EDITORIAL
Las venas se hinchan pese a que la sangre
ya no quiere correr. Los latidos del corazón se hacen cada vez más eléctricos.
Las manos sudan esperando que no caiga la última gota. Los pensamientos se
acumulan en la mente. Los pies caminan sin saber hacia dónde. Los recuerdos se
vuelven grises o se funden en negro. Las preguntas siguen esperando ciertas
respuestas que quizás no llegarán nunca. ¿Cómo llegué a esto? ¿Por qué nunca
encontré el freno? ¿Hubo algo que hice mal? Esas son algunas de las dudas que
me llevaré a la tumba. La vida vuelve a pasar ante los ojos esperando encontrar
el momento exacto donde empezó todo. Marcas, moretones e insultos aparecen como
fondo de pantalla. Cada ruido en la noche aterraba los oídos y desgarraba los
músculos. Los encierros en la habitación que duraban horas. El olor a alcohol y
el humo de los cigarrillos conformaban una pintura dantesca. Era el preludio a
la muerte misma, aunque horas después la vida volvía a reírse en la cara. Pero ya
no más. La decisión está tomada. Un fogonazo que se hace luz en un suspiro. El
olor a muerte contamina todo el aire. Es tiempo de escapar. El plan de fuga ha
comenzado. Las sirenas se escuchan cada vez más cerca. Los semáforos se
convierten en el principal enemigo. Los árboles rugen ante el paso del viento.
Las hojas caen desparramadas en el suelo. La bocina del tren hace su último
aviso. Algunos gritos paralizan todo. La vida se desvanece a pura furia. Solo
habrá pocas imágenes en las diapositivas finales. Muchas lágrimas, pocas
sonrisas, cientos de miradas. Y el mundo que deja de girar luego de años
desparramados dentro de un vórtice de locura.
Marcelo De Nicola.-
Canción elegida para la editorial
IMPRESIONES
SOBRE EL SABOR DE LAS CEREZAS
Como bien todos sabemos aquella vieja idea
de la felicidad absoluta no es sino uno de los más siniestros embustes que
configura aquella minuciosa y perversa red sobre la que se desarrolla el plan.
La felicidad absoluta implica la miserabilidad. Ninguno de nosotros pude ser
completamente feliz aun conociendo cómo las temibles mandíbulas del mundo
devoran con apasionada ferocidad a los que tenemos al lado. Arrebatando sin
distinción alguna sueños, posibilidades, inocencias, dignidades o hasta la
propia vida. La felicidad absoluta entonces conlleva la negación de un otro y
solo es posible pensarla dentro del desarrollo de un marco de individualidad
absoluta. Aventurándonos al oscuro abismo de la profundidad, podríamos aseverar
que dicha felicidad es posible solo renunciando a la idea de veracidad. Lo que
nos queda, entonces, mis queridos compañeros y compañeras, es solo una
felicidad esporádica, titilante, desconfiada, tibia chispa arrojada al gélido
huracán del universo. Nuestras cuevas en esta noche eterna no serán muchas,
atesoraremos celosamente como únicos refugios tal vez el amor, el arte y el
pensamiento. Hegel aseguraba que no
se puede ser feliz en un mundo infeliz. ¿Cuál será entonces el sentido de
aquello que llamamos vida? ¿Cuál será la finalidad de recorrer este camino tan
poco conveniente?
Los griegos pensaban que la felicidad era el fin de todos los
actos, que el bien supremo al que aspiraba todo hombre era alcanzar su
plenitud. Aristóteles por su lado
agregaba que la finalidad del ser humano era la felicidad y que esta se
alcanzaba desarrollando la virtud, o sea aquello que nos es más propio y nos
hace ser lo que somos. De no ser posible
entonces esa felicidad, de reconocerla solo en fugaces destellos, repito
entonces la pregunta: ¿Cuál será el destino de todo esto? ¿Caminaremos tal vez
este adoquín repleto de ausencias, de frías distancias, de tristes desamores y
penas, sufriremos todos nuestros sufrimientos solo por nada? Tal vez esa sea la
invisible sortija que perseguimos en esta inmunda calesita del universo. Todo lo que nos pasa, terminara disolviéndose
como una lagrima en el infinito mar de la nada. Platón pensaba en la filosofía como un ejercicio para la muerte. Y
la muerte es sin dudas aquel pasaje del ser a la nada. Epicuro de Samos afirmaba que había que evitar el dolor y buscar el
placer. Decía el filósofo griego que el dolor habita en aquellas cosas que nos
generan dependencia y tememos perder. Aprender entonces a desprendernos de las
cosas es liberarnos del dolor y es entender que nada es eterno, ni siquiera
nuestra propia vida, entonces: ¿Por qué temerle a nuestra propia muerte?
Y esta
será también una de las ideas trabajadas en el film iraní de nuestro amigo Abbas Kiarostami llamado El sabor de
las Cerezas. La cinta mostrará el momento en el que el Señor Badii maneja por Teherán en busca de quien sea capaz de enterrar su cuerpo ya sin
vida luego de cometer suicidio. El concepto de entierro será trabajado durante
toda la película tanto desde la fotografía como desde el sonido. Escucharemos
en primer plano, casi hasta el hartazgo, las ruedas del jeep que maneja el
protagonista recorrer con lentitud los caminos de tierra y piedras, generando
una sofocante sensación de tierra cayendo sobre algo. La paleta de colores se
manejará sobre un riguroso marrón, confundiéndolo todo. Se logrará desde la
fotografía cumplir la fantasía de Badii, será un solo plano que funcionará como
la proyección pictórica del deseo del personaje. El director lo trabajará a
través de la utilización de las sombras. Será en el momento donde Badii se
acerque a ver una construcción, él que solo quiere desconstruirlo todo, y se
quede observando una máquina cavadora. El plano mostrará con delicada
melancolía su silueta oscura y la tierra cayendo como una penosa lluvia que
intenta no sin amargura lavar para siempre un dolor.
El relato estará armado
sobre una estructura lineal y su conflicto crecerá muy lentamente. Lo
incrementarÁ no tanto la lucha entre fuerzas contrapuestas (lucha que en el
film es casi inexistente) sino tal vez la ruptura de una armonía aparente.
Dicha ruptura será trabajada desde la intriga que generará la extraña actitud
del protagonista hasta develar sus intenciones. Allí estará la verdadera
tensión que moverá al protagonista sobre la curva dramática. Se romperá aquella
regla que indica que el héroe termina su recorrido modificado. Tal vez el director
solo busque afectarnos a nosotros como espectadores al plantearnos la moralidad
del suicidio. Nunca sabremos las razones de Badii para querer terminar con su
vida y tampoco nos importará conocerlas. Su decisión ya está tomada. El, ya es
la nada. Borges nombra a la muerte
como aquella oscura maravilla que nos acecha, ese otro mar, esa otra flecha que
nos libra del sol y la luna. En aquel viaje hacia el fin de la noche se
encontrara inmerso Badii en el comienzo del relato para finalmente ser devorado
en un certero fundido a negro. Continuaremos nuestro viaje pensando en la
suerte de Badii para olvidarlo a la vuelta de la primer esquina, cumpliendo tal
vez de esa manera con aquel mandato ruin del universo que une de una manera tan
extraña a la muerte y al olvido arrastrando inevitablemente a lo que era todo a
ser nada.
Lucas Itze.-
Canción post impresiones
UNIVERSO
KIAROSTAMI
Nacido en Teherán en 1940, se convirtió con
los años en uno de los más influyentes cineastas asiáticos. Kiarostamí estudió
bellas artes en la Universidad de
Teherán, trabajó como diseñador gráfico y después ingresó en el Centro para
el Desarrollo Intelectural de Niños y
Jóvenes Adultos, donde creó una sección de cinematografía. En 1969, cuando
la nueva ola iraní comenzó con la película de Dariush Mehrjui Gāv. Su primera producción fue de doce minutos El pan y la calle (1970), una película
corta neo-realista acerca de la confrontación de un escolar con un perro
agresivo. El recreo siguió en 1972.
En la década de 1970, Kiarostami persiguió un estilo individualista de la
realización de películas. Él habló de su primera película así:
El
pan y la calle fue mi primera experiencia en el cine y debo decir que fue muy
difícil. Tenía que trabajar con un niño muy pequeño, un perro, y un equipo poco
profesional excepto por el director de fotografía, que estaba molestando y
quejándose todo el tiempo. Bueno, el director de fotografía, en cierto sentido,
tenía razón porque no seguía las convenciones de la realización de películas a
las que estaba acostumbrado.
Tras Experiencia
en 1973, sobre un niño huérfano que trabaja en un estudio fotográfico,
Kiarostami lanzó El viajero en 1974.
El viajero cuenta la historia de Qassem Julayi, un niño con problemas de una
pequeña ciudad iraní. Con la intención de asistir a un partido de fútbol en la
lejana Teherán, estafa a sus amigos y vecinos para recaudar dinero, y estos
viajes al estadio a tiempo para el juego, sólo para encontrarse con un irónico
giro del destino. Al abordar la determinación del niño para alcanzar su
objetivo, junto con su indiferencia a los efectos de sus acciones amorales, la
película examina el comportamiento humano y el equilibrio del bien y el mal.
Con esta película se fomentó la reputación de Kiarostami por el realismo, la
sencillez diegética, y la complejidad estilística, así como su fascinación por
los viajes físicos y espirituales.
En 1975, Kiarostami dirigió Dos soluciones para un problema. A
principios de 1976, lanzó Un traje para
la boda, la historia de tres adolescentes que entra en conflicto por un
traje para una boda. En 1977 dirigió Gozaresh,
que giraba en torno a la vida de un recolector de impuestos acusado de aceptar
sobornos; el suicidio fue uno de sus temas.
A principios de la década de 1980,
Kiarostami dirigió varios cortometrajes entre ellos El coro (1982). En 1983, dirigió el documental Conciudadanos y en 1984 otro llamado Parvulos. Con la película ¿Dónde
está la casa de mi amigo? estrenada en 1987 comenzó a ganar reconocimiento
fuera de Irán. Kiarostami hizo la película desde el punto de vista de un niño.
En ella están retratadas las creencias tradicionales de las poblaciones rurales
iraníes. La película se ha caracterizado por su uso poético del paisaje rural
iraní y su realismo, ambos elementos importantes en la obra de Kiarostami.
¿Dónde está la casa de mi amigo? (1987), Y La vida continúa (1992) y A través de los olivos (1994) destacan
por la crítica como la trilogía de Koker,
porque las tres películas cuentan con el pueblo de Koker en el norte de Irán.
Las películas también se relacionan con el terremoto de 1990 Manjil-Rudbar, en el que murieron
40.000 personas. Kiarostami utiliza los temas de la vida, la muerte, el cambio
y la continuidad para conectar las películas. La trilogía fue un éxito en
Francia en la década de 1990 y en otros países de Europa occidental, como en
los Países Bajos, Suecia, Alemania y Finlandia. Pero Kiarostami no tuvo en
cuenta las tres películas para formar una trilogía. Sugirió que los dos últimos
títulos más El sabor de las cerezas
(1997) sí comprenden una trilogía, dado su tema común del valor de la vida.
La primera película de la década de
Kiarostami fue Close-up (1990), que
narra la historia de un hombre que se hizo pasar por el cineasta Mohsen Makhmalbaf, para estafar a una
familia sobre la creencia de que podría protagonizar su nueva película.
Esta
película tiene una parte documental, en la que examina la justificación moral
de Sabzian por usurpar la identidad de Makhmalbaf, cuestionando su capacidad de
percibir su estilo artístico y cultural. Ocupa el puesto número 42 en el Top 50
de las películas más grandes del British
Film Institute de todos los tiempos. Close-up recibió elogios de directores
como Quentin Tarantino, Martin Scorsese, Werner Herzog, Jean-Luc Godard,
y Nanni Moretti y fue lanzada en
toda Europa. Sigue con Y la vida continúa, que trata sobre el camino que
realizan un padre y un hijo a través de las ruinas de un terremoto en busca de
dos muchachos, y a su vez van encontrando supervivientes. Con A través de los olivos, muestra a un
equipo de rodaje de una película que vuelve a Koker, el pueblo en plena
reconstrucción y es nominado a la Palma de Oro en Cannes.
Palma que gana con El Sabor de las cerezas en 1997. Luego
dirige El viento nos llevará en
1999, con la que ganó el Gran Premio del
Jurado (León de Plata) en el Festival
Internacional de Cine de Venecia. La película contrasta vistas rurales y
urbanas sobre la dignidad del trabajo, aborda temas de igualdad de género y los
beneficios del progreso, por medio de la estancia de un extranjero en un pueblo
kurdo. Una característica inusual de la película es que muchos de los
personajes se escuchan pero no se ven; al menos trece personajes son los que
hablan en la película pero nunca se ven.
En 2001, Kiarostami y su asistente, Seifollah Samadian, viajan a Kampala, Uganda, a petición del Fondo
Internacional de las Naciones Unidas para el Desarrollo Agrícola, para
filmar un documental sobre programas de asistencia a los huérfanos de Uganda.
Se quedó durante diez días e hizo ABC
África. Al año siguiente, Kiarostami dirigida Diez, revelando un método inusual de la cinematografía y el
abandono de muchas convenciones de escritura de guiones. Kiarostami se centró
en el panorama socio-político de Irán. Las imágenes se ven a través de los ojos
de una mujer como ella conduce por las calles de Teherán durante un período de
varios días. Su viaje se compone de diez conversaciones con varios pasajeros,
que incluyen a su hermana, una prostituta autostop, y una novia despechada y su
hijo exigente. Este estilo de hacer cine fue elogiado por varios críticos.
Luego dirige el documental Five
basada en una característica poética sin diálogo o caracterización. Se compone
de cinco largos planos de la naturaleza que son secuencias de una sola toma,
tiro con una cámara de vídeo digital de mano, a lo largo de las orillas del Mar
Caspio. En esos años dirige varios documentales y películas de episodios. En
2008 filma Shirin con Juliette
Binoche que muestra a las espectadoras (todas mujeres) de una sala de cine que
están viendo una película basada en un cuento persa, cuya protagonista, la
heroína Shirin, ha huido de un harén y viaja en busca del amor. Vuelve a
trabajar con Binoche en Copia
Certificada, una historia de amor que tuvo buenas críticas y algunos
premios en Festivales como Valladolid o Chicago.
En 2012 filma en Japón Like Someone in Love, la historia de
una mujer japonesa que ejerce la prostitución para pagar sus estudios.
El director falleció el 4 de julio de 2016
a los 76 y dejó un inmenso legado en el cine asiático.
FICHA
TÉCNICA
Título original: Ta'm e guilass
Año: 1997
Duración: 98 min.
País: Irán
Dirección: Abbas Kiarostami
Guion: Abbas Kiarostami
Fotografía: Homayon Payvar
Reparto:
Homayoun Ershadi, Abdolrahman Bagueri, Safar Ali Moradi, Afshin Khorshid
Bakhtiari
SINOPSIS
Un hombre de mediana edad decide
suicidarse. Su única preocupación es encontrar a alguien que le ayude y se
comprometa a enterrarlo. Esta situación le permite conocer a una gran variedad
de personajes.
PELÍCULA COMPLETA
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