Programa
63 (04-07-2014)
EDITORIAL
Puedo verlo todo.
Encerrado en aquel instante se encuentra el mundo. Juego dentro del rectángulo.
Agrando su tamaño, usando mis dedos en L, lo achico de manera ridícula. Me
salpico con el agua marrón del rio. Oigo la inmovilidad de sus aguas en aquel
cantar que supo sonar contra rocas y raíces y que lo volverá a hacer a pesar de
todos los ojos imprudentes. Su canción fue mansa y susurrada como un secreto
que nunca acaba. Entonces descubro al niño eterno, que desafía a la corteza de
los arboles con su desnudez. Mi boca estalla en su risa al descubrir sus
piernas enrolladas, su mano en la cintura de tipo ya adulto. Me río con los
dientes, con los ojos, mis orejas bailan con esa risa que me hamaca y te tienta
a vos también, que me miras y ya no te importa el motivo de mi risa. Entonces
recuerdo sus risas, que me tienta a mí también y en el espasmo me pierdo en lo
liberador de aquel reflejo, en la belleza que entrega esa mueca ridícula que
desnuda los dientes, que como decían ellos, hacían bailar las orejas y hamacar
el cuerpo. Puedo verlo todo. El rectángulo escapa al límite. Después de todo,
nuestra visión está supeditada siempre a alguna figura geométrica.
Me resultan
interesantes las personas que miran en círculo o decágono, evito a los
imbéciles que se jactan de su triste visión de pentágono y me río de los que
discuten pomposamente guiñando ojos tetraédricos. Charlo en los cafés con los
triángulos, aunque nunca logro entenderlos. Miro nuevamente el río, mis
pequeños pies desnudos juegan con la tierra húmeda por las salpicaduras que
entrega su canción mansa y susurrada como un secreto que nunca acaba, me aclara
él a mi oído niño que no lo entiende, pero que disfruta de su voz, de su calma
y sus susurros. Y me despierto en la risa de ellos, jugando con sus dedos sobre
el rectángulo. Ella, con su ternura inmensa, desfruta de la risa de él, sin
importarle el motivo. Y mi angustia muere en aquella alegría que vuelve, y ya
creo no extrañarlos más, por lo menos hoy, que veo la rabia del sol de la
mañana golpear en mi ventana y no me queda más que jugar con el tiempo para
volver a encontrarlos y poder sacudirles el olvido, como quien limpia la tierra
de un sweater o una campera. Burlar la ilusión del tiempo, como lo hacías vos.
Seguir caminando treinta años antes, para tropezar una década después y así poder
curarme hoy. Reírme con ustedes una vez más bajo el sol que acompañaba a aquel río. Ese es mi deseo, el deseo de una mañana de verano.-
Lucas Itze.-
Canción elegida para la
editorial
IMPRESIONES
SOBRE BLOW UP
Alguna vez comprendí que
un plano, es ideología, no solo por lo que muestra, sino también por lo que
decide no mostrar. Siempre el recorte de la realidad resultara tendencioso, y
con esto, en realidad, digo muy poco. Si lo pienso más en profundidad, creo
entender que cualquier acto de nuestra vida consciente no hace más que decidir por
un camino que niega otros. En la suma de aquellas negaciones, con suerte,
resulte una ideología, y en esa ideología, un punto de vista desde donde mirar
al mundo. Esta idea, quizás quede mejor desarrollada en aquella joya de
Michelangelo Antonioni que es BLOW-UP.
La estructura del film será bastante
curiosa. Estará trabajada desde una rigurosa linealidad a pesar de la aparición
sistemática de flashbacks. Este quiebre temporal, se verá representado en la
serie de fotos tomadas y luego ampliadas por Thomas, protagonista del relato.
Veremos plasmada la idea del cuadro dentro del cuadro, notaremos que así como
no nos bañamos dos veces en el mismo río, tampoco observamos de la misma manera
una obra porque nuestra visión tampoco es la misma. La imagen cambia, porque
cambia el que mira, y al cambiar el que mira, se modifica el punto de vista. La
obra, inevitablemente, ya es otra. En su devenir, el film nos entregará encuadres
deliciosos, una fotografía estupenda y a cada segundo sentiremos la mano de
nuestro hermano Cortázar atizando aquel fuego maravilloso desde la historia que
dio lugar a este relato, genialmente adaptado y guionado por el mismo Michelangelo.
Blow-up confirmara aquello de que Antonioni narra donde Hoolywood elipsa.
Veremos secuencias enteras donde la acción estará supeditada solamente a la
narración de la construcción del protagonista. Secuencias impensadas para los
films amigos de la industria.
Finalmente, Antonioni, logrará hablarnos sobre
nuestra manera de mirar la realidad. Entenderemos que muchas veces, la
parcialidad de nuestra visión, estará afectada por nuestros conocimientos, los
cuales serán nuestra única herramienta para adueñarnos de aquel objeto, y así,
poder encontrarle un lugar en nuestro minúsculo mundo. Tomaremos solo partes de
aquel circo que se desarrolla allá afuera, nos abrazaremos a sus astillas con
la fuerza de un náufrago hasta aburrirnos de ellas. Y entenderemos, entonces,
que el verdadero conocimiento aparecerá, solo al dejarlas partir.
Lucas Itze.-
Canción post análisis
Y hablando de cuadro dentro cuadros...
Nos fuimos, viéndote a vos...
FICHA
TÉCNICA
Título original: Blow-Up
(Blowup)
Año: 1966
Duración: 108 min.
País: Reino Unido
Director: Michelangelo
Antonioni
Guión: Tonino Guerra &
Michelangelo Antonioni (Cuento: Julio Cortázar)
Música: Herbert Hancock
(AKA Herbie Hancock)
Fotografía: Carlo Di Palma
Reparto: David Hemmings, Vanessa Redgrave, Sarah Miles, Peter Bowles,
Jane Birkin, Gillian Hills, Verushka
SINOPSIS
Adaptación de un cuento de
Julio Cortázar que narra la historia de un fotógrafo que, tras realizar unas
tomas en un parque londinense, descubre al revelarlas una forma irreconocible
que resulta ser un cadáver.
TRAILER
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