viernes, 5 de octubre de 2018

LOS 400 GOLPES - LES QUATRE CENTS COUPS



EDITORIAL

Turbias amenazas de oración
Encandilan miradas de ocasión
Vástagos con llantos de papel
Temen castigos a granel

Sucias manos engendran violencia
Antes que lo dictamine la conciencia
Multando la inocencia con castigos
En el cuerpo de los desprotegidos

Risas apagadas sin motivos
Transitando el camino del olvido
Crecen muecas de insatisfacción
Mezcladas con retazos de traición


Casa vacía, casa sin sueños
Al igual que el corazón sin dueño
Gritos estremecen la ilusión
Y opacan el brillo de la habitación

Sombras escapan de su ser
Intentando volver a renacer
Transitando senderos sin placer
En busca de un nuevo amanecer

Y esos sucios pies seguirán su camino
Buscando siempre un mejor destino
Lejos de toda sobriedad
Añorando encontrar la libertad

Marcelo De Nicola.-

Canción elegida para la editorial



IMPRESIONES SOBRE LOS 400 GOLPES


Como ya hemos planteado más de una vez, el egoísmo es el gran resorte del accionar humano. Nos relacionamos con la otredad desde el sometimiento y el reduccionismo arbitrario de sus complejidades a través de las siempre parciales lecturas que realizan las categorías mismas que utilizamos para construir verdad respecto al mundo. Relacionarnos con el otro es interpretarlo, por ende, suprimirlo. El egoísmo es tal que hasta nos hemos urbanizado para esconder nuestras miserias tras las frías tinieblas de las reglas que rigen a la masa. Lo natural, como ya bien sabemos, es el caos, el orden no es más que la triste domesticación de nuestro instinto. El estado entonces funcionará como la obra cumbre de la perversión surgida de la totalidad de egoísmo de todos los egoísmos individuales. Será la mano ejecutante, será la correa, la voluntad por sobre todas la voluntades, la cabeza que nivelará y adoctrinará el incandescente brillo de los diferentes corazones. Las instituciones trabajaran incansablemente para levantar las fronteras que nuestros propósitos necesitan. Crearemos un ser nacional, una bandera, un territorio, una cultura, la falacia de una voluntad común que defender, valores que la escuela se propondrá instalar en el inconsciente colectivo desde la más temprana edad. La escuela está hecha para destruir la niñez y toda la maravillosa multiplicidad de aristas que ella propone, está hecha para enseñar disciplina, no para transmitir conocimiento. 


Arthur Schopenhauer escribió en uno de sus ensayos compilados en el libro “El Amor, las Mujeres y la Muerte” que el hombre es en el fondo un animal salvaje, una fiera. No le conocemos sino domado, enjaulado en ese estado que llamamos civilización. Por eso retrocederemos con terror ante las explosiones accidentales de su naturaleza. Que caigan, no importa cómo, los cerrojos y las cadena del orden legal, que estalle la anarquía, y entonces se verá lo que es el hombre. Agregará también que las acciones humanas se fundamentan básicamente en tres móviles: en primer término el egoísmo, que quiere su propio bien y no tiene límites; después la perversidad, que quiere el mal ajeno y llega hasta la suma crueldad y también la conmiseración, que quiere el bien del prójimo y llega hasta la generosidad, la grandeza del alma. He aquí, en la descripción de las características de estos móviles, la certera explicación del complejo funcionamiento de las distintas fuerzas internas que movilizan a los personajes del crudo film de nuestro gran amigo François Truffaut, dentro de la curva dramática que recorre el relato de Los 400 golpes. El film poseerá una estructura narrativa lineal y describirá con dureza unos pocos días en la vida del joven Antoine. El punto de ataque seleccionado para construir el relato de esta historia será el momento en el que el adolescente comience a descubrir que hay un mundo por demás interesante allí afuera de su casa y de la escuela. 


Antoine, en su rebeldía, que tal vez también sea la de Truffaut, se encontrará cara a cara con las peores miserias fundamentales del ser humano. Tal como lo mencionáramos hace unos instantes, se encontrará con el egoísmo encarnado en el desamor de sus padres y en su relación con los diferentes actores de la sociedad, con la perversidad de las instituciones, tanto de la escuela que en vez de contenerlo busca degradarlo y apartarlo, como de la policía que en vez de proteger su integridad como ciudadano actúa como un triste bozal disciplinario. Pero se cruzará también con la conmiseración, representada en René, aquel amigo inseparable que estará dispuesto a extender su mano aun en la peor de las tormentas. Antoine padecerá el peor de los finales y no aguantaremos las lágrimas al ver en su rostro las débiles reminiscencias de una inocencia extirpada. Lo veremos correr desesperado hacia al mar, aquella bella metáfora del vientre materno, lo veremos buscar refugio allí, de donde la hostilidad del mundo le demostró que jamás debería haber salido. Veremos en el no ya a un niño sino la triste realidad de sus ojos lacerados por la soledad infinita, de su rostro angustiosamente atravesado por los muros de un adulto. No estará ya la frescura de su sonrisa sino el pesado bozal de una civilización.

Lucas Itze.-

Canción post impresiones


 Y nos quedamos bailando a la luz de la luna



UNIVERSO TRUFFAUT


Nacido en París un 6 de febrero de 1932, nunca llegó a conocer a su padre, mientras que su madre era secretaria en el periódico L´Illustration, por lo que fue criado por los padres de ella hasta los diez años. Luego de fundar un cine-club que no duró mucho, su padre adoptivo lo envió a un correccional, del que fue sacado por André Bazin, uno de los mejores críticos de cine de la época y fundador de la Cahiers du Cinema en 1951. A esa revista se une el joven Truffaut en 1953. Un año después dirige su primer corto: Une visite, con Alain Resnais en el montaje y Jacques Rivette en la fotografía. En 1956 es ayudante de Roberto Rosellini. En 1957 dirige el corto Los mocosos. En 1959 dirige su primer largo, considerada una de sus obras maestras: Los 400 golpes, la historia de Antoine Doinel, quien a los 14 años tiene problemas tanto en la escuela como con su familia, hacen que empiece a incursionar en el delito, con poca suerte. Será la carta de presentación ante la corriente llamada Nouvelle Vague, donde se destacaría junto a Resnais, Rivette, Jean-Luc Godard, Claude Chabrol, o Éric Rohmer. Ganaría a mejor director en Cannes y recibiría premios alrededor del mundo. Luego co-dirigió junto a Claude De Givray, Tire-au-flanc 62. En 1960 llega Disparen sobre el pianista y un año más tarde, se da el lujo de dirigir junto a Goddard Una histoire D´eau. En 1961 llega Jules y Jim, la historia de dos amigos enamorados de una misma mujer. 


Un año después, mientras estaba en el Festival de Mar del Plata, rodó en el hotel Hermitage de esa ciudad, un pequeño corto llamado Los cuatro golpes, que dura alrededor de tres minutos. También dirigió un episodio en un film de cortos junto a otros directores, el tema: el amor. También ese año sigue con la vida de Antoine Doinel, en el mediometraje Antoine y Colette. En 1964 dirige La piel suave, un melodrama romántico con excelentes críticas. En 1966 dirige Fahrenheit451, basado en la célebre novela de Ray Bradbury. En 1968 adapta la novela de Cornell Woolrich, La novia vestía de negro, un thriller donde una mujer intenta vengar la muerte de su marido abatido luego de la boda. Nominada al Globo de oro. También en ese año llega la tercera parte de la historia de Antoine (su alter ego), llamada La hora del amor, nominada al Oscar a mejor película en idioma no inglés. Vuelve a adaptar otra obra de Woolrich, esta vez, La sirena del Mississipi, con Catherine Deneuve y Jean-Paul Belmondo. En 1970 se estrena Domicilio conyugal, cuarta parte de la zaga de Antoine, esta vez, con el ya casado y con un hijo. Ese año llega también una de sus más celebradas películas: El Niño salvaje, ambientada en el Siglo XVIII. Luego dirige otro drama romántico ambientado en principio del siglo XX llamado Las Dos Inglesas. Sigue con Une belle fille comme moi, una comedia negra sobre una asesina que pasa sus días en prisión. En 1973 llega otro clásico, La noche americana, donde se mete de lleno en el mundo del cine y todos sus contratiempos. Aclamado film que le dio el Oscar a Mejor película extranjera, entre decenas de premios. 


En 1975 llega La historia de Adela H., la historia de la hija del escritor Victor Hugo, y su búsqueda por un amor perdido. Isab elle Adjani fue nominada al Oscar por este film. Un año después dirige La piel dura, un film con historias cruzadas sobre diversos chicos en una pequeña ciudad francesa. En 1977 estrena la comedia Amante Fácil, sobre las relaciones que ha mantenido alguien que recién ha fallecido, y un año después llega La Habitación verde, sobre un viudo que guarda las cosas de su mujer en una habitación de ese color.    Ese mismo año llega la quinta parte de la historia de Antoine, llamada El amor en fuga


En 1980 se adentra en la Segunda Guerra Mundial en el film El último Subte, para mostrarnos un grupo de teatro que intenta hacer una obra, mientras su director (Gerard Depardieu) los dirige escondido desde el sótano, con su esposa (Catherine Deneuve), como actriz principal. Otra nominación como mejor película en los Oscar. En 1981 vuelve a dirigir a Depardieu, esta vez con su mujer, Fanny Ardant, para el film La mujer de la próxima puerta, otra obra maestra romántica según la crítica. En 1983 llegó su último film, Confidencialmente tuya, la historia de Julien, quien es acusado de asesinar a su mujer. Su secretaria, fielmente enamorada, intentará a investigar para dar con el verdadero culpable. Con jóvenes 52 años, uno de los mejores directores de la historia, nos dejaba un legado eterno, por culpa de un tumor cerebral…

FICHA TÉCNICA


Título original: Les quatre cents coups (Les 400 coups)
Año: 1959
Duración: 94 min.
País: Francia
Dirección: François Truffaut
Guion: Marcel Moussy, François Truffaut
Música: Jean Constantin
Fotografía: Henri Decae (B&W)
Reparto: Jean-Pierre Léaud, Claire Maurier, Albert Rémy, Guy Decomble, Georges Flamant, Patrick Auffay, Jeanne Moreau

SINOPSIS

Con sólo catorce años, Antoine Doinel se ve obligado no sólo a ser testigo de los problemas conyugales de sus padres, sino también a soportar las exigencias de un severo profesor. Un día, asustado porque no ha cumplido un castigo impuesto por el maestro, decide hacer novillos con su amigo René. Inesperadamente, ve a su madre en compañía de otro hombre; la culpa y el miedo lo arrastran a una serie de mentiras que poco a poco van calando en su ánimo. Deseando dejar atrás todos sus problemas, sueña con conocer el mar y traza con René un plan para escaparse.

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