EDITORIAL - BIUTIFUL
Está
ahí… rondando… Nos mira, nos sigue, nos pone a prueba. Paso a paso, minuto a
minuto, va eligiendo al azar, como por arte de magia. Siempre estará entre
nosotros, siempre nos preguntaremos porque…
Desde
chicos, no la reconocemos como tal, apenas la veremos en forma de un anciano
viejo y desgarbado o de una anciana flaca y arrugada. Escucharemos sus
victorias, casi todos los días a través de los medios, con esa tremebunda
morbosidad que nos venden.
La
sentiremos cerca cuando pasemos por algún hospital, pero siempre del lado de
afuera, porque a nosotros no nos va a tocar.
Ella
jugará con nosotros todo el tiempo. Seremos sus gigantes marionetas de carne y
hueso que vivirán en su patético mundo de infamias, locuras, destrucción, y
amor, aunque no parezca, mucho amor.
Y
ese amor es el que intentará destruir ese mundo, poner de rodillas al gigante,
vencer en definitiva, a la maldita muerte.
Es
imposible. Lamentablemente es imposible. Entonces bucearemos en nuestros sueños
para tratar de que esa muerte sea lo más bella posible…
Nos
sumergiremos en las aguas más cristalinas del océano, veremos florecer los
pétalos más coloridos del bosque, jugaremos a que la luna y el sol no nos
encuentren, en medio de las torres de cemento.
Correremos
detrás de esos sueños como eternos adolescentes, tratando de esquivar las balas
que intentaran dejarnos sin nada…
Ella
mientras tanto nos seguirá teniendo entre ceja y ceja, y decidida de la forma
más letal y dolorosa para llevarnos. De las mil maneras, eligió esa enfermedad
que te muele hasta los huesos, que te corta el aliento, que te rompe el corazón
en mil pedazos.
Que
se llevó a muchos de los mejores, sin necesidad, sólo para demostrar su fuerza,
su puta y maldita fuerza, ejerciendo una vez más su temible dictadura, solo
para vernos vencidos.
Pero
no, no nos dejaremos caer, buscaremos la forma de agarrarla de las pelotas para
gritarle al mundo que a pesar de todo, estamos más vivos que nunca. Sudaremos
hasta la última gota que recorra nuestra frente, desecharemos esa aburrida lágrima
que rodará por nuestras mejillas, dejaremos que la luna nos encuentre desnudos
de melancolía en el calor de la noche, mientras la brisa nos recorre poro por
poro.
Beberemos
nuestro último sorbo de vino con la esperanza de que en algún lugar nos encontraremos
de nuevo, perpetuaré su última sonrisa, fruto de algún recuerdo lejano. Sentiré
el canto de los pájaros, para que mis ojos se vayan cerrando lentamente,
sabiendo también que mientras tanto, el sol se muere…
Marcelo
De Nicola.
Canción
elegida para la editorial
IMPRESIONES PARA BIUTIFUL
“Lo
peor de cuando matas a alguien no es el tipo muerto, sino el hueco que dejas”.
Leí esto hace algunos años ya, en una entrevista realizada a un preso. Su
nombre no figuraba en la crónica, quizás porque él ya se sabía muerto. La
muerte es hueco. La muerte es ausencia. Su gélida mano apaga de a una las
estrellas convirtiendo en su morbosa lentitud, todo este cielo en un desierto
oscuro y desolador. Haciendo de mi pecho esta caja inútil, pesada de recuerdos
y de anécdotas que mienten colores y aromas. La muerte es lenta. Se filtra
sigilosa, en los adioses, en los olvidos, en la armonía de las bellas canciones.
Va oscura y sola, doblando caminos. Va pisando firme en lo certero, escapando a
la duda y al error. Equivocarse, después de todo, es vencer a la muerte,
recordemos que no existe ninguna vanguardia que no haya nacido de un error.
La
muerte es lejanía. Nos separó un día, dejando huérfana la promesa de un café.
Lloré cuando vi por error tu cuerpo ya vacío, tu cuerpo que ya no era tuyo,
recostado en la soledad de la habitación de un hospital. -Que solo que se va
uno- pensé y me guardé todas estas ganas de abrazarte que ahora me ahogan la
garganta cuando te pienso. Impidió también que conozcas a mis hijos, que veas
que linda familia supe formar, que descubras en mis ojos el orgullo que siento
por ellos. Qué lindo hubiese sido creer en algún dios para llenar todo este
vacío que carga mi pecho. Pensarte en algún lugar mejor, lejos de los médicos y
los remedios. Lejos de los dolores punzantes, que tanto miedo nos daban. Lleno
de laureles, sentado en la mesa de un bar, con aquellos que vos querías. Verte
reír, aunque sé que lo hiciste hasta último momento, para darnos fuerza a
nosotros. A nosotros que intentábamos no llorar adelante tuyo, fingiendo una
fuerza que ya no teníamos idea donde buscar. Qué lindo hubiese sido creer en
algún dios, por lo menos aquel día. Jorge, murmuró alguna vez, tan
certeramente, “como se pasa la vida, como se viene la muerte tan callando”. En
el sí creo, creo todos los días. Quizás el dolor hubiese sido más amable si al
partir, hubiese podido verte ir en paz, como lo hacía Uxbal. Uxbal, ese
personaje que me recordó todo el tiempo a vos. Aquel protagonista de Biutiful,
tan gris para todo el mundo, tan lleno de luz a mis ojos. Biutiful es una
película que duele. El film no dará respiro ni un instante. Contará la triste
historia de Uxbal, un tipo golpeado por la gran crisis española.
Este
personaje, padre de dos pequeños niños, será diagnosticado de un cáncer
terminal a los pocos minutos del film. Su conflicto principal será lograr que
sus hijos no lo olviden como el mismo lo hizo al morir tempranamente su padre e
intentar dejar mínimamente organizado aquel caos que es la vida. Gonzalez
Iñárritu, director y co-guionista del film, organizó el relato de manera no
lineal. Su estructura será cíclica, comenzando con una escena onírica, que
resignificaremos al finalizar la película. Su montaje será bastante clásico
respecto de lo que nos tiene acostumbrado este director. Basta con recordar
aquí el armado de “Amores perros” o quizás “Babel” para entender de lo que
estamos hablando. Sobrevivirá a esta depuración de su estilo, el uso de la
cámara en mano. Biutiful generará tensión a través de este recurso en ciertos
tramos, en otros, se limitará a remarcar el dramatismo de ciertas escenas, que
ya por su solo contenido resultaban sofocantes. Su fotografía también será
oscura, lúgubre, triste, a veces fría. Javier Bardem, quien interpretara
magníficamente a Uxbal, logrará llevarnos a través de aquel calvario que es la
curva dramática de este extenso relato, de manera natural, proponiendo todo el
tiempo, dosificando su transición extraordinariamente. Lloraremos junto a
Uxbal, en aquel desesperado abrazo con su hija de no más de diez años y le
pediremos ahogados en lágrimas que no lo olvide. El, se despojará de su anillo,
de su pobre casa y de todos sus dolores, para ir.-
Lucas
Itze.-
Canción
post impresiones
Escuchamos algo de Santaolalla y sus bandas, quien musicalizó el film...
Produjo un clásico de Divididos
Uno de las canciones que sonaron durante el film
Otra de las grandes bandas producidas por Santaolalla
Otro clásico...
También sonó La Vela...
Y nos fuimos sabiendo que la muerte está segura de vencer
FICHA TÉCNICA
Título
original: Biutiful
Año:
2010
Duración:
145 min.
País:
México
Director:
Alejandro González Iñárritu
Guión:
Alejandro González Iñárritu, Armando Bo, Nicolás Giacobone (Historia: Alejandro
González Iñárritu)
Música:
Gustavo Santaolalla
Fotografía:
Rodrigo Prieto
Reparto:
Javier Bardem, Maricel Álvarez, Diaryatou Daff, Eduard Fernández, Ana Wagener, Guillermo
Estrella, Rubén Ochandiano, Félix Cubero, Martina García, Manolo Solo, Karra
Elejalde
SINOPSIS
Retrato
de la vida de Uxbal: padre abnegado e hijo desamparado. Intermediario de la
sombra. Próximo a los desaparecidos. Atraído por los fantasmas. Sensible a los
espíritus. Superviviente en el corazón de una Barcelona invisible. Sintiendo
que la muerte le ronda, intenta encontrar la paz, proteger a sus hijos,
salvarse a sí mismo. La historia de Uxbal es sencilla y compleja, al igual que
nuestras vidas de hoy.
TRAILER
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