabe Unida (duró tres años y unía a los actuales estados de Egipto y
Siria). Sus padres eran armenios y dos años después de su nacimiento se mudaron
a Canadá, ciudadanía que terminó
adoptando. Sus primeras influencias fueron los escritores Samuel Beckett y Harold Pinter. Pero fue a los 14 años gracias al
film Persona de Ingmar Bergman que se decidió por el cine. Empezó escribiendo en
semanarios de la Universidad de Toronto
y a finales de los ´70 y principios de los ´80 dirigió sus primeros cortos. En
1984 dirige su ópera prima Next of Kin,
donde trata la vida de un joven de 23 que vive discutiendo con sus padres. En
terapia se entera que una familia armenia dio a su hijo en adopción cuando
llegaron a Canadá, el joven decide ir a visitarlos y hacerse pasar por el hijo.
Su segundo film llegó en 1987 y se llamó Family
Viewing, la historia de un joven que quiere sacar a su abuela de una
residencia para jubilados. Allí se enamora de una enfermera, quien hará todo lo
posible para ayudarlo. Elegida la mejor película canadiense en el Festival de Toronto. Dos años después
llegó Guiones cambiados (Speaking Parks) sobre un actor
secundario que trabaja como gigoló y empieza un romance con una guionista.
Nominada a mejor película en su país. La nueva década arrancó con todo ya que
gracias al film El liquidador empezó
a ser más reconocido fuera de su país.
Cuenta la historia de un ajustador de
cuentas que se ve envuelto en una relación con uno de sus clientes. Aunque al
principio parece querer ayudarle, luego empieza a ser víctima de su propia
situación. Ganadora del premio a mejor película en los festivales de Valladolid y Toronto. En 1993 dirige Calendar,
sobre una pareja de fotógrafos de origen armenios, que vuelven allí para
fotografiar iglesias y hacer un calendario. Allá sufrirán una gran crisis
matrimonial. Un año después llega una de sus películas más valoradas: Exótica. La historia gira alrededor de
una bailarina de striptease y otros cuatro personajes que se van entremezclando
en un logrado rompecabezas. Premio de la
crítica en Cannes y mejor película
canadiense, entre otros premios.
En 1997 adapta por primera vez un guion
para filmar El dulce porvenir. La
película obtuvo 2 nominaciones a los Oscar
(mejor guion y mejor dirección), logró el Gran
Premio del Jurado en Cannes y además recibió premios y nominaciones tanto
en su país como en América y Europa. En 1999 dirige El viaje de Felicia, quien es una adolescente irlandesa embarazada
que sigue a su novio quien se va a trabajar a Birmingham. Allí acepta la ayuda
de un hombre mayor que parece servicial, pero que oculta grandes secretos.
Llega en 2002 su film más político y más polémico: Ararat. Fue el segundo film que habló abiertamente sobre el
genocidio armenio y particularmente de la Defensa
de Van en 1915. La película se centra en un cineasta de origen armenio que
en la frontera canadiense es sometido a un interrogatorio por un funcionario
local que se convertirá en un examen psicológico que revela sus conflictos del
pasado. Protagonizada por Charles Aznavour y Christopher Plummer
logró el premio a mejor película en su país.
Tres años más tarde llega Where the Truth Lies, un drama de cine
negro ambientado en los ´60 sobre una joven periodista que quiere averiguar el
porqué de la ruptura de dos amigos, ambos estrellas de Hollywood de mediados de
los ´50. En 2008 llega Adoration,
que narra la historia de un adolescente huérfano que intenta reconstruir la
verdad sobre su padre fallecido. Un año después llega Chloe, sobre una ginecóloga que sospecha que su marido la engaña y
decide contratarla para que la provoque. Los profundos relatos de la joven
despiertan en la mujer su redescubrimiento sexual. Con Julianne Moore, Amanda Seyfried y Liam Neeson. Después de años de descanso volvió con un film
estadounidense y basado en una historia real, hablamos de Condenados. Habla sobre la muerte de tres niños de 8 años en 1993
en la ciudad de Memphis y la presión popular para encontrar a los culpables.
Tres jóvenes interesados en el satanismo eran los sospechosos perfectos para la
opinión pública pero ni la madre de una de las víctimas, ni uno de los
investigadores estaban tan convencidos. Un año después lanza Captives
sobre Cassandra, una mujer que desapareció misteriosamente y ocho años después
aparecen indicios de que está con vida. Su último film data de 2015, hablamos
de Recuerdos secretos que cuenta la
historia de un judío superviviente del Holocausto ya de 90 años y con alzheimer
que busca a Rudy, un criminal de guerra nazi que fue responsable de la muerte
de su familia, con el objetivo de asesinarlo.
FICHA TÉCNICA
Título
original: The Sweet Hereafter
Año:
1997
Duración:
110 min.
País:
Canadá
Dirección:
Atom Egoyan
Guion: Atom Egoyan (Novela: Russell Banks)
Música:
Mychael Danna
Fotografía:
Paul Sarossy
Reparto: Ian Holm, Sarah Polley, Bruce Greenwood, Arsinée
Khanjian, Earl Pastko, Tom McCamus,
Caerthan Banks, Gabrielle Rose, Alberta Watson, Maury Chaykin, Stephanie
Morgenstern.
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