EDITORIAL
Vidas sin
tiempo. Ir y volver. Nacer y morir. Recuerdos pasados que vomitan viejos
deseos. Sueños que regresan al punto cero. Horas que se emancipan de la mente.
Todo es tiempo. El tiempo es el culpable de todo, como bien dijo alguna vez Eduardo Sacheri. Porque hay momentos
que deberían permanecer eternamente. La vida se rige por cada minuto, por cada
segundo. El ayer olvidado, el hoy dividido, el mañana destruido. Así hasta el
final. En un loop eterno volvemos a cometer los mismos errores del pasado. Nada
se pierde, todo se transforma dice una famosa frase. Nosotros preferimos el
nada cambia, todo vuelve. El pasado recupera su arma más letal y ahí sí que
estamos desamparados. Las leyes de la selva levitan sobre el caos de la ciudad
buscando más brutalidad.
La violencia cada vez más presente. Las balas en la
recámara esperando con ansias encontrarse con su destino. Entonces, como si
fuera una máquina del tiempo, el pasado más oscuro vuelve con ansias de
revancha. Con ganas de destruir lo poco que quedó en pie. Todo disfrazado de
moralinas baratas y frases de cotillón. El futuro duele porque el tiempo sigue
avanzando y no hay ninguna máquina que nos ayude a reparar los horrores. Y si
la hubiera, la usaríamos para cosas ilegales. Sí, todos y cada uno de nosotros. El hombre buscará saciar sus propios placeres
primero. Y hasta ahí llegaremos, destruyéndonos entre nosotros mismos. Como a
lo largo de nuestra historia. Mientras los siglos pasan y las horas mueren.
Porque siempre sabremos que al final de la historia, el tiempo no para.
Marcelo De
Nicola.-
Canción post
editorial
IMPRESIONES SOBRE PRIMER
Hemos utilizado
más de una vez este mismo espacio para pensar sobre la idea de identidad,
aquella traición cobarde de la existencia. Señalamos en aquellas oportunidades,
y no dejaremos de hacerlo en esta, que la identidad se desarrolla sobre la base de la centralización
narrativa de experiencias pasadas, como así también sobre la narración especulativa
de lo que se continuará siendo. Someteremos en el artificio de aquel ejercicio,
bajo la fantasiosa soberbia especulativa de quien enuncia, al futuro. Ya no
serán los estímulos aquellos salvajes vagabundos del tiempo, sin destinos ni
definiciones, orgullosos de peligros inminentes, vamos de sorpresa. Nuestros
ojos no encontrar ya aquel caos seductor en tu mirada, aquel fuego que es el
único fuego. En cambio, encontraremos ese fármaco tranquilizante que opera en
la obediencia desmesurada del dispositivo creador de sentido encargado de
levantar los muros demandados por el orden: los planes. Planificar es
acribillar al ser. A través de nuestros planes infectaremos de pasado al
futuro. Trascenderemos buscando evitar de alguna manera la muerte. Planificar
el futuro no es más que proyectar nuestra existencia, nuestra artificiosa idea de identidad, sobre una
absurda hipótesis de continuidad que busca asegurarnos un mañana, un después,
una oportunidad. Santo Tomás de Aquino interpretaba al futuro como una mera
limitación del ser humano: el futuro, solo es futuro para nosotros, para dios
es presente porque es eterno. Después de todo, la eternidad no consiste en otra
cosa que la abolición absoluta del tiempo. John
Stuart Mill sostenía que el desconocimiento del futuro resultaba
indispensable para la vida en sociedad. Todos los pilares de nuestra
civilización correrían graves riesgos si conociéramos de ante mano lo que
sucederá. Todo nuestro pensamiento, toda
nuestra lógica, toda nuestra construcción mental descansa sobre el
desconocimiento del futuro, vamos, sobre la falta de eternidad, sobre la
angustiosa idea de sabernos finitos.
Sin embargo, y más allá de todo argumento,
buscamos para nuestra tranquilidad existencial ordenar el caos, hilar sucesos
otorgándoles un sentido arbitrario, una coherencia espectral que trascienda el
tiempo y sea capaz de explicar o dar pistas de aquello que sucederá. Tal vez
aquel ejercicio se parezca un poco a la esperanza, aquel ensayo de lo venidero,
aquel olorcito del porvenir, según el propio Borges. Allí surgirá entonces el determinismo que nos dirán que
todo está escrito, pero también aparecerán los defensores del libre albedrio
que insistirán en reflexionar que afirmar que todo está determinado, equivale a
pensar que la afirmación misma también lo está, por lo que se anula su valor de
afirmación. Estarán también los que piensen en la circularidad del tiempo, los
eternos retornistas, pero aquí también es indispensable el desconocimiento del
futuro ya que si vamos a vivir varias veces lo mismo, el conocimiento de la
repetición es un rasgo diferencial que anula inexorablemente el retorno. Ahora bien, como ya dijimos, el presente se
entromete y mira hacia el futuro y siguiendo una idea del tiempo que avanza,
hacia allá vamos. Pero aun así, hay cosas que se originan y operan en el
futuro. Claramente la ley es un ejemplo y el aburrimiento podría ser otro. El
aburrimiento se instala en el futuro, aburrirse no es otra cosa que perder toda
perspectiva de que algo va a cambiar.
Una película es aburrida no por lo que
está sucediendo sino cuando en su devenir, uno adivina amargamente su final. No
es este el caso de PRIMER el
complejo film de Shane Carruth. La
cinta trabajará la temática del viaje en el tiempo planteando la paradoja moral
de la manipulación de los sucesos. Su estructura no será lineal y su montaje
apoyará esta ruptura temporal a través de abruptas elipsis, atentando,
podríamos decir de manera metafórica, contra la fluidez natural de los movimientos.
El antes y después se esfumaran planteando un hoy dudoso, repleto de claves y
guiños tal vez solo destinados al ojo despierto del espectador. El relato
poseerá actuaciones sobresalientes, entre ellas las del director del film quien
no solo protagoniza la obra sino que también la guiona, produce, edita y
compone su música. La paleta de colores trabajara sobre las tonalidades frías y
se empataran sin ningún problema los distintos formatos de los soportes
utilizados en rodaje. El conflicto será perfectamente dosificado aun cuando
entendamos que el relato no va hacia ningún lado. Sobre el final, o tal vez el
comienzo, del film vendrá tal vez a nuestra mente aquella historia del
emperador Shih Huang Ti, el ideólogo
de la muralla y el responsable de impartir la orden de quemar todos los libros
con el único objetivo de abolir el pasado. Tanto el pasado como el futuro son
construcciones arbitrarias del ser humano que no buscan otra cosa sino la
permanencia, la trascendencia. Abolir cualquiera de los dos no es más que
abolir al tiempo, no es más que la angustiosa empresa de abolir la muerte.
Lucas
Itze.-
Canción
post impresiones
También
sonaron estos temas…
UNIVERSO CARRUTH
Nacido el primer
día de 1972, Carruth asistió a la escuela secundaria donde se especializó en
matemáticas y luego trabajó como desarrollador de software de simuladores de
vuelos. Con solo 7000 dólares se dispuso a filmar su primera película, donde
hizo de todo: el guion, la producción, la fotografía, el montaje y hasta la
banda sonora. Hablamos de Primer,
que fue la gran revelación del 2004 y con el que consiguió el gran Premio del Jurado en el Festival de cine independiente de Sundance.
Nueve años después vuelve a ponerse atrás de casi todo, salvo el montaje, donde
compartió su lugar con David Lowery
(director de A Ghost Story) para el film Upstream
Color, otra misteriosa cinta experimental, que se centra en la historia de
dos personas, Kris (Amy Seimetz) y Jeff (Shane Carruth), cuyas vidas quedan
vinculadas a un parásito, sin ser conscientes de ello, a través de un lazo que
afecta al comportamiento y a la manera de vivir. Este parásito es un ser con un
ciclo de vida de tres fases que empieza en el ser humano, sigue en el cerdo y
acaba en la orquídea. Ambos buscan desesperadamente un lugar seguro entre ellos
mismos, mientras luchan para conseguir encajar los fragmentos dispersos de sus
destrozadas vidas. Otra vez grandes críticas y premios en diferentes festivales
para el director. Se comenta que su próxima película, que la viene pre
produciendo hace unos años, llevaría el nombre de The Modern Ocean, y contaría con estrellas de la talla de Anne Hathaway, Keanu Reeves y Daniel Radcliffe. Según el director,
"Es una continuación del lenguaje emocional que construí con Upstream
Color. Una historia romántica trágica”. El director Steven Soderbergh (Traffic, Sexo, mentiras y video, La gran estafa,
Che) declaró: “Veo a Shane como un hijo
ilegítimo de David Lynch y James Cameron”. Veremos que nos trae a futuro el
sorprendente director.
FICHA TÉCNICA
Título original:
Primer
Año: 2004
Duración: 78
min.
País: Estados
Unidos
Dirección: Shane
Carruth
Guion: Shane Carruth
Música: Shane Carruth
Fotografía: Shane Carruth, Anand Upadhyaya
Reparto: David Sullivan, Shane Carruth, Casey Gooden, Carrie Crawford,
Anand Upadhyaya, Samantha Thomson.
SINOPSIS
Cuatro hombres
trabajan en un garaje construyendo aparatos altamente complejos. En parte por
accidente y en parte por su pericia, descubren un mecanismo dotado de poderes
que les permite conseguir casi todo lo que quieran. Se trata de un hallazgo que
podría cambiar el mundo, pero que pondrá a prueba las relaciones entre sus
inventores...
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