EDITORIAL
Turbias
amenazas de oración
Encandilan
miradas de ocasión
Vástagos
con llantos de papel
Temen
castigos a granel
Sucias
manos engendran violencia
Antes
que lo dictamine la conciencia
Multando
la inocencia con castigos
En
el cuerpo de los desprotegidos
Risas
apagadas sin motivos
Transitando
el camino del olvido
Crecen
muecas de insatisfacción
Mezcladas
con retazos de traición
Casa
vacía, casa sin sueños
Al
igual que el corazón sin dueño
Gritos
estremecen la ilusión
Y opacan
el brillo de la habitación
Sombras
escapan de su ser
Intentando
volver a renacer
Transitando
senderos sin placer
En
busca de un nuevo amanecer
Y
esos sucios pies seguirán su camino
Buscando
siempre un mejor destino
Lejos
de toda sobriedad
Añorando
encontrar la libertad
Marcelo
De Nicola.-
Canción
elegida para la editorial
IMPRESIONES SOBRE LOS 400 GOLPES
Como
ya hemos planteado más de una vez, el egoísmo es el gran resorte del accionar
humano. Nos relacionamos con la otredad desde el sometimiento y el
reduccionismo arbitrario de sus complejidades a través de las siempre parciales
lecturas que realizan las categorías mismas que utilizamos para construir
verdad respecto al mundo. Relacionarnos con el otro es interpretarlo, por ende,
suprimirlo. El egoísmo es tal que hasta nos hemos urbanizado para esconder
nuestras miserias tras las frías tinieblas de las reglas que rigen a la masa.
Lo natural, como ya bien sabemos, es el caos, el orden no es más que la triste
domesticación de nuestro instinto. El estado entonces funcionará como la obra
cumbre de la perversión surgida de la totalidad de egoísmo de todos los egoísmos
individuales. Será la mano ejecutante, será la correa, la voluntad por sobre
todas la voluntades, la cabeza que nivelará y adoctrinará el incandescente
brillo de los diferentes corazones. Las instituciones trabajaran
incansablemente para levantar las fronteras que nuestros propósitos necesitan.
Crearemos un ser nacional, una bandera, un territorio, una cultura, la falacia
de una voluntad común que defender, valores que la escuela se propondrá
instalar en el inconsciente colectivo desde la más temprana edad. La escuela
está hecha para destruir la niñez y toda la maravillosa multiplicidad de
aristas que ella propone, está hecha para enseñar disciplina, no para
transmitir conocimiento.
Arthur Schopenhauer escribió en uno de
sus ensayos compilados en el libro “El
Amor, las Mujeres y la Muerte” que el hombre es en el fondo un animal
salvaje, una fiera. No le conocemos sino domado, enjaulado en ese estado que
llamamos civilización. Por eso retrocederemos con terror ante las explosiones
accidentales de su naturaleza. Que caigan, no importa cómo, los cerrojos y las
cadena del orden legal, que estalle la anarquía, y entonces se verá lo que es
el hombre. Agregará también que las acciones humanas se fundamentan básicamente
en tres móviles: en primer término el egoísmo, que quiere su propio bien y no
tiene límites; después la perversidad, que quiere el mal ajeno y llega hasta la
suma crueldad y también la conmiseración, que quiere el bien del prójimo y
llega hasta la generosidad, la grandeza del alma. He aquí, en la descripción de
las características de estos móviles, la certera explicación del complejo
funcionamiento de las distintas fuerzas internas que movilizan a los personajes
del crudo film de nuestro gran amigo François
Truffaut, dentro de la curva dramática que recorre el relato de Los 400 golpes. El film poseerá una
estructura narrativa lineal y describirá con dureza unos pocos días en la vida
del joven Antoine. El punto de ataque seleccionado para construir el relato de
esta historia será el momento en el que el adolescente comience a descubrir que
hay un mundo por demás interesante allí afuera de su casa y de la escuela.
Antoine, en su rebeldía, que tal vez también sea la de Truffaut, se encontrará
cara a cara con las peores miserias fundamentales del ser humano. Tal como lo
mencionáramos hace unos instantes, se encontrará con el egoísmo encarnado en el
desamor de sus padres y en su relación con los diferentes actores de la
sociedad, con la perversidad de las instituciones, tanto de la escuela que en
vez de contenerlo busca degradarlo y apartarlo, como de la policía que en vez
de proteger su integridad como ciudadano actúa como un triste bozal
disciplinario. Pero se cruzará también con la conmiseración, representada en
René, aquel amigo inseparable que estará dispuesto a extender su mano aun en la
peor de las tormentas. Antoine padecerá el peor de los finales y no
aguantaremos las lágrimas al ver en su rostro las débiles reminiscencias de una
inocencia extirpada. Lo veremos correr desesperado hacia al mar, aquella bella
metáfora del vientre materno, lo veremos buscar refugio allí, de donde la
hostilidad del mundo le demostró que jamás debería haber salido. Veremos en el
no ya a un niño sino la triste realidad de sus ojos lacerados por la soledad
infinita, de su rostro angustiosamente atravesado por los muros de un adulto.
No estará ya la frescura de su sonrisa sino el pesado bozal de una
civilización.
Lucas
Itze.-
Canción
post impresiones
UNIVERSO TRUFFAUT
Nacido
en París un 6 de febrero de 1932, nunca llegó a conocer a su padre, mientras
que su madre era secretaria en el periódico L´Illustration, por lo que fue criado por los padres de ella hasta
los diez años. Luego de fundar un cine-club que no duró mucho, su padre
adoptivo lo envió a un correccional, del que fue sacado por André Bazin, uno de los mejores críticos de
cine de la época y fundador de la Cahiers
du Cinema en 1951. A esa revista se une el joven Truffaut en 1953. Un año
después dirige su primer corto: Une
visite, con Alain Resnais en el
montaje y Jacques Rivette en la
fotografía. En 1956 es ayudante de Roberto Rosellini.
En 1957 dirige el corto Los mocosos.
En 1959 dirige su primer largo, considerada una de sus obras maestras: Los 400 golpes, la historia de Antoine Doinel, quien a los 14 años
tiene problemas tanto en la escuela como con su familia, hacen que empiece a
incursionar en el delito, con poca suerte. Será la carta de presentación ante
la corriente llamada Nouvelle Vague, donde se destacaría
junto a Resnais, Rivette, Jean-Luc Godard, Claude Chabrol,
o Éric Rohmer. Ganaría a mejor
director en Cannes y recibiría
premios alrededor del mundo. Luego co-dirigió junto a Claude De Givray, Tire-au-flanc 62. En 1960 llega Disparen sobre el pianista y un año más tarde, se da el lujo de
dirigir junto a Goddard Una histoire
D´eau. En 1961 llega Jules y Jim,
la historia de dos amigos enamorados de una misma mujer.
Un año después,
mientras estaba en el Festival de Mar
del Plata, rodó en el hotel Hermitage de esa ciudad, un pequeño corto
llamado Los cuatro golpes, que dura alrededor de tres minutos. También dirigió
un episodio en un film de cortos junto a otros directores, el tema: el amor.
También ese año sigue con la vida de Antoine Doinel, en el mediometraje Antoine y Colette. En 1964 dirige La piel suave, un melodrama romántico
con excelentes críticas. En 1966 dirige Fahrenheit451, basado en la célebre novela de Ray
Bradbury. En 1968 adapta la novela de Cornell
Woolrich, La novia vestía de negro,
un thriller donde una mujer intenta vengar la muerte de su marido abatido luego
de la boda. Nominada al Globo de oro.
También en ese año llega la tercera parte de la historia de Antoine (su alter
ego), llamada La hora del amor,
nominada al Oscar a mejor película
en idioma no inglés. Vuelve a adaptar otra obra de Woolrich, esta vez, La sirena del Mississipi, con Catherine
Deneuve y Jean-Paul Belmondo. En 1970 se estrena Domicilio conyugal, cuarta parte de la
zaga de Antoine, esta vez, con el ya casado y con un hijo. Ese año llega
también una de sus más celebradas películas: El Niño salvaje, ambientada en el Siglo XVIII. Luego dirige otro
drama romántico ambientado en principio del siglo XX llamado Las Dos Inglesas. Sigue con Une belle fille comme moi, una comedia
negra sobre una asesina que pasa sus días en prisión. En 1973 llega otro
clásico, La noche americana, donde
se mete de lleno en el mundo del cine y todos sus contratiempos. Aclamado film
que le dio el Oscar a Mejor película extranjera, entre
decenas de premios.
En 1975 llega La
historia de Adela H., la historia de la hija del escritor Victor Hugo, y su
búsqueda por un amor perdido. Isab elle Adjani fue nominada al Oscar por este
film. Un año después dirige La piel dura,
un film con historias cruzadas sobre diversos chicos en una pequeña ciudad
francesa. En 1977 estrena la comedia Amante
Fácil, sobre las relaciones que ha mantenido alguien que recién ha
fallecido, y un año después llega La
Habitación verde, sobre un viudo que guarda las cosas de su mujer en una
habitación de ese color. Ese mismo año
llega la quinta parte de la historia de Antoine, llamada El amor en fuga.
En 1980 se adentra en la Segunda Guerra Mundial en
el film El último Subte, para
mostrarnos un grupo de teatro que intenta hacer una obra, mientras su director
(Gerard Depardieu) los dirige
escondido desde el sótano, con su esposa (Catherine Deneuve), como actriz principal. Otra nominación como mejor
película en los Oscar. En 1981
vuelve a dirigir a Depardieu, esta vez con su mujer, Fanny Ardant, para el film La
mujer de la próxima puerta, otra obra maestra romántica según la crítica.
En 1983 llegó su último film, Confidencialmente
tuya, la historia de Julien, quien es acusado de asesinar a su mujer. Su
secretaria, fielmente enamorada, intentará a investigar para dar con el
verdadero culpable. Con jóvenes 52 años, uno de los mejores directores de la historia,
nos dejaba un legado eterno, por culpa de un tumor cerebral…
FICHA TÉCNICA
Título
original: Les quatre cents coups (Les 400 coups)
Año:
1959
Duración:
94 min.
País:
Francia
Dirección:
François Truffaut
Guion:
Marcel Moussy, François Truffaut
Música:
Jean Constantin
Fotografía:
Henri Decae (B&W)
Reparto: Jean-Pierre Léaud, Claire Maurier, Albert
Rémy, Guy Decomble, Georges Flamant, Patrick Auffay, Jeanne Moreau
SINOPSIS
Con
sólo catorce años, Antoine Doinel se ve obligado no sólo a ser testigo de los
problemas conyugales de sus padres, sino también a soportar las exigencias de
un severo profesor. Un día, asustado porque no ha cumplido un castigo impuesto
por el maestro, decide hacer novillos con su amigo René. Inesperadamente, ve a
su madre en compañía de otro hombre; la culpa y el miedo lo arrastran a una
serie de mentiras que poco a poco van calando en su ánimo. Deseando dejar atrás
todos sus problemas, sueña con conocer el mar y traza con René un plan para escaparse.
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