EDITORIAL
El
ruido de los tacos choca con violencia sobre el piso. Todavía se siente el olor
de ese último trago de tequila. Una vez más esperará por ese amor que no
vendrá. Se escaparán los recuerdos y volverá el sufrimiento en esos viejos
conventillos porteños. Intentará rescatar ciertos momentos para hacerse fuerte
ante la adversidad. Logrará por momentos caminar erguida frente a las miradas
más funestas. Escuchará burlas y algún que otro agravio de fondo. Lo trasladará
nuevamente a la adolescencia cuando parecía una confusión eterna. Pero no,
confundido estaba el mundo que miraba para otro lado. Ella siempre supo de qué
lado estar. Caminó en la cornisa del abismo más de una vez. Recordaba épocas de
vagones de subtes solitarios que escapaban de su mirar. Noches de lluvia
dilapidadas bajo hoteles sin techos.
Plata malgastada en choferes sin destino.
Besos sin nombre escondidos en la noches más oscuras. Cual vampiresa el sol la
aterraba. Hasta entender que ella también debía brillar. Entonces volverá a
caminar en un universo a la deriva para soñar con una ciudad espejada con su
rostro iluminado. Sonreirá irónicamente frente a la malicia de los ignorantes.
Jugará con los más machos hasta que logren bajar la mirada. Allá ellos, que
estarán rojos de la vergüenza y se sentirán solos en este planeta. Ella seguirá
regando las plantas para que ninguna se marchite antes de tiempo mientras los
más perdidos buscarán su mística primavera. Al final ganarán las más fieles,
aquellas que saben que lograrán ver crecer las flores en el otoño.
Marcelo
De Nicola.-
Canción
elegida para la editorial
Nos
pusimos románticos
IMPRESIONES SOBRE UN
HOMBRE LLAMADO FLOR DE OTOÑO
Es
tu nombre que un suspiro pasa hacia el otro lado de la noche. Es la voz
desesperada de Alejandra detrás de
los oscuros versos de Carrera. Es la
sombra que olvido un niño al trepar al árbol regado solo en sueños. Es el
jardín equivocado. Es el horror del mundo que grita ante sus ojos y estalla y
es la ausencia que su sangre envenena. La piedra se deforma con las filosas
palabras que el viento inventa. Un susurro te evoca, el venéreo espamo que lo
detiene todo. El mundo se crea ante tus ojos y todo se destruye salpicando de
soledad los tristes baldosones de la existencia. Tu mano trae el invierno, el
verano fue hace siglos. La luna se esconde en tu pupila ciega. Caen ya los
disfraces y el mar murmura un último nombre. Un zumbido devora la noche. Es la
última hora, es la hoja que ya no es árbol, es la flor venciendo al distante
frio, es el otoño que ya convida olvido.
Un
hombre llamado Flor de otoño nos propone de antemano un personaje que ya
sabemos heroico, fuerte e inquebrantable pero también a su vez sensible y
sutil, con la fortaleza rebelde de florecer descarnadamente en medio de toda
aquella muerte. El relato dirigido y guionado por Pedro Olea en colaboración de Rafael
Azcona, se sitúa en la España de los años 20. Su estructura narrativa
estará desarrollada de manera lineal y su conflicto crecerá de manera
dosificada, sin dar grandes saltos ni caer en indeseables planicies que atenten
contra la atención del espectador. La crisis planteada será la del personaje
con el medio que lo rodea, con la moralidad de aquella época, con la frágil
hipocresía blanquecina que los pequeños pueblos atesoran y desempolvan
afanadamente en las construcciones de sus relaciones. Será nuestro amigo José Sacristan el encargado de componer
magistralmente, delicadamente, a aquel héroe tan sofisticada para su época que
transitará la curva dramática desarmando no solo los prejuicios de una sociedad
represora, sádica y oscura, sino también los propios dentro de su propia
familia. Más de una vez hemos traído a este foro aquel concepto tan preciso del
poeta Zito Lema el cual advierte que
“Destruir es fácil. Destruir y construir
es la gran aventura. Construir sin destruir, no supera la ilusión”. Esa
será la gran motivación de la que se valdrá Flor de Otoño para avanzar a través
del conflicto dramático.
Allí estará planteado su objetivo, allí estará la
síntesis del conflicto interno que deberá enfrentar aquel interesante personaje
de compleja construcción tridimensional. La fotografía diseñada para el film
será bastante oscura e intentara reproducir aquella sensación de intimidad que
la noche propone, que los burdeles necesitan y de la que los secretos se sirven
para resguardar celosamente sus verdades. Las puestas de cámara se limitaran a
contar lo que cada recorte de la realidad plantea sin buscar profundizar en las
diversas posibilidades que la significación del plano posibilita como
herramienta narrativa. Se trabajaran las cámaras estáticas sin mayores
movimientos que los paneos. El film que planteará el director Pedro Olea, será
uno en el que prevalecerá la valentía, la lucha y los valores, principios que
la dictadura Franquista buscó desaparecer a través del miedo, la censura y la
muerte. Quedará demostrado que todos
esos años dedicados a opacar sueños, todo aquel fatídico tiempo empeñado
sanguinariamente en buscar la unicidad
en contraposición de la diferencia habrá sido en vano. La naturaleza humana se abrirá paso en un torbellino
indomable, ganándole con nobleza el musgo a la baldosa, agrietando las paredes
de nuestros prejuicios tal vez para siempre. Después de todo pensar es también
entender nuestras diferencias, es aceptar la multiplicidad del universo en el
que estamos perdidos.
Lucas
Itze.-
Canción
post impresiones
UNIVERSO OLEA
Nació
el 30 de junio del año 1938, en Bilbao. La familia de su madre regentaba el
restaurante Retolaza, local que luego pasó a manos de Pedro y sus hermanos.
Inició estudios de Economía aunque se pasión por el cine le llevó a trasladarse
a Madrid para estudiar en la Escuela Oficial de Cine, donde se graduó en 1964
con el corto Anabel; compaginó los
estudios con la crítica en "Nuestro Cine". Sus inicios profesionales fueron en
televisión, rodando numerosos documentales, entre los que destaca La ría de Bilbao. Rodó la versión que
hizo Joan Manuel Serrat del tema para Eurovisión
La, la, la (1968). Su debut en la gran pantalla se produjo con Días de viejo color (1967), que fue
premiada por el Círculo de Escritores Cinematográficos y dirigió su segundo
largometraje, Juan y Junior en un mundo
diferente (1968) con los cantantes como protagonistas.
En la época del
nuevo cine desarrolla una carrera con altibajos cuyos títulos son: El bosque del lobo (1969), La casa sin Fronteras (1972), No es bueno que el hombre esté solo
(1973), Tormento (1974), basada en
la novela de Pérez Galdós, Pim, pam,
pum... ¡Fuego! (1975), La Corea
(1976) y Un hombre llamado Flor de Otoño
(1978). En 1979 se radica en Bilbao y rueda el corto Gernika de la serie Ikuska. En 1983 dirigió Akelarre, y en 1986 finaliza esta etapa en el cine vasco con la
película Bandera negra.
En 1988,
tras un grave enfrentamiento con los dirigentes de Cultura del Gobierno Vasco
que se negaban a subvencionar un proyecto basado en el crimen de Beizama,
decidió regresar a Madrid. En los años noventa rodó títulos como El día que nací yo (1991), El maestro de esgrima (1992) -Premio al
Mejor Guión en la II edición de los Premios al Cine Vasco de "El
Mundo" y ganadora de tres premios Goya,- Morirás en Chafarinas (1995) y Más
allá del jardín (1996). En el nuevo siglo filmó Tiempo de tormenta (2003), en 2004 participó junto a varios
directores del film de episodios Hay
Motivo, en contra del Partido Popular español y en 2012 filmó para la
televisión La Conspiración.
También
sonaron ellos
FICHA TÉCNICA
Título
original: Un hombre llamado Flor de Otoño
Año:
1978
Duración:
106 min.
País:
España
Dirección:
Pedro Olea
Guion:
Rafael Azcona, Pedro Olea (Teatro: José María Rodríguez Méndez)
Música:
Carmelo Bernaola
Fotografía:
Fernando Arribas
Reparto:
José Sacristán, Francisco Algora, Carlos Piñeiro, Carmen Carbonell, Roberto Camardiel, Antonio Gamero, José Franco,
Antonio Corencia
SINOPSIS
Lluis
de Serracant es un joven abogado que desciende de una familia burguesa
catalana, lo cual no le impide llevar una sorprendente doble vida: mientras que
por el día se ocupa de los asuntos de su trabajo, por la noche se transforma en
"Flor de otoño", conocido travesti que actúa en un pequeño cabaret.
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