sábado, 5 de junio de 2021

LA NIÑA SANTA

PROGRAMA 328 (14-05-2021)

 

SINOPSIS

 

Amalia es una niña como las otras del coro, que se cuestionan sus creencias religiosas. Cuando el Dr. Jano llega a dar una charla al hotel donde Amalia vive con su madre, ella siente que tiene una misión: librar del pecado a ese hombre que está seduciendo a su madre. (FILMAFFINITY)

 

EDITORIAL

 

Salió de su cuarto por última vez. Siguió los caminos de siempre. Los árboles silbaban sus típicas canciones de otoño. Pasaron las plazas con niños en su interior (ella bien sabe que en ellos no habita la maldad). Subió los escalones y pasó por arriba de la vías del tren al tiempo que la locomotora anunciaba su llegada. El día gris camuflaba ese miércoles de miércoles. Algunas nubes amenazaban con crear danzas de lluvia pero finalmente el sol iba a terminar ganando la batalla. Pasó por la iglesia de siempre pero esta vez no entró. La confesión sería tiempo después. No iba a tentarse con que un sacerdote la arranque de su objetivo. Ella, fiel creyente, entendió que su destino era hoy. Llegó al encuentro a la hora indicada. Su víctima (o victimario) ya estaba allí. Con sus zapatos recién lustrados y un café con su nombre en una mano. El hall del hotel era ameno. Simple, sin tantos lujos, pero con las comodidades básicas. Ella se dirigió directamente al mostrador pidiendo la llave de una habitación. El maquillaje, sus rulos recién hechos y unos anteojos negros la hacían ver como una persona de mayor edad a la que tenía. Minutos después, él se sorprendió cuando el altavoz dijo su nombre. En recepción le dieron la llave de una habitación. Empezaba un juego que no había planeado. Al abrir la puerta, varias cartas y cruces armaban un camino hasta la cama. En una punta había una Biblia. En la otra, unas esposas. 



Una tele de pronto se encendió y desde ahí comenzaron las preguntas. Mientras una sombra se acercaba y le pedía que cierre los ojos para continuar con el show. El aceptó con una excitación desbordante. Las esposas y la venda en los ojos eran parte de su cuerpo. El video prosiguió con preguntas incuestionables sobre su pasado. Él se había dado cuenta de que ya no era un juego. Las velas derretidas empezaban a unirse a su piel. No había gritos ya que su boca también estaba inutilizada. Solo podía escuchar relatos oscuros y siniestros. Y sentir esos dolores ahora propios. Ella alzó una pequeña navaja y la empezó a hundir en su cuerpo. Luego tomó un crucifijo y lo incrustó en el lugar donde antes había piel. Rodeó la cama con velas y puso su canción preferida de la misa de los domingos. Antes de cumplirse la hora de despedida, juntó sus cosas y rezó por él. Le recordó cada vez que volvió a su cuarto llorando, muerta de miedo. Se deshizo de los anteojos y de sus pestañas postizas antes de dejar el cuarto. El quedó esperando por alguien que lo encuentre, con una marca de por vida. Finalmente entendió que había sido el elegido para la transformación de La niña santa.

 

Marcelo De Nicola.-

 

Canción elegida para la editorial

 


IMPRESIONES SOBRE LA NIÑA SANTA

 


Alejandra escribió que la moral es la gramática del deseo. ¿Qué hubiera sido del hombre, de las sociedades, del desarrollo de nuestras vidas, de la delicada construcción de nuestras personalidades si hubiéramos crecido sin aquella correa atada al cuello de nuestras emociones? El deseo está escrito en nuestra piel, pero ¿con qué letra? ¿Cuál es el narrador que conecta los símbolos para hacerlos palabras, las palabras para hacerlas oraciones y las oraciones para describir aquello que quema, que arde y que manda? ¿Quién es el censor detrás del minucioso diseño del rebaño, quien es aquel maldito asesino de ideas? Teniendo en cuenta la historia del desarrollo del pensamiento de la humanidad, el hombre siempre estuvo domesticado por la miserable mano de la iglesia. Desde los fríos panteones que sus mármoles supieron levantar, su voz usurpó el saber y de esa forma conquistó la verdad. En la arrogancia  de aquel robo nace la despiadada arquitectura del rebaño. El diseño inescrupuloso del cuerpo y sus necesidades. La ambición desmedida de poder arrojó al ser a un terrible e infernal abismo y colocó a la vida muy lejos del alcance de cualquiera. El comercio se basó en la fe recompensando la sumisa obediencia, cauce obligado de todas las acciones, con una nada maquillada de paraíso. Se educó bajo aquella idea, se mató y se aleccionó bajo aquella idea. Temibles genocidios se realizaron bajo aquella idea que firmaba su compromiso con la vida  usando esas manos malditas rojas todavía de sangre. Con el concepto de alma se ató a la culpa a un cuerpo devastado en su sentir para que finalmente se hundiera en el desprecio torturante de la doctrina pasiva de la manipulación y el acatamiento. Pero un día el pastor fue devorado por la oveja. Dios ha muerto sentencio Nietzsche y su asesino fue el ser humano. Aquel grito de guerra fue un atentado real contra la verdad y los grandes absolutos. Contra SU verdad y la cuidadosa construcción de SUS absolutos. El hombre entonces ante aquella caída dejaría de ser una meta y pasaría a ser un puente, un tránsito entre el animal y lo post humano. Crecer es recuperar la seriedad con la que jugábamos cuando éramos niños, agregara más adelante Federico. En aquel niño estará contenido lo animal. 



En su libro “El nacimiento de la Tragedia Nietzsche analizará ciertas características de la mitología de la antigua Grecia y trabajará sobre la dicotomía filosófica y literaria de lo Apolíneo y lo Dionisiaco. Tomará entonces a los hijos de Zeus, Apolo dios del Sol y de la razón y a Dionisio dios del vino y de la pasión. Dirá entonces aquello de que el interior de nuestro ser es un campo de batalla donde Apolo y Dionisio combaten todo el tiempo. Apolo es el límite, Dionisio el desborde. Concluirá diciendo que la gran tragedia de lo  humano es cuando Apolo destierra finalmente a Dionisio. Es en aquel punto donde habrá que trabajar para su pronto retorno porque en definitiva la vida nunca es posible sin un equilibrio entre ambos. Este dilema será el que trabajara Lucrecia Martel en su obra La niña santa. Los personajes que llevarán el relato padecerán durante toda la curva dramática este conflicto de intensa búsqueda de equilibrio entre el deseo y la moral. Cuando el deseo intente incendiar los cuerpos, las ideas, cuando el deseo proponga más, aparecerá la moral para castrarlo. Lo hará con crudeza invadiendo los cuerpos de culpa y temor. Lo hará en nombre de dios y las buenas costumbres. Y en la muerte de aquel fuego apasionado quedará solo el humo entre las personas. Ante aquella incertidumbre la entrega del amor será reprimida y por eso torpe, la exploración y el autoconocimiento se darán en forma violenta, y el placer finalmente se derramará siempre entre lágrimas. Las actuaciones manejarán este registro creando personajes con dos universos bien marcados. Su accionar será el resultado de un trabajo interno opuesto a lo manifestado. Se narrará tal como lo hiciera en sus films Michelangelo Antonioni, o sea, sobre lo sugerido. Los detractores de esta herramienta se levantarán ofuscados de su butaca para denunciar un atentado sobre el dinamismo en el desarrollo del conflicto dramático. Nombrarán el término meseta y rezarán ansiosos, estos puristas de las formas y los modos, por la pronta dosificación en el crecimiento del drama. Pero… ¿Por qué no pensar en que cada historia tiene su propio ritmo, su propio tiempo? ¿Por qué no jugar a entregarnos no solo intelectualmente sino también sensitivamente a la vibración propuesta por el que cuenta, por aquel que narra? ¿Por qué no confiar en quien tiene las riendas y permitirnos de esa manera sentir una película además de verla? Caetano decía que la música en cada región tiene la propia vibración de su tierra de origen. No vibra igual un chamamé correntino que una cueca chilena aun en la similitud de sus ritmos. ¿Por qué no respetar aquello intrínseco? 



La niña santa se tomará sus tiempos, sin atentar de esta manera contra la atención del espectador. Allí estará la belleza artística de Lucrecia. Allí sentiremos aquella tierra salteña vibrando en cada escena, narrando desde cada plano, hablando en cada silencio. El relato apoyará la dualidad planteada entre lo Dionisiaco y lo Apolíneo también desde la fotografía vistiendo de esa manera muchas de sus escenas con rojos intensos y fríos azules. La cámara, como en la mayoría de las películas de Lucrecia tomará una altura que no será la comúnmente utilizada por los y las directoras. Hemos dicho alguna vez en este mismo foro que todo punto de vista es político porque toma una decisión sobre un recorte de la realidad. Todo plano, entonces, es ideológico.  Pensar siempre supone tomar partido y es allí donde la realidad se escinde, es allí donde se construye la particularidad de la mirada, es allí donde se interpreta lo recortado. Martel decidirá entonces tomar una visión cuya altura responda a un pequeño o pequeña de 10 o 12 años que no es otra que la altura de un trípode sin extender, algo no mayor al metro y medio. Será una visión sin moral, cargada de una intensa curiosidad. Desde allí mirará Lucrecia al universo y desde allí decidirá contarlo. La niña santa tendrá una construcción sobre el relato sonoro pocas veces encontrada en el cine nacional. Lucrecia (como también nosotros) entiende al cine como una narración resultante del trabajo comprometido en el uso de la imagen pero también del sonido. Tal como remarcaba Roland Barthes en su libro La cámara Lúcida, entendemos a la imagen pesada, inmóvil y obstinada. Tal es el peso histórico que ejerce en la sociedad. En cambio el sonido es disperso, inquieto y cambiante, de allí que sus posibilidades narrativas son múltiples y de una belleza indescriptible cuando se utiliza artísticamente. Martel romperá en La niña santa con aquel peso propio de la imagen y decidirá entonces trabajar con cuidado un universo sonoro dentro del film el cual muchas veces narrará con una presencia superior al de la imagen que lo evoca. Vencerá de esta manera la dictadura gramatical del cine. Será un guiño a aquella revolución que tanto pedimos desde esta humilde trinchera enloquecida de libros, papeles e ideas. Será todo un gesto. Hablará al fin el deseo sin la soga impertinente de ninguna moral.

 

Lucas Itze.-        

 

Canción post impresiones

 


UNIVERSO MARTEL


 

Nació el 14 de diciembre de 1966 en Salta. Cursó sus estudios secundarios en el Bachillerato Humanista Moderno de la ciudad de Salta. Martel se formó en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC) de Buenos Aires. Empezó con algunos cortos como La Otra, No te la llevarás, maldito, El 56, Piso 24, Besos rojos y Rey Muerto, este último formó parte de Historias Breves, Película compuesta por nueve cortometrajes estrenados en 1995, realizados por estudiantes de la Universidad del Cine y premiados por el INCAA. Algunos de esos estudiantes eran Adrián Caetano, Bruno Stagnaro, Paula Hernández y Daniel Burman, entre otros. En ese 1995 empezó a dirigir para televisión la serie DNI y los sketchs Magazine For Fai, con Mex Urtizberea y un grupo de chicos que revolucionaron la televisión argentina. Su ópera prima llegó en 2001 cuando filmó La Ciénaga, la primera parte de la llamada Trilogía de Salta, donde se hizo conocida en varios festivales, logrando premios en los prestigiosos festivales de Sundance y de La Habana. Luego siguió con La Niña Santa y cerró la trilogía en 2008 con La mujer sin cabeza, que también fue reconocida en varias partes del mundo. 



En el último tiempo ha participado de distintas películas de episodios, documentales (La ciudad que huye) y diversos cortos como Nurva Argirópolis, Pescados, Muta o Leguas. Su último largo es Zama del año 2017, basada en la novela de Antonio Di Benedetto, y narra la historia de Don Diego de Zama, un oficial español del siglo XVII asentado en Asunción que espera su transferencia a Buenos Aires. Para este año estaba preparando junto a María Alche, el documental Chocobar, una crónica del asesinato del activista indígena Javier Chocobar y la expulsión de su comunidad de sus tierras ancestrales en Argentina. La película desenreda los 500 años de acciones que llevaron a este tiroteo, tanto con un arma como con una cámara, y lo contextualiza dentro del sistema de tenencia de la tierra que surgió en toda América Latina.

 

FICHA TÉCNICA

 

Título original: La niña santa

Año: 2004

Duración: 106 min.

País: Argentina

Dirección: Lucrecia Martel

Guión: Lucrecia Martel

Música: Andrés Gerszenzon

Fotografía: Félix Monti

Reparto: Mercedes Morán, Carlos Belloso, Alejandro Urdapilleta, María Alché, Julieta Zylberberg, Mía Maestro, Mónica Villa, Marta Lubos, Alejo Mango, Arturo Goetz

 

PELÍCULA COMPLETA

 

 

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