sábado, 28 de junio de 2014

LETRAS PROHIBIDAS - QUILLS

Programa 46 (24-02-2014)


EDITORIAL

Blancas sábanas recorren tu cuerpo. Revolotean, juegan entre tus piernas, dejando al descubierto los más excitantes labios de pasión. Desde la lontananza te observo dando girones de placer, me encantaría poder gritarle al viento todas mis emociones, pero me han apagado la voz.
Se me ocurren infinitas palabras, algunas demasiados groseras, otras, con tanta dulzura como nunca recuerdes. Y aquellos déspotas del amor, que callaron mis gritos, no podrán nunca vomitar los mismos sentimientos como yo lo hago.
Ellos, nobles y aristocráticos vacíos de vicios y de virtudes, decidieron callar las voces del deseo, pero las palabras se encuentran vivas en cada mente, en cada corazón, en cada acto de amor.
Estos jinetes sin razón, sucumbirán ante el más puro orgasmo de placer, cada gota derramada será un puñal a sus desérticas vidas, a sus más sádicos pensamientos.
Bucearé entre la tinta para demostrarle al mundo que la pluma será mi instrumento, y tu cuerpo, mis pensamientos. Navegaré por las tempestades más provocativas para enrostrarle a esos seres vírgenes de humildad, los más lujuriosos actos de benevolencia.


Ahora, te tengo frente a mí, sólo esos pedazos de tela juguetean con tu cuerpo desnudo, perfecto, puro. Mis manos lo recorren parte por parte, deseando que ambos cuerpos se transformen prácticamente en uno sólo.
Tu blanca sonrisa, tu mirada angelical, rebotan y resplandecen ante los enormes espejos de la habitación. Es tiempo de redactar mi última obra, mi último testamento.
Te noto tan perfecta que no sé por dónde empezar, necesito un momento de lucidez mental para arrancar la obra. Juego con tu torso desnudo una vez más, mientras mis ojos se posan lentamente sobre tu espalda.
Ese es el punto de partida, la pluma arranca de izquierda a derecha, tus hombros sienten pequeñas cosquillas, se encojen, pero vuelven lentamente a su posición de origen.
Sigo con total cuidado desparramando mis ideas sobre tu espalda, hasta llegar casi hasta esa hermosa cintura, perfecta de toda perfección, casi esculpida a mano.
Me tomo unos minutos para que todo se seque, mientras me miras con ese rostro tan dulce, y tan audaz. Tu comprensión y tu alma llena de vida lo han sido todo, que no necesito más.
Te das vuelta con extrema cautela, arranco nuevamente y la tinta se desliza sobre tus redondos y perfectos senos, para desandar un sinuoso camino de mensajes. Voy bajando lentamente sobre tu vientre, mientras observo tu sonrisa inmune, irresistible.
De a poco voy llegando a la entrepierna, lo que me dice que es tiempo de ir finalizando la obra. Me encantaría juguetear un rato con mis manos, y hasta quedarme a vivir ahí, pero ya me queda poco tiempo.
Es tiempo de firmar el trabajo, si justo ahí, en el fruto de la más bella de las pasiones. Pido que te pongas de pie, mientras hago un paneo general de semejante figura. La tarea está terminada, es hora de mostrarle al universo mis últimas palabras, ya no en mi voz, sino en el maravilloso cuerpo donde abundan mis más sinceros pensamientos, donde fluyen las más hermosas verdades y donde nunca van a poder callar, mis más veneradas LETRAS PROHIBIDAS…

Marcelo De Nicola

Canción elegida para la editorial


IMPRESIONES SOBRE LETRAS PROHIBIDAS


El sexo solo es sucio si se hace bien, acertó alguna vez Woody Allen. El sexo, aquel lobo que nos devora desde adentro y que nos recuerda cuando nuestro hocico era capaz de proezas tales como reconocer al enemigo a una distancia prudente. Hoy cualquier pelele es capaz de mojarnos la oreja ante nuestro acartonado desconcierto y colgarse luego el cartel de matón de la cuadra. Será en aquel frenético naufragio en la tempestad de sabanas rotas, en aquella arena ardiente, donde nos despojaremos de la estúpida cárcel de palabras muertas que somos. Haremos, entonces, espacio a la sinceridad, se escabullirá por un instante la bella pantera que somos, dejaremos muy lejos la civilización y los buenos modales. Estallaremos en un rugido bestial, espantando por un rato a esa sombra siniestra que no se nos despega, llamada hipocresía. Será ahí donde te arrancare la ropa, donde seremos presa y cazador, donde te devoraré con mis dientes y desgarraré con mis uñas cada milímetro de tu cuerpo. Será ahí donde habrá sangre y risas, y será encantador. Es mentira que sea un caballero cuando nadie me ve, me decía un amigo entre copas, y nadie se atrevía a dudarlo ni por un instante. El film “Quills”, o “Letras prohibidas, la leyenda del Marqués de Sade”, según su menos encriptada reinterpretación latinoamericana, intenta echar algunas luces sobre aquel hombre de la bolsa que es el sexo. Doug Wright, desde el guion y Philip Kaufman, desde la dirección, deciden situar su narración durante los últimos años de la Revolución Francesa, su personaje, no será otro que el inefable Marques de Sade. 


A través de sus ojos, el film cuestionará valores tales como la moralidad, la religión y nos hará pensar en que son las mismas ataduras las que hoy en día no me permiten besar tus labios antes de preguntar tu nombre. ¿Qué harías si no tuvieras miedo? Me desafío una pared hace unos días, mientras caminaba distraído. Es el miedo el arma más perversa y de mayor alcance que exista. El día que lo venzamos, el día que logremos salir de nuestra casa sin mirar para ambos lados, habremos ganado la pulseada. Ese día seremos verdaderos dioses y brindaremos con aquel licor siempre negado que es la libertad. 


Es el miedo nuestra única y verdadera cruz, de eso ya no nos cabe ninguna duda. Dostoievski plantea el siguiente dialogo no sin certera puntería:
- Figúrese – dijo parándose ante mí-, figúrese una piedra del tamaño de una casa grande; está suspendida en el vacío y usted debajo de ella; si se le cae encima, en la cabeza, ¿sentirá usted dolor?
- ¿Una piedra como una casa? Horrible, claro.
- No hablo de horror. ¿Le causaría dolor?
- ¿Una piedra como una montaña, con un peso de millones de libras? Claro que no lo causará.
- Pero si está usted debajo de ella mientras está suspendida tendrá miedo de que le cause dolor. Todos tendrán miedo: el mayor sabio del mundo, el mejor
médico, todos. Todos sabrán que no causará dolor y todos tendrán miedo de que lo cause.


Será entonces por miedo que El Abate no bese a Maddy. Será entonces por miedo, que el mismísimo Napoleón ordene callar al Marqués. Será entonces por miedo que corten su lengua de un solo tajo, de la manera más sangrienta y dolorosa. Y nunca habrán entendido, que su rival ya tenia la guerra ganada desde antes de empezarla. Quizás, todo aquel quilombito no fue más que su ultima morbosidad. Tocarle el culo a la burguesía y luego sentarse a disfrutar de cada pequeña muerte.

Lucas Itze.-

Canción post editorial


También escuchamos esta canción:


Y nos fuimos con algo de Los Redondos: 


FICHA TÉCNICA

Título original: Quills
Año: 2000
Duración: 120 min.
País: Estados Unidos
Director: Philip Kaufman
Guión: Doug Wright
Música: Stephen Warbeck
Fotografía: Rogier Stoffers
Reparto: Geoffrey Rush, Kate Winslet, Joaquin Phoenix, Michael Caine, Billie Whitelaw, Patrick Malahide, Amelia Warner, Jane Menelaus, Stephen Moyer, Tony Pritchard, Stephen Marcus

Sinopsis

Francia siglo XVIII. El Marqués de Sade pasa los diez últimos años de su vida en el asilo Charenton. Allí entabla amistad con el abate Coulmier, con el que comparte el afecto de Madeleine, la lavandera del asilo. Cuando Napoleón envía a un médico para que cure su presunta locura, el temperamento rebelde del marqués se agudiza todavía más. Obtuvo tres nominaciones a los Oscar, incluyendo el de mejor actor (Geoffrey Rush).

Trailer




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