SINOPSIS
Un cineasta
reflexiona sobre su casa. Él no sabe dónde se encuentra su casa. Podría ser en
cualquier parte del mundo. Puede tomar cualquier forma o carácter. Todo lo que
sabe es que es su casa, el lugar que pueden llamar hogar. Muchas personas viven
allí. Algunos están de paso, permaneciendo allí por unos pocos días. Otros tal
vez deciden vivir allí por un período más largo. Se trata de una casa que está
abierta a todos... (FILMAFFINITY)
EDITORIAL
La casa conserva cierta magia. Momentos de una niñez inolvidable. Un living gigante y personas que van y vienen todo el tiempo. Una tele en blanco y negro maquilla noticias. El mundo estalla frente a tus ojos. Tus jóvenes años solo saben de risas, pequeños llantos y escondites secretos. Y un ambiente enorme donde se guardan los mejores recuerdos. Horas encerrado investigando quien sabe qué. Únicamente el ruido de los aviones corta la tranquilidad y también la rutina. Sólo la vida logra que esos recuerdos se evaporen lentamente. Hoy miras al pasado y la memoria se convierte en un laberinto espinoso. Los olores de las paredes ya no son los mismos. Los colores se fueron diluyendo a lo largo de los años. Las habitaciones, esas que pasabas horas, no eran tan grandes como parecían. Ya no hay gente y el silencio intimida.
El pasto ya huele a seco y ciertos ruidos
suenan insoportables. La ciudad creció tanto como vos. Las noticias siguen
maquillándose pero tu mente ya no se deja engañar. Ya no hay tantas risas y los
llantos son más sentidos. Los escondites secretos se multiplicaron, aunque
ciertas veces querrás que alguien te encuentre. Sólo resta sobrevivir al paso
del tiempo. Ese tiempo que transforma la tierra en asfalto. Ese tiempo que deja
marcas en la piel y agujeros en el corazón. Un corazón que busca sobrevivir
buscando un amor, ese amor que te salve de la cotidiana locura. Y que logre
hacerte volver a sentir la magia que se expandía en esa vieja casa.
Marcelo De
Nicola.-
Canción elegida
para la editorial
IMPRESIONES SOBRE
La pelota que arroje cuando jugaba en el parque, aún no ha tocado el suelo. Que convención rara el tiempo, aquel antojo en tres momentos. Dylan Thomas con solo arrojar una pelota al aire logró desenmascararlo para siempre. Siempre, una palabra repleta de tiempo. Aquel vértice vertiginoso del ahora. La anécdota, ese recurso fabuloso habitado por fantasmas que deambulan encerrados en la misma historia intentando sostener el nostálgico relato del ayer. Y el mañana, esa fantasía enferma del virus del pasado, aquella ilusión de control que nos permite dar un paso para luego dar otro y uno más. Es probable que aquello que se parezca más a la libertad este escondido ahí, en el futuro. Limpio de tiempo, gozando de una eternidad envidiable y detestable a la vez. Digo detestable porque bien sabemos que la eternidad nos convida de manera casi obligada a ir a menos. Para el eterno todas las vidas son posibles como también lo son todos los amores, solo basta sentarse y esperar a que las cosas lleguen, a que las cosas pasen. En cambio, al finito le urge la muerte y ahí es donde cambia todo. Ahí es donde una mirada se resignifica y uno se abraza a un dolor por temor a volver a ser lastimado. Entonces, lo ideal, creemos desde este humilde foro, seria ser eterno, pero jamás saberlo. Lo cierto entonces es que el tiempo es una especie de orden impuesto con el forzado propósito de buscar sentido. La ilación en el espacio de estas palabras, forzadamente, logran cierto sentido sobre el cual radica, dicen, la comunicación.
Aquella imposición del orden se da también en el
ejercicio del recuerdo. Solemos ordenar los pensamientos bajo un riguroso orden
dramático haciendo de nuestra vida pasada una pésima novela de mal gusto.
Entonces uno, que lo más cerca quizás que estuvo de algún hecho literario fue
la lectura compenetrada del horóscopo, termina guionando una anécdota con la
laboriosa tarea de encontrar en aquel relato algún tipo de efecto, alguna
emoción, una conmoción con el receptor. A aquello suelen llamarlo pasado. La
verdad es que el recuerdo, siempre herrado y embustero, se da de manera fugaz,
puntual y siempre de manera selectiva. Quizás sea simplemente un olor, el tono
de una voz, o solo una sensación lo que dispare el armado escénico del recuerdo
para finalmente culminar en un conjunto de mentiras dispuestas siempre a decir
la verdad.
Se repetirá esto al final de la película. Las casi dos horas restantes del film carecerán de dialogo. Todo se manejará dentro del simbolismo, el ámbito de la metáfora y de la imagen conceptual. Habrá un hilo conductor, tal vez un héroe, que conecte las distintas secuencias pero que no crecerá dramáticamente. No terminará modificado ni tomará decisiones que generen puntos de giros en la curva dramática. Aun así, habrá un relato que narrará parte de la historia del personaje de manera tal vez desordenada. Se hablará en aquella apertura sobre el tiempo, la inevitable fugacidad del presente y la idea del futuro como único lugar posible de libertad. No se nombrar en cambio al pasado. ¿Ocupará tal vez aquel lugar lo narrado en la cinta, será quizás la casa una metáfora materna, contenedora, en donde se narre lo ocurrido años antes? El personaje principal nos guiará por dentro de la casa, su actitud, como la de todos los demás personajes, será siempre contemplativa y nostálgica ocurra lo que ocurra. Se trabajará durante todo el metraje sobre el sonido puntualmente como una línea dramática más. Habrá una intención clara desde el trabajo de Foley de no solo acompañar sino también construir un relato sonoro que por momentos apoyará a la imagen y por otros buscará su propia independencia. Sentiremos en todo momento un barullo que nos acompañará hasta el final del relato. ¿Sera aquel ruido constante el barullo del futuro anticipándose todo el tiempo, buscando hacerse presente bajo cualquier forma? La herramienta sonora, la cual estará siempre en un primerísimo primer plano, o sea extremadamente puntual (oiremos hasta lo más pequeño sonar con claridad) anticipará los sucesos que luego ocurrirán. Tal vez esa sea alguna forma de quiebre temporal marcando dos líneas narrativas, una responderá a lo que se ve mientras que la otra lo hará sobre aquello que se oye.
Anticipará
también a los personajes presentándolos. Primero sonarán para luego verse. Al
igual que las actuaciones de los personajes, el sonido, será también intimista,
detallado y minimalista. El recorrido por la casa irá dando lugar a distintas
escenas, casi teatrales, que se desarrollarán por lo general dentro de un
ambiente. En todo el film habrá dos o tres exteriores nada más. Se trabajará
mucho sobre el raccord de miradas y sobre los planos reacción. El personaje mirará algo, por lo general siempre
desde afuera, y ese movimiento de su mirada nos llevará al interior de una
habitación donde la acción sucederá. Allí se resolverá la falta de continuidad temporal
en las distintas escenas. La fotografía estará diseñada bajo las características
del arte barroco utilizando en
ciertos momentos el tenebrismo que usará
Caravaggio en la elaboración de sus
pinturas. Cerca del final aparecerá la navidad como metáfora del festejo de un
nacimiento. Crecerán las flores allí donde alguien antes las había plantado. Habrá
fuegos artificiales que anticiparan las balas militares con las que le film
decidirá cerrar. Allí volveremos a salir de la casa para ver desfilar a esos
asesinos desde afuera. Con sus tanques, con sus fusiles amenazantes, convidando
miedo. Los recuerdos, aquellos linyeras del tiempo, parecerán haberse escondido
bajo los escombros del pasado. Entonces vendrá la guerra, vendrá la muerte,
vendrá el olvido.
Lucas Itze.-
Canción post
impresiones
UNIVERSO BARTAS
Nacido en Lituania el 16 de agosto de 1964, es el
director de su país más importante del siglo XX. Rodó su primer corto con 21 años,
llamado Tofolaria. En 1990 dirigió el documental En memoria
de un día que pasó, sobre cómo es la vida de los mendigos en Lituania. Un
año después llega su primera ficción, Tres días, que narra las
desventuras de unos jóvenes desolados que llegan a Kaliningrado. En 1995 sigue
con su cine experimental en el film mudo Korodirius. Un año después
filma Uno de nosotros y en 1997, en Portugal, una de sus obras
más aclamadas: A Casa, donde un cineasta reflexiona sobre su casa.
En 2000 llega Libertad y en 2005 filma Siete hombres
invisibles, un drama filmado sobre gente que huye hacia Crimea. En 2010
llega Indígena de Eurasia, sobre un narcotraficante que tiene
negocios en París, Vilna y Moscú, pero no todo sale como fue planeado. Tardó
otros cinco años en volver al ruedo, cosa que hizo en 2015 con Paz en
nuestros sueños, un drama sobre una familia que se va a pasar un fin de
semana a su casa de campo y descubren un vecino bastante particular.
Luego llegó Frost, sobre una pareja de lituanos que se ofrecen como
voluntarios para conducir un vehículo humanitario en Ucrania, pero el frío
complica las cosas. Su último film fue In the Dusk, sobre un joven de 19 años
que se une al grupo de partisanos de la resistencia ante la invasión soviética
en
FICHA
TÉCNICA
Título original: A Casa
Año: 1997
Duración: 120 min.
País: Portugal
Dirección: Šarūnas Bartas
Guion: Šarūnas Bartas, Yekaterina Golubeva
Fotografía: Šarūnas Bartas, Rimvydas Leipus
Reparto: Valeria Bruni Tedeschi, Leos Carax,
Micaela Cardoso, Oksana Chernych, Alex Descas, Egle Kuckaite, Jean-Louis Loca,
Viktorija Nareiko, Francisco Nascimento, Eugenia Sulgaite, Leonardas Zelcius
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