SINOPSIS
En Finlandia, en 1923, el paso de un cometa hizo que
los habitantes de un pueblo quedaran completamente desorientados; incluso una
mujer llegó a llamar a la policía denunciando que el hombre que estaba en su
casa no era su marido. Décadas más tarde, un grupo de amigos recuerda este caso
mientras cenan, brindan y se preparan para ver pasar un cometa...
(FILMAFFINITY)
EDITORIAL
Hay una contemporaneidad, hay un ahora. Existe un hoy, un este momento. Hay una luz que ilumina este instante, que llena con su espectro cada cosa que hacemos. Hay un devenir cotidiano que nos hace presentes en nuestro ahora, que nos organiza en un tiempo y espacio como un mapa tácito, como un dispositivo heredado que ordena de manera infalible el caos de la existencia. Somos, aunque no lo queramos, en nuestro espacio y tiempo. Somos bajo aquella luz de la existencia, pero también somos en aquella penumbra de nuestro propio tiempo. Entender el tiempo que uno habita es comprender el espectro lumínico que lo ilumina, pero también es entender sus sombras, aquellas penumbras marginales donde la luz no llega, esa zona de sentido que queda desplazada categóricamente hacia el olvido. Dicen que el orden es el intento del tiempo por matar a la eternidad. Lo cierto es que queramos o no perecemos, o sea el tiempo nos ha vencido, o el orden en su defecto. Usamos un lenguaje afectado necesariamente por el tiempo, tenemos el mal genio de habitar un solo lugar a la vez, y preferimos la muerte más violenta a perder el celular. Como todo enigma filosófico, nos queda entonces preguntarnos por el origen. Estamos inmersos en el torrentoso rio del tiempo, solo nos queda la duda sobre aquella categoría, solo nos queda la pregunta como único acercamiento a la orilla del saber. Cuando lo consultaban a San Agustín al respecto, respondía de la siguiente manera: Si nadie me pregunta qué es el tiempo, lo sé, pero si me preguntan y quiero explicarlo, ya no lo sé. El tiempo como una experiencia vivencial, difícil de expresar en palabras. Como una idea o concepto que excede de alguna manera a la razón. Por su parte Kant pensaba que el tiempo jugaba un papel primordial y necesario para el ser. Se es SOLO y UNICAMENTE en el tiempo.
La ciencia, claro, desde su
lugar, tuvo que ajustar su mirada y definir su experiencia con el tiempo de
manera más fáctica, y por allí aparecerá entonces la física cuántica, los
números, los ejes y otras demostraciones matemáticas que alejarán a los
sentidos y las dudas del plano de la experiencia con el tiempo. Lo cierto es
que la temática se ha abordado desde distintas áreas en las distintas épocas
porque el ser siempre ha visto interpelada su existencia por la categoría del
tiempo. Poder pensarlo desde su interior es importante pero siempre teniendo en
cuenta sus periferias, siempre es importante tener latente aquella mirada de
frontera. Porque si bien entendemos un ahora, un hoy, del que no podemos
escapar, un ya mismo que ilumina
nuestra existencia, la pregunta irreversible, la pregunta de la cual no deberíamos
dispersarnos jamás es quién maneja aquella luz que ilumina
nuestro presente. ¿Cuál es su origen, su propósito, su intención? ¿Qué es
aquello que oculta la luz que ilumina nuestro hoy? Porque tal como el plano en
las artes cinematográficas, que marca una ideología no por aquello que muestra
sino por aquello que decide no mostrar, la luz que ilumina nuestro ahora,
decide desplazar un conjunto de sentido a la oscuridad, a las tinieblas. En esa
marginalidad hay una decisión política, hay un ejercicio del poder. Allí hay
una pregunta para hacernos. Allí hay un trabajo intelectual del pensador que
vislumbra las luces de su época pero también sus sombras. Es el trabajo único
del que piensa intentando ver la escena completa, porque estar demasiado afuera
nos vuelve abstractos, impalpables, pero estar muy comprometidos nos vuelve
irremediablemente cómplices alejándonos así para siempre, de toda coherencia.
Lucas Itze.-
Canción elegida para la
editorial
IMPRESIONES SOBRE COHERENCE
¿Qué pasaría si nos encontramos con nosotros mismos? ¿Cómo reaccionaríamos? ¿Sentiríamos envidia de nuestro otro yo? ¿Lo intentaríamos destruir? ¿Cuál sería el original? ¿Tendríamos un lado oscuro? Desde hace tiempo los multiversos aparecieron para crear esta serie de preguntas. Ya desde los viajes en el tiempo de Marty Mc Fly pensamos en situaciones como esas. Sobre todo, como cambiaría nuestro destino. Desde ya, hay algo moral en todo este asunto. Además de algo cosmo-físico. Muchos se preguntan si entre tantos planetas, galaxias, millones de años luz de diferencia, podría haber dos o más mundos conectados entre sí. Quizás a millones de años luz de este lugar, hay alguien escribiendo esto, pero de otra manera. Particularmente no lo creo, pero no podría afirmarlo. ¿Cómo nos presentaríamos de encontrarnos? “Hola, soy tu otro yo”… O “Que quiere usted de mí” diría la inolvidable Coca Sarli… Creo que posiblemente, enloqueceríamos de golpe y empezaríamos a hacernos preguntas y a tratar de intentar encontrar respuestas. La coherencia desaparecía por completo. Algo de lo que podemos llegar a sentir cuando vemos el film Coherence de James Ward Byrkit.
Una casa, una cena, 8 amigos y una historia que se empieza a complicar a medida que pasan los minutos, es lo que nos atrapa desde el comienzo. Al principio de la charla, alguien comenta que, en 1923 en Finlandia, el paso de un cometa hizo que la gente empiece a vivir situaciones impredecibles y hasta a desconocer a sus seres queridos. Justo esa noche, va a pasar otro cometa... Y es ahí cuando empiezan a sucederse cosas y comenzarán las preguntas… La premisa parece simple. La idea de por sí es interesante. El espacio escénico del film será el mismo durante casi todo el metraje. El living de la casa, alguna vez pasaremos por la cocina, el baño o algún otro lugar, pero siempre será adentro, salvo un par de excepciones cuando salen a explorar afuera. Se notará que estamos ante un film de bajo presupuesto (50 mil dólares en ese momento) y mostrará que no se necesita una superproducción para generar algo agradable a la vista. Filmada en cinco días y sin un guion propiamente dicho, según contó su director, que igualmente logró el premio a mejor guion en Sitges, serán los actores quien lleven las riendas de la película. Ellos se sorprenderán y tendrán reacciones parecida a la de los televidentes con cada situación que aparezca.
La cámara seguirá de cerca a cada personaje, los encuadres serán cerrados y los movimientos de cámara nos posicionará de una manera que pensamos que estamos adentro de esa casa junto a los protagonistas. Habrá que jugar el juego que plantea el director desde el comienzo. Cada charla, cada individuo y cada objeto que aparece durante los primeros minutos, tendrán relevancia sobre el final, pero eso no lo sabremos hasta ese momento. Será un rompecabezas que se irá armando de a poco y que arrancará cuando se produzca un apagón que dejará todo a oscuras. El montaje cortará con un fundido a negro que significará el paso de un estado a otro. O de una confusión a otra. Detalles que habrá que estar atentos para no perderse nada. La fotografía se manejará con esas luces que hay en la casa y la paleta rondará entre el ocre, pastel y marrón que ahonda en el lugar del relato. La profundidad de campo se posicionará sobre los protagonistas en la mayor parte de su metraje. Se empezará a hablar de multiversos y uno de los invitados a la cena explicará la paradoja del gato de Schrödinger, que se centra en un gato, junto a un matraz con veneno y un dispositivo con una partícula radiactiva, dentro de una caja sellada.
Si el dispositivo detecta radiación romperá el frasco, liberando
el veneno que matará al gato. Según la interpretación de Copenhague, después de
un tiempo, el gato está al mismo tiempo vivo y muerto. Allí, entonces, está el
resumen de la historia. Los protagonistas entrarán y saldrán de la casa, pero
ni ellos ni nosotros sabremos cuales son los originales. Emily será la
encargada de tratar de ordenar el rompecabezas. Y será quien sobre el final
lleve la curva dramática de la película. Sus menos de 90 minutos logran que el
metraje sea siempre entretenido, aunque por momentos la historia entre en el
mismo bucle que pesa sobre sus intérpretes. A medida que pasan los minutos nos
empezamos a dar cuenta que el título del film nos interpela. La “coherencia” de
los personajes desaparece por completo. Empiezan a aparecer sus secretos más
oscuros y las decisiones más alarmantes. Empieza a mostrar que el ser humano es
capaz de lastimarse a sí mismo, en busca de explicaciones. Y, sobre todo, a
responder la pregunta que cada uno de los protagonistas se hace: “¿Quién
soy?”.
Marcelo
De Nicola.-
Canción post impresiones
UNIVERSO WARD BYRKIT
Byrkit arrancó su carrera con el
director Gore Verbinski, trabajando
juntos en películas como Mouse Hunt
y Rango, también como consultor
conceptual para las tres primeras películas de Piratas del Caribe. Además de los más de 3000 guiones gráficos que
Byrkit creó para El cofre del hombre
muerto (2006) y En el fin del mundo
(2007). El proyecto posterior de Byrkit, Shatter
Belt, es una serie episódica al estilo de La Dimensión Desconocida. La producción de los primeros cuatro
episodios finalizó en 2022, con el estreno mundial programado para 2023 en el
Festival de Cine y Televisión SXSW.
FICHA TÉCNICA
Título original: Coherence
Año: 2013
Duración: 89 min.
País: Estados Unidos
Dirección: James Ward Byrkit
Guion: James Ward Byrkit, Alex Manugian
Reparto: Emily Baldoni, Maury Sterling, Nicholas
Brendon, Elizabeth Gracen, Alex Manugian, Lauren Maher, Hugo Armstrong, Lorene
Scafaria
Música: Kristin Øhrn Dyrud
Fotografía: Nic Sadler, Arlene
Muller